C¨®mo la protecci¨®n social puede empoderar a las mujeres
Las mujeres no solo necesitan oportunidades de empleo; tambi¨¦n hace falta un apoyo social que explique el verdadero alcance de sus responsabilidades
Vivir con dignidad y libre de necesidades es un derecho humano fundamental. Un factor crucial para lograrlo es la seguridad social, que se ocupa de que la gente pueda escapar a la pobreza y la inseguridad. Por eso la protecci¨®n social se encuentra al centro de las estrategias para acabar con la pobreza global para 2030, el primero de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Pero para que estas estrategias funcionen debemos ir m¨¢s all¨¢, especialmente con respecto a las mujeres.
En los ¨²ltimos a?os, muchos pa¨ªses ¡ªespecialmente en ?frica, Asia y Am¨¦rica Latina y el Caribe¡ª han dado grandes pasos para mejorar la protecci¨®n social. Pero la mayor¨ªa de las pol¨ªticas e iniciativas son inadecuadas, y cerca de 4.000 millones de personas todav¨ªa carecen de ella. Las mujeres est¨¢n m¨¢s expuestas, ya que son las principales proveedoras de trabajo no remunerado.
El tema de la protecci¨®n social fue una de las grandes prioridades de la agenda del 63.? per¨ªodo de sesiones de la Comisi¨®n de la Condici¨®n Jur¨ªdica y Social de la Mujer de la ONU, que se celebr¨® el pasado marzo. Organizaciones no gubernamentales, activistas, autoridades y acad¨¦micos llamaron a apoyar la integraci¨®n de mujeres en el mercado del trabajo, con iniciativas para estimular el empleo y la provisi¨®n de asistencia social, tales como servicios de guarder¨ªa. Se?alando a pa¨ªses exitosos como Islandia y Noruega, los participantes estuvieron de acuerdo en que solo en un marco de igualdad, sin brechas salariales determinadas por el g¨¦nero, puede hacerse realidad el pleno potencial de las ni?as y las mujeres.
La presi¨®n sobre las madres solteras es particularmente intensa
El primer paso para definir estrategias eficaces es comprender m¨¢s a fondo las luchas de muchas mujeres por intentar conjugar enormes responsabilidades. M¨¢s all¨¢ del trabajo dom¨¦stico invisible de limpieza y crianza, a menudo se espera de las mujeres de hogares de bajos ingresos que contribuyan en lo econ¨®mico. Por ejemplo, la mayor parte de los funcionarios de cara al p¨²blico en los sectores de servicios estatales son mujeres.
La presi¨®n sobre las madres solteras es particularmente intensa. Serlo en cualquier contexto ya significa un reto. Pero lo es mucho m¨¢s para una mujer pobre con una educaci¨®n o formaci¨®n limitadas, y poco o ning¨²n acceso a la protecci¨®n o la asistencia social. Si a eso se a?ade el discurso despectivo sobre las madres solteras y la cultura de la dependencia, la situaci¨®n puede volverse abrumadora.
Y, sin embargo, esa es la realidad que enfrentan las mujeres en varios pa¨ªses. Por ejemplo, en Sud¨¢frica los adultos en edad laboral no reciben ayudas de ning¨²n tipo a menos que est¨¦n discapacitados. Si bien existe un programa de beneficios orientado a personas de menos recursos para las personas a cargo del cuidado primario de los ni?os, el Child Support Grant, los fondos otorgados con insuficientes para satisfacer las necesidades de estos. Y, en todo caso, a menudo las comunidades miran en menos a quienes aceptan esta ayuda social.
Sin apoyo social, las madres pobres se ven ante un dilema imposible: dejar a sus hijos sin un cuidado o renunciar a trabajar
En Hait¨ª, las que buscan de empleo s¨ª reciben un grado de apoyo, mediante iniciativas como la organizaci¨®n local Fonkoze. Pero se presta poca atenci¨®n a los retos espec¨ªficos que enfrentan las mujeres, de quienes tambi¨¦n se espera que sigan actuando como cuidadoras principales de sus familias.
Sin apoyo social, las madres pobres a menudo se ven ante un dilema imposible: dejar a sus hijos sin un cuidado de calidad o renunciar a un ingreso que necesitan desesperadamente. En los casos en que la provisi¨®n de seguridad social para madres pobres est¨¢ ligada a la obligaci¨®n de buscar trabajo, incluso esa opci¨®n se les quita.
Las mujeres no buscan dinero gratis
Para dar respuesta a estos desaf¨ªos ser¨¢ necesario que los Gobiernos ampl¨ªen y redise?en sus programas de protecci¨®n social. Para comenzar, es importante reconocer que las mujeres no buscan simplemente dinero gratis. Si bien los j¨®venes pueden tender a sentir m¨¢s verg¨¹enza sobre recibir un ingreso no ganado, debido a las expectativas culturales de que los hombres deben cumplir el papel de proveedor, las j¨®venes tambi¨¦n tienden a verse como proveedoras, no simplemente como criadoras de hijos.
La evidencia de los programas de transferencia de efectivo dirigidos a las zonas de pobreza rurales en Malawi y Lesoto refuerza esta conclusi¨®n. Si bien las mujeres pobres aprecian un dinero que necesitan mucho, a menudo se sienten inc¨®modas con su condici¨®n de ser receptoras de beneficios p¨²blicos, y est¨¢n m¨¢s que dispuestas a hacer contribuciones productivas a sus familias y comunidades. Por eso resulta crucial darles oportunidades genuinas de generaci¨®n de ingresos, en vez de simplemente distribuir peque?os pagos que las mantienen cerca de la l¨ªnea de pobreza.
Solo en un marco de igualdad puede hacerse realidad el pleno potencial de las ni?as y las mujeres
M¨¢s a¨²n, no todas las mujeres tienen como ¨²nica meta el ser madres. Las mujeres tienen sus propias ambiciones, que pueden incluir el prestar sustento a sus familias, como madres o sostenes econ¨®micos, pero ese no es siempre el caso. Necesitan un apoyo que les permita elegir las contribuciones que deseen hacer, y acceder a un trabajo relevante y significativo.
Implicar a hombres y otros encargados de cuidados es crucial para desarrollar sistemas de protecci¨®n social que funcionen para las mujeres, aunque esto debe ir acompa?ado de servicios sanitarios y escuelas de calidad y asequibles, adem¨¢s de otros servicios. Los programas centrados en impulsar la protecci¨®n social y ampliar las oportunidades de empleo para las mujeres deben ajustar el lenguaje que usan, a fin de poner en tela de juicio los supuestos de que las mujeres deben ser las proveedoras principales de trabajo no remunerado. Finalmente, se deber¨ªan tomar iniciativas para fortalecer las relaciones comunitarias, con el fin de revivir el tipo de cuidado infantil que predominaba antes de que se impusiera el ideal del hogar autocontenido, con un proveedor masculino y una encargada femenina del hogar y los hijos.
Existen evidencias de todo el mundo que demuestran la urgente necesidad de pol¨ªticas e iniciativas de protecci¨®n social que posibiliten no solo la supervivencia, sino tambi¨¦n la prosperidad de las mujeres. Esto significa darles el apoyo que necesitan para participar en la fuerza de trabajo (lo que incluye educaci¨®n y formaci¨®n) al tiempo que se tiene en cuenta el verdadero peso de sus responsabilidades. Por encima de todo, significa empoderarlas para escoger el equilibrio entre empleo y atenci¨®n del hogar que m¨¢s les convenga.
Phakama Ntshongwana es directora del Campus Missionvale en la Universidad Nelson Mandela de Sud¨¢frica. Nicola Ansell es profesora de geograf¨ªa humana en la Universidad Brunel de Londres. Keetie Roelen es investigadora y codirectora del Centro de Protecci¨®n Social del Instituto de Estudios del Desarrollo. Traducido del ingl¨¦s por David Mel¨¦ndez Tormen. Copyright: Project Syndicate, 2019.
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