Banderas interpreta al ¡®alter ego¡¯ de Almod¨®var en su nueva pel¨ªcula
Tras 40 a?os de rodajes compartidos, Pedro Almod¨®var ha confiado a Antonio Banderas, su actor fetiche, la interpretaci¨®n de su alter ego en su nueva pel¨ªcula, Dolor y gloria. En un filme con aroma a obra total, el director manchego entremezcla realidad y ficci¨®n para tejer un retrato personal en el que, confiesa, ha desnudado como nunca su alma. Este es un encuentro entre dos estrellas del cine
DOLOR Y gloria es algo m¨¢s que la nueva pel¨ªcula de Pedro Almod¨®var. Podr¨ªa ser la definitiva. No solo porque arroja nueva luz sobre su filmograf¨ªa anterior, sino porque a partir de ahora ser¨¢ dif¨ªcil disociar al cineasta de Salvador Mallo, ese alter ego que encarna de forma asombrosa uno de sus actores fetiche, Antonio Banderas. Un juego de espejos donde la realidad llama a la ficci¨®n con un fin: desnudar el alma (que no la vida) del director. El cine como tabla de salvaci¨®n de un creador que convoca a su pasado para ajustar cuentas consigo mismo. Como una vieja sala de cine, Dolor y gloria, que se estrena el pr¨®ximo 22 de marzo, extrae luz de la oscuridad y, como la vida misma, fluye entre el drama, la comedia y la inevitable melancol¨ªa.
Almod¨®var (Calzada de Calatrava, 69 a?os) y Banderas (M¨¢laga, 58 a?os) est¨¢n sentados frente a frente en el despacho del primero. El actor ha visto la pel¨ªcula hace unas horas y habla de un ¡°enorme alivio¡±, de haber presenciado ¡°algo muy hermoso¡±. Tambi¨¦n de la necesidad de procesarlo todo. Ya no lleva la barba canosa ni el pelo revuelto del personaje (¡°te favorece, le encantabas a las chicas¡±, le confiesa sonriente el director), pero mantiene la misma actitud que tuvo durante todo el rodaje: ¡°M¨¢s que nunca, decid¨ª escuchar a Pedro. Estaba tocando algo demasiado ¨ªntimo¡±, asegura el int¨¦rprete.
Salvador Mallo, el protagonista de Dolor y gloria, vive en una casa como la suya, se viste como usted y sufre enfermedades que usted padece o ha padecido. ?Por qu¨¦ ha puesto parte de su intimidad al servicio de la c¨¢mara?
Pedro Almod¨®var. Casi por sentido pr¨¢ctico. Acababa de escribir un guion que no me convenc¨ªa del todo y lo dej¨¦. Empec¨¦ entonces a pensar que prefer¨ªa escribir algo que fuese de puertas adentro, que la documentaci¨®n fuese yo mismo.
?Ha tomado hero¨ªna como su personaje?
P. A. No, nunca. Todo empez¨® cuando mis problemas de espalda me ten¨ªan confinado en casa. Un d¨ªa me vi a m¨ª mismo como un personaje. Como los analg¨¦sicos no me hac¨ªan nada, so?¨¦ que mi personaje recurr¨ªa al caballo para soportar el dolor. Una iron¨ªa, claro. Me puse a escribir la peque?a idea, para divertirme, y me sali¨® una escena muy graciosa. Lo dej¨¦ por ah¨ª y ni pens¨¦ en volver hasta que me conect¨® con un mon¨®logo femenino que s¨ª ten¨ªa escrito y que era una memoria de los ochenta. Hablaba de drogas y del cine de mi infancia, del olor a brisa de verano y orina. Se titulaba El cine y los l¨ªquidos.
?Dolor y gloria es una autobiograf¨ªa o una autoficci¨®n? En la pel¨ªcula, su madre le dice que eso de la autoficci¨®n no le gusta nada.
P. A. Mi madre, obviamente, nunca dijo que no le gustaba la autoficci¨®n, pero me encanta que lo diga Julieta [Serrano, actriz que interpreta a la madre anciana]. Autobiograf¨ªa no es. Es autoficci¨®n como punto de partida. Pero la autoficci¨®n, que en literatura ya es un g¨¦nero y ha dado maravillas, en cine no tiene a¨²n mucho prestigio.
Antonio Banderas. Es que despierta demasiadas curiosidades¡ Pero t¨² no te has sentado a escribir sobre ti. Algunas cosas te pertenecen y otras no tanto. En realidad, t¨² eres de esos directores que siempre hacen autobiograf¨ªa.
¡°Todas mis pel¨ªculas me representan, pero esta m¨¢s que ninguna. Esta vez he ido m¨¢s lejos: en ella est¨¢ mi alma¡±
P. A. Yo estoy siempre proyectando en mis pel¨ªculas. Pero lo que s¨ª es cierto es que, aunque todas mis pe?l¨ªculas me representan, esta me representa mucho m¨¢s que ninguna. He ido un poco m¨¢s lejos. M¨¢s que nunca mi alma est¨¢ en la pel¨ªcula, y eso no tiene que ver con si ocurri¨® o no. Aunque algunas historias, como la de la mortaja de mi madre, son reales. Concretamente esa, dicha tal cual, le ocurri¨® a mi hermana Antonia, la mayor. Mi madre, que viajaba con la mortaja, le dio las instrucciones de c¨®mo quer¨ªa ser enterrada, y mi hermana cumpli¨® su deseo.
En la pel¨ªcula hay un ajuste de cuentas madre-hijo. No es la relaci¨®n que cre¨ªamos conocer. Quiz¨¢ sea el momento m¨¢s duro.
P. A. No estaba en el guion, lo improvisamos. Lo escrib¨ª la noche anterior.
A. B. Ese d¨ªa no pod¨ªas hablar. Te quedaste seco.
P. A. Pero esa conversaci¨®n nunca ocurri¨®. No es real porque no es mi vida, yo nunca tuve esa relaci¨®n con mi madre. Sin embargo, es verdad que en esa escena estoy tocando algo que no hab¨ªa tocado antes. Esa secuencia resume de un modo profundo y doloroso algo que no tiene que ver tanto con mi madre como con mi infancia y adolescencia. La extra?eza que yo ve¨ªa a mi alrededor.
?Cree que su madre sufri¨® por su culpa?
P. A. Seguro, aunque no hablamos de ello. En el pueblo, en todos los pueblos, la gente es muy cruel. Y probablemente no se cortaron delante de mi madre. Cuando la crueldad se manifestaba contra m¨ª solo, algo que ocurr¨ªa en el colegio, yo me exaltaba mucho. Era muy bruto. Me pele¨¦ dos veces solo para demostrar que ten¨ªa tantos huevos como el otro. Me repugna la violencia, pero saltaba si me retaban. Y yo s¨¦ que afectaba a mi familia. Era un ni?o diferente, y eso s¨ª est¨¢ en la pel¨ªcula.
En su b¨²squeda de libertad, ?sinti¨® que traicionaba a sus padres?
P. A. Claro, de alguna manera. Pero ten¨ªa todo el derecho del mundo a irme del pueblo. Cuando mi padre muri¨® y mi madre se qued¨® sola, yo podr¨ªa haber aportado m¨¢s a la familia. Lo hice econ¨®micamente, y mis hermanas estaban educadas para quedarse con ella. Las cosas fueron as¨ª.
De una forma muy sutil se establece un tri¨¢ngulo entre la madre joven, interpretada por Pen¨¦lope Cruz, el alba?il y el ni?o. La madre intuye que algo no le gusta.
P. A. Es que las madres se dan cuenta de esas cosas. Ese alba?il no existi¨®, nunca me enamor¨¦ de ninguno, y a esa edad tampoco sabes bien qu¨¦ es eso. Tampoco he vivido, como en la pel¨ªcula, en una cueva. Pero al emigrar de La Mancha a Extremadura, en un pueblo de Badajoz, Orellana la Vieja, viv¨ªamos en un barrio que era como el Lejano Oeste. Las casas eran de adobe. Mi madre, con mucha iniciativa y mucha verg¨¹enza para m¨ª en ese momento, empez¨® a escribir cartas para las vecinas. Y yo, que ten¨ªa mejor letra, tambi¨¦n lo hac¨ªa. A cambio, nos ayudaban. Mi madre se invent¨® entonces que yo diera clase a los mozos del campo. Ten¨ªan 17, 18 a?os, y recuerdo que cuando ven¨ªan a casa mi madre dec¨ªa: ¡°Mira, vienen a clase como si fueran al m¨¦dico¡±. A?os despu¨¦s, mi madre vio a Carmen [Maura] en la tele diciendo que yo era un director muy duro y exigente y mi madre le solt¨® a mi hermana: ¡°Ves, me lo van a decir a m¨ª, igualito que con los mozos¡±.
?Habl¨® alguna vez con su madre sobre su sexualidad?
¡°Mi madre no fue nunca a ver mis pel¨ªculas. Intu¨ªa que no le iban a gustar y me parece muy bien¡±
P. A. Nunca. Aunque ella lo sab¨ªa, porque era mi madre y porque yo no me cortaba mucho. Pero no surgi¨®, por respeto y porque era mejor no hablar de las cosas que incomodaban. Mi madre no fue nunca a ver mis pel¨ªculas, y eso que estaba muy orgullosa de m¨ª. No era la t¨ªpica madre del artista. Para ella era suficiente con mi ¨¦xito y con que ten¨ªamos una vida m¨¢s c¨®moda. Para su vejez le compramos una casa en la calle donde vivi¨® de ni?a y donde las compa?eras de su infancia, tambi¨¦n viudas, eran sus vecinas. Ella intu¨ªa que mis pel¨ªculas no le iban a gustar. Y me parece muy bien. Es puro sentido com¨²n, y eso a ella le sobraba. Esta pel¨ªcula no tiene tanto que ver con mi relaci¨®n con ella como con mi sexualidad y con el hecho de haber sido un ni?o diferente. El retrato m¨¢s directo de mi madre est¨¢ en La flor de mi secreto, all¨ª Chus Lampreave es ella en cada frase.
Y es verdad que su madre le pidi¨® que no hablara en sus historias de sus vecinas.
P. A. No exactamente, pero no le gustaba. Le dio alg¨²n peque?o problema.
?Antonio Banderas fue siempre la primera opci¨®n para ser su alter ego?
P. A. En la cabeza ten¨ªa alguna otra alternativa, por salud mental procuro no depender de un solo nombre. Pero sab¨ªa que nadie lo pod¨ªa hacer como ¨¦l. Viendo la pe?l¨ªcula desde ese prisma, el de un director y su alter ego, el m¨¢s leg¨ªtimo era Antonio porque ha vivido a mi lado muchas de las cosas que est¨¢n en la pel¨ªcula. Hemos salido cada noche juntos en los ochenta. ?l sabe muy bien de lo que estoy hablando.
A. B. Cuando le¨ª el guion identifiqu¨¦ alguna historia y gente que hab¨ªa conocido, historias mezcladas. Pero lo que m¨¢s me interes¨® fue la austeridad del planteamiento. Hab¨ªa menos barroquismo que otras veces. Hay algo muy hermoso en esta pel¨ªcula, muy limpio. Pedro ha depurado tanto su estilo que ahora hasta resulta minimalista.
Despu¨¦s de haber interpretado a personajes tan extremos como el de ?tame o el de La piel que habito, ?no le asust¨® m¨¢s este?
A. B. Cuando decid¨ª hacer la pel¨ªcula tom¨¦ una decisi¨®n: me iba a convertir en un soldado raso. No como una estrategia, sino de verdad. Quer¨ªa hacer un ejercicio real para entender en profundidad cada nota, cada indicaci¨®n. No quer¨ªa imponer mis ideas. Decid¨ª abrir bien los o¨ªdos, escuchar mucho. Si hac¨ªa esta pel¨ªcula, ten¨ªa que ser desde la humildad porque hay algo muy personal dentro. No se trata de si es o no una autobiograf¨ªa. Algunas cosas son suyas y otras las ha so?ado, pero s¨ª tengo claro que ¨¦l est¨¢ ah¨ª dentro como nunca y yo ten¨ªa que entrar en su alma.
¡°Este filme ten¨ªa que hacerse desde la humildad porque es muy personal. Decid¨ª escuchar mucho a Pedro¡±
?C¨®mo ha sido esta vez el trabajo actor-director?
A. B. Ni siquiera en los a?os ochenta, donde la din¨¢mica era muy juguetona, llegamos tan lejos como ahora.
P. A. Es que ¨¦ramos muy j¨®venes¡
A. B. Nunca me he sentido tan unido en un rodaje a Pedro como ahora y muy pocas veces en toda mi carrera me he sentido tan unido a un director. ?Ten¨ªa miedo? S¨ª. Pero ese miedo desapareci¨® al final de la primera semana. Entend¨ª que est¨¢bamos jugando a algo muy parecido y eso me dio mucha satisfacci¨®n. Comprobar que confiaba en m¨ª y yo en ¨¦l y que me dejaba las riendas.
?Y qu¨¦ han descubierto el uno del otro en esta pel¨ªcula?
A. B. Pedro es una persona muy creativa y con mucha personalidad, y eso, desgraciadamente, es rar¨ªsimo en el cine actual. Muy leal a su propia obra y a su propio lenguaje. Tiene fama de ser un hombre muy fuerte. Y lo es. Pero yo he descubierto una dulzura detr¨¢s que me emociona. El d¨ªa de la escena con Julieta Serrano en el balc¨®n de la casa est¨¢bamos los tres solos y cuando Pedro empez¨® a decir mi papel se qued¨® callado. Me asust¨¦, me di cuenta de la importancia que ten¨ªa para ¨¦l, para su vida, para sus cosas. Aunque esa conversaci¨®n con su madre no hubiese ocurrido, ¨¦l sent¨ªa que s¨ª. Que quiz¨¢ su madre pensaba as¨ª y ¨¦l quer¨ªa decirle que no ten¨ªa la culpa de ser como es. Quer¨ªa decirle a su madre que lo sent¨ªa mucho. Recuerdo que me abrac¨¦ a Pedro, y Julieta, que se cosc¨®, nos dej¨® solos. Fue muy bello porque me sent¨ª muy unido a ¨¦l. Y as¨ª ha sido en todo momento. El d¨ªa que acab¨® el rodaje, los dos terminamos llorando. Nos hemos conocido a otro nivel, en un lugar al que jam¨¢s pensamos que llegar¨ªamos.
P. A. Esta pel¨ªcula habla del paso del tiempo, de la herida del tiempo. Y su personaje es un hombre deteriorado porque ha vivido y por alguna enfermedad concreta. Y yo en Antonio noto esa herida. Hay algo distinto en ¨¦l, gestos en su cara que yo no hab¨ªa visto antes y que tiene que ver con la edad y tambi¨¦n, desgraciadamente, con el dolor. Cuando nos reencontramos, y aunque sigue siendo un chiquillo y afortunadamente conserva muchas cosas de cuando ten¨ªa 20 a?os, not¨¦ que hab¨ªa sufrido, que en ¨¦l estaba la huella del dolor. Antonio ha sufrido tres operaciones a coraz¨®n abierto, y esa experiencia, aunque no haga alarde de ello, se queda. Afortunadamente, es actor, y para un actor, como para un escritor, no existen las malas experiencias. Hasta la peor se transforma en otra cosa ante el ordenador o sobre un escenario.
A. B. Cuando sufr¨ª el ataque al coraz¨®n todo sucedi¨® muy r¨¢pido, pero esa misma noche una enfermera inglesa mayor y muy simp¨¢tica me dijo: ¡°Antonio, ahora te va a pasar una cosa: vas a estar muy triste porque, contrariamente a lo que la gente se cree, el coraz¨®n no solo manda sangre y ox¨ªgeno al cuerpo, sino que tambi¨¦n es un almac¨¦n de emociones, y hoy te lo hemos tocado. Tardar¨¢ en reponerse¡±. Le pregunt¨¦ que si iba a estar deprimido y me dijo que no, que solo triste. No se equivoc¨®.
Por muchas enfermedades que tenga, Salvador Mallo no se queja nunca.
P. A. No quer¨ªa que fuera lastimero ni autocompasivo. La queja no le sienta bien a nadie.
Se desnuda en la pel¨ªcula, pero, parad¨®jicamente, resulta muy pudorosa.
P. A. No tengo c¨¢lculo cuando escribo, pero en mi vida personal soy pudoroso. Siempre lo he sido.
?Se han peleado mucho trabajando?
A. B. Peleado, peleado, no. Pero que ¨¦l se ha enfadado conmigo, s¨ª. Y yo con ¨¦l, tambi¨¦n. Pero nunca ha llegado la sangre al r¨ªo.
Precisamente la pel¨ªcula narra el reencuentro con un actor del pasado ante el que el director entona un mea culpa por haber juzgado mal su trabajo. ?Qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de ese actor?
A. B. Es abstracto. No es nadie.
Pero s¨ª ha tenido fuertes conflictos con algunos de sus actores.
P. A. S¨ª, he tenido conocidas broncas. El personaje de Asier [Etxeandia] es un compendio de muchas historias. Quiz¨¢ no lo digo suficiente, pero lo ¨²nico que siento hacia todos los actores con los que he trabajado es absoluta gratitud. Esta pel¨ªcula es de alguna manera una reconciliaci¨®n con ellos, porque sin su talento y generosidad no soy nada. Admiro su fortaleza, porque hay que ser muy fuerte para hacer lo que hacen, y tambi¨¦n su fragilidad, porque sin ella ser¨ªa imposible llegar adonde llegan. Son mis aut¨¦nticos motores.
?Es la pantalla en blanco el gran fetiche de esta pel¨ªcula?
P. A. De la pel¨ªcula y de toda mi vida, de hecho es el ¨²nico fetiche al que le he sido fiel. La pantalla, hasta muda, ha sido para m¨ª una compa?era.
Esta obra cierra, en sus palabras, una trilog¨ªa involuntaria que se inici¨® con La ley del deseo y sigui¨® con La mala educaci¨®n¡ Precisamente 14 a?os despu¨¦s de La mala educaci¨®n parece que ha llegado el momento de hablar en p¨²blico de los abusos sexuales dentro de la Iglesia espa?ola. Aquel filme ya planteaba su da?o irreparable.
P. A. En nuestro pa¨ªs hay muchos problemas sin resolver y algunos que ni siquiera se afrontan. Cada vez que la Iglesia abre la boca respecto a los abusos es de un cinismo vergonzoso. Nuestros obispos, incluso el Papa, tratando de evitar la pluma en los seminarios para que no haya futuros curas homosexuales. Parece como si la homosexualidad para el Papa fuera sin¨®nimo de pederastia. Adem¨¢s de protegerse entre ellos, encubrirse, la Iglesia en Espa?a tiene la suerte de que los espa?oles (y espa?olas) somos muy vergonzosos socialmente hablando, se nos cae la cara de verg¨¹enza antes de denunciar un caso de abuso. La idea de salir en la prensa se vive como una especie de estigma para la familia. Yo he estudiado el bachillerato con los salesianos y los franciscanos y s¨¦ de lo que hablo. Especialmente de los salesianos.
A. B. Como muchos de los temas que Pedro ha ido filmando a trav¨¦s de su trayectoria, con La mala educaci¨®n se adelant¨® a lo que hoy es desgraciadamente uno de los mayores estigmas en la Iglesia. Todo crimen que tiene como v¨ªctimas a menores es en realidad un doble crimen porque marca de por vida a las personas que lo han sufrido y porque, cuando los abusos se producen, las v¨ªctimas se encuentran en un estado de indefensi¨®n absoluta. El cine, que sirve a muchos prop¨®sitos, tambi¨¦n se convierte en un arma de denuncia muy poderosa. Es una de sus funciones.
Dolor y gloria tiene cierto aroma de testamento cinematogr¨¢fico. A partir de ahora ser¨¢ dif¨ªcil ver cualquiera de sus pel¨ªculas sin tener esta en la cabeza. ?Por qu¨¦ ha sentido esa necesidad ahora?
P. A. Espero que no sea mi testamento cinematogr¨¢fico, quiero seguir haciendo pel¨ªculas, para m¨ª es tan esencial como para el protagonista de Dolor y gloria. Nunca s¨¦ por qu¨¦ elijo hacer una pel¨ªcula y no otra, aunque de forma inconsciente me mueven razones muy profundas. Pero no s¨¦ si soy yo quien elige a la pel¨ªcula o a la inversa. Sea como sea, la elecci¨®n es siempre inequ¨ªvoca.
A. B. Ay¡ Todos nos vamos haciendo mayores. Cuando pasan los a?os, al menos para m¨ª, te das cuenta de que hay un momento en el que solo cabe la verdad. Creo que Pedro ten¨ªa una necesidad visceral de enfrentarse a ciertas verdades¡ que tienen mayor peso, que reflexionan de forma muy directa sobre su propia vida, sobre la estela que vas dejando atr¨¢s, sobre la soledad, y quiz¨¢ tambi¨¦n sobre los remedios a los males propios, esos que pasan necesariamente por la generosidad y por la esperanza.?
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