Los lunes de septiembre y las tragedias culturales de Am¨¦rica Latina
?Somos los latinoamericanos capaces de valorar la riqueza patrimonial de nuestro continente y generar con ella desarrollo?
Los lunes de septiembre parecen no haber sido buenos para la cultura de Am¨¦rica Latina y el Caribe.
El 3 de septiembre despertamos ante devastadoras im¨¢genes de un incendio en el Museo Nacional de Brasil, en R¨ªo de Janeiro. En cuesti¨®n de horas, gran parte de la memoria hist¨®rica del mayor pa¨ªs sudamericano se convirti¨® en cenizas. Por lo menos 20 millones de piezas invaluables desde el punto de vista cient¨ªfico y cultural ya no existen. La p¨¦rdida de este valioso legado es sin duda una tragedia para el pa¨ªs y para el mundo.
Antes, otro lunes, esta vez el 19 de septiembre de 2017, alrededor de la una de la tarde, un terremoto de magnitud 7,1 en la escala de Richter cimbr¨® violentamente El Valle de M¨¦xico. Adem¨¢s de las lamentables v¨ªctimas mortales y cuantiosas p¨¦rdidas econ¨®micas, el desastre afect¨® a m¨¢s de 1.800 inmuebles del valioso acervo cultural mexicano, poniendo en riesgo su p¨¦rdida irreparable.
Mas all¨¢ de esta casualidad en las fechas, lo que ambas tragedias ponen de manifiesto es el alto grado de vulnerabilidad del patrimonio latinoamericano ante los desastres naturales y ante aquellos provocados por nosotros mismos. Estas cat¨¢strofes culturales suscitan todo tipo de interrogantes: ?Somos los latinoamericanos realmente conscientes de la riqueza patrimonial de nuestro continente? ?Somos capaces de valorar ese legado y de protegerlo adecuadamente para generar desarrollo? ?A qui¨¦n le corresponde la responsabilidad de impulsar y liderar su protecci¨®n y puesta en valor?
Las tragedias ponen de manisfiesto el alto grado de vulnerabilidad del patrimonio latinoamericano ante los desastres naturales y ante aquellos provocados por nosotros mismos
El patrimonio cultural de Am¨¦rica Latina es valioso y cuantioso. En la regi¨®n hay actualmente 96 bienes y sitios culturales, 37 naturales y cinco mixtos en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, un n¨²mero que crece a?o con a?o. Por otro lado, m¨¢s de 600 centros hist¨®ricos y sitios de valor cultural de la regi¨®n han sido declarados bienes de inter¨¦s cultural y patrimonial a nivel local, bajo legislaciones nacionales. Esto nos convierte en una de las regiones del mundo con la mayor riqueza en bienes culturales, naturales e hist¨®ricos.
No obstante, una gran parte se encuentra deteriorado, y en situaci¨®n de alta vulnerabilidad. En el mejor de los casos, est¨¢ desaprovechado, sin las estructuras necesarias para su preservaci¨®n y aprovechamiento, ni los recursos adecuados para su gesti¨®n efectiva. Esto no es casualidad. Para muchos de nuestros gobiernos, ha sido visto tradicionalmente como un rubro de baja prioridad. Incluso en aquellos sitios incluidos en la lista de patrimonio mundial de la Unesco, su preservaci¨®n se percibe como un gasto improductivo. En otras palabras, su preservaci¨®n es un gasto y no una inversi¨®n a pesar de ser un importante activo para el desarrollo.
Las tragedias recientes nos dicen que esta percepci¨®n debe cambiar. Entender tal preservaci¨®n como una inversi¨®n para el desarrollo de nuestra regi¨®n es clave, y pasa por identificar sus impactos multiplicadores a nivel urbano, econ¨®mico, ambiental, y por supuesto, cultural.
La regeneraci¨®n del patrimonio cultural representa una oportunidad ¨²nica hacia la sostenibilidad de nuestras ciudades. La adecuada gesti¨®n de las ¨¢reas urbanas patrimoniales permite no solo conservar el patrimonio cultural, sino tambi¨¦n renovar y revitalizar la infraestructura de nuestras ciudades, trayendo beneficios para su mejor funcionamiento y el medioambiente, adem¨¢s de lograr importantes retornos econ¨®micos para la ciudad. Como fue subrayado en el World Cities Culture Forum, el patrimonio urbano se concentra en tejidos urbanos densos y compactos por lo que su preservaci¨®n conlleva ventajas no solo urbanas sino tambi¨¦n ambientales, clim¨¢ticas y fiscales.
La preservaci¨®n del patrimonio se percibe como un gasto y no como una inversi¨®n a pesar de ser un importante activo para el desarrollo
Asimismo, es un activo valioso de las ciudades de Am¨¦rica Latina y el Caribe para desarrollar y dinamizar su base econ¨®mica. Este rico patrimonio urbano representa un capital para impulsar el desarrollo socioecon¨®mico de sus ciudades, potenciando actividades como el turismo, la construcci¨®n y las industrias culturales y creativas. En esta regi¨®n, estas industrias generan ingresos de aproximadamente el 2,2% del PIB regional, y solo el turismo, directo e indirecto, el 15,2%, ambos con potencial enorme de crecimiento.
Preservarlo fortalece la identidad inclusiva y contribuye a la competitividad de las ciudades. Permite no solo cohesionar la comunidad de un territorio en torno a su identidad com¨²n, sino que aumenta el sentido de pertenencia e incentiva el compromiso c¨ªvico. En ese sentido, en la era actual de la globalizaci¨®n, el patrimonio y la identidad cultural son medios privilegiados para impulsar la competitividad de las ciudades, posicionando la riqueza patrimonial del lugar como una valiosa ventaja comparativa.
Su protecci¨®n promueve el cumplimiento de las responsabilidades locales en las agendas globales de desarrollo. Durante los ¨²ltimos a?os, la cultura y el patrimonio se han consolidado como pieza fundamental de la agenda de desarrollo internacional. Desde la incorporaci¨®n de metas relacionadas a la cultura dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Nueva Agenda Urbana de las Naciones Unidas, hasta el acuerdo de Par¨ªs que reconoce las amenazas del cambio clim¨¢tico al patrimonio cultural, y que proteger el patrimonio es una responsabilidad prioritaria y compartida.
La preservaci¨®n del patrimonio latinoamericano es una responsabilidad de todos, pero la inversi¨®n requerida apunta a un liderazgo comprometido y responsable de nuestros gobiernos y sus instituciones, de tal forma que los beneficios cosechados sean compartidos y repartidos equitativamente. Adem¨¢s de un financiamiento en l¨ªnea con las necesidades, este compromiso exige una coparticipaci¨®n del sector privado y la sociedad civil, estableciendo nuevas relaciones de cooperaci¨®n entre lo p¨²blico y lo privado.
Las tragedias de los lunes de septiembre no deben servir solo para lamentarnos, sino para recapacitar y actuar de forma activa y responsable.
Jes¨²s Navarrete es especialista senior en Vivienda y Desarrollo Urbano de la Divisi¨®n de Gesti¨®n Fiscal y Municipal del Banco Interamericano de Desarrollo.
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