Los peces tambi¨¦n migran por el clima
El cambio clim¨¢tico seguir¨¢ desplazando los bancos marinos de lugares como Kiribati o Ecuador, alterando algas y corales y comprometiendo la seguridad alimentaria de millones de personas
Las consecuencias del cambio clim¨¢tico para la agricultura y quienes viven de ella son bien conocidas. Lluvias m¨¢s err¨¢ticas e impredecibles, inundaciones, sequ¨ªas, tormentas y huracanes son fen¨®menos a los que los agricultores y ganaderos del mundo se van acostumbrando a duras penas. De hecho, seg¨²n la FAO (agencia de la ONU para la alimentaci¨®n y la agricultura) la alteraci¨®n de los patrones del clima por el calentamiento global es ¡ªjunto a los conflictos¡ª el principal motivo del repunte del hambre del mundo. Pero su impacto sobre la alimentaci¨®n y la forma de vida de millones de personas se extiende tambi¨¦n a r¨ªos, lagos y mares, seg¨²n un exhaustivo estudio presentado por la organizaci¨®n este martes.
De media, las capturas de pescado del mar en las zonas econ¨®micas exclusivas (las 200 millas m¨¢s pr¨®ximas a la orilla que los pa¨ªses costeros tienen derechos especiales de explotaci¨®n) podr¨ªan descender un 12% de aqu¨ª a 2050. As¨ª se refleja en el documento, que plantea distintos escenarios en funci¨®n de cu¨¢nto se consigan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en los pr¨®ximos a?os. Pero este descenso general en la productividad de la pesca ¡ªprovocado por alteraciones en los h¨¢bitats, cambios en la temperatura marina o acidificaci¨®n de los oc¨¦anos, entre otros efectos del cambio clim¨¢tico¡ª no ser¨¢ igualitario.
Pa¨ªses tropicales como Ecuador o las peque?as naciones insulares de Kiribati, Palaos o Micronesia?sufrir¨¢n los peores descensos. Espa?a o Francia tambi¨¦n sacar¨¢n menos pescado de sus zonas exclusivas. En cambio, los Estados m¨¢s boreales, como Noruega, Rusia o Canad¨¢, ver¨¢n aumentos en el potencial de sus aguas, lo mismo que los m¨¢s australes. Esta tendencia se explica, en gran parte, por los movimientos de los bancos de peces, que migran buscando aguas m¨¢s fr¨ªas ante el aumento de las temperaturas o escapando de otros problemas. "Habr¨¢ cambios en la distribuci¨®n y especies cada vez m¨¢s trasfronterizas que obligar¨¢n a negociar m¨¢s", auguraba Manuel Barange, directivo de la FAO.
La paradoja es que en estas ¨²ltimas regiones, las beneficiadas ¡ªexceptuando lugares como Islandia o Islas Feroe¡ª las pesquer¨ªas son relativamente poco importantes para el PIB nacional.En cambio los primeros, los m¨¢s afectados, dependen en gran medida del mar para su desarrollo econ¨®mico y alimentaci¨®n. Aunque tambi¨¦n habr¨¢ islas, como Fiyi o Vanuatu, en las que aparezcan nuevas oportunidades por los movimientos hacia el Este de las poblaciones del at¨²n listado o el de aleta amarilla. Pero Barange apuntaba tambi¨¦n que con un buen manejo de los recursos pesqueros, las capturas "no tienen por qu¨¦ caer, pueden incluso aumentar".
Aun as¨ª, todos los peque?os Estados insulares en desarrollo donde la pesca es importante tendr¨¢n que hacer grandes esfuerzos para adaptarse al cambio clim¨¢tico. "Las comunidades costeras viven principalmente de la pesca", seg¨²n Netani Tavaga, del Ministerio de Pesca de Fiyi. Pero no solo los movimientos de peces les afectan. "El ¨²ltimo hurac¨¢n puso en peligro sus medios de vida, y podr¨ªa llevar m¨¢s de 10 a?os recuperarse".
La cada vez mayor frecuencia de tormentas y tifones violentos suele llevarse por delante las muchas veces precarias infraestructuras de los pa¨ªses costeros m¨¢s pobres. Prepararse para resistirlas con predicciones meteorol¨®gicas y embarcaciones y puertos adecuados es una de las propuestas del informe.
Pero el cambio clim¨¢tico tambi¨¦n trae otras consecuencias. Como el descenso del caudal de lagos y r¨ªos, que disminuye las posibilidades de pesca continental, de la que dependen algunos de los pa¨ªses con m¨¢s pobres y hambrientos del mundo como India, Banglad¨¦s, Nigeria, Tanzania o Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. La superficie del lago Chad, por ejemplo, se ha reducido de 25.000 kil¨®metros cuadrados en 1960 a 2.500.
En las regiones tropicales las capturas podr¨ªan disminuir enormemente, y la media global en 2050 podr¨ªa ser un 12% menor que la actual
El informe abunda sobre el ya conocido efecto de huracanes, acidificaci¨®n y aumento de la temperatura sobre los arrecifes de coral. Y refleja tambi¨¦n otros problemas, como el hecho de que ciertas algas marinas ¡ªcomo el sargazo en el Caribe¡ª se multipliquen, dificultando el trabajo de los pescadores y alterando la presencia de algunas especies. En la isla tanzana de Zanz¨ªbar, por el contrario, la variabilidad del clima entorpece precisamente el cultivo de algas para su venta.
Porque los cambios de temperaturas (el oc¨¦ano ha absorbido el 90% del calor adicional generado desde la Revoluci¨®n Industrial) favorecen la aparici¨®n de enfermedades que afectan a estos organismos, como lamentaba este martes en Roma (Italia) Islam Mechenga, del gobierno de Tanzania. Esas plagas y la menor disponibilidad de agua tambi¨¦n perjudican a la acuicultura, que provee ya m¨¢s de la mitad del pescado destinado al consumo humano. El cultivo de pescado se ver¨¢ especialmente afectado en pa¨ªses como Vietnam, Laos, Tailandia, Noruega, Chile o China (de largo el mayor productor mundial).
En este sector, prepararse pasa por elegir mejor las especies a cultivar y por estudiar la localizaci¨®n de las granjas de peces (sobre todo si se hacen en la costa marina) para evitar el impacto de fen¨®menos meteorol¨®gicos extremos o la subida del nivel del mar, de 20 cent¨ªmetros en el ¨²ltimo siglo.
Aunque resalta que?la contribuci¨®n de la pesca y la acuicultura al cambio clim¨¢tico ha sido "menor", el informe afirma que hay margen para seguir reduci¨¦ndola. Las emisiones de di¨®xido de carbono de los buques pesqueros en 2012 fueron el 0,5% del global, pero se podr¨ªan reducir entre un 10% y un 30% mejorando la eficiencia de los motores o aparejos que permitan reducir el uso de combustible. La acuicultura contribuy¨® en 2010 con un 7% de las emisiones de toda la producci¨®n de alimentos.
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