La caricia y la bofetada
Lo que m¨¢s admiro en S¨¢nchez Ferlosio es su insumisi¨®n frente a la dominaci¨®n y el poder, ya sea del Estado, la iglesia, el ej¨¦rcito o las instituciones culturales
¡°El que la caricia consista en un movimiento tangencial de la mano sobre la mejilla nos revela, igualmente, la heteronom¨ªa de su origen: tal tangencialidad toma el sentido de aprobaci¨®n, de amor o de amistad precisamente por contraposici¨®n a la perpendicularidad de la otra, m¨¢s primitiva, acci¨®n de la mano sobre la mejilla, eso es, el cachete o bofetada, que tiene el opuesto sentido de reprobaci¨®n, desamor u hostilidad¡±. Encuentro estas palabras de Rafael S¨¢nchez Ferlosio en La polic¨ªa y el Estado de derecho, ep¨ªlogo que escribi¨® para el libro Amedo, el Estado contra ETA, de Melchor Miralles y Ricardo Arques (1989). La cita es un par¨¦ntesis en una larga disquisici¨®n sobre c¨®mo se gest¨® la idea que sustenta que el Estado tiene el monopolio del ejercicio de la violencia, un tema que aparece asiduamente en la obra ensay¨ªstica de S¨¢nchez Ferlosio. En este ep¨ªlogo (disponible tambi¨¦n en el volumen 2 de sus ensayos reunidos, editados por Debate), S¨¢nchez Ferlosio hace un recorrido desde Tuc¨ªdides hasta Carl Schmitt, explorando la relaci¨®n entre guerra, justicia, derecho y legitimidad de la violencia del Estado. Expone que ¡°la noci¨®n misma de legitimidad no hab¨ªa podido nacer del id¨ªlico modelo que la funda en el libre y pac¨ªfico consenso, pues bajo tal supuesto habr¨ªa sido una noci¨®n perfectamente innecesaria. Su necesidad remite, por contraposici¨®n y correcci¨®n, al modelo diametralmente opuesto; el de la capitulaci¨®n por el que el vencido hace leg¨ªtimo sobre s¨ª mismo y aun contra s¨ª mismo el derecho de guerra del vencedor¡±. La caricia no se origina de por s¨ª, sino por el imperativo de la bofetada; el gesto que apacigua nace del gesto que agrede. La heteronom¨ªa de la obediencia es, entonces, el imperativo de la violencia.
La caracter¨ªstica que m¨¢s admiro en el pensamiento de S¨¢nchez Ferlosio es su insumisi¨®n frente a la dominaci¨®n y el poder, ya sea el que irradia del Estado, la iglesia, el ej¨¦rcito o las instituciones culturales. Era insumiso ante los esquemas que reducen la realidad a interpretaciones simplistas y maniqueas, ya que ¨¦stas incitan al aborregamiento, al pensamiento ¨²nico y de ah¨ª a la violencia, al rechazo del que es diferente a m¨ª. Construir la identidad propia en la superioridad frente a otro, ya sea por motivos pol¨ªticos (qui¨¦n pertenece o no a una comunidad de deseo nacional, qui¨¦n dependiendo de su origen y situaci¨®n econ¨®mica es bienvenido en mi pa¨ªs, etc¨¦tera.), ya sea por motivos morales (qui¨¦n es bueno, qui¨¦n malo; qui¨¦n es decente, qui¨¦n indecente; qui¨¦n es normal, qui¨¦n no), nos convierte, seg¨²n S¨¢nchez Ferlosio, en ¡°d¨¦biles morales¡±. As¨ª lo propone en el texto titulado La conciencia d¨¦bil se lava con sangre, donde poniendo como ejemplo el personaje de ¡°she?riff justiciero¡± se?ala que ¡°el d¨¦bil moral, el riguroso, el duro justiciero, trata al presunto malo como a un perro, para poder decirse: Es un perro, un verdadero perro¡±. Esta interpretaci¨®n simplista lleva a una violencia extrema porque cuando convertimos al otro en perro desde esa seguridad y superioridad moral, la conciencia deja de ejercitarse, tenemos toda la justificaci¨®n (que no la justicia) para borrar su humanidad. ¡°Matado el perro, se acab¨® la duda¡±, concluye S¨¢nchez Ferlosio.
Leer a S¨¢nchez Ferlosio hoy ilumina nuestro presente. Piensen en cu¨¢nto sheriff justiciero anda suelto en nuestro panorama pol¨ªtico actual. Por desgracia, este l¨²cido pensador ha muerto, pero nos quedan sus textos, donde siempre podremos encontrar la caricia y la bofetada.
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