La b¨²squeda fallida de una cocina menos contaminante
Durante un tiempo se crey¨® que proporcionar hornillos sin combustibles f¨®siles a poblaciones empobrecidas era una manera eficaz de salvar millones de vidas. Entonces, ?por qu¨¦ quienes de verdad los necesitan no las usan?
Delante de una casa de tierra de un suburbio cercano a Patna, una ciudad del este de India, una anciana espera a su nuera encaramada a un carro de madera. Las mujeres tienen un asunto pendiente. Cuando una organizaci¨®n humanitaria local llamada Centro para el Desarrollo Ambiental y Energ¨¦tico (CEED, por sus siglas en ingl¨¦s) distribuy¨® nuevas cocinas de le?a en el barrio, cada familia recibi¨® una. La suya se la qued¨® su nuera.
Con un gesto invita a entrar en una min¨²scula casita de barro con una ¨²nica habitaci¨®n. En la estancia sin ventanas te?ida de holl¨ªn hay un viejo hornillo tradicional, o chulha. En la entrada, ocupando un lugar destacado, un segundo alimentado con gas licuado de petr¨®leo (GLP). El nieto de la mujer se?ala una estanter¨ªa alta de la zona de estar donde descansa la cocina de le?a del CEED dentro de su caja de cart¨®n. Nadie la utiliza.
Es la suerte habitual de las cocinas modernas de biomasa, alimentadas por combustibles no f¨®siles, como la le?a, el esti¨¦rcol y los productos secundarios de la agricultura. Los estudios muestran que esta clase de utensilios no ha tenido demasiada aceptaci¨®n en las regiones pobres del mundo a pesar de d¨¦cadas de esfuerzo y de los cientos de millones de d¨®lares que las ONG han gastado en intentar convencer a la gente ¡ªcasi siempre mujeres¡ª para que las usen.
Su finalidad es reducir los gases t¨®xicos que desprende la combusti¨®n de biomasa en las cocinas tradicionales o en las hogueras. En total, m¨¢s de 3.000 millones de personas utilizan carb¨®n, queroseno o biomasa para preparar sus comidas, y las emanaciones de estos fuegos en espacios cerrados constituyen la segunda causa de muerte por factores ambientales del mundo despu¨¦s de la contaminaci¨®n del aire exterior. Alrededor de 3,8 millones de personas mueren prematuramente cada a?o a causa de enfermedades relacionadas con la contaminaci¨®n del aire interior como la neumon¨ªa, las apoplej¨ªas, las dolencias card¨ªacas y respiratorias y el c¨¢ncer.
Durante mucho tiempo se dio por sentado que proporcionar cocinas mejoradas a gente de todo el mundo era una manera f¨¢cil y eficaz de salvar vidas. Entonces, ?por qu¨¦ quienes de verdad las necesitan no las usan?
En 2010, la Fundaci¨®n de Naciones Unidas puso en marcha junto con Hillary Clinton, por entonces secretaria de Estado de Estados Unidos, la Alianza Mundial por unas Cocinas Limpias. El n¨²cleo del proyecto eran unos hornillos limpios que deb¨ªan quemar la biomasa de manera m¨¢s eficiente e inocua que los ya existentes. Con ello se reducir¨ªa la cantidad de le?a necesaria, lo cual, a su vez, frenar¨ªa la deforestaci¨®n y ayudar¨ªa a luchar contra el cambio clim¨¢tico.
Los aparatos cuestan entre 25 y 40 d¨®lares. Como su precio es caro para muchos pa¨ªses, las subvenciones de las organizaciones para el desarrollo fluyeron a raudales. Sin embargo, poco despu¨¦s llegaron los estudios especializados que indicaban que, en realidad, una vez sobre el terreno, los hornillos no mejoraban la salud de las mujeres y los ni?os exageradamente expuestos al humo en el interior de las viviendas.
M¨¢s de 3.000 millones de personas utilizan carb¨®n, queroseno o biomasa para cocinar, y sus emanaciones constituyen la segunda causa de muerte por factores ambientales del mundo
"Soy cient¨ªfico especialista en salud p¨²blica, as¨ª que mi criterio se basa en preguntarme qu¨¦ me gustar¨ªa que utilizase mi hija embarazada", resume Kirk Smith de la Universidad de California en Berkeley. "En el mundo no hay ni una sola cocina de biomasa que lo cumpla".
La comunidad de promotores y creadores de la cocina no contaminante, conocidos como stovers, surgi¨® del movimiento a favor de una tecnolog¨ªa adecuada de la d¨¦cada de los setenta. Sus expertos (mayoritariamente occidentales) sosten¨ªan que la gente pobre estaba atrapada en la pobreza a causa de una tecnolog¨ªa simple e ineficiente que se pod¨ªa, y se deb¨ªa, mejorar con facilidad. Una de estas tecnolog¨ªas insatisfactorias es la humilde cocina, que sigue matando a millones de personas con la sutil materia particulada, el mon¨®xido de carbono, y otras emanaciones cuyos niveles superan con mucho los l¨ªmites de seguridad. La intensidad de la exposici¨®n es t¨®xica sobre todo para los ni?os menores de cinco a?os. La causa de casi la mitad de las muertes por neumon¨ªa en el mundo en este grupo de edad se puede atribuir a la contaminaci¨®n del aire interior provocada por las cocinas.
Desde que se cre¨® el movimiento, los stovers han dise?ado diversos tipos de cocinas mejoradas, entre otras la de chimenea, la cocina cohete y la de carb¨®n. Las m¨¢s limpias son las de tiro invertido, que incorporan un ventilador. Un tipo aparte son las que queman GLP obtenido a partir del propano o el butano que queda como subproducto de la extracci¨®n de los combustibles f¨®siles. Por ¨²ltimo, existen las de biog¨¢s, de alcohol y solares, pero son caras y poco frecuentes.
En 2002, la Agencia de Protecci¨®n Ambiental de Estados Unidos (EPA) cre¨® la Alianza para un Aire Interior Limpio, un grupo compuesto por ONG, fabricantes y otros miembros dedicados a respaldar las iniciativas para mejorar los hogares en los pa¨ªses de rentas bajas. La agencia abogaba por las avanzadas de biomasa que utilizan recursos de madera locales y renovables antes que por las que utilizan combustibles f¨®siles como el GLP causantes del cambio clim¨¢tico. La EPA cre¨ªa que las de biomasa eran mejores y pod¨ªan reducir a la mitad la exposici¨®n a los gases t¨®xicos, lo cual mejorar¨ªa la salud de las mujeres y ni?os.
Las organizaciones humanitarias internacionales quer¨ªan luchar contra la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica con tecnolog¨ªa, pero nunca preguntaron a la poblaci¨®n por sus necesidades reales
La alianza fue la precursora de la Alianza Mundial por unas Cocinas Limpias impulsada por Clinton en 2010, que se marc¨® una nueva y ambiciosa meta: conseguir que, desde entonces hasta 2020, 100 millones de hogares se pasasen a los modelos limpios. Los integrantes de la alianza decidieron adem¨¢s que no se iban a limitar a repartir hornillos, sino que iban a crear un mercado mundial que ofreciese soluciones para cocinar sin contaminar. El plan era que peque?as empresas vendiesen sus productos en las tiendas de los pueblos obteniendo un beneficio. As¨ª se resolver¨ªa el problema de la contaminaci¨®n del aire y, al mismo tiempo, se estimular¨ªa la econom¨ªa de las comunidades con ingresos bajos.
Sin embargo, la organizaci¨®n nunca defini¨® qu¨¦ es una cocina limpia. Por entonces nadie hab¨ªa calculado cu¨¢l era el nivel seguro de emisiones de uno de estos utensilios. Hasta noviembre de 2014, la OMS no public¨® sus primeros est¨¢ndares de contaminaci¨®n del aire interior, que establec¨ªan cu¨¢les eran los niveles aceptables de exposici¨®n a las peque?as part¨ªculas y al mon¨®xido de carbono que emiten las cocinas. La mayor¨ªa de cocinas avanzadas promocionadas por la alianza no cumpl¨ªan los nuevos criterios. "As¨ª que, de repente, se encontr¨® con que estaba fomentando unas cocinas denominadas limpias que, seg¨²n los niveles de referencia de la OMS, no lo eran", cuenta Smith.
No solo eso, sino que, en la pr¨¢ctica, la eficiencia de las cocinas era todav¨ªa inferior a lo esperado por la organizaci¨®n, de manera que ten¨ªan poco o ning¨²n efecto sobre la calidad de vida. En 2012, un grupo de cient¨ªficos de Harvard public¨® el resultado del seguimiento de un proyecto para distribuir modelos de chimenea ¡ªes decir, con una chimenea que conduce el humo al exterior de la vivienda¡ª en Orissa, India, a lo largo de cuatro a?os. Los expertos descubrieron que, aunque en el primer a?o del programa se produjeron mejoras, con el tiempo las mujeres dejaron de utilizar las nuevas cocinas, y en la mayor¨ªa de los hogares se acab¨® respirando el mismo aire nocivo que con las tradicionales chulhas. El hallazgo m¨¢s importante fue que la gente no valoraba los hornillos lo suficiente como para seguir us¨¢ndolos. Este mismo patr¨®n se ha repetido en todo el mundo.
Otros estudios sobre la contaminaci¨®n del aire interior han comprobado que las hip¨®tesis y los planes de los defensores de las cocinas limpias presentaban m¨¢s problemas. El ejemplo m¨¢s significativo es un estudio realizado en 2017 en las zonas rurales de Malaui, en el que los investigadores compararon 10.750 ni?os de hogares que utilizaban cocinas tradicionales o aparatos de tiro invertido, que son las cocinas de biomasa mejoradas m¨¢s limpias que hay actualmente en el mercado. A los cient¨ªficos les sorprendi¨® la frecuencia con que se estropeaban las cocinas avanzadas considerando que estos productos hab¨ªan sido dise?ados y desarrollados espec¨ªficamente para las indicaciones, los usuarios finales y los entornos en los que [los investigadores] las hab¨ªan evaluado, y acabaron haciendo las funciones de un servicio de reparaci¨®n a fin de que las familias a las que hac¨ªan el seguimiento continuasen usando los nuevos utensilios. A pesar de ello, el segundo a?o su utilizaci¨®n cay¨® a la mitad.
Y, lo que es peor, los cient¨ªficos comprobaron que estos fogones no hab¨ªan reducido las tasas de neumon¨ªa entre los ni?os menores de cinco a?os. Una posibilidad era que no redujesen efectivamente la contaminaci¨®n del aire interior. Otra, que los ni?os de Malaui que participaron en el estudio estuviesen expuestos a tantas otras fuentes de contaminaci¨®n atmosf¨¦rica ¡ªla quema de basura, por ejemplo, o el humo del tabaco¡ª que solucionar el problema de las emanaciones de las estufas no bastase por s¨ª solo para protegerlos de la neumon¨ªa. Ambas conclusiones desautorizaban la raz¨®n de ser de la Alianza.
A la vista de estos resultados, el sector de las cocinas se ha reorientado. El mes pasado, la Alianza Mundial cambi¨® su nombre por el de Alianza para Cocinar sin Contaminar, y ahora la organizaci¨®n promueve la inocuidad del cocinado m¨¢s que la de los hornillos en s¨ª mismos. La atenci¨®n ya no se centra ante todo en el tipo de combustible utilizado.
Los fabricantes de cocinas de biomasa libran un combate desde la retaguardia contra las cr¨ªticas. Si se hojea el Cat¨¢logo de Cocina Limpia, se pueden encontrar nuevos tipos de biomasa, como la compacta Mimi Moto, una de tiro invertido, que, seg¨²n la organizaci¨®n, es extremadamente limpia e ideal para hogares que no pueden permitirse el gas licuado de petr¨®leo. Tambi¨¦n hay ejemplos ocasionales de empresas locales de cocinas, como Inyenyeri, en Ruanda, que por lo visto ha logrado que la gente se pase totalmente a la biomasa.
Durante a?os se fomentaron supuestas cocinas limpias que no cumpl¨ªan con los requisitos que m¨¢s tarde estableci¨® la OMS
A¨²n hay otro argumento que se sigue esgrimiendo para defender los modelos avanzados de biomasa, y es que no se puede negar que son mejores para el clima que las de GLP porque los combustibles como la madera son renovables. A pesar de ser cierto, el argumento convence todav¨ªa a menos gente. "Usen lo que usen los pobres para cocinar, no va a afectar al cambio clim¨¢tico", zanja Smith. "Los causantes de los cambios en el clima son los ricos del mundo".
Y si no es biomasa, ?entonces qu¨¦? Aparte de las que se alimentan con esta clase de combustible, las cocinas de GLP son las ¨²nicas que cumplen los est¨¢ndares de contaminaci¨®n de la OMS. Algunos pa¨ªses, como India, est¨¢n extendiendo r¨¢pidamente el acceso al GLP mediante subvenciones y programas de bienestar social. Otros no son tan afortunados o tan ricos, afirma Tom Price, director de iniciativas estrat¨¦gicas de Inyenyeri. En Ruanda, aumentar de un 1% a un 10% el n¨²mero de personas que lo utilizan crear¨ªa un d¨¦ficit de 100 millones de d¨®lares, explica.
"Ciertamente, una cocina de gas licuado de petr¨®leo es muy limpia, pero a qui¨¦n le importa que haya gente que no se la pueda permitir", denuncia. "Estamos resolviendo el problema para los ricos, pero no en la base de la pir¨¢mide. Para esas personas, las cocinas de biomasa siguen siendo la soluci¨®n, concluye Price, aunque tambi¨¦n reconoce que, de las alrededor de 2.000 empresas que se dedican a producirlas en el mundo, ni una sola ha conseguido fabricar un aparato que sea al mismo tiempo limpio, accesible y rentable para venderlo en peque?as cantidades.
Price piensa que su empresa va a ser la primera. Inyenyeri distribuye la cocina Mimi Moto, de producci¨®n holandesa, que la Universidad del Estado de Colorado ha certificado como la mejor cocina de biomasa disponible hoy, aunque por ahora solo se ha probado en laboratorio, y no sobre el terreno. Su coste es de 75 d¨®lares, as¨ª que la empresa la distribuye gratis y luego cobra los pellets de eucalipto del combustible. Seg¨²n Price, una familia media ruandesa gasta 23 d¨®lares mensuales en carb¨®n, mientras que Inyenyeri provee de pellets para un mes por 16 d¨®lares, con lo cual ahorra dinero a los usuarios. A los que prefieren recoger le?a, les permite intercambiarla por el combustible que les proporcionan ellos. Ahora bien, para cubrir gastos la empresa necesita llegar a los 75.000 clientes. En estos momentos cuenta con 4.000.
El Banco Mundial est¨¢ probando cocinas de tiro invertido similares a las de Inyenyeri en Laos y en otros pa¨ªses. Sin embargo, Fiona Lambe, investigadora del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo, advierte de que hay que ser prudentes. El estudio realizado en Malaui en 2017, que descubri¨® que esta clase de cocinas no funciona tan bien sobre el terreno como en el laboratorio, analiz¨® espec¨ªficamente un modelo dise?ado y fabricado en Holanda por Philips. Est¨¢ por ver si la cocina Mimi Moto dar¨¢ resultados mejores en el mundo real.
Una respuesta al problema podr¨ªa ser fomentar y perfeccionar diversos tipos de cocinas. De la misma manera que los habitantes de los pa¨ªses ricos, como Estados Unidos, utilizan varios aparatos para cocinar ¡ªquemadores de gas, microondas, jarras el¨¦ctricas para calentar el agua¡ª, si pueden elegir, a la mayor¨ªa de las mujeres pobres tambi¨¦n les gusta utilizar diversos m¨¦todos y combustibles, desde las cocinas tradicionales hasta las de GLP o las de biomasa.
Si la gente tiene dinero, prefiere el gas licuado de petr¨®leo por su comodidad. Se trata de un objeto de deseo, como los televisores de pantalla plana. Si no lo tiene, se inclina por las cocinas tradicionales, como las chulhas de India, que adem¨¢s dan mejor sabor a la comida que los aparatos de biomasa corrientes. En general, por estas ¨²ltimas se opta solamente en situaciones especiales, como cuando se cocina al aire libre, porque suelen ser port¨¢tiles. No obstante, los estudios se?alan que, en la actualidad, en el mercado no hay pr¨¢cticamente ninguna cocina avanzada de biomasa tan limpia en cuanto a contaminaci¨®n del aire como las de GLP.
En consecuencia, es m¨¢s acertado enfocar el problema de las cocinas limpias como parte de un sistema de cocinado en el que personas diferentes hacen entrar en juego necesidades distintas dependiendo de su situaci¨®n espec¨ªfica, de sus ingresos y del tama?o de su familia. Las cocinas de biomasa pueden seguir siendo ¨²tiles en determinadas situaciones, solo que no siempre lo son.
"Nadie utiliza una sola cocina", explica Lambe. "Nunca me he encontrado con una casa que use solamente un fuego. Todas tienen algo m¨¢s para una emergencia, como un quemador de queroseno o un hornillo de carb¨®n. Lo que sea". Intentar sustituir todas estas necesidades culinarias exclusivamente por una aut¨¦ntica cocina no es realista, sostiene. "En cuanto [la cocina] entra en la casa, pueden suceder muchas cosas. Hay una enorme diferencia entre lo que pasa en las situaciones de la vida real y en el laboratorio".
En Patna, Devi, vecina de la suegra, tambi¨¦n tiene una cocina avanzada de biomasa que utiliza para cocinar al aire libre. Adem¨¢s, tiene otra de GLP en la que prepara r¨¢pidamente el t¨¦ y el desayuno cada ma?ana, pero solo puede utilizarla con moderaci¨®n, ya que rellenarla cuesta 700 rupias (casi nueve euros). La comida la prepara en la tradicional.
Devi muestra c¨®mo enciende la de biomasa. Llena la c¨¢mara de le?a, coge un paquete de pl¨¢stico de detergente vac¨ªo, le prende fuego y lo introduce en la cocina para que la madera arranque a arder.
Las emanaciones nocivas llenan el patio y vuelan hasta las caras de sus tres hijos.
Este es el tercer cap¨ªtulo de la serie de tres partes titulada Un problema nocivo que se public¨® originalmente en ingl¨¦s en la web How We Get To Next. Este art¨ªculo ha recibido el apoyo de la Fundaci¨®n Internacional de Mujeres en los Medios de Comunicaci¨®n como parte de su Iniciativa Informativa Latinoamericana Adelante.
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