Ayudar al enemigo
No cabe sino preguntarse por qu¨¦ la Sexta, Podemos, Esquerra, PDeCAT y otros medios y partidos desean fervientemente que Vox crezca sin parar.
Es imposible que los medios de comunicaci¨®n, sus tertulianos y articulistas desconozcan el viejo adagio de Wilde seg¨²n el cual ¡°s¨®lo hay una cosa peor que dar que hablar, y es no dar que hablar¡±. De esta m¨¢xima se han hecho variantes sin fin, y una de ellas llega a afirmar ¡ªacertadamente en nuestro tiempo¡ª que resulta m¨¢s beneficioso que de uno se hable mal, si se habla mucho. Esto se vio con Berlusconi y se ve ahora con Trump. Su ¨¦xito consisti¨®, en gran medida, en que lograron que la prensa girara en torno a ellos, que les diera permanente cobertura para alabarlos y sobre todo para denostarlos. Ambos montaron espect¨¢culo y armaron esc¨¢ndalos, y los peri¨®dicos, las televisiones, las radios y las redes sociales, incluidos los serios (bueno, si es que una red social puede ser seria), se ocuparon hasta la saciedad de sus salidas de pata de banco y de sus bufonadas. Esto es, les concedieron m¨¢s importancia de la que ten¨ªan, y al d¨¢rsela no s¨®lo los hicieron populares y facilitaron que los conocieran quienes apenas los conoc¨ªan, sino que los convirtieron en efectivamente importantes. La ¨¦poca de Berlusconi parece que ya pas¨® (nunca se sabe), pero ahora la operaci¨®n se repite con su empeorado ¨¦mulo Salvini: a cada majader¨ªa, chuler¨ªa o vileza suya se le presta enorme atenci¨®n, aunque sea para execrarlas, y as¨ª se las magnifica. La era de Trump no ha pasado, por desgracia, y se siguen registrando con puntualidad cada groser¨ªa, cada desprop¨®sito, cada sandez que suelta, y as¨ª se lo agranda hasta el infinito.
Llegados a donde han llegado tanto Trump como Salvini (el m¨¢ximo poder en sus respectivos pa¨ªses), ahora ya es ?inevitable: demasiado tarde para hacerles el vac¨ªo, que habr¨ªa sido lo inteligente y aconsejable al principio. Cuando quien manda dice atrocidades, ¨¦stas no se pueden dejar pasar, porque a la capacidad que tenemos todos de decirlas, se a?ade la de llevarlas a cabo. Si ma?ana afirma Trump que a los musulmanes estadounidenses hay que meterlos en campos de concentraci¨®n, o que hay que privar del voto a las mujeres, no hay m¨¢s remedio que salirle al paso y tratar de impedir que lo cumpla. Pero a esas mismas propuestas, expresadas hace dos a?os y medio, conven¨ªa no hacerles caso, no airearlas, no amplificarlas mediante la condena solemne. En el mundo literario es bien sabido: si un suplemento cultural lo detesta a uno, no se dedicar¨¢ a ponerlo verde (aunque tambi¨¦n, ocasionalmente), sino a silenciar sus obras y sus logros, a fingir que no existe.
Como es imposible que esta regla b¨¢sica se ignore, hay que preguntarse por qu¨¦ motivo los medios y los partidos en teor¨ªa m¨¢s contrarios a Vox llevan meses d¨¢ndole publicidad y haci¨¦ndole gratis las campa?as. Veamos: ese partido existe hace a?os y carec¨ªa de trascendencia. Un d¨ªa ¡°llen¨®¡± con diez mil personas (bien pocas) una plaza o un recinto madrile?os. Eso segu¨ªa sin tener importancia, pero la Sexta ¡ªm¨¢s conocida como TelePodemos, raro es el momento en que no hay alg¨²n dirigente suyo en pantalla¡ª abri¨® sus informativos con la noticia, le regal¨® largos minutos y ech¨® a rodar la bola de nieve. En seguida se le unieron otras cadenas y diarios, de manera que, aunque fuera ¡°negativamente¡± y para criticarlo, obsequiaron a Vox con una propaganda inmensa, informaron de su existencia a un mont¨®n de gente que la desconoc¨ªa, otorgaron a un partido marginal el atractivo de lo ¡°pernicioso¡±. Y as¨ª contin¨²an desde entonces. Se esperaba que en las elecciones andaluzas Vox consiguiera un esca?o y le cayeron doce. Inmediatamente Podemos (en apariencia la formaci¨®n m¨¢s opuesta) agigant¨® el a¨²n peque?o fen¨®meno, llamando a las barricadas contra el fascismo y el franquismo que nos amenazan. Lo imitaron otros, entre ellos el atontad¨ªsimo PSOE. Los independentistas catalanes se frotaron las manos y lanzaron vivas a Vox, porque eso les permit¨ªa hacer un pel¨ªn m¨¢s verdadera su descomunal mentira del ¨²ltimo lustro, a saber: ¡°Vean, vean, Espa?a entera sigue siendo franquista¡±. Los columnistas m¨¢s simples se lanzaron en tromba a atacar a Vox, y a pedirnos cuentas a los que ni lo hab¨ªamos mencionado. No s¨¦ otros, pero yo me hab¨ªa abstenido adrede, para no aumentar la bola de nieve creada por la Sexta, que ya no s¨¦ si es s¨®lo idiota o malintencionada. ?Hace falta manifestar el rechazo a un partido nost¨¢lgico del franquismo, nacionalista, xen¨®fobo, mis¨®gino, centralista y poco leal a la Constituci¨®n, am¨¦n de hist¨¦rico? ?a va sans dire, en cierta gente se da por supuesto. Si Vox estuviera en el poder, como lo est¨¢n sus equivalentes Trump, Salvini, Maduro, Orb¨¢n, Bolsonaro, Ortega, Duterte y Torra, habr¨ªa que denunciarlo sin descanso. Pero no es el caso, todav¨ªa. Un 10% de apoyos en Andaluc¨ªa sigue siendo algo residual, preocupante pero desde?able. Ahora bien, cuanto m¨¢s suenen las alarmas exageradas, cuanto m¨¢s se vea ese 10% como un cataclismo, m¨¢s probabilidades de que un d¨ªa acabe si¨¦ndolo. Y como es imposible ¡ªrepito¡ª que se desconozcan el adagio de Wilde y sus variantes, no cabe sino preguntarse por qu¨¦ la Sexta, Podemos, Esquerra, PDeCat y otros medios y partidos desean fervientemente que Vox crezca sin parar, mientras fingen horrorizarse.?
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