Hijos de los vencedores
Javier Muguerza y Javier Pradera fueron detenidos y encarcelados en enero de 1958 por la polic¨ªa franquista
Era Javier Muguerza un beb¨¦ reci¨¦n nacido cuando un grupo de milicianos de la Federaci¨®n Anarquista Ib¨¦rica, la FAI, irrumpi¨® en la casa familiar de Co¨ªn para llevarse detenido a su abuelo, con la excusa de presentarlo ante un juzgado de la capital. El padre de Javier y sus cuatro hermanos, reunidos para proteger al abuelo, dijeron a los milicianos que si se lo llevaban a ¨¦l tendr¨ªan que llev¨¢rselos tambi¨¦n a ellos para acompa?arle en el camino y asegurarse de que lo entregaban al juez. Y as¨ª salieron de Co¨ªn los cinco hermanos junto a su padre, y as¨ª fue como todos encontraron la muerte camino de M¨¢laga.
Javier Muguerza, que no acostumbraba a hablar de esta horrible matanza, se sinti¨® en la necesidad de aclarar varias d¨¦cadas despu¨¦s, y ante las mentiras que tantas veces rodean el recuerdo de tantos hechos de aquellos meses aciagos, que su abuelo era abogado y ¡°terrateniente menor y provinciano¡±, que su padre era farmac¨¦utico y sus t¨ªos ten¨ªan profesiones liberales, un m¨¦dico y tres abogados, y que ninguno de ellos hab¨ªa tenido nada que ver con Falange; el m¨¦dico se consideraba disc¨ªpulo y correligionario de Juan Negr¨ªn, y el notario era un republicano que hab¨ªa sido disc¨ªpulo de Fernando de los R¨ªos.
Lejos de Co¨ªn, en San Sebasti¨¢n, el padre de Javier Pradera, encarcelado en Ondarreta d¨ªas despu¨¦s de que tambi¨¦n su abuelo, V¨ªctor Pradera, lo hubiera sido en la misma c¨¢rcel, encontr¨® la muerte cuando otro grupo de milicianos, en retirada ante el avance de las tropas rebeldes, asalt¨® la c¨¢rcel y dej¨® tras de s¨ª los cad¨¢veres de padre e hijo, asesinados ambos en los primeros d¨ªas de septiembre de 1936. Javier, que en abril hab¨ªa cumplido los dos a?os de edad, tampoco acostumbraba a hablar de los asesinatos de su padre y de su abuelo y se preguntaba en las ¨²ltimas semanas de su vida, cuando por fin se hab¨ªa animado a escribir unas memorias, por qu¨¦ nunca hab¨ªa indagado las circunstancias de sus muertes ni la filiaci¨®n pol¨ªtica de sus asesinos. Recordaba, eso s¨ª, que cada noche, antes de acostarse, rezaba una oraci¨®n por el padre y el abuelo asesinados.
Cuando hab¨ªan pasado veinte a?os de estas matanzas, Javier Muguerza y Javier Pradera fueron detenidos en enero de 1958 por la polic¨ªa franquista y encarcelados, el primero en Carabanchel y el segundo en prisiones militares de Alcal¨¢ de Henares, hasta que, por un indulto concedido con motivo de la elecci¨®n del cardenal Roncalli como papa Juan XXIII, recobraron la libertad en noviembre del mismo a?o. Muguerza aprovech¨® aquellos meses para zamparse la Cr¨ªtica de la raz¨®n pura, de Kant; y es seguro que Pradera se aplic¨®, gracias a la benevolencia de sus carceleros hacia el nieto de un protom¨¢rtir, a la lectura de El capital, de Marx, y de aquel concienzudo estudio de su pensamiento escrito por el jesuita Jean-Yves Calvez, un best seller entre militantes del Partido Comunista y compa?eros de viaje. Kant y Marx le¨ªdos en prisi¨®n por dos j¨®venes que hab¨ªan cursado bachillerato en el colegio de El Pilar¡ Qu¨¦ cosas pasaban entonces.
Y vienen hoy los dos a esta p¨¢gina porque ambos tuvieron mucho que ver, por su participaci¨®n en la rebeli¨®n universitaria de febrero de 1956, en un manifiesto distribuido por Madrid el 1 de abril de ese a?o en el que aquellos universitarios se presentaban por vez primera como hijos de los vencedores dentro de un nosotros que comprend¨ªa a hijos de los vencidos. ¡°Nosotros, hijos de los vencedores y de los vencidos¡± fue el nombre del nuevo sujeto pol¨ªtico que miraba hacia atr¨¢s, hacia la Guerra Civil, para hablar de ella como in¨²til matanza cuya herencia era preciso clausurar por medio de una pol¨ªtica que ese mismo a?o ser¨¢ bautizada por el Partido Comunista como de reconciliaci¨®n nacional.
Todav¨ªa muchos a?os despu¨¦s, en 2010, al responder a la maledicencia que acerca de su padre hab¨ªa aparecido en un estudio sobre intelectuales, Muguerza hablar¨¢ de la ¡°maldita Guerra Civil¡± y del significado de ¡°volver la mirada atr¨¢s¡±, un ejercicio peligroso, escribi¨®, contra el que nos precaven muy diversas mitolog¨ªas, Lot y su mujer, Orfeo y Eur¨ªdice. Ellos, Javier Muguerza, Javier Pradera, miraron atr¨¢s sin perder el futuro, sin quedar convertidos en estatuas de sal ni verse arrastrados al fr¨ªo silencio del Hades. Es la deuda impagable que con ellos contrajimos quienes vinimos despu¨¦s, la deuda que los mantiene siempre vivos en nuestra memoria.
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