¡®La Tercera Ola¡¯
Volvamos la vista atr¨¢s para reconocer el terreno donde se plant¨® la semilla del Holocausto
El 11 de abril de 1987, Primo Levi decidi¨® arrojar su vida por el hueco de la escalera. De toda su obra escrita, destaca?El Sistema Peri¨®dico, libro inclasificable donde clasifica cada elemento qu¨ªmico relacion¨¢ndolo con una peque?a narraci¨®n. En el cap¨ªtulo dedicado al Vanadio, el qu¨ªmico y humanista italiano hace referencia al holocausto sufrido en sus propias carnes. Sin romper el hilo de ternura que envuelve su relato, Primo Levi nos cuenta c¨®mo estuvo prisionero en un laboratorio nazi cuyo responsable, el doctor M¨¹ller, se volver¨ªa a poner en contacto con ¨¦l, tiempo despu¨¦s, con la guerra ya terminada.
Conmemorar a Primo Levi nos lleva tambi¨¦n a reflexionar acerca del Holocausto. Porque la existencia de las razas no justifica la existencia del racismo, aunque la divisi¨®n ¨¦tnica fuese la excusa para que los nazis aplicasen la ¡°soluci¨®n final¡± o genocidio sistem¨¢tico de la poblaci¨®n jud¨ªa europea. Todav¨ªa hoy nos preguntamos c¨®mo se lleg¨® a tal aberraci¨®n de la conducta humana. ?C¨®mo el pueblo mejor educado de Europa pudo haber colaborado con tal crimen? Volvamos la vista atr¨¢s para reconocer el terreno donde se plant¨® la semilla del Holocausto.
Podemos aventurarnos a aproximar que el racismo en Alemania tuvo su base fundacional en 1775 cuando el joven anatomista Johann Friedrich Blumenbach (1752-1840) publicaba su disertaci¨®n?De generis humani varietate nativa. Seg¨²n su trabajo, la humanidad se divide en cinco razas dependiendo de sus condiciones geogr¨¢ficas, siendo la primera raza de todas la raza cauc¨¢sica, la raza m¨¢s bella de la humanidad para Blumenbach ya que, todas las dem¨¢s razas no eran m¨¢s que una degeneraci¨®n de esta. Su contempor¨¢neo, el antrop¨®logo alem¨¢n Christoph Meiners (1747-1810) tambi¨¦n se bas¨® en la est¨¦tica para hacer clasificaci¨®n de razas, existiendo razas feas y razas bellas. Con tales asuntos, el racismo cient¨ªfico estaba servido. Pero para poner en pr¨¢ctica la teor¨ªa racista pangerm¨¢nica y llegar a los hornos crematorios hace falta algo m¨¢s y ese ¡°algo m¨¢s¡± no consiste en otra cosa que en ¡°disciplina colectivamente inflamable¡±.
El citado elemento como motor del nazismo se descubrir¨ªa a?os despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, con la guerra fr¨ªa como tel¨®n de fondo y fue Ron Jones, profesor de Historia de un instituto en Palo Alto, quien lo encontr¨® en 1967 poniendo en pr¨¢ctica un experimento con sus alumnos que bautiz¨® como?La Tercera Ola por ser la tercera ola la m¨¢s fuerte de una serie de olas en el mar. Con arreglo a esto, Ron Jones demostrar¨ªa que obedeciendo a la autoridad constituida, personas sin ning¨²n tipo de instinto asesino son capaces comportarse como verdaderos asesinos. El experimento se complet¨® en cinco jornadas, siendo la ¨²ltima donde Jones re¨²ne a sus alumnos frente a un televisor. Pero vayamos por partes o mejor, por instantes.
En un primer instante, el profesor propuso a sus alumnos una nueva forma de sentarse. Las siguientes jornadas se completar¨ªan con las consignas escritas en la pizarra?Poder a trav¨¦s de la disciplina y?Poder a trav¨¦s de la comunidad, lemas que el profesor hace corear a sus alumnos; todas las gargantas en una. Tambi¨¦n inventa un saludo que llamar¨ªa el saludo de La Tercera Ola porque la mano levantada parec¨ªa una ola. Lo m¨¢s curioso es que sus alumnos aceptan la propuesta con entusiasmo, sin oponerse ni mostrar sentimiento cr¨ªtico alguno. En las siguientes jornadas, Ron Jones fue ampliando la disciplina integradora, asignando los carn¨¦s de socios que daban un sentimiento de superioridad respecto a todos los que no pertenec¨ªan a La Tercera Ola. El elemento del miedo no faltar¨ªa pues el profesor hab¨ªa designado a algunos alumnos como informadores, chivatos que se?alaban infractores. As¨ª llegaron a la quinta jornada, quinto d¨ªa del ensayo donde el profesor re¨²ne a sus alumnos frente a un televisor sin se?al para revelarles que hab¨ªan sido parte de un experimento sobre el nazismo. Arrebatados de voluntad, hab¨ªan rellenado la ausencia de la misma con un complejo de superioridad, tal y como pas¨® en la Alemania nazi. Luego Ron Jones pas¨® a sus alumnos una pel¨ªcula sobre el nazismo y muchos lloraron al saberse tan vulnerables ante la autoridad constituida cuando esta ofrece la ocasi¨®n de obedecerla ciegamente.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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