Mithu Sanyal: ¡°Como ni?a, lo primero que aprendes es que est¨¢s en peligro¡±
Fue un ¨¦xito editorial con 'Vulva', sobre la historia cultural del genital femenino. Su nuevo libro, 'Violaci¨®n', resulta m¨¢s inc¨®modo. No pretende agradar

Vulva. La revelaci¨®n del sexo invisible (Anagrama, 2012) fue la consagraci¨®n de Mithu Sanyal. El libro despert¨® un enorme inter¨¦s y las editoriales casi se pegaban por publicar la segunda obra de la escritora alemana. Pero cuando se enteraron de que el tema y el t¨ªtulo iba a ser Violaci¨®n, lleg¨® la desbandada y todo fue mucho m¨¢s complicado. El texto ha visto finalmente la luz y se ha traducido a varios idiomas ¡ªahora al espa?ol (Reservoir Books)¡ª en un momento en el que el movimiento MeToo y el grito en Espa?a ¡°Hermana, yo s¨ª te creo¡± han llevado al primer plano del debate social y pol¨ªtico un tema cuyas ¡°convicciones b¨¢sicas, afianzadas como verdades consensuadas¡± la autora ha querido diseccionar. Y lo hace con las gafas de g¨¦nero puestas, peleando por desmontar roles a primera vista inamovibles.
Sanyal (D¨¹sseldorf, 1971) adelanta en su pr¨®logo que no pretende agradar a todo el mundo con un texto que se adentra en jardines altamente espinosos y en el que plantea muchas preguntas inc¨®modas, pero probablemente necesarias.
PREGUNTA. ?Por qu¨¦ ha decidido dedicar un libro de casi 300 p¨¢ginas a la violaci¨®n? ?Piensa que es un tema que no se trata lo suficiente?
RESPUESTA. Se habla mucho de la violaci¨®n, especialmente desde el MeToo, pero no sabemos por qu¨¦ hablamos de la manera que lo hacemos, y quise explorarlo. Antes hab¨ªa escrito sobre la historia cultural de la vulva y la gente, cuando daba conferencias, se acercaba a preguntarme sobre la violaci¨®n. Yo me enfadaba. Despu¨¦s me di cuenta de que no es que fueran sexistas, sino que ese es el relato cultural; el de los genitales masculinos como armas y la vagina como algo pasivo y desprotegido. Yo me cre¨ªa todo esto, pero cuando empec¨¦ a politizarme y a cuestionar lo que es t¨ªpicamente masculino y t¨ªpicamente femenino, y ver cu¨¢nto tiene de construcci¨®n cultural, pens¨¦ que ser¨ªa terrible si la ¨²ltima diferencia de g¨¦nero acaba siendo la propensi¨®n de un g¨¦nero a violar. Porque entonces la ¨²nica soluci¨®n ser¨ªa poner a todos los hombres en una isla.
P. ?La violaci¨®n responde a construcciones culturales?
R. Mi tesis es que la violaci¨®n es el crimen con mayor componente de g¨¦nero. Tenemos estas ideas sobre las v¨ªctimas y los que perpetran el crimen, pero a la vez es el crimen que m¨¢s influye en nuestra construcci¨®n de g¨¦nero. La primera informaci¨®n que recibes cuando eres una ni?a es que tienes que tener cuidado. Antes de tener cualquier informaci¨®n sobre sexo feliz y consensuado, lo primero que aprendes es que est¨¢s en peligro debido a tus genitales. Por otra parte, tenemos muchas dificultades como sociedad en reconocer la vulnerabilidad en los hombres y a los hombres como v¨ªctimas.
P. Pero las v¨ªctimas son por mayor¨ªa abrumadora mujeres.
¡°La violaci¨®n es uno de los pocos cr¨ªmenes en que debes probar que te ha afectado tremendamente¡±
R. Yo no digo que sea igual para hombres y mujeres, lo ¨²nico que digo es que no ayuda perpetuar la idea de que las mujeres son una especie en peligro y los hombres son personas indeseables. En parte, porque a m¨ª no me gusta sentirme en peligro. Eso es una de las cosas que aprend¨ª cuando era joven, d¨®nde puedo ir, especialmente por la noche. Mis mapas internos ven¨ªan condicionados por el hecho de ser mujer y me priv¨¦ de much¨ªsimas experiencias, como ir de vacaciones sola, ante la amenaza de ser violada. No quiero decir que sea todo lo mismo ni que no necesitemos centros de asistencia para las v¨ªctimas de violaciones, los necesitamos mucho y que est¨¦n bien financiados, eso es otra cosa. Lo que pienso es como sociedad c¨®mo prevenir los cr¨ªmenes y c¨®mo ayudar a las v¨ªctimas a recuperarse despu¨¦s.
P. Usted pone el foco en lo que pasa despu¨¦s de la violaci¨®n y hasta qu¨¦ punto las expectativas de los dem¨¢s complican la recuperaci¨®n. ?Qu¨¦ ayuda a una v¨ªctima?
R. Durante mucho tiempo no pensamos que la curaci¨®n era posible. Esperamos de las v¨ªctimas que est¨¦n rotas durante toda su vida, y eso tiene que ver tambi¨¦n en parte con el honor y con la construcci¨®n de g¨¦nero.
P. ?Qu¨¦ papel juega a¨²n el honor?
¡°No ayuda perpetuar la idea de que las mujeres son una especie en peligro y los hombres son indeseables¡±
R. Si una mujer perd¨ªa su honor, se esperaba de ella que se suicidara o que por lo menos se pasara su vida desgraciada. Si el duelo se terminaba, era un s¨ªntoma de que a lo mejor su honor no era tan grande. En la ley durante mucho tiempo la mujer ten¨ªa que demostrar a trav¨¦s de su dolor y su tristeza que hab¨ªa sido violada. Era un poco la misma ret¨®rica, como si honor y veracidad fueran intercambiables.
P. Pero el trauma est¨¢ ah¨ª y no desaparece tan f¨¢cilmente.
R. El trauma es absolutamente real y hay que tomarlo muy en serio, pero cuando hablamos del trauma de la violaci¨®n, consideramos que es algo autom¨¢tico. Las personas somos resilientes en muchos sentidos. Cuando se muere alguien querido, lo superamos y eso no quiere decir que lo queramos menos. Es uno de los pocos cr¨ªmenes que como v¨ªctima tienes que probar que te ha afectado tremendamente.
P. En Espa?a, en el caso de La Manada, uno de los argumentos de los abogados es que aparentemente la v¨ªctima no estaba tan triste y, por lo tanto, se lo podr¨ªa haber inventado.
R. Precisamente tener experiencias positivas es una parte muy importante del proceso de curaci¨®n. Hay gente que necesita salir a divertirse despu¨¦s y entonces es cuando empiezan a decirles que realmente no ha pasado.
P. Defiende el apoyo al agresor.
R. Eso es muy importante. Sabemos que hay posibilidades de reincidencia. Hay posibilidad de tratar a los violadores y no lo estamos haciendo adecuadamente. Como sociedad no sabemos c¨®mo tratarlos y de la misma manera que esperamos que las v¨ªctimas est¨¦n rotas de por vida, no sabemos tampoco cu¨¢ndo un violador puede ser reinsertado de nuevo en la sociedad. No podemos ignorar el problema y pensar que as¨ª desaparecer¨¢.
P. En su libro analiza el caso de La Manada. ?Qu¨¦ tiene de particular?
R. Me sorprendi¨® c¨®mo los agresores hablaban entre ellos y fanfarroneaban sobre c¨®mo iban a salir a violar. Me hace pensar en el tipo de conversaciones que se leen en Internet, conversaciones de odio contra las mujeres. Es una patolog¨ªa social que como sociedad tenemos que atacar y el derrumbe de la masculinidad es su peor forma.
P. Lo llama masculinidad t¨®xica.
R. Se trata de c¨®mo ellos se niegan a s¨ª mismos su humanidad y son t¨®xicos tambi¨¦n con otra gente, especialmente las mujeres. Como la feminidad t¨®xica, la hiperfeminidad de mujeres que tienen que ser como princesas. Es toda esta informaci¨®n de g¨¦nero, primero te contamina a ti y luego t¨² te vuelves nocivo para los dem¨¢s.
P. Usted trabaja el tema del consentimiento. De repente pareciera que se trata de f¨ªsica cu¨¢ntica ?Es tan dif¨ªcil saber cu¨¢ndo no es no?
R. Lidiamos con el consentimiento todo el tiempo, hasta cuando hacemos la cola del autob¨²s, pero no nos ense?an a hablar en la cama, donde se supone que debemos ser m¨¢s comunicativos. Yo hago talleres de consentimiento en la universidad y un tema que trabajamos con las mujeres es qu¨¦ quieren. A menudo no tienen ni idea, porque no nos ense?an. Te ense?an a pensar c¨®mo estar atractiva, si vas a gustar, pero no qu¨¦ quieres, qu¨¦ tipo de sexo te gusta. Y esa es una parte importante del consentimiento tambi¨¦n, saber qu¨¦ quieres y saber comunicarlo. En los talleres pasamos mucho tiempo ense?ando a las mujeres a decir que no y a los hombres a respetar ese no. Pero esa no es una sexualidad feliz, eso es solo el comienzo.
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