Cuando las medallas Fields evitaban premiar a los mejores
En los primeros a?os del premio, en la d¨¦cada de 1950, los comit¨¦s decidieron directamente evitar a los mejores matem¨¢ticos
Cuando ayer se conocieron los cuatro nuevos medallistas Fields en R¨ªo de Janeiro, realmente nadie se sorprendi¨® demasiado. Antes de recibir el premio, todos ellos eran considerados matem¨¢ticos de enorme prestigio, referencias en sus respectivos campos. Puede parece absurdo subrayar esto, ya que este galard¨®n se considera el ¡°reconocimiento m¨¢s destacado de las matem¨¢ticas¡±, y en consecuencia deber¨ªan recibirlo los mejores cient¨ªficos (aunque esto, evidentemente, siempre resulte opinable). Sin embargo, no siempre fue as¨ª. Aunque suene parad¨®jico, en los primeros a?os del premio, en la d¨¦cada de 1950, los comit¨¦s decidieron directamente evitar a los mejores matem¨¢ticos, o incluso a quienes gozaran de cierto prestigio o fama, para visibilizar a aquellos que a¨²n no hubieran recibido la atenci¨®n que merec¨ªan.
El c¨¦lebre matem¨¢tico John F. Nash, inmortalizado en la pel¨ªcula Una mente maravillosa, nunca gan¨® la medalla Fields y ni siquiera el Premio Nobel de Econom¨ªa de 1994 pudo aliviar su frustraci¨®n. Pese a sus impresionantes resultados sobre ecuaciones diferenciales no lineales, su candidatura para la Fields de 1958 se trunc¨® porque su trabajo ya era suficientemente reconocido. Esta idea proven¨ªa de una interpretaci¨®n de las palabras que dej¨® escritas el matem¨¢tico canadiense John C. Fields, creador del galard¨®n: ¡°Para evitar odiosas comparaciones¡± las medallas Fields deb¨ªan reconocer ¡°el trabajo ya realizado y servir como est¨ªmulo para futuros logros a los galardonados¡±.
El historiador de las matem¨¢ticas Michael J. Barany tuvo acceso a los archivos personales de varios de los miembros del jurado de 1950 y 1958 y pudo constatar que en la ronda final, aparte de los dos premiados ¡ªel polaco Klaus F. Roth (33) y el franc¨¦s Ren¨¦ Thom (35)¡ª, se encontraban el ap¨¢trida Alexander Grothendieck, la rusa Olga Ladyzhenskaya, el indio Harish-Chandra y Nash. Se desconocen las razones que llevaron al comit¨¦ a descartar a Ladyzhenskaya, a pesar de sus brillantes resultados en ecuaciones diferenciales, lo que hizo que tuvieran que transcurrir casi 60 a?os para que una mujer ganara el galard¨®n. Quiz¨¢s simplemente no encajaba en el prototipo de medallista Fields: var¨®n blanco de 35 a?os, de nacionalidad europea o estadounidense, que realiz¨® el doctorado y trabaja en las universidades de Princeton, Harvard, Cambridge, Bonn, Mosc¨² o en alguna instituci¨®n de Paris, e investiga en geometr¨ªa, teor¨ªa de n¨²meros o an¨¢lisis.
Los ¨²ltimos premiados encajan a la perfecci¨®n en esta descripci¨®n. De hecho, el 41% de los medallistas Fields comparten este perfil tan espec¨ªfico, si bien es cierto que este retrato es un reflejo de los miembros de los sucesivos comit¨¦s. Aunque se puede justificar apelando a la tradici¨®n hist¨®rica, este ¨®rgano se caracteriza por su homogeneidad: sin contar el Comit¨¦ Fields de esta edici¨®n, el 75% de sus miembros han sido hombres, blancos y de procedencia europea o estadounidense. Por ejemplo, solo un sudamericano, Luis Caffarelli, hab¨ªa formado parte de ¨¦l, y hasta 2006 ninguna matem¨¢tica particip¨® en las deliberaciones; Mich¨¨le Vergne fue la primera. Desde entonces, ¨²nicamente otras tres mujeres han sido miembros de este jurado (lo que representa un 2% en toda la historia del premio). Esto ha provocado que surjan voces reclamando comit¨¦s que representen mejor la incuestionable diversidad de las matem¨¢ticas actuales y quienes se dedican a ellas.
El c¨¦lebre matem¨¢tico John F. Nash, inmortalizado en la pel¨ªcula Una mente maravillosa, nunca gan¨® la medalla Fields y ni siquiera el Premio Nobel de Econom¨ªa de 1994 pudo aliviar su frustraci¨®n
Volviendo a 1958, desde el principio Roth era el favorito, y tras algunas pol¨¦micas, la discusi¨®n qued¨® entre Nash y Thom. El franc¨¦s, que acababa de ser nombrado catedr¨¢tico en la no muy prestigiosa universidad de Estrasburgo, y que por tanto a¨²ngozaba de escaso reconocimiento, gan¨® por cuatro votos a tres a Nash, quien ya en aquel entonces era considerado el nuevo genio de las matem¨¢ticas estadounidenses.
Es interesante tener en cuenta que adem¨¢s de seguir el legado de Fields, este argumento de escoger a matem¨¢ticos excelentes, pero no a los mejores, brindaba un amplio margen de actuaci¨®n para imponer puntos de vista en las deliberaciones del jurado. En 1950, Harald Bohr, presidente del Comit¨¦, lo us¨® para premiar al joven Laurent Schwartz (29) en vez de al veterano Andr¨¦ Weil (43), pues cre¨ªa que el carisma de Schwartz era lo que necesitaba el premio para darse a conocer. Fue apoyado por Lars Ahlfors, medallista Fields en 1936, quien opinaba que ¡°no es que Weil no la merezca, sino que la merece demasiado¡± para concluir que ¡°seleccionar a Weil podr¨ªa parecer (err¨®neamente) que el comit¨¦ ha intentado simplemente hacer una clasificaci¨®n de los matem¨¢ticos del mundo y dar premios a los hombres en lo alto de la lista¡°.
Esto contrasta con la intenci¨®n de estos premios en la actualidad, como asegura Barany en un art¨ªculo en Nature. A partir de 1966 el comit¨¦ decidi¨® ser m¨¢s objetivo y evitar consideraciones sobre la fama o el reconocimiento de los candidatos, y fijar simplemente el l¨ªmite de edad en los 40 a?os. Esta cifra no marcaba un punto de inflexi¨®n en la actividad matem¨¢tica, sino que fue escogida porque era el menor n¨²mero redondo que englobaba las edades de todos los premiados anteriores.
Este l¨ªmite de edad es la ¨²nica regla formal del premio, quiz¨¢s haya llegado el momento de replantearlo. Adem¨¢s del resto de consideraciones, cada vez resulta m¨¢s complicado premiar a individuos por trabajos que suelen realizarse en colaboraci¨®n; la mayor¨ªa de los art¨ªculos en matem¨¢ticas est¨¢n firmados por entre dos y cuatro autores, pero a diferencia del Nobel, que s¨ª permite premiar a un m¨¢ximo de tres personas, la medalla Fields es individual. Y desde luego, nunca antes en la historia de las matem¨¢ticas el estereotipo del genio aislado y asocial (y masculino, blanco, europeo o estadounidense) ha resultado m¨¢s desfasado.
David Fern¨¢ndez es investigador en la Universidad de Bielefeld (Alemania) y ?gata Tim¨®n es responsable de Comunicaci¨®n y Divulgaci¨®n del ICMAT.
Caf¨¦ y Teoremas es una secci¨®n dedicada a las matem¨¢ticas y al entorno en el que se crean, coordinado por el Instituto de Ciencias Matem¨¢ticas (ICMAT), en la que los investigadores y miembros del centro describen los ¨²ltimos avances de esta disciplina, comparten puntos de encuentro entre las matem¨¢ticas y otras expresiones sociales y culturales, y recuerdan a quienes marcaron su desarrollo y supieron transformar caf¨¦ en teoremas. El nombre evoca la definici¨®n del matem¨¢tico h¨²ngaro Alfred R¨¦nyi: "Un matem¨¢tico es una m¨¢quina que transforma caf¨¦ en teoremas".
Coordinaci¨®n: ?gata Tim¨®n.
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