La ¡°okupaci¨®n¡± de viviendas en perspectiva
Una pr¨¢ctica social que pertenece al pasado, presente y futuro de las ciudades y que no se deber¨ªa criminalizar
La toma de un solar o inmueble en desuso como arreglo inmediato a una necesidad habitacional, lo que ha venido a denominarse la ocupaci¨®n u "okupaci¨®n" de viviendas, es una pr¨¢ctica social de largo recorrido en la ciudad. En vez de considerarse la expresi¨®n de una problem¨¢tica de fondo, relacionada con la desigualdad social y los desequilibrios de los procesos de urbanizaci¨®n, entre ciertos sectores ha venido a considerarse un problema en s¨ª mismo. Esto es debido a que es una pr¨¢ctica que desaf¨ªa las relaciones de propiedad (y por lo tanto de poder) existentes en la ciudad. El acto de "okupar" plantea un choque de legitimidades: entre los usos concretos que ha facilitado y la preservaci¨®n del m¨¢s abstracto derecho a la propiedad del titular ausente.
Es ante este choque de legitimidades que se suele recurrir a t¨®picos negativos para deslegitimar a la parte "okupante". A las acusaciones de suciedad, ruido y problemas de convivencia, se le suman reproches por un supuesto buen vivir a expensas del resto de la sociedad y, en particular, en perjuicio de peque?os propietarios industriosos. Tambi¨¦n se suele relacionar con la criminalidad y explicar el fen¨®meno vincul¨¢ndolo con actividades mafiosas. Pero en el terreno del sensacionalismo medi¨¢tico interesado, se pierde toda perspectiva real sobre el fen¨®meno.
Aproximadamente un 15% de la poblaci¨®n mundial son t¨¦cnicamente "okupas", seg¨²n estudios de la ONU
La realidad es que aproximadamente un 15% de la poblaci¨®n mundial son t¨¦cnicamente "okupas", seg¨²n estudios de la ONU. En su libro, "Ciudades Sombra, Mil Millones de Ocupantes Ilegales: El Nuevo Mundo Urbano", el periodista Robert Neuwirth apunta que en el a?o 2030, puede que 2 mil millones de personas, una de cada cuatro personas en el planeta, sean "okupas". Estas estimaciones reflejan sobre todo los desarrollos urbanos que se est¨¢n dando en el llamado "Sur Global". En el "Norte Global", estos escenarios recuerdan a un pasado de migraci¨®n campo-ciudad. En los ¨²ltimos a?os de turbulencias inmobiliario-financieras y crecientes desigualdades, sin embargo, es un fen¨®meno que est¨¢ volviendo a repuntar.
En el Estado espa?ol, unas 117.454 personas fueron denunciadas entre 2009 y 2017 por la "usurpaci¨®n" de inmuebles. Un estudio del Institut Cerd¨¤ en el a?o 2017 estimaba que hab¨ªa unas 87.500 familias, aproximadamente 262,500 personas, ocupando viviendas. Aunque cifras considerables, estas no llegan al 0,5% de hogares ni al 0,35% del stock de viviendas total. Ni la magnitud del fen¨®meno, ni el perfil de las ocupaciones, como demuestra un estudio reciente en Catalu?a, justifican la alarma social que se ha generado sobre esta cuesti¨®n.
Seg¨²n este ¨²ltimo informe de Obra Social Barcelona, el m¨¢s riguroso y exhaustivo realizado hasta la fecha sobre el perfil de las ocupaciones, el fen¨®meno se caracteriza principalmente por familias de nacionalidad espa?ola en situaciones econ¨®micas precarias y en viviendas vac¨ªas de grandes propietarios. 8 de cada 10 de estos hogares tiene ingresos mensuales por debajo de los 705 euros y del 61% que no tiene trabajo remunerado, la mitad no recibe ning¨²n tipo de prestaci¨®n p¨²blica. Las viviendas ocupadas, por su parte, pertenecen a bancos, inmobiliarias, fondos de inversi¨®n y grandes tenedores en un 89%, mientras que un 6% son de titularidad p¨²blica y un 5% de peque?os propietarios. Solo un 6% de todos los casos generan una relaci¨®n negativa con el vecindario. S¨®lo un 13% de las personas que ocupan han tenido que pagar a alguien para hacerlo. Eso es, existen actores que buscan lucrarse con esta actividad, pero son minoritarios. La ocupaci¨®n es el ¨²ltimo recurso para la inmensa mayor¨ªa de estos hogares, que adem¨¢s suelen tratar de negociar con la propiedad del inmueble para regularizar su situaci¨®n.
La ocupaci¨®n es el ¨²ltimo recurso para la inmensa mayor¨ªa de estos hogares, que adem¨¢s suelen tratar de negociar con la propiedad del inmueble para regularizar su situaci¨®n.
Los marcos legales y de pol¨ªticas p¨²blicas deber¨ªan asentarse sobre estudios rigurosos, en vez de responder a la distorsi¨®n y amplificaci¨®n medi¨¢tica de casos y situaciones minoritarias. No ha sido el caso con la ley de "desalojo expr¨¦s" promovida por PdCat y aprobada en el Congreso el junio pasado con apoyos de PP, Ciudadanos y PNV. Esta ley se promocion¨® principalmente como defensa de la peque?a propiedad, supuestamente desamparada ante la ocupaci¨®n de su hogar habitual o de su segunda residencia de fin de semana. La inmediata ejecuci¨®n de un desalojo cautelar en casos de este tipo, sin embargo, era una herramienta que ya estaba previamente a disposici¨®n de los jueces. Lo que agiliza la nueva ley son los desalojos de los ocupantes de todas las propiedades de personas titulares f¨ªsicas, lo sean tanto de 2 como de 200 propiedades.
As¨ª, a partir de un fen¨®meno muy minoritario ¡ªun 5% de las ocupaciones afectan a peque?os propietarios seg¨²n el estudio mencionado¡ª y de la agitaci¨®n de miedos sobre situaciones extremas mayoritariamente ya contempladas en la ley, se ha acabado protegiendo a¨²n m¨¢s a los grandes propietarios que acaparan viviendas vac¨ªas. Por otra parte, sin garant¨ªa de realojo ni de un juicio en el que defenderse, se ahonda en la vulnerabilidad de los m¨¢s vulnerables. El Tribunal Constitucional ha admitido a tr¨¢mite recientemente un recurso de inconstitucionalidad presentado por Unidos Podemos, alegando que la norma vulnera el derecho a la vivienda, la inviolabilidad del domicilio y el principio de tutela judicial efectiva.
La dimensi¨®n de la propiedad que s¨ª requiere m¨¢s protecci¨®n y reglamentaci¨®n es su funci¨®n social, regida como parte integrante del derecho de propiedad por la Constituci¨®n espa?ola, as¨ª como por muchas otras constituciones en Europa y Am¨¦rica Latina. De esta manera, se proporcionar¨ªan herramientas adicionales a los jueces para poder realmente aspirar a repartir justicia seg¨²n las particularidades de cada caso. Distinguiendo entre el peque?o propietario que ha tenido la remota mala suerte de volver de vacaciones y encontrarse su casa ocupada, por ejemplo, y el gran tenedor que mantiene sus propiedades vacantes.
La ocupaci¨®n de viviendas, adem¨¢s, no deber¨ªa verse solamente como expresi¨®n de un problema de fondo, sino que tambi¨¦n puede formar parte de la soluci¨®n. En este sentido, ocupaciones de viviendas realizadas por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y colectivos de vivienda de barrio, por ejemplo, han conseguido que inmuebles en desuso est¨¦n ahora habitados con alquileres asequibles. Las ¨²nicas soluciones reales a la problem¨¢tica de los "narcopisos", por su parte, est¨¢n viniendo de la mano de su ocupaci¨®n por parte de colectivos barriales como Acci¨® Raval.
En pa¨ªses tan dispares como Argentina o Alemania, hay cuantiosos ejemplos de inmuebles ocupados que han sido transformados en cooperativas de vivienda, a menudo tras la intermediaci¨®n de las autoridades municipales.
En pa¨ªses tan dispares como Argentina o Alemania, hay cuantiosos ejemplos de inmuebles ocupados que han sido transformados en cooperativas de vivienda, a menudo tras la intermediaci¨®n de las autoridades municipales. En pa¨ªses con regulaciones innovadoras en este campo, como Brasil, tambi¨¦n existen experiencias de regularizaci¨®n de situaciones residenciales "informales" a partir de la concesi¨®n de t¨ªtulos alternativos como la concesi¨®n de uso especial para fines de vivienda, la concesi¨®n colectiva de uso y/o el derecho de superficie. En Inglaterra, la dejadez de los propietarios de inmuebles abandonadas durante m¨¢s de 10 a?os puede incluso conllevar la p¨¦rdida de la propiedad, frente a ocupantes que demuestren un uso adecuado del lugar durante ese periodo.
En definitiva, la ocupaci¨®n es una pr¨¢ctica social que surge y resurge en el contexto de los desiguales procesos de urbanizaci¨®n planetaria y que abarca realidades muy diversas. Cualquier aproximaci¨®n al fen¨®meno deber¨ªa partir de una perspectiva que d¨¦ cuenta de esta complejidad y diversidad que est¨¢ ausente del relato populista punitivo emergente. Este discurso revanchista apunta el dedo acusador hacia los pobres urbanos, mientras que exime a los poderes pol¨ªticos y econ¨®micos de responsabilidad por las casas sin gente y la gente sin casa.
Lorenzo Vidal es investigador del Programa Ciudades Globales del CIDOB.
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