Por qu¨¦ tampoco podr¨¢s conciliar cuando tus hijos empiecen Secundaria
No ten¨ªa ni idea de que el que mis hijos estuvieran solos en casa iba a ser tan estresante
Desde que tengo hijos, trabajar y criarlos ha requerido de una muy buena estrategia de organizaci¨®n, incluidos ajustes de horarios, sacrificios y dinero invertido en actividades extraescolares y ampliaciones de horario del colegio, o en personas para ayudar con la casa y con los ni?os. Casi estaba deseando que llegara el d¨ªa en que mis tres hijos estuvieran por fin haciendo la ESO, porque cre¨ªa que ese ser¨ªa el momento en el que estos galimat¨ªas se acabar¨ªan, si no del todo, al menos s¨ª de manera sustancial. Pero la realidad es que los horarios escolares y laborales en esta etapa siguen sin estar compensados y los ni?os a¨²n dependen de los padres para ciertas cosas, como algunos desplazamientos m¨¢s largos o sin posibilidad de transporte p¨²blico.
Creo que est¨¢ aceptado que con el paso a la Secundaria, incluso un poco antes, los ni?os tienen que haber alcanzado definitivamente ya la madurez suficiente para ser razonablemente independientes, y desde luego para volver solos del colegio y quedarse en casa sin un adulto que los acompa?e todo el tiempo. Los horarios de muchos institutos obligan, adem¨¢s, a dejar a los ni?os a su aire por las tardes, y la verdad es que con once o doce a?os que tienen los chavales al arrancar primero de la ESO, no es f¨¢cil conciliar un horario laboral de ma?ana y tarde con un horario intensivo en el instituto, en el que los chicos acaban su jornada poco despu¨¦s de las dos, y se marchan a casa a comer y a pasar el resto de la tarde.
Durante seis a?os hemos tenido au-pairs que nos han ayudado con los ni?os, aunque cada a?o ha sido diferente, bien por cambios laborales, mudanzas o por cambios de colegio. El caso es que siempre hemos tenido que hacer reorganizaci¨®n de responsabilidades entre mi marido, la au-pair y yo a principio de curso. Pero este a?o, que por fin ha llegado ese momento, que yo pens¨¦ que ser¨ªa liberador, de que estuvieran los tres haciendo la Secundaria, la cosa no ha mejorado, por ahora.
La ayuda de las au-pairs, canguros o ni?eras, tiene una fecha de caducidad, quiero decir, los ni?os crecen y la idea de tener a alguien que cuide de ellos, cuando, adem¨¢s, en muchos casos, la diferencia de edad que los separa es cada vez m¨¢s corta, evidentemente, acaba por no gustarles. Creo que ya no tiene sentido tener una ni?era si tus hijos tienen m¨¢s de doce a?os. Adem¨¢s, se supone que con esta edad los chavales ya deben saber cuidarse por s¨ª mismos.
Lo que m¨¢s me ha sorprendido de este nuevo episodio en la historia de terror de la conciliaci¨®n con tres hijos y sin familia de la que echar mano, es que no ten¨ªa ni idea de que el que mis hijos estuvieran solos en casa iba a ser tan estresante. Lo esperaba como un momento de liberaci¨®n, cre¨ªa que con que se quedaran cerca del m¨®vil, tuvieran a mano las llaves de casa, y dejarles un poco de dinero en efectivo por si necesitan algo, estar¨ªa todo resuelto, pero no. Dejarlos en casa solos, si no tienen que ir a ninguna parte, en principio, no es un problema, salvo que le abran la puerta a alg¨²n extra?o, pero si tienen que salir, entonces puede ser un gran motivo de preocupaci¨®n. Lo que puede acabar ocurriendo es que est¨¦s trabajando y al mismo tiempo sigas pendiente de si han salido a tiempo para su extraescolar, de si han regresado o de si estar¨¢n estudiando y haciendo los deberes, al menos durante los primeros meses a partir de que empiecen la ESO.
Han pasado casi un trimestre desde que arranc¨® el curso y en este tiempo, he echado mucho de menos la presencia de un adulto en casa en algunos momentos, para cosas tan simples como saber d¨®nde est¨¢n mis ni?os, recordarles que se lleven las llaves de casa cuando salen, que cojan dinero, el candado de la bici o el omnipresente m¨®vil. Conciliar cuando los hijos son adolescentes no es nada f¨¢cil: las canguros ya no tienen sentido, y el m¨®vil no es una ni?era, sino una conexi¨®n constante que a menudo nos genera m¨¢s estr¨¦s que tranquilidad. Cuando los hijos tienen estas edades, ser padres supone, en realidad, dominar el arte de la disponibilidad: estar sin estar, lo cual no siempre es posible, ni siquiera gracias a las nuevas tecnolog¨ªas. A veces, confiamos en WhatsApp y en su herramienta de compartir ubicaci¨®n como si eso pudiera sustituir el buen juicio y la responsabilidad de un adulto, y cuando eso nos falla, nos sentimos perdidos.
Delegar en el m¨®vil es terrible, porque los chavales no saben hasta qu¨¦ punto los padres confiamos en esos dispositivos. En contrapartida, es curioso el uso que los j¨®venes le dan, as¨ª que pueden estar todo el d¨ªa enganchados a ¨¦l, pero a veces cuando van a salir de casa, por alguna raz¨®n incompresible desde el punto de vista adulto, no se lo llevan. Y es que, en la l¨®gica de un adolescente, un m¨®vil, cuando se han agotado los datos, es poco m¨¢s que un ladrillo. Para ellos el m¨®vil es sin¨®nimo de conexi¨®n a internet, y se les ha olvidado, si es que alguna vez lo supieron, que sirve para hacer llamadas.
As¨ª que puede ocurrir, de hecho, a m¨ª me ha ocurrido, que regreses tranquilamente del trabajo, convencida de que los ni?os est¨¢n en casa, y al llegar te des cuenta de que falta uno de ellos. En esa situaci¨®n, lo primero que se te ocurre es llamarlo. Y es entonces cuando oyes un zumbido debajo de un coj¨ªn. Lo levantas y ah¨ª est¨¢ el m¨®vil de tu hijo, pero sin tu hijo, por raro que parezca, porque yo a veces creo que se les ha injertado el m¨®vil en la mano, pero no: si se le agotan los datos se acab¨® la simbiosis ni?o-m¨®vil. En esta situaci¨®n, para tranquilizarme, suelo pensar que realmente tampoco pasa nada si no se lleva el m¨®vil. Al fin y al cabo, antes no ten¨ªamos tel¨¦fono y aqu¨ª estamos, hechos y derechos.
Cuando me ocurre esto, inmediatamente les pregunto a mis otros hijos por el hermano extraviado. Evidentemente, cada cual est¨¢ a lo suyo: estudiando con los cascos puestos, viendo una serie de Netflix, jugando al Fornite, o lo que toque dependiendo del d¨ªa y el momento. Pero ninguno sabe nada. Normal, aunque me pese, porque ?en qu¨¦ mundo los adolescentes se enteran de quien llega o se marcha? ?De si est¨¢n solos o hay alguien m¨¢s en la vivienda? Los hermanos mayores, que al fin y al cabo no son tan mayores, tampoco son ni?eras.
Adem¨¢s, por mi experiencia, les cuesta adquirir el h¨¢bito de salir de casa con las llaves. Y alguna vez les ha pasado que no es hasta que regresan y llaman al timbre y nadie les responde que se dan cuenta de que estaban solos cuando se marcharon dando un simple portazo para cerrar la vivienda, y ahora se han quedado tirados en la calle. Y aqu¨ª entra en juego otra vez el dichoso m¨®vil. Si por casualidad se lo han llevado, me llaman para ver cu¨¢ndo vuelvo. Con lo cual, dejar a tus hijos solos en casa te genera una suerte de dependencia del smartphone, que en determinados trabajos es inasumible.
Aunque te puede ayudar a comunicarte con ellos, no olvidemos que la comunicaci¨®n es bidireccional, y en el otro sentido no hay filtro para que tus hijos te inunden de mensajes que para ellos son urgentes. Te mandan un mont¨®n de textos o audios de WhatsApp individuales a los que no puedes atender r¨¢pidamente. Cuando por fin respondes, te preguntan si pueden quedar el viernes despu¨¦s del colegio, cuando a¨²n estamos a lunes. Despu¨¦s de que ocurran estas cosas, he tratado de explicarles qu¨¦ es urgente y qu¨¦ no lo es. As¨ª que han dejado de molestarme. Pero se lo han tomado ya tan en serio que dudo de si me enviar¨¢n un mensaje si ocurre algo importante.
Lo cierto es que aprenden r¨¢pido, y despu¨¦s de quedarse en la calle sin llaves de casa varias veces y de que les haya echado la bronca por salir sin dejar una nota, o haberse dejado el m¨®vil abandonado por no tener datos, se empiezan a responsabilizar de su reci¨¦n estrenada independencia y libertad y toman consciencia de la importancia de esos detalles. Por suerte, mi hija mayor s¨ª que me ha liberado ya de muchas de esas preocupaciones, por lo que s¨¦ que es cuesti¨®n de meses que los m¨¢s peque?os tambi¨¦n lo hagan. As¨ª que, por fin vislumbro el momento en el que pueda trabajar m¨¢s tranquila, sabiendo que est¨¢n en casa y no abrir¨¢n la puerta sin responder antes al telefonillo y comprobar qui¨¦n ha venido, coger¨¢n las llaves al salir, y sabr¨¢n hacer una llamada si de verdad algo es urgente.
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