Derechizaci¨®n
El surgimiento de Vox, 'trumperizante', ha provocado el corrimiento a la derecha del Partido Popular y de Ciudadanos
Las sociedades occidentales ¡ªy otras¡ª est¨¢n sufriendo un proceso de derechizaci¨®n, fruto en parte de los efectos de la crisis pasada, que a¨²n colean, y de otros factores como el reto de los independentistas catalanes en el caso espa?ol. La pol¨ªtica va a la zaga de estas tendencias, aunque, una vez en marcha estas din¨¢micas, las alienta en la sociedad. Es un movimiento de fondo que responde en mucha gente a un sentido de peligro y de desprotecci¨®n que produce cambios de actitud ante las ofertas conocidas.
Esta derechizaci¨®n se hace sentir en ¨¢mbitos como la identidad nacional, el rechazo a la inmigraci¨®n o las reticencias, en algunos sectores sociales, a la paridad de hombres y mujeres. Es un movimiento que tiene mucho de guerra cultural, como bien han estudiado Ronald Inglehart y Pippa Norris. Tambi¨¦n tiene que ver con la reacci¨®n ante los efectos de las revoluciones tecnol¨®gicas en curso, cuya erupci¨®n tap¨® la crisis, y con las inseguridades identitarias que ha provocado la globalizaci¨®n. Ello no implica necesariamente que los discursos derechistas ¡ªya no se les puede llamar conservadores¡ª triunfen en las elecciones, aunque s¨ª contaminan el discurso general. Lo importante en la nueva situaci¨®n no es ganar, sino situarse en posici¨®n de gobernar. En Estados Unidos, Trump perdi¨® en voto popular, pero gan¨® el colegio electoral. Tras Andaluc¨ªa (y otros casos antes), es lo que estar¨¢ en juego en Espa?a en las pr¨®ximas elecciones generales.
En Espa?a, esta derechizaci¨®n ha venido, parad¨®jicamente, a coincidir con la llegada por moci¨®n de censura de un Gobierno socialista. La izquierda, que casa mal con las cuestiones identitarias, no es inmune a esta derechizaci¨®n. En el PSOE, por ejemplo, el electorado potencial est¨¢ dividido por mitades ante la cuesti¨®n catalana-espa?ola y la de la inmigraci¨®n. El ¨¢mbito de Podemos es m¨¢s compacto, pero ha perdido fuerza, fruto de sus errores. Y en la izquierda, no solo la espa?ola, ha resurgido el fantasma de la abstenci¨®n, que ya hizo su reaparici¨®n en las elecciones andaluzas. ?Movilizar¨¢ la derechizaci¨®n a la izquierda abstencionista? No es seguro.
El eje izquierda-derecha sigue siendo ¨²til y reconocible en este terreno a pesar de su simplificaci¨®n. En otras cuestiones no identitarias, la izquierda, especialmente la socialdem¨®crata, en Reino Unido, Alemania e incluso en el Partido Dem¨®crata en EE UU, adem¨¢s de Espa?a, est¨¢ girando, abandonando los presupuestos de aquella Tercera V¨ªa. Est¨¢n por ver los resultados, pero quedarse donde estaba no es una alternativa.
La derecha en Espa?a, por su parte, est¨¢ fragmentada pero movilizada. El surgimiento de Vox,trumperizante, ha provocado un corrimiento a la derecha del Partido Popular ¡ªpreocupado por su retroceso demosc¨®pico¡ª y de Ciudadanos en busca del sorpasso del PP. El centro est¨¢ hu¨¦rfano, en una situaci¨®n de creciente polarizaci¨®n que lo vac¨ªa. Aun as¨ª, ?qui¨¦n lo ocupar¨¢? Pues puede que, al final, los que lo ocupen sean los que gobernar¨¢n.
Las encuestas del CIS reflejan una gran estabilidad en autoubicaci¨®n ideol¨®gica de los espa?oles. La media estaba en un 4,63 en 2007 y ahora en un 4,7, es decir, muy poco m¨¢s a la derecha. No se trata de eso, pues a menudo no hay conciencia de esta derechizaci¨®n entre los ciudadanos, sino que el miedo ante el peligro se proyecta en cuestiones espec¨ªficas.
Sin duda, el independentismo catal¨¢n ha provocado una gran parte de esta derechizaci¨®n en el conjunto de Espa?a. Y seguir¨¢ pesando. Seg¨²n el bar¨®metro del CIS de diciembre pasado, un 43% se?ala que su voto en las pr¨®ximas elecciones puede verse influido por la situaci¨®n catalana, con una divisi¨®n marcada entre los que votar¨ªan por partidos que plantean opciones de di¨¢logo y negociaci¨®n (43,2%) y los que optan por opciones m¨¢s radicales o m¨¢s duras (36,4%).
La derechizaci¨®n es a la vez causa y efecto de otros fen¨®menos de la pol¨ªtica. Como el crecimiento continuo de la desfachatez con la que se miente, junto a la falta de respeto y el insulto hacia los cargos y hacia las instituciones. De nuevo, no solo en Espa?a. A Obama ya se le insultaba. Por su color de piel.
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