El ni?o soldado que sobrevivi¨® al Daesh
El sirio Wissam Ahmad fue reclutado por el grupo terrorista cuando ten¨ªa 12 a?os y vive refugiado en Jordania. Estos d¨ªas se encuentra de visita en Espa?a para dar charlas sobre tolerancia en las escuelas
Wissam Ahmad levanta el pulgar y ostenta sonrisas delante del objetivo del fot¨®grafo. Lleva el pelo engominado hacia arriba y unos pitillos negros muy ajustados, como muchos otros chavales de su edad que han acudido a escucharle en una sala del Instituto de Innovaci¨®n Tecnol¨®gica Mar¨ªa Moliner de Coslada, cerca de Madrid. Los puntos en com¨²n entre el joven sirio y los estudiantes del centro, sin embargo, acaban aqu¨ª. Pese a tener 17 a?os, Wissam se dej¨® atr¨¢s la adolescencia hace mucho, cuando el Daesh (el autoproclamado Estado isl¨¢mico) irrumpi¨® en su pueblo y le reclut¨®. Ten¨ªa apenas 12 a?os.
El p¨²blico, compuesto por una treintena de alumnos del centro cuya edad ronda los 15 a?os, no tiene ni idea de lo que est¨¢ a punto de escuchar. La charla fue organizada por el Proyecto Yo No, una iniciativa de educaci¨®n para la tolerancia, el respeto y la reflexi¨®n entre los j¨®venes, que llevar¨¢ a las aulas de varias escuelas de Espa?a al ex ni?o soldado junto a Kaveh Izadyar, refugiado iran¨ª que huy¨® de su pa¨ªs con cinco a?os.
Los estudiantes titubean a la hora de mostrar su conocimiento del conflicto en Siria, que ha dejado desde su inicio m¨¢s de medio mill¨®n de muertos. Saben que hay ¡°muchos bombardeos¡±, pero desconocen qui¨¦nes son las partes del juego. Tampoco logran definir con claridad qui¨¦n es un terrorista y c¨®mo es posible que alguien de su misma edad decida matar a gente. ¡°Le comen la cabeza¡±. ¡°Le dicen que as¨ª se ganan el para¨ªso¡±. ¡°Le amenazan¡±, sugieren. ?Y de qui¨¦n es la culpa? ?Y un piloto ruso que participa en los bombardeos de la coalici¨®n internacional y causa v¨ªctimas entre los civiles tambi¨¦n es terrorista? ?Qui¨¦nes ganan con la guerra? Las preguntas que se quedan sin una respuesta clara son muchas, sobre todo una: ¡°?Qu¨¦ vais a hacer para reaccionar contra esta situaci¨®n injusta?¡±. El silencio se apodera del aula, mientras Wissam toma la palabra para contar su historia.
Antes de la guerra, que acaba de entrar en su octavo a?o, viv¨ªa con su familia en Deraa, en el suroeste de Siria, no muy lejos de la frontera con Jordania. Le gustaba jugar con sus amigos, ver los partidos de f¨²tbol, estudiar. ¡°Lo normal para un chico de 10 a?os¡±, resume. Viv¨ªa feliz y nunca se habr¨ªa imaginado que la guerra le cambiar¨ªa la vida. Esboza una especie de sonrisa cuando se sorprende al hablar de aquel entonces, porque ya casi nadie le pregunta por lo que sol¨ªa ser.
Los hombres del Daesh son terroristas cuya ¨²nica religi¨®n es matar
De repente, todo cambi¨®. ¡°Los hombres del Daesh dec¨ªan que hab¨ªan venido para ayudarnos, pero yo ve¨ªa a gente morir¡±, explica Wissam. No sab¨ªa muy bien qui¨¦nes eran. Ahora, sin embargo, no duda en describirles como terroristas, cuya ¡°¨²nica religi¨®n es matar¡±. Los milicianos obligaron a las ni?as a encerrarse en casa y a las mujeres a taparse. Las clases fueron suspendidas y las aulas se convirtieron en almacenes de armas y centros para el entrenamiento militar de ni?os. Wissam no pudo decir que no. Unicef denuncia que todas las partes del conflicto en Siria reclutan a menores entre sus filas, no solamente para tareas auxiliares, sino tambi¨¦n para la l¨ªnea de frente, aunque admite de que es muy dif¨ªcil recabar datos fiables sobre el tema.
¡°Eran duros y hab¨ªa que obedecerles para evitar problemas¡±, recuerda de esos cinco meses en los que recibi¨® formaci¨®n junto a una veintena de otros ni?os sobre c¨®mo disparar o esconderse en caso de un ataque de un avi¨®n. No lo entend¨ªa, ni le gustaba, pero no hab¨ªa m¨¢s opci¨®n: ¡°O acatas sus ¨®rdenes o te matan¡±. Viv¨ªa con el miedo constante a que le pidieran salir a matar a gente, pero antes de que eso ocurriera, Wissam fue v¨ªctima de un accidente.
Una tarde, sali¨® de casa con una hija de sus vecinos de cuatro a?os para comprar algunas cosas. Les sorprendi¨® una bomba. Su vecina muri¨® en el instante. ?l, en cambio, se desmay¨®. Cuando despert¨®, se encontraba en un hospital en Jordania y le hab¨ªan cortado una pierna. La otra tambi¨¦n estaba en muy mal estado. Los estudiantes que escuchan el relato se intercambian miradas de estupor.
El accidente fue mi salvaci¨®n
¡°Grit¨¦ mucho, eso era una pesadilla¡±, recuerda. Alguien le hab¨ªa recogido cuando estaba desmayado y le hab¨ªa trasladado hasta el conf¨ªn con Jordania, donde los militares del pa¨ªs vecino le hab¨ªan llevado al hospital. Se qued¨® all¨ª dos meses, acompa?ado por su madre. Aunque para ¨¦l fuera una experiencia muy dolorosa, con el tiempo empez¨® a ver lo suyo como algo normal. El hospital estaba abarrotado de menores en peores condiciones, que luchaban entre vida y muerte.
Los m¨¦dicos del centro le dijeron que no hab¨ªa forma de salvar la otra pierna, pero la ONG Global Humanitaria le propuso viajar a Espa?a para una nueva operaci¨®n y para fabricar una pr¨®tesis ortop¨¦dica. Fue as¨ª que Wissam pudo salvar la pierna y despedirse de la silla de ruedas.
Wissam vive actualmente en Am¨¢n, la capital de Jordania, con su familia. Aunque no resida en un campo de refugiados, admite que la vida all¨ª es dif¨ªcil. Su padre trabaja fuera y muchas veces tiene que hacer frente a la hostilidad del pa¨ªs anfitri¨®n. Sabe que el cambio en Siria es muy dif¨ªcil, que ha habido muchas v¨ªctimas y que se han creado muchos bandos. Su casa ha sido bombardeada y ya no puede regresar. No obstante, no deja de so?ar en tiempos mejores. Ha vuelto a estudiar y se est¨¢ esforzando para ser actor de teatro, pero no sabe ad¨®nde le llevar¨¢ el futuro.
Los estudiantes permanecen en silencio. ¡°Es incre¨ªble que nadie haga nada¡±, comenta alguien. ?Somos culpables? S¨ª. No. Directamente no, pero s¨ª. El p¨²blico se divide.
Wissam se entristece al pensar que hay muchos otros ni?os que siguen atrapados en Siria, pero siente que su misi¨®n ahora consiste en hablar de su historia para contribuir a que la gente de otras latitudes sepa lo que est¨¢ pasando en su pa¨ªs. Echando la vista atr¨¢s, cree que al fin y al cabo ha sido afortunado. ¡°El accidente fue mi salvaci¨®n¡±, dice.
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