Los matices
Los mitos, dice Keith Lowe, no nos permiten ver que la guerra fue una realidad turbia y moralmente ambigua
Entre 1939 y 1945 fueron asesinados en torno a uno de cada seis polacos y uno de cada cinco ucranianos. Se cree que durante la Segunda Guerra Mundial perecieron al menos 20 millones de rusos. El n¨²mero de v¨ªctimas en China, seg¨²n los c¨¢lculos m¨¢s conservadores, oscila entre los 15 y los 20 millones. Las fuerzas aliadas bombardearon Dresde hasta reducirla a escombros y Estados Unidos lanz¨® las bombas at¨®micas sobre Hiroshima y Nagasaki. El historiador brit¨¢nico Keith Lowe recoge estas referencias en alg¨²n lugar de El miedo y la libertad, su libro sobre los cambios que produjo la Segunda Guerra Mundial y que se tradujo en Espa?a el a?o pasado. Habla tambi¨¦n del Holocausto, y explica que es a los jud¨ªos a quienes les ha tocado desempe?ar el papel de ¡°la v¨ªctima por antonomasia¡± de aquellos terribles a?os. ¡°Se los asesin¨® de manera m¨¢s eficaz y en mayores n¨²meros que a ning¨²n otro grupo racial. Y los m¨¦todos industriales empleados para aniquilarlos parecen el ep¨ªtome de la inhumanidad tanto del sistema nazi como de la guerra en s¨ª misma. En ese sentido, los jud¨ªos son un s¨ªmbolo ideal de nuestro victimismo colectivo¡±.
Cada uno de los cap¨ªtulos del libro de Lowe recoge la experiencia de una persona, y a partir de esta va iluminando aspectos concretos relacionados con aquel devastador conflicto. Cuando cuenta lo que le ocurri¨® al soldado estadounidense Leo Creo, que lleg¨® a Europa para combatir contra los nazis, escribe que ¡°lo que sucedi¨® realmente en la guerra y lo que recordamos de ella son dos cosas muy distintas, y esa discrepancia, que no deja de aumentar, le incomoda sobremanera¡±. Aquel soldado pensaba que no pudo hacer gran cosa en la defensa de Estrasburgo ¡ªlo hirieron y fue retirado del combate¡ª y le fastidiaba la inmensa estatura de h¨¦roe que le hab¨ªan otorgado a su regreso. No todos los soldados que pelearon en Europa, adem¨¢s, fueron nobles y valientes. Tambi¨¦n los hubo que saquearon ciudades, violaron mujeres, cometieron abusos. Pero los mitos que se construyeron al final de la guerra borraron cualquier sutileza.
Madrid, mi¨¦rcoles 24 en la Facultad de Derecho de Tres Cantos: el historiador Santos Juli¨¢ y el abogado Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa han sido convocados por la Universidad Aut¨®noma y la Fundaci¨®n Pablo Iglesias para volver sobre el pasado bajo el t¨ªtulo ?Qu¨¦ memoria hist¨®rica? Da la impresi¨®n de que en Espa?a todav¨ªa fuera necesario establecer un relato sobre lo que ocurri¨® durante la Guerra Civil y la dictadura. Es lo que los socialistas pretenden hacer con la propuesta de crear una comisi¨®n de la verdad que han incluido en su proyecto de reforma de la llamada Ley de Memoria Hist¨®rica.
Ruiz Soroa explor¨® los aspectos jur¨ªdicos de las ¨²ltimas propuestas legislativas sobre esta cuesti¨®n y llam¨® la atenci¨®n sobre su alta carga emocional y su deficiente factura t¨¦cnica. Santos Juli¨¢ hab¨ªa explicado antes que igual no se trata de establecer lo que hay que recordar, como si fu¨¦ramos los fieles de una religi¨®n. Olvidar lo que nos molesta y alimentar lo que contribuye a reforzar una identidad para el presente. Frente a eso quiz¨¢ sea m¨¢s fecunda la actitud del historiador: salir de los tuyos y no apagar ninguna voz que proceda del pasado. Lowe lo expresa de otra manera cuando dice que los mitos no nos permiten ver que la guerra fue una realidad turbia y moralmente ambigua. La cuesti¨®n que plantea la iniciativa de los socialistas es si la sociedad espa?ola necesita realmente ese relato ¨²nico sobre lo que ocurri¨® o si ya est¨¢ madura para los matices.
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