Comprando un coche nuevo no salvar¨¢s el mundo (tampoco uno el¨¦ctrico)

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El transporte rodado es la principal fuente de contaminaci¨®n en las ciudades, un problema que causa graves enfermedades cr¨®nicas y miles de muertes prematuras, y que afecta especialmente a colectivos vulnerables como la infancia.

Por si fuera poco, este mismo sector es el que mayores emisiones de gases de efecto invernadero libera a la atm¨®sfera: es el responsable del 26% en Espa?a.

La necesidad de actuar frente a este problema es imperiosa, pero a la vez conlleva decisiones pol¨ªticas complejas y valientes que casi siempre se evitan. La soluci¨®n ¨®ptima ser¨ªa la reducci¨®n hasta la m¨ªnima expresi¨®n del uso privado del coche, pero cualquier intento se ha visto y se ver¨¢ con la gran barrera que construye la industria del autom¨®vil en contra de un cambio de estas caracter¨ªsticas.

La ¨²ltima acci¨®n ante lo que se pueda producir es una campa?a de la patronal del autom¨®vil que defiende que es mejor en coche nuevo. Mejor para sus beneficios econ¨®micos, desde luego, pero nefasto para el inter¨¦s general. Los coches nuevos no enfr¨ªan el planeta, y rara vez lograr¨¢n una m¨ªnima mejor¨ªa en la calidad del aire.

Empecemos por la calidad del aire. La semana pasada imputaron a Martin Winterkorn, el que fuera CEO de Volkswagen en 2015, por la estafa de las emisiones contaminantes de sus veh¨ªculos. Aunque la historia de Volkswagen ha sido la que m¨¢s ha trascendido, la marca no es la ¨²nica que oculta sus emisiones. La mayor¨ªa de los coches m¨¢s nuevos que circulan en las ciudades europeas expulsan por su tubo de escape emisiones hasta 18 veces por encima de los niveles permitidos por los est¨¢ndares de emisiones Euro. Aunque en los coches di¨¦sel m¨¢s modernos, los Euro 6, hay algunas mejor¨ªas, contaminan mucho m¨¢s de lo que prometieron.

Es cierto que ha habido mejoras en la eficiencia de los veh¨ªculos, pero las emisiones medias de los coches no hacen sino aumentar

El mantra mil veces repetido por los fabricantes de que la renovaci¨®n de la flota ayudar¨¢ a paliar los problemas de contaminaci¨®n atmosf¨¦rica no se cumple. El Ayuntamiento de Edimburgo encarg¨® un modelo que mostraba qu¨¦ pasar¨ªa si solo los veh¨ªculos m¨¢s modernos, con bajas emisiones (los que en Espa?a llevan etiqueta C), entraran en la ciudad. Observaron que, a¨²n as¨ª, habr¨ªa puntos en los que la concentraci¨®n de contaminantes estar¨ªa por encima de lo permitido. El modelo determin¨® que era necesario reducir el n¨²mero de veh¨ªculos.

En el caso de las emisiones de CO₂ el caso es a¨²n peor. Es cierto que ha habido mejoras en la eficiencia de los veh¨ªculos, pero las emisiones medias de los coches no hacen sino aumentar. En el a?o 2018 la media de emisiones de los veh¨ªculos matriculados en Espa?a fue de 119 gramos CO₂ por kil¨®metro, dos gramos por encima del a?o anterior. Seg¨²n el ICCT, la entidad que destap¨® el Dieselgate, el aumento de emisiones se debe al aumento del peso de los veh¨ªculos (y no a un aumento de ventas los veh¨ªculos gasolina, como afirman los fabricantes).

Los coches son cada vez m¨¢s pesados, y adem¨¢s se est¨¢ generalizando la compra de los SUV o todocamino, coches mucho m¨¢s pesados y con mayor consumo que una berlina convencional. La presencia de estos veh¨ªculos ha aumentado en un 700% en los ¨²ltimos a?os en la UE, seg¨²n la estad¨ªstica anual del ICCT, lo que contribuye al aumento de las emisiones que calientan el planeta.

A esto hay que a?adir que la propia fabricaci¨®n de los veh¨ªculos conlleva emisiones de CO₂. De hecho, seg¨²n un estudio de la organizaci¨®n Transport & Environment, la vida media ideal de un veh¨ªculo, para optimizar las emisiones, deber¨ªa estar entre los 15 y los 20 a?os. La de la flota espa?ola es de 12 a?os, no tan vieja como dice la industria.

Rechazadas estas posibilidades, la industria empieza a sacar el as que guarda celosamente en la manga: el veh¨ªculo el¨¦ctrico. Es cierto que este elimina la mayor parte las emisiones contaminantes en las ciudades. Tambi¨¦n lo es que sus emisiones de gases de efecto invernadero en el ciclo de vida son menores que en el caso de los veh¨ªculos de combusti¨®n. Pero no nos dejemos enga?ar, tampoco son ninguna panacea.

Los coches el¨¦ctricos siguen necesitando energ¨ªa y recursos (entre ellos minerales muy escasos). Podr¨¢n moverse mediante energ¨ªas renovables, pero no parece f¨¢cil abastecer al mundo exclusivamente con ellas y mover adem¨¢s todos los coches que tenemos mediante estas energ¨ªas.

Los veh¨ªculos el¨¦ctricos no solucionar¨¢n problemas como la congesti¨®n en las ciudades, la ocupaci¨®n de espacio p¨²blico ni reducir¨¢n las infraestructuras costos¨ªsimas que necesitan para moverse.

Salvar el planeta, o m¨¢s bien mantener las condiciones extraordinarias en las que vivimos en la actualidad, requiere de un cambio profundo en el sistema que en el sector del transporte debe pasar por una disminuci¨®n paulatina de los veh¨ªculos privados.

Dicho esto, nos queda plantear c¨®mo reconvertir la industria del autom¨®vil, qu¨¦ estrategia seguir para no perder esos miles de empleos que sostiene. Pero hay alejarse del ingenuo planteamiento de que un coche nuevo salvar¨¢ el planeta.

Nuria Bl¨¢zquez es responsable de Transporte de Ecologistas en Acci¨®n.

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