Hacia el fin de los vertederos
Am¨¦rica Latina transita un largo camino para cerrar sus 'basurales' a cielo abierto e integrar laboralmente a sus trabajadores
El 45% de la basura que se genera en Am¨¦rica Latina tiene un destino inadecuado y acaba mayoritariamente en vertederos a cielo abierto, m¨¢s conocidos en la regi¨®n como basurales o botaderos. La cifra la ofrece el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y se refiere solo a los flujos de residuos que recolectan los camiones de los ayuntamientos. No a la otra mucha basura sin cuantificar que se quema o se arroja a los r¨ªos, al mar o a otros cursos de agua. Lo aconsejable ser¨ªa que toda terminara en un relleno sanitario, la instalaci¨®n ¨®ptima para enterrar los residuos.
El propio BID mostr¨® el camino para el cierre de basurales y la construcci¨®n de rellenos sanitarios aportando financiaci¨®n, apoyo t¨¦cnico y estrategias de intervenci¨®n integral. Alguna de sus actuaciones, como el cierre del botadero de Belice y su adecuaci¨®n como relleno sanitario, considera que es un ejemplo a mostrar. ¡°La oportunidad radica en aprovechar estos procesos de cierre no solo para disponer mejor la basura, sino para estructurar mejores pol¨ªticas p¨²blicas que nos lleven a una gesti¨®n integral de residuos. En cualquier caso, nunca puedes cerrar un sitio de disposici¨®n final, incluso siendo muy malo, si no tienes el que lo reemplace¡±, explica Alfredo Rihm, especialista s¨¦nior en gesti¨®n de residuos s¨®lidos de la divisi¨®n de aguas y saneamiento del banco.
No hay cifras exactas de cuantos vertederos existen todav¨ªa en Latinoam¨¦rica. El ¨²nico registro es el que publica la Asociaci¨®n Waste Atlas, que enumer¨® y perfilo hace dos a?os una lista con los 50 m¨¢s grandes del mundo. Hay 13 en Latinoam¨¦rica y cinco son peruanos. En esa lista ya no aparecen ni el vertedero de Brasilia, clausurado hace unos meses, ni tampoco los m¨ªticos de La Chureca en Managua ni el de R¨ªo de Janeiro, cerrados hace unos a?os.
De lista con los 50 basurales m¨¢s grandes del mundo, 13 est¨¢n en Latinoam¨¦rica y de ellos cinco son peruanos
El que s¨ª continua en ese listado es el de Zona 3 de Ciudad de Guatemala y ejemplifica como pocos el drama humanitario que representa un vertedero a cielo abierto. Su situaci¨®n la conoce bien Christian Aponte, un m¨¦dico guatemalteco que lleva a?os denunci¨¢ndola y no desaprovecha oportunidad para mostrar el v¨ªdeo del alud de basura que sepult¨® en 2012 a m¨¢s de 100 personas en este vertedero que recibe cada d¨ªa 3.000 toneladas de desechos. A pesar de aquella tragedia, nada ha cambiado y unos 10.000 recicladores, conocidos como guajeros, siguen trabajando all¨ª en condiciones de esclavitud moderna rebuscando material reciclable entre monta?as de basura de 400 metros de altitud por apenas siete d¨®lares al d¨ªa. ¡°Cada a?o mueren m¨¢s de 20 personas y los accidentes son tan frecuentes que se ocultan. Es un lugar de casi imposible acceso bajo el control de mafias y pandillas. Necesitamos acompa?amiento internacional, denunciar los muertos, la corrupci¨®n de la alcald¨ªa y animar a organizar a los recicladores de Guatemala a cambiar esta situaci¨®n¡±, dice Aponte.
Guatemala entera se ahoga en basura. Sus 16 millones de personas generan a diario un promedio de medio kilo de desperdicios por habitante y apenas hay leyes que regulen su tratamiento. De sus 340 municipios, ninguno tiene un manejo, ni siquiera aceptable, de los desechos. As¨ª lo revel¨® recientemente un diagn¨®stico del ministerio de medioambiente que cifra en 2.240 los basurales existentes.
En el lado opuesto, Colombia lleva tiempo trabajando en la gesti¨®n integral de residuos, cuenta con una normativa muy avanzada y su prestaci¨®n de servicios p¨²blicos asociados a la recogida y disposici¨®n final de la basura ha mejorado ostensiblemente. El 96% de los residuos que son recolectados en este pa¨ªs por camiones y sistemas oficiales van a rellenos sanitarios con buenas condiciones t¨¦cnicas. Colombia ya pr¨¢cticamente erradic¨® y sane¨® sus basurales a cielo abierto.
La clausura en 2008 del basural de Navarro en Cali marc¨® un antes y un despu¨¦s. El botadero hab¨ªa sido durante cuarenta a?os el lugar de disposici¨®n final de las basuras de la tercera ciudad colombiana. Su cierre provoc¨® las protestas y movilizaciones de las 600 familias de recicladores que all¨ª trabajaban. Las demandas fueron o¨ªdas por la Corte Constitucional que dict¨® varias sentencias que cambiar¨ªan el panorama de la gesti¨®n de residuos en el pa¨ªs. El auto pon¨ªa el acento en la protecci¨®n de los derechos de los recicladores para que se les tuviera en cuenta y se les vinculase a los sistemas de gesti¨®n de residuos municipales.
Los ¨²ltimos de Colombia
Actualmente apenas quedan un par de basurales a cielo abierto activos en Colombia y ambos tienen planes de cierre. Est¨¢n en Quibd¨® y en Buenaventura, dos ciudades del Pac¨ªfico con altos niveles de pobreza extrema. En el basural de Marmolejo de Quibd¨® cohabitan varias zonas tecnificadas y una planta de tratamiento de residuos org¨¢nicos con lombricultura con otra ¨¢rea donde unas 64 familias recicladoras contin¨²an esperando la descarga de los camiones de basura pare hurgar entre los desechos. El vertedero debe reconvertirse totalmente en un relleno sanitario pero, por su cercan¨ªa al aeropuerto, se cuestiona que pueda continuar en el mismo lugar. La alternativa que se baraja es construir otro relleno sanitario que prestar¨ªa servicio a otros 10 municipios.
El 45% de la basura que se genera en Am¨¦rica Latina tienen un destino final inadecuado y acaba mayoritariamente en vertederos a cielo abierto
Al contrario de lo que ocurri¨® en el vertedero de Cali, s¨ª ha habido en Quibd¨® y en Buenaventura un acercamiento a los recicladores con la idea de iniciar un proceso de inclusi¨®n teniendo en cuenta adem¨¢s que muchas de esas personas son tambi¨¦n desplazadas por el conflicto armado. El gobierno nacional en cooperaci¨®n con el BID prepar¨® un proyecto cuyo objetivo es promover la formalizaci¨®n de los recicladores del vertedero en el sistema de gesti¨®n de residuos de la ciudad. ¡°Ser¨¢ dif¨ªcil sacar a los recicladores porque en Marmolejo est¨¢ su sustento y lo de reciclar en la calle no lo ven. Lo ideal es que pudieran hacer la recolecci¨®n puerta a puerta en las viviendas, que estuvieran organizados, uniformados y con todas las condiciones de seguridad y derecho a salud y educaci¨®n¡±, considera Yenecith Torres, profesional ambiental vinculada a Empresas Publicas de Quibd¨®, la entidad que gestiona el vertedero.
Igualmente, Ecuador est¨¢ en el buen camino y cuenta con una ¨®ptima normativa a nivel de gesti¨®n de residuos. Seg¨²n su Ministerio de Ambiente, solo la mitad de las cuatro millones de toneladas diarias de residuos que genera el pa¨ªs tienen una buena disposici¨®n final, pero el cierre de basurales est¨¢ en su agenda. El Gobierno se propuso 2017 como objetivo para que ninguno de sus 221 municipios siguiese llevando las basuras a los vertederos. ¡°La meta no se ha cumplido, pero tenemos ya 44 rellenos sanitarios y al menos un 80% de los 177 municipios restantes cuenta con los estudios para cerrar su vertedero¡±, explica Felipe Toledo, gerente del programa Reciclaje Inclusivo de la Fundaci¨®n Avina y representante en Ecuador de esta organizaci¨®n que viene trabajando en la realizaci¨®n de una gu¨ªa como herramienta para que esos 221 municipios implementen planes de inclusi¨®n de sus recicladores.
En Mendoza tambi¨¦n se est¨¢ acometiendo un ambicioso plan financiado por el BID que pretende cerrar tres vertederos en los que trabajan 1.000 recicladores informales y abrir un relleno sanitario para siete municipios del ¨¢rea metropolitana de esta ciudad argentina que generan 1.300 toneladas de residuos diarios. El proyecto impulsa un programa de inclusi¨®n integral dise?ado por la Iniciativa Regional de Reciclaje Inclusivo (IRR) que pretende reintegrar en el sistema municipal de gesti¨®n de residuos a todos los recicladores mendocinos, sean de basurales o de calle.
Estrategias de inclusi¨®n
Cerrar un basural y atender a la gente que all¨ª est¨¢ para ofrecerle una alternativa es todo un reto que f¨¢cilmente puede fracasar. Y es que la problem¨¢tica social que se puede encontrar en un vertedero puede tener unas dimensiones inimaginables que van desde la marginalidad m¨¢s absoluta a las enfermedades m¨¢s graves. Muchas veces son lugares donde rara vez entra el Estado a garantizar derechos y cuando lo hace es en su peor versi¨®n, la del paraestado y el control social. ¡°La gente que est¨¢ en ese nivel de descomposici¨®n social encontr¨® en los vertederos un sustento, un entorno y un acceso a material ilimitado porque es mucho el que tienen a mano, no solo para reciclar y vender, sino tambi¨¦n para encontrarse cosas o para comer de la basura. Proponerles un proceso de formalizaci¨®n donde se les convierta en sujetos de derechos pero tambi¨¦n de obligaciones es muy dif¨ªcil. La intervenci¨®n debe ser muy integral y tiene que ver con salud p¨²bica, con vivienda o con condiciones de higiene. Lo ideal es encontrar incentivos r¨¢pidos como mejorar sus ingresos a trav¨¦s de la productividad y complementarla con un salario social como prestadores de un servicio p¨²blico¡±, asegura Gonzalo Roqu¨¦, director del programa reciclaje inclusivo de la Fundaci¨®n Avina.
El proceso de cierre de basurales representa, en todo caso, una oportunidad para mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los recicladores informales. No hay recetas m¨¢gicas, pero s¨ª algunas aproximaciones trabajadas desde la IRR con el objetivo de integrar a los recicladores informales a los mercados formales de reciclaje. La Fundaci¨®n Avina, integrada en la IRR, colabora con gobiernos e instituciones en el dise?o y la implementaci¨®n de procesos de inclusi¨®n para gente afectada por el cierre de vertederos. ¡°Lo que se sol¨ªa hacer era construir una planta de reciclaje a la entrada del relleno sanitario donde se recibe la basura y all¨ª ellos separaban el material. Es un esquema que no ha funcionado porque la basura que llega est¨¢ ya muy putrefacta y entonces apenas tiene beneficio econ¨®mico, se?ala Roqu¨¦. ¡°Lo que le pedimos al BID ¡ª continua el miembro de Avina¡ª es que aprovechemos algunas oportunidades de procesos de cierre de basurales para hacer planes de inclusi¨®n que sean de verdad integrales, donde se generen circuitos de recuperaci¨®n de residuos y de recogida selectiva, y se creen cooperativas que incorporen a la gente en diferentes funciones. Tenemos mucha expectativa con lo que pueda pasar en el proceso de Mendoza¡±.
La estrategia de la IRR apunta tambi¨¦n al reconocimiento y restituci¨®n de derechos de este sector de poblaci¨®n, a que sean incluidos en la seguridad social y trabajen con uniforme ¡°La dignidad de una persona cambia completamente cuando pasa de ser un marginal a ser alguien que tiene un uniforme, una credencial, que es reconocido, que est¨¢ institucionalizado en la prestaci¨®n de un servicio¡±, asegura el representante de Avina.
Los vertederos desaparecieron de la mayor¨ªa de las grandes ciudades latinoamericanas, pero el problema persiste en muchas intermedias y peque?as. ¡°La gesti¨®n de residuos bien hecha tiene poco recorrido en nuestro continente y queda mucho por hacer. Todos los pa¨ªses, incluso los m¨¢s avanzados en esta materia como Chile, Colombia, Argentina o Brasil tienen sus zonas malas, pero definitivamente la hoja de ruta y de mejora existe¡±, afirma el chileno Alfredo Rihm, del BID.
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