El placer de la soledad

Somos animales sociales, ya lo dec¨ªa Arist¨®teles. Necesitamos a los otros para vivir y para darle sentido a lo que hacemos. Pero tambi¨¦n necesitamos estar con nosotros mismos, sin interrupciones, sin m¨®viles o redes sociales y sin nada que implique ruido externo. No hablamos de la soledad profunda, que nos aterra, sino de un tiempo para reflexionar, que nos ayuda a ser m¨¢s exigentes, m¨¢s creativos y m¨¢s felices. Casi nada. Veamos por qu¨¦ es beneficiosa y c¨®mo conseguirlo.

Primero, saber convivir con la soledad nos hace m¨¢s libres. Cuando nos angustia estar a solas, nos agarramos como un clavo ardiendo a relaciones que pueden ser nocivas o a planes que en el fondo no nos gustan, pero que nos alivian. En la medida que sabemos convivir a solas con nosotros (que no estamos hablando de ir de ermita?os, que es otra cosa), podemos ser m¨¢s exigentes con los que nos rodean y por supuesto, nos ayuda a conocernos m¨¢s a nosotros mismos.

Segundo, la ciencia ha comprobado que la soledad nos permite valorar m¨¢s lo que tenemos. All¨¢ por los 90 Reed Larson, profesor de desarrollo humano de la Universidad de Illinois, llev¨® a cabo un estudio con adolescentes en el que se les ped¨ªa que llevaran un buscapersonas. Durante unos d¨ªas ten¨ªan que decir con qui¨¦n estaban, qu¨¦ hac¨ªan y c¨®mo se sent¨ªan. El estudio demostr¨® que cuando estaban solos se encontraban m¨¢s tristes pero, curiosamente, despu¨¦s de dicho tiempo cuando volv¨ªan a estar en compa?¨ªa sus indicadores de felicidad aumentaban m¨¢s comparativamente. De alg¨²n modo, podemos decir que la soledad act¨²a como una br¨²jula, que nos hace valorar m¨¢s lo que tenemos o, como resume Larson, ¡°act¨²a como una medicina amarga".

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Y por ¨²ltimo, nos ayuda a desarrollar m¨¢s nuestro talento. Los grandes cient¨ªficos no hubieran llegado a sus conclusiones si no hubieran tenido espacios para desarrollar su trabajo a solas. Incluso, los l¨ªderes m¨¢s admirados necesitan asumir la soledad en la toma de determinadas decisiones que no siempre se entienden, pero que son necesarias, seg¨²n el an¨¢lisis publicado en Harvard Business Review. Si no dedicamos tiempo al trabajo en solitario, ser¨¢ dif¨ªcil que todo nuestro potencial se desarrolle, porque la presi¨®n de grupo no siempre ejerce un impacto positivo en nosotros.

En definitiva, si cierta soledad es buena, necesitamos poner un par¨¦ntesis al entorno y aprender a estar con nosotros mismos. Por ello, deber¨ªamos hacernos una pregunta sencilla: ?cu¨¢nto tiempo pasamos al d¨ªa sin que el mundo o las obligaciones nos distraigan? Nuestra agenda incluso de vacaciones ha de incluir un tiempo para estar con nosotros mismos, sin m¨®viles, sin televisi¨®n. El objetivo es no crear una soledad guiada por redes sociales o por la tele, sino un tiempo que nos permita reflexionar, disfrutar de nuestras aficiones, hacer deporte o simplemente, no hacer nada. Y aunque no se entienda por quienes nos rodean o estemos en medio de un jaleo inmenso, necesitamos defenderlo con la pareja, la familia o los amigos. Solo as¨ª seremos capaces de conocernos mejor, de descansar y de disfrutar m¨¢s de las personas que est¨¢n a nuestro lado.