India en ?frica, la gran desconocida
El pa¨ªs asi¨¢tico refuerza sus v¨ªnculos y desentierra su trayectoria por el continente
An¨¢lisis, comentarios, art¨ªculos y libros sobre la presencia de China en el continente africano han llamado la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n. No ha ocurrido, sin embargo, lo mismo con el papel que ha jugado y juega India en ?frica. Sin embargo, las relaciones entre ambos pa¨ªses, que vienen desde la antig¨¹edad (sus interacciones apuntan al siglo IV) y han soportado momentos de distanciamiento, contin¨²an estrech¨¢ndose.
Aparte de la actividad econ¨®mica de este pa¨ªs asi¨¢tico y su inter¨¦s por mantener v¨ªnculos comerciales, de inversi¨®n o de b¨²squeda de recursos naturales en ?frica, los indios est¨¢n en muchas partes del continente. Su di¨¢spora tiene una fuerte presencia en Kenia, Sud¨¢frica, Mauricio, Madagascar, Mozambique o Tanzania, con casi tres millones de personas de origen indio viviendo en esos pa¨ªses. Estos, a trav¨¦s de los libros han asomado en cientos de p¨¢ginas mostr¨¢ndonos su paso y poso por all¨ª.
Los kenianos de ascendencia asi¨¢tica son conocidos como muindi y llegaron en la ¨¦poca colonial como mano de obra tra¨ªda por los brit¨¢nicos para construir el ferrocarril Mombasa-Kampala. En No llores, peque?o de Ngugi wa Thiong?o se muestra el talante comercial de los indios, que venden m¨¢s barato que los africanos por lo que las mujeres, ante las apelaciones de apoyar a los suyos, explican en esta obra:¡±?por qu¨¦ ponerle trabas a que una mujer pobre aproveche la oportunidad de comprarle a alguien, sea blanco o rojo, que cobra menos por su mercanc¨ªa?¡±. Mientras, estas se pasean entre aquellas peque?as tiendas, en las que cuelga inevitable la imagen de Gandhi, quien vivi¨® veinte a?os en Sud¨¢frica.
En Cr¨®nicas abisinias del ugand¨¦s Moses Isegawa, se habla de las persecuciones ¨¦tnicas en Uganda durante el r¨¦gimen de Idi Amin. En 1972, orden¨®, iniciando lo que ¨¦l denomin¨® una ¡°guerra econ¨®mica¡±, la expulsi¨®n de los asi¨¢ticos del pa¨ªs (la mayor¨ªa de ellos eran indios; si hablamos de cifras, sobre 80.000). ¡°Todo marchaba bien. Nos llev¨¢bamos bien con los dem¨¢s hasta que Idi Amin lo arruin¨® todo¡±, dice un escueto cartel del proyecto Uganda Stories (Historias de Uganda), una idea del fot¨®grafo Sunil Shah, quien aquel a?o, siendo un ni?o, tuvo que abandonar Uganda junto con todos sus familiares.
Pero estos tampoco se libran de las cr¨ªticas. En Para¨ªso de Abdulrazak Gurnah, que como todas sus novelas tiene, de alguna manera, un enlace con Zanz¨ªbar, lugar que abandon¨® en 1968, Aziz se gana la vida comerciando, comprando y vendiendo de todo, excepto esclavos, cuyo negocio est¨¢ prohibido. A las puertas de la I Guerra Mundial, ?frica del este est¨¢ en crisis y varios pa¨ªses est¨¢n compitiendo por su influencia en el continente. En la novela aparecen los europeos, a los que se les concede poderes sobrenaturales y a quienes se les teme, y se centra en los alemanes, pero tambi¨¦n surgen los indios, a quienes se desprecia por ser los ¨¢vidos intermediarios comerciales entre europeos y africanos.
Junto a los anteriores, aparecen libros escritos de primera mano por personas de esta procedencia. Son, entre otros, Ananda Devi (Suspiro), nacida en Mauricio, Abraham Verghese (Hijos del ancho mundo) en Addis Abeba y D¨®lar Vasani con ra¨ªces ugandesas (Todo al descubierto, un relato recogido en el libro Los deseos afines). Al igual que Ghalib Shiraz Dhalia que ha visto publicada su novela Oda a Lata en castellano este mismo a?o. En ella, su protagonista Ali, un joven keniano de origen indio, musulm¨¢n y gay que vive en la di¨¢spora, bucea en la Kenia poscolonial de su infancia con la que no ha roto el cord¨®n umbilical que le une desde una ciudad de Los ?ngeles que testimonia su errante presente.
Menci¨®n aparte merece el escritor Achmat Dangor, nacido en Johannesburgo, en un pa¨ªs en el que la presencia india es muy importante. Fruta amarga recoge la verdadera historia de su propio abuelo que huy¨® de Gujarat para Sud¨¢frica despu¨¦s de asesinar al violador de su hermana. Muchos de sus personajes viven bajo el conflicto que les supone ser mestizo. Sin ir m¨¢s lejos en la vieja Sud¨¢frica, donde el apartheid persegu¨ªa a los negros sin tregua, Omar Khan, el protagonista de La maldici¨®n de Kafka, es un h¨ªbrido mezcla de indio, javan¨¦s, holand¨¦s ¡°y qui¨¦n sabe qu¨¦ m¨¢s¡± que busca una oportunidad en aquella realidad sin futuro, ocult¨¢ndose y reinvent¨¢ndose a si mismo.
Dangor quien fue un activista anti-apartheid y dirige la Fundaci¨®n Nelson Mandela, recuerda que, a principios de los 70, la potente y feroz maquinaria del apartheid estaba en pleno funcionamiento, tambi¨¦n para los mestizos. Pero la brutal represi¨®n invitaba de forma inevitable a la reacci¨®n. Y en aquella lucha, los 20 escritores, entre ellos Dangor, miembros del movimiento Black Thoughts hicieron la suya desde un lado que se suele resaltar poco: el cultural. Estaban decididos a ser parte de la ¡°revoluci¨®n¡±, su papel era corregir las distorsiones culturales que el apartheid hab¨ªa ido imponiendo. Desde la clandestinidad llevaron poes¨ªa, relatos y narraciones a aquellos a los que se les hab¨ªa hurtado. Algunos sufrieron persecuciones, como ¨¦l mismo, hasta que el movimiento se desintegr¨®. Pero nos habla de una clase de resistencia que no se suele destacar, y en la que tambi¨¦n tuvieron protagonismo personas que proven¨ªan, de una manera u otra de la India; aquella que nace desde el poder de la palabra y los libros.
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