Cine ambulante y debates en la prisi¨®n marroqu¨ª de Zagora
La asociaci¨®n Liljamii Wa Fi Kouli Makane inaugura un ciclo de sesiones cinematogr¨¢ficas para la poblaci¨®n reclusa en el sur de Marruecos
En un lugar donde el horizonte es tan profundo que no hay siquiera espejismos, los ovillos de alambre de espino advierten que hay un l¨ªmite antes del muro. Es la c¨¢rcel de Zagora, en el sur de Marruecos, a las puertas del desierto del Sahara, adonde hemos venido esta ma?ana de invierno a compartir una proyecci¨®n de cine con los reclusos, hombres y mujeres de la regi¨®n que, intuimos, esperan ansiosos cualquier acontecimiento que los arranque un rato de la rutina, aunque frente a la comitiva cinematogr¨¢fica no expresen ¨Cde primeras¨C el m¨¢s m¨ªnimo entusiasmo.
Nos han invitado Laila Madjouli y Karima Zahri, voluntarias de Liljamii Wa Fi Kouli Makane (cine para todos y en todas partes), una asociaci¨®n de cine ambulante que va consolidando su actividad en Marruecos, a trav¨¦s de sesiones de cine-debate en centros culturales de zonas rurales casi inaccesibles, escuelas y c¨¢rceles. Esta vez, aprovechando la celebraci¨®n de la XV edici¨®n del Festival International du Filme Transsaharien de Zagora, ocupar¨¢n por unas horas al proyeccionista del Centro Cinematogr¨¢fico Marroqu¨ª (CCM) y sacar¨¢n del bullicio de las galas festivaleras a un nutrido grupo de actores marroqu¨ªes, directores y periodistas, para proponerles ir a pasar un rato de tiempo con otra gente, m¨¢s melanc¨®lica y encerrada.
Fuera de las verdades que retrata el cine, nada puede haber m¨¢s verdadero que la vida de un hombre o una mujer que pagan con encierro sus faltas frente a la sociedad. Miradas al suelo, como de verg¨¹enza y dolor; zapatillas de andar por casa (para qu¨¦ calzarse si siempre se est¨¢ adentro) y alguna que otra sonrisa arrancada, quiz¨¢ por hacerle una morisqueta a un beb¨¦ o una peque?a ni?a de esas que se cr¨ªan junto a sus madres internas. Luego vendr¨¢n las palabras institucionales, un peque?o concierto de los reclusos que han aprendido a tocar alg¨²n instrumento en la c¨¢rcel y la entrega de diploma a quien lleg¨® a terminar un grado universitario desde dentro. Pero hay un momento en que las miradas comienzan a levantarse, y es cuando los actores ¨Cconocidos por los all¨ª presentes a trav¨¦s de la televisi¨®n y el cine de entretenimiento¨C les hacen unas chanzas mir¨¢ndoles a los ojos: ¡°Yo espero no volver a veros , al menos no aqu¨ª¡±, bromea un gal¨¢n, aludiendo a que no quiere entrar jam¨¢s a la c¨¢rcel. La actriz, en cambio, alienta a las mujeres; luego, una cantante entona a capella una canci¨®n tradicional magreb¨ª, y entonces se suman muchos hombres y casi todas las mujeres de la sala.
Entre paredes pintadas con pintura al aceite, y guardiac¨¢rceles distendidos delante de las rejas que nos separan de las celdas, resuenan las palabras de uno de los invitados del Festival: ¡°en realidad, todos estamos en libertad condicional, tambi¨¦n quienes estamos ah¨ª fuera; porque en la calle hay gente encarcelada en sus problemas, apesadumbrada e incapaz de encontrar una salida, y para esos problemas no hay un plazo de cumplimiento de condena¡±. Por este ¨²nico instante, cada prisionero se siente acompa?ado.
La pel¨ªcula que se exhibe es un hit marroqu¨ª que gan¨® varios premios, entre ellos, en el Festival Nacional de T¨¢nger de 2017 y en el Festival de Cine Africano de Helsinki. Se trata de Hajat, de Raouf Sebbahi, que film¨® una road-movie por territorio marroqu¨ª, a bordo de un bus con unos 30 emigrantes que acaban de volver de Francia, a reinstalarse en su tierra. Sobre su pel¨ªcula, dijo Sebbahi a una publicaci¨®n francesa: ¡°Hajat (que significa ¡®vida¡¯) no es un filme, es una mujer. Es un homenaje a mi madre y, a trav¨¦s de ella, a todas las mujeres inmigrantes en Europa que, en el fondo, nunca dejaron su pa¨ªs¡±.
Otras mujeres valerosas, en este caso, las voluntarias de Liljamii Wa Fi Kouli Makane est¨¢n exultantes: la proyecci¨®n est¨¢ siendo un ¨¦xito y existe la firme promesa de las autoridades de repetir una sesi¨®n por mes de cine en la c¨¢rcel de Zagora, a lo largo de 2019. Cuentan que, en Temara, otra localidad cercana a Rabat, ya se organiza un cineclub a partir de las proyecciones de la asociaci¨®n. Su tarea no cesa: est¨¢n atentas a los lugares a los que pueden desplazarse, pero, adem¨¢s, a posibles t¨ªtulos que abrir¨¢n nuevos debates y borrar¨¢n inhibiciones. No solo quieren que la gente que habitualmente no va al cine vea cine sino que chicos y chicas se atrevan a levantarse y hablar en voz alta, frente a otros, a dar su opini¨®n y a discutir. Encomiable.
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