¡°No conservar grandes ¨¢reas para los h¨¢bitats de los animales afecta tambi¨¦n a los humanos¡±
Los bi¨®logos brit¨¢nicos detallan las conclusiones de casi medio siglo de investigaci¨®n en las islas Gal¨¢pagos tras recibir el Premio Fronteras del Conocimiento
Rosemary y Peter Grant, bi¨®logos brit¨¢nicos, casados y nacidos en 1936, han dedicado gran parte de su vida a la observaci¨®n de la misma especie que estudi¨® Charles Darwin para llegar a la teor¨ªa de la evoluci¨®n: los pinzones de las islas Gal¨¢pagos. Los resultados de su largo trabajo de campo permitieron ir m¨¢s all¨¢ que el gran naturalista en la comprensi¨®n de los mecanismos evolutivos de las especies animales. Por esa raz¨®n, la Fundaci¨®n BBVA les ha otorgado este a?o el premio Fronteras del Conocimiento en la categor¨ªa de la ecolog¨ªa y biolog¨ªa de la conservaci¨®n.
"La conclusi¨®n principal de nuestro estudio es que la evoluci¨®n se produce r¨¢pidamente y frecuentemente en comunidades de animales y plantas que podemos estudiar durante pocos a?os", argumenta Peter Grant en una conversaci¨®n con EL PA?S, en Madrid. Esto constituye, seg¨²n el cient¨ªfico, un "descubrimiento fundamental" para desarrollar m¨¢s en detalle las intuiciones de Darwin. "Cuando empezamos, hace 45 a?os, la impresi¨®n general era que hace falta mucho tiempo hasta que se produzca la evoluci¨®n en animales como estos", asegura Grant, antes de ceder la palabra a su esposa.
Rosemary explica que otra gran novedad de su investigaci¨®n ha sido observar c¨®mo un intercambio gen¨¦tico entre dos especies puede "mantener las variaciones gen¨¦ticas" de un individuo descendiente de ellas y as¨ª permitirle adaptarse mejor a los posibles cambios del entorno. En otras palabras, esta din¨¢mica, definida por los dos bi¨®logos como "flujo gen¨¦tico", garantiza m¨¢s posibilidades de sobrevivir en el desarrollo de la cadena evolutiva. "Esto no lo esper¨¢bamos al principio, pero hemos constatado que ocurre. Ahora sabemos por qu¨¦ y c¨®mo ocurre y tambi¨¦n conocemos el efecto que esto supone en las poblaciones animales", asegura la cient¨ªfica.
Para llegar a estos resultados, el matrimonio brit¨¢nico ha vivido en las Gal¨¢pagos una media de tres meses al a?o durante casi medio siglo, seg¨²n explican. Y lo han hecho en todas las situaciones posibles. "A veces nos han acompa?ado estudiantes, a veces colaboradores y asistentes. Otras veces hemos ido nosotros dos solitos. De peque?as tambi¨¦n nos llev¨¢bamos a nuestra hijas. Y cuando ya fueron adolescentes, ellas nos ayudaban con los experimentos", cuenta Rosemary. Durante todos estos a?os, ella y su marido, que se conocieron en los a?os sesenta en Canad¨¢, donde ambos trabajaban, han repartido su tiempo entre el trabajo de campo y la actividad de docentes en distintas universidades, sobre todo en EE UU. Ahora los dos son profesores en Princeton, Nueva Jersey.
Los Grant eligieron estudiar a los pinzones porque viven en las "condiciones perfectas para poder comprender las variaciones de las poblaciones en situaciones medioambientales extremas y con la ausencia de la interferencia humana", asegura Peter. Rosemary afirma que existen numerosas especies de estos p¨¢jaros, lo que supone que la variedad de los ejemplares es la misma que si se estudiara un grupo humano con personas que miden entre uno y 2,5 metros. Cuando llegaron al archipi¨¦lago, las islas no estaban habitadas. "Los experimentos que hicimos sobre estos p¨¢jaros eran resultados de condiciones completamente naturales", explica la investigadora. Adem¨¢s, las Gal¨¢pagos est¨¢n sujetas a condiciones ambientales extremas porque peri¨®dicamente se produce El Ni?o, un fen¨®meno c¨ªclico err¨¢tico que puede desencadenar largas temporadas de sequ¨ªa o, al rev¨¦s, de lluvias intensas.
Tras tantos a?os de estudio, el matrimonio ha sacado la conclusi¨®n de que la conservaci¨®n de la biodiversidad depende tanto de la evoluci¨®n de las especies como del entorno ambiental en el que viven. "Sabemos que los entornos y las especies cambian r¨¢pidamente. Si nos referimos a la conservaci¨®n de los h¨¢bitats y de las especies, hay que pensar en conservarlo todo, en c¨®mo evoluciona todo para que se d¨¦ la conservaci¨®n ", asegura Rosemary. Peter a?ade otra reflexi¨®n: "La variaci¨®n gen¨¦tica de una poblaci¨®n se incrementa como resultado de un poco de intercambio de genes. Esto es potencialmente muy significativo en la biolog¨ªa de la conservaci¨®n".?
El mensaje de los Grant implica tomar iniciativas concretas para no perder esa biodiversidad. "Si una especie se queda aislada, hay mucha consanguineidad y menos variedad gen¨¦tica. Los individuos se reproducen demasiado entre ellos y la especie al final se puede extinguir", asegura Rosemary. "Es importante conservar grandes extensiones de terreno donde haya especies que puedan generar esa hiperhibridaci¨®n, ese intercambio que produce mayor variedad gen¨¦tica y permite mayor habilidad de adaptaci¨®n. La gente de todas las culturas tiene que reunirse y comprender que debemos conservar esos h¨¢bitats amplios, porque si no corremos el riesgo de perder un gran n¨²mero de especies y eso al final nos va a afectar a nosotros tambi¨¦n", a?ade la bi¨®loga.
Ambos cient¨ªficos aseguran que los pinzones de Darwin no son la ¨²nica especie animal significativa para poder entender los mecanismos de la evoluci¨®n. Rosemary y Peter afirman que estudios parecidos al suyo se han realizado en otras zonas del mundo. La pareja pone como ejemplo el de los mieleros, peque?os p¨¢jaros que viven en las Haw¨¢i, o del salvelino, un pez cuyo h¨¢bitat natural son los fiordos de Islandia. Tambi¨¦n se han observado distintos tipos de plantas, como los girasoles, seg¨²n Rosemary. El universo ideal de ella y de su marido, sin embargo, sigue siendo el de las Gal¨¢pagos. El matrimonio estuvo all¨ª hace tan solo un par de meses y tiene previsto viajar de nuevo al archipi¨¦lago.
Estas islas, seg¨²n afirman los Grant, representan un entorno casi incontaminado por las actividades humanas. Pero el impacto del cambio clim¨¢tico empieza a generar preocupaci¨®n tambi¨¦n en este microcosmos. "Todav¨ªa no hemos detectado sus efectos en los p¨¢jaros, pero s¨ª en los corales", asegura Rosemary. La bi¨®loga sostiene que la ¨²ltima manifestaci¨®n de El Ni?o ha sido "la m¨¢s extrema de los ¨²ltimos 400 a?os" y la ¨²ltima temporada de sequ¨ªa, de dos a?os y medio, la m¨¢s intensa del ¨²ltimo siglo.
Peter afirma que le gustar¨ªa estudiar si el cambio clim¨¢tico puede extremar? fen¨®menos como estos. "Estamos contaminando los mares y destruyendo los bosques y la comunidad biol¨®gica de organismos que tiene que mantener el planeta sano se est¨¢ viendo atacada por las actividades de los humanos. ?Qu¨¦ tenemos que hacer al respecto? La respuesta sobre todo es dejar de destruir el medio ambiente", reflexiona.
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