El monte Pariacaca quiere sobrevivir a los vaivenes del agua
Con el cambio clim¨¢tico, la enorme monta?a peruana que supera los 5.700 metros de altura, afronta el aumento de la temperatura sumergido en un precipitado retroceso glaciar de alcance global
Los apus son las monta?as que, seg¨²n la tradici¨®n preinca, tienen una influencia directa sobre la regi¨®n que dominan. En la Reserva Paisaj¨ªstica Nor Yauyos Cochas, en los altos andes centrales de Per¨², el vertiginoso ritmo del ciclo del agua marca el cambio que se avecina sobre el mundo del monte Pariacaca. El llamado apu tutelar.
Las criaturas que cobija este nevado superan la fantas¨ªa. En miles de a?os, los ichus (pastos nativos) aprendieron a maximizar el uso del agua hasta su m¨ªnimo indispensable: las hojas externas de la planta lucen amarillas y secas, mientras el centro aparece verde y h¨²medo. En ese gesto, hay ingentes vol¨²menes de agua que, a trav¨¦s del tiempo, han pasado a disposici¨®n del ambiente. Adem¨¢s, sus ra¨ªces empujan la tierra y la vuelven porosa, dejando suelos sanos, capaces de filtrar el l¨ªquido que llega de las lluvias o el deshielo. El territorio se convierte en un gran colch¨®n que absorbe y almacena agua. ¡°Es un sistema natural", explica el especialista en recursos h¨ªdricos, Luis Acosta. "El agua se va como limpiando y luego, al momento de caer o rodar por el r¨ªo, se oxigena. Y, cuando permanece en esas lagunas naturales, los sedimentos se van asentando y se va viendo un agua cristalina¡±, a?ade.
Con el cambio clim¨¢tico, la enorme monta?a de dos picos blancos que supera los 5.700 metros de altura, afronta el aumento de la temperatura, sumergido en un precipitado retroceso glaciar de alcance global. Al apu Pariacaca le toca hacer parte de n¨²meros alarmantes: el 57% de la cobertura glaciar de Per¨² se ha perdido en los ¨²ltimos 54 a?os, seg¨²n el Instituto Nacional de Investigaci¨®n en Glaciares y Ecosistemas de Monta?a. Y en el pa¨ªs andino, se encuentra el 70% de los glaciares tropicales del mundo. ¡°Tenemos eventos extremos", indica el bi¨®logo Gonzalo Quiroz, exjefe de la Reserva Paisaj¨ªstica Nor Yauyos Cochas. "El volumen de lluvia que antes llegaba en una semana, ahora lo alcanzas en horas. La temporada h¨²meda arrancaba en noviembre y terminaba en abril. Ahora, empieza en noviembre, dura una semana, le siguen dos de sequ¨ªa y as¨ª¡±.
Tan importante es el suelo para este ecosistema que las especies aut¨®ctonas parecen funcionar bajo una estructura complementaria: los cam¨¦lidos tienen almohadillas en las patas que aligeran su peso. Cuando se alimentan no arrancan el ichu de ra¨ªz. Su dieta los dispersa por distintos espacios del ¨¢rea ¡ªalpacas y vicu?as van hacia el fondo y las llamas se quedan por las laderas, hacia afuera¡ª. Se evita con todo esto el riesgo de que los suelos pierdan aire, se compacten, y no puedan infiltrar agua. ¡°Es parte de un proceso de coevoluci¨®n", explica el bi¨®logo Eduardo Oyague. En este proceso, tambi¨¦n se puede contar la ancestral relaci¨®n entre el hombre y los cam¨¦lidos de la Reserva Paisaj¨ªstica Nor Yauyos Cochas, descrita notablemente en las pinturas rupestres de Cuchimachay, un antiguo santuario ubicado a los pies del nevado Pariacaca.
El volumen de lluvia que antes llegaba en una semana, ahora lo alcanzas en horas. La temporada ahora arranca en noviembre, dura una semana, le siguen dos de sequ¨ªa y as¨ª
Aunque la alteraci¨®n en el patr¨®n de lluvias es la consecuencia m¨¢s evidente del calentamiento global, sobre el ecosistema de la reserva pesan otras transgresiones: la introducci¨®n y crianza de ganado vacuno ¡ªprincipal respaldo econ¨®mico familiar¡ª, que reduce pastos, compacta suelos o contagia de sarna a especies silvestres como la vicu?a. El abandono de andenes ¡ªlos milenarios maceteros robados a las laderas de los cerros, grandes captadores de agua¡ª, con la consecuente p¨¦rdida de una agricultura ancestral y biodiversa, que no produce ni en volumen ni bajo certificaci¨®n. La ruptura en la transferencia de conocimiento ancestral, clave para enfrentar el cambio clim¨¢tico, por la alta migraci¨®n juvenil hacia ciudades donde doce horas de labor como taxista, representa m¨¢s PIB que meses de trabajo en comunidad. La ecuaci¨®n entre desarrollo y conservaci¨®n tiene un resultado claro: sin mercados que premien y brinden estatus a las poblaciones encargadas de conservar o recuperar ecosistemas, la biolog¨ªa seguir¨¢ en su irreparable ciclo de enormes p¨¦rdidas.
Este es un planeta cuyo ciclo del agua se est¨¢ acelerando. La temperatura aumenta, los glaciares se derriten, los suelos pierden su capacidad de infiltraci¨®n y, como indica el bi¨®logo e investigador Eduardo Oyague, ¡°las plantas est¨¢n sometidas a estr¨¦s h¨ªdrico porque hace m¨¢s calor, porque los valores de radiaci¨®n van siendo un poco m¨¢s altos¡±. Menos plantas, con menos agua para sobrevivir a las temporadas secas, enfrentar¨¢n a m¨¢s personas, con m¨¢s necesidades. Para el a?o 2050, seg¨²n la ONU, podr¨ªamos llegar a ser 9.700 millones de seres humanos. Alimentarnos, pondr¨¢ una gran presi¨®n sobre la agricultura, la actividad humana que utiliza el 70% del agua dulce que consumimos. La importancia de mantener ecosistemas especializados en captar y almacenar el recurso h¨ªdrico, es evidente. Urgente.
No son tiempos de adoraci¨®n. Al apu Pariacaca y su ecosistema, protegido por la Reserva Paisaj¨ªstica Nor Yauyos Cochas, la historia precolombina les dej¨® canales, reservorios y complejos sistemas de terrazas que imitan a la naturaleza: capturan, infiltran, almacenan y utilizan de forma eficiente el recurso h¨ªdrico, dentro de una milenaria agricultura que logr¨® domesticar a la papa o patata. En estas tierras, los sentidos homenajes que la gente rinde al agua siempre apuntan la mirada a la querida monta?a de dos picos blancos, cuyo or¨¢culo, de los m¨¢s respetados en tiempos del incanato, jam¨¢s vaticin¨® la p¨¦rdida de sus nevados. Nunca.
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