Las mujeres de la basura que lideran la rebeli¨®n por sus derechos
En una Am¨¦rica Latina que apenas recicla, miles de mujeres que trabajan en este campo reclaman reconocimiento, condiciones de trabajo m¨¢s dignas e inclusi¨®n en la gesti¨®n de residuos
Carol Guti¨¦rrez recuerda con una sonrisa la cantidad de juguetes que sol¨ªa encontrarse rebuscando entre la basura de la ciudad de Barranquilla, al norte de Colombia. Se crio all¨ª. Su madre falleci¨® cuando ella era peque?a y, en cuanto sal¨ªa de la escuela, Guti¨¦rrez acompa?aba a su padre a trabajar como reciclador porque no ten¨ªa quien la cuidara. Su peor recuerdo, asegura, es lo mal que trataban a los empleados. Ah¨ª naci¨® su conciencia para luchar por sus derechos y hoy, a sus 28 a?os, es la presidenta de la Asociaci¨®n de Recicladores de Barranquilla Puerta de Oro. ¡°No hac¨ªamos da?o a nadie, solo escarbar en la basura para poder recuperar algo de material. Aprend¨ª que no debemos dejarnos humillar ni apenarnos de lo que hacemos, pero tampoco quiero que nos vean como unos pobrecitos. Este es nuestro trabajo, nuestra forma de sustento y debemos llevar la frente en alto¡±, dice convencida la barranquillera.
La vida de Elvia Pizu?a tampoco ha sido f¨¢cil. Lleg¨® a Quito de ni?a procedente del campo con su madre y seis hermanos. Con 14 a?os empez¨® a trabajar esculcando las basuras que llegaban a uno de los vertederos de la capital ecuatoriana. Ella es una de las 17.000 mujeres recicladoras que se estima hay en el pa¨ªs, y tambi¨¦n dice sentirse orgullosa de su oficio y de lo conseguido por todas sus compa?eras de la Red Nacional de Recicladores del Ecuador (Renarec). ¡°Nos daba verg¨¹enza cuando nos preguntaban qu¨¦ hac¨ªamos y nos dec¨ªan que coger la basura era de cochinos. Mucha gente no tiene consciencia de lo que hacemos. Y es trabajar 12 horas diarias buscando el sustento para los hijos, disminuir la contaminaci¨®n del planeta y darle trabajo a la industria¡±, afirma.
M¨¢s al sur del continente, Jacqueline Flores fue una de las miles y miles de v¨ªctimas que la crisis argentina de 2001 se llev¨® por delante. ¡°Nos despojaron de todo, perdimos el trabajo y buscar cartones se convirti¨® en una forma de subsistencia para nosotros¡±, recuerda. 17 a?os despu¨¦s, unos 12.000 cartoneros siguen recorriendo las calles de Buenos Aires separando residuos. La mitad lograron organizarse en 12 cooperativas. No se sabe con exactitud cu¨¢ntas son mujeres, pero s¨ª que siempre salieron a hacer el trabajo a la par del hombre y que son capaces de tirar de una carreta con 300 kilos de material reciclable. ¡°El d¨ªa a d¨ªa de una mujer cartonera es agotador. Sale temprano de los barrios m¨¢s humildes del conurbano de Buenos Aires y llega a la capital donde trabaja de 12 a 14 horas diarias. Su vida laboral ¨²til no dura m¨¢s de 15 a?os porque la salud se resiente¡±, afirma esta representante de la Federaci¨®n Argentina de Cartoneros y Recicladores (FACyR).
Carol, Elvia, Jacqueline y muchas otras forman parte de la fuerza laboral femenina que integra el mill¨®n y medio de recicladores que, seg¨²n el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), hay en Am¨¦rica Latina.
Aprend¨ª que no debemos dejarnos humillar ni apenarnos de lo que hacemos, pero tampoco quiero que nos vean como unos pobrecitos. Este es nuestro trabajo, nuestra forma de sustento y debemos llevar la frente en alto
Si en Argentina fue la crisis, en Colombia fue el conflicto armado el que hizo que miles de desplazados llegaran a las ciudades y se sumaran a otros miles de pobladores pobres urbanos que subsist¨ªan recuperando residuos. Nohra Padilla ha escrito la historia del reciclaje en Bogot¨¢ y es una figura clave en las conquistas que mejoraron las condiciones de vida de los recicladores colombianos. La portavoz de la Asociaci¨®n de Recicladores de Bogot¨¢ representa a unos 3.000 de los 22.000 trabajadores informales en este gremio que trabajan en la capital del pa¨ªs; 12.000, seg¨²n las organizaciones, ser¨ªan mujeres. ¡°En todas las familias que conozco eran las mam¨¢s y las abuelas las que tomaban la decisi¨®n de salir a la calle. A las mujeres les da m¨¢s angustia que sus hijos pasen hambre o no tengan zapatos. Somos humildes, pero valientes¡±, dice.
Brasil tambi¨¦n es un pa¨ªs de recicladores y recicladoras. Hay 400.000, seg¨²n las organizaciones, y Ver¨®nica Costa es una de ellas. Empez¨® rebuscando en la basura del vertedero de Londrina, una ciudad mediana del estado de Paran¨¢. ¡°En 2009 nos formalizaron como trabajadores. Eso mejor¨® nuestra autoestima y nuestra calidad de vida, pero lo m¨¢s dif¨ªcil fue conquistar el reconocimiento de la sociedad. Al final, conseguimos fidelizar a los vecinos, puerta a puerta, para que nos entreguen los materiales ya separados¡±, explica Costa, que hoy ejerce como directora financiera de Cooper Regi?o, una cooperativa de recicladores de su ciudad.
M¨¢s reciclaje
Ellas y ellos son pr¨¢cticamente los ¨²nicos que reciclan en un continente que no llega a recuperar ni el 5% de toda la basura que genera. Las pol¨ªticas p¨²blicas de gesti¨®n de residuos en Latinoam¨¦rica ten¨ªan hasta hace muy poco como ¨²nica preocupaci¨®n concentrar sus esfuerzos y recursos en recoger, transportar y enterrar la basura en rellenos sanitarios o vertederos. Pero la poca cultura del reciclaje existente en la regi¨®n choc¨® con la nueva agenda urbana de Naciones Unidas que recomendaba incrementar el reciclaje, minimizar la disposici¨®n en vertederos y reducir desperdicios de comida. Muchas localidades empezaron a entender la importancia de reciclar y buscaron como aliado a los ¨²nicos que ya lo hac¨ªan; los recicladores informales.
En pa¨ªses como Brasil, Colombia, Ecuador, Argentina, Per¨² o Chile se ha avanzado much¨ªsimo en la aparici¨®n de normas que priorizan el reciclaje y reconocen y formalizan a los recicladores como prestadores del servicio p¨²blico de los sistemas municipales de aseo. Ciudades como Bo?got¨¢, Buenos Aires, Montevideo, Lima o S?o Paulo, entre otras, han implementado tambi¨¦n sistemas de remuner?aci¨®n adicional para el reciclador que complementan sus ingresos por la venta del material reciclable. La creaci¨®n de la Iniciativa Regional para el Reciclaje Inclusivo (IRR) una alianza entre la Fundaci¨®n Avina, el BID y algunas empresas privadas est¨¢ desempe?ando un papel determinante en el reconocimiento, inclusi¨®n y formalizaci¨®n de miles de recicladores del continente.
Uno de los grandes retos de Latinoam¨¦rica es conseguir que la ciudadan¨ªa recicle en sus casas. Para lograrlo, la idea es que el reciclador pueda jugar tambi¨¦n un papel de gestor ambiental concienciando a sus vecinos de la necesidad de hacerlo. ¡°Los recicladores generan esa relaci¨®n con el vecino que es la que hace aumentar la cantidad de material que es separado por la poblaci¨®n. Y ese papel de promotor ambiental es un valor agregado que pueden tener los recicladores en la gesti¨®n de residuos y en la promoci¨®n del reciclaje en la regi¨®n¡±, dice Germ¨¢n Sturzenegger, especialista de la unidad de aguas y saneamiento del BID. Algunas ciudades ya pusieron en marcha programas en esa direcci¨®n. Mar¨ªa M¨¢rquez espera verlo alg¨²n d¨ªa en Bogot¨¢. ¡°Es degradante que sigamos metiendo las manos dentro de las bolsas de basura donde van los desperdicios de la cocina y los desechos del ba?o¡±, lamenta.
Falta mucho por hacer. Solo el 10% de los recicladores est¨¢n organizados y miles de ellos todav¨ªa trabajan en condiciones insalubres en vertederos a cielo abierto. Elvia Pizu?a tiene claro que el futuro del colectivo pasa por fortalecer las organizaciones. ¡°Una no es consciente de c¨®mo pueden cambiar nuestras vidas cuando nos organizamos. Con Renarec queremos que los 221 municipios ecuatorianos incluyan a los recicladores como socio estrat¨¦gico en su gesti¨®n de residuos¡±, indica. En Argentina, especialmente en Buenos Aires que tiene altas tasas de recuperaci¨®n de material reciclable, las condiciones de los recicladores est¨¢n bastante mejor. ¡°La organizaci¨®n hizo todo lo que somos. Conseguimos un complemento salarial y derecho a la salud. Estamos en el 60% de lo que quer¨ªamos, pero hasta que el ¨²ltimo cartonero no tenga la vida que merece no vamos a parar¡±, afirma Jacqueline Flores.
Perspectiva de g¨¦nero
No existe una pol¨ªtica de inclusi¨®n con perspectiva de g¨¦nero. Las mujeres en este oficio, normalmente cabezas de hogar, suelen tener mayores dificultades para desarrollar su trabajo. En algunos pa¨ªses la presencia y representatividad de mujeres en asociaciones es alta, pero carecen, en general, de medidas de protecci¨®n social en caso de embarazo o lactancia. ¡°El reconocimiento y remuneraci¨®n recae en sus organizaciones y estas s¨ª tienen mayores niveles de equidad y suelen ser lugares de protecci¨®n, desarrollo y fomento del cometido de la mujer recicladora¡±, asegura Federico Parra, coordinador general del sector de recicladores de la organizaci¨®n WIEGO, una red global que busca mejorar la posici¨®n de los trabajadores pobres en la econom¨ªa formal, especialmente de las mujeres.
Uno de los grandes retos de Latinoam¨¦rica es conseguir que la ciudadan¨ªa recicle en sus casas. Para lograrlo, la idea es que el reciclador pueda jugar tambi¨¦n un papel de gestor ambiental
Un tema recurrente es la violencia y acoso sexual que sufren. Las organizaciones se han convertido tambi¨¦n en un espacio de protecci¨®n, pero no es suficiente. Para la brasile?a Ver¨®nica Costa es un tema preocupante. ¡°Muchas son mujeres negras y cabezas de familia que viven situaciones angustiosas por culpa del abuso del alcohol y las drogas en su entorno familiar¡±, explica.
Otro colectivo vulnerable es el de las mujeres mayores que prosiguen trabajando pese a su edad. Mar¨ªa del Carmen Palomino es una de ellas. Tiene 78 a?os y afirma que seguir¨¢ hasta que "su Dios la licencie". No le queda otra porque no cobra ni tiene derecho a pensi¨®n. Con todo, ahora trabaja m¨¢s relajada separando material en una nave de su asociaci¨®n en Bogot¨¢. ¡°Los a?os pesan, pero al menos ya no estoy en la calle. Tampoco cargo bultos como antes y con un ni?o de la mano. Ser¨ªa bueno que nos jubilaran pero este gobierno no nos deja y hay mujeres incluso m¨¢s viejitas que yo. Trabajando aqu¨ª puedo ganar 300 o 400.000 pesos al mes (unos 100-130 euros). Es poco, pero como aqu¨ª nos dan la comida del mediod¨ªa, me alcanza para pagar el alquiler¡±, dice resignada.
Tambi¨¦n hay amenazas en el horizonte. El colectivo se encuentra en alerta ante las que consideran amenazas de operadores privados que ven ahora en el reciclaje un suculento negocio. Para los 76 recicladores de El Carmen del Viboral, un municipio de la regi¨®n colombiana de Antioquia, todo empezaba a ir sobre ruedas hasta que llegaron unas empresas a querer prestar el servicio.?Elsy Moreno es una de ellos: ¡°Llevamos 24 a?os como cooperativa luchando por nuestros derechos. Conseguimos formalizarnos y ya cobramos una tarifa por la prestaci¨®n del servicio. Y ahora llegan estos operadores a querer sacarnos ampar¨¢ndose en una supuesta libre competencia. Hay que ser muy miserable para querer quitarle el pan a un reciclador¡±.
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