La ¡®porno venganza¡¯ destruye vidas en ?frica
La difusi¨®n de im¨¢genes sexuales sin consentimiento va m¨¢s r¨¢pido que la ley en muchos pa¨ªses del continente. Un estudio analiza c¨®mo esta pr¨¢ctica criminaliza a las mujeres en la mayor¨ªa de los casos
Desir¨¦ Luzinda era en 2014 una de las cantantes m¨¢s populares de Uganda, cuando un exnovio enfadado public¨® unas fotos ¨ªntimas de la artista en las que aparec¨ªa desnuda. No solo no tuvo herramientas legales para denunciarlo, sino que el ministro de ?tica e Integridad, Simon Lokodo, declar¨® que la artista "deber¨ªa ser encerrada y aislada". El pol¨ªtico a?adi¨® que se deber¨ªa abrir una investigaci¨®n contra Luzinda en base a la ley antipornogr¨¢fica aprobada un a?o antes para perseguir este tipo de "comportamientos indecentes".
Luzinda nunca fue encarcelada y su popularidad incluso aument¨® tras la publicaci¨®n de las im¨¢genes. La cantante consigui¨® ser perdonada por la sociedad tras pasar un tiempo literalmente escondida y emitir un mensaje p¨²blico de perd¨®n por sus actos. Su caso est¨¢ recogido en un estudio realizado por una investigadora noruega y otra de Malawi y publicado por la revista Nature sobre el llamado porno de venganza. "?Qu¨¦ pasa con las que no son estrellas del pop? ?Hay alguna oportunidad de redenci¨®n para ellas?", se preguntan en el texto.
Sarai Chisala-Tempelhoff, investigadora y presidenta de la asociaci¨®n de mujeres abogadas de Malawi es una de las autoras. "La sociedad no concibe esta pr¨¢ctica como un modo de violencia, o al menos no lo suficiente. Tienden a pensar que la mujer que se ha dejado grabar as¨ª es est¨²pida por haberlo permitido y no reciben apoyo", explica por tel¨¦fono Chisala, quien cuenta que comenz¨® a interesarse m¨¢s intensamente por este asunto cuando la vida de una amiga de su madre qued¨® "destruida" por la publicaci¨®n de unas im¨¢genes ¨ªntimas, hasta el punto que tuvo que abandonar el pa¨ªs. "Estaba casada con un hombre importante y tuvo un amante que la traicion¨®. Toda la sociedad se le ech¨® encima y su vida en Malawi acab¨®", explica. "Muchas de las leyes sobre obscenidad se han usado tradicionalmente en ?frica Subsahariana para que la v¨ªctima sea considerada c¨®mplice criminal en el acto que la perjudic¨®", apuntan las expertas en las conclusiones del estudio.
Las represalias llegan tambi¨¦n en el caso de los hombres, aunque la condena social a la que se enfrentan suele ser menor. Otro de los casos recogidos en el estudio ocurri¨® en Malawi en 2008. Un prominente empresario del pa¨ªs y una empleada de una gran firma se registraron en plenas artes amatorias. Ambos estaban casados y no entre ellos. Unos meses despu¨¦s, el ordenador en el que el hombre hab¨ªa guardado el material se averi¨® y el inform¨¢tico lo encontr¨® y lo distribuy¨® v¨ªa mail. Ella decidi¨® abandonar el pa¨ªs y el apellido de ¨¦l se emplea desde entonces en el argot de la calle para hablar de pornograf¨ªa. El tema ocup¨® la primera p¨¢gina de los peri¨®dicos del pa¨ªs, los dos fueron despedidos, se divorciaron y "si tecleas sus nombres en Google, 10 a?os despu¨¦s, siguen apareciendo mirando a c¨¢mara sonrientes y apenas vestidos".
La sociedad no concibe esta pr¨¢ctica como un modo de violencia, o al menos no lo suficiente. Tienden a pensar que la mujer que se ha dejado grabar as¨ª es est¨²pida por haberlo permitido y no reciben apoyo
Lillian Nalwoga, presidenta de la Internet Society (organizaci¨®n que promueve el uso responsable de Internet en el mundo) de Uganda explica en un mail: "Cuando apareces en uno de estos v¨ªdeos, se te considera menos mujer y eres condenada por la sociedad. Hay esfuerzos de las defensoras de derechos para exigir a las autoridades que dejen de criminalizar a las v¨ªctimas, al tiempo que conciencian sobre esta nueva forma de violencia machista".
La ley con la que se pretendi¨® enjuiciar a la estrella del pop ugandesa es conocida como la de las minifaldas, porque poco despu¨¦s de su aprobaci¨®n se registraron ataques a f¨¦minas que llevaban esta prenda por la calle. "La ley legitima los abusos contra las mujeres y proporciona una cobertura legal para la perpetuaci¨®n de los ideales patriarcales sobre la modestia femenina", asegur¨® Amnist¨ªa Internacional en un informe de 2014. La violencia machista es un problema grav¨ªsimo en Uganda, donde los cr¨ªmenes de mujeres est¨¢n envueltos en la impunidad m¨¢s absoluta. A principios de verano, miles de personas salieron a la calle, hartas por los casos de mujeres asesinadas que aparec¨ªan en las cunetas sin que hubiese detenidos.
La normativa sobre delitos digitales en la regi¨®n tampoco avanza a la velocidad necesaria. Como detalla Chisala, la ley sobre cibercr¨ªmenes se han limitado a aquellos econ¨®micos y se ha prestado poca atenci¨®n a los de naturaleza sexual. "Adem¨¢s, ahora mismo es muy dif¨ªcil evitar que, una vez que ha salido a la luz, tu imagen siga apareciendo en Internet. Eso no es algo que se pare con leyes locales, sino que deben implicarse los gigantes tecnol¨®gicos", a?ade. Lillian Nalwoga apunta que algunos gobiernos todav¨ªa est¨¢n lidiando con la forma de aplicar la norma para hacer frente a delitos cibern¨¦ticos: "Existe una tendencia emergente en algunos pa¨ªses africanos donde la legislaci¨®n general se aplica al cibercrimen, por lo que terminan violando los derechos de los usuarios".
En un continente con limitado acceso a Internet regular, uno puede preguntarse cu¨¢l es el alcance de estos contenidos. Seg¨²n el ¨²ltimo informe de la Uni¨®n Internacional de Telecomunicaciones (perteneciente a la ONU) sobre acceso a Internet solo el 18% de las casas cuenta con conexi¨®n, pero la clave est¨¢ en el acceso en lugares p¨²blicos y, sobre todo, en los m¨®viles. Esto aumenta hasta el 82,2% el porcentaje de poblaci¨®n con alg¨²n tipo de conexi¨®n a la red. "WhatsApp y Facebook son accesibles para todos en pa¨ªses como Malawi. Estas dos redes no necesitan muchos datos y una vez que se publica un v¨ªdeo o foto se viraliza r¨¢pidamente", se?ala Chisala-Tempelhoff.
Las expertas son claras en sus conclusiones: "Una de las injusticias flagrantes de la pornograf¨ªa no consensual es que promueve percepciones err¨®neas de las v¨ªctimas como "putas" vacuas y villanos depravados. Tenemos que desafiar la narrativa de humillaci¨®n y culpabilizaci¨®n de la v¨ªctima que enmascara la violencia sexual". La amiga de Chisala solo ha podido volver en un par de ocasiones a su pa¨ªs desde que ocurri¨® aquello.
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