Los ni?os se usan para mantener la econom¨ªa b¨¦lica de las guerras
Virginia Gamba, representante especial de la ONU para la Infancia y los Conflictos Armados, quiere sacarlos de all¨ª para romper el ciclo de la violencia
Los ni?os han pasado de ser las v¨ªctimas m¨¢s vulnerables de la guerra a convertirse tambi¨¦n en el centro de las luchas armadas. Los choques entre Estados, y entre grupos paramilitares o de resistencia, necesitan menores para mantener su propia econom¨ªa b¨¦lica. Reclutados a la fuerza como soldados, o bien vendidos, en especial las ni?as, como esclavas sexuales o sirvientas, los menores son hoy ¡°el combustible que mantiene viva la contienda en ?frica, Oriente Medio y Asia¡±. Lo dice Virginia Gamba, representante especial del Secretario General de la ONU para la Infancia y los Conflictos Armados, que ha dedicado tres d¨¦cadas a la b¨²squeda de la paz y seguridad mundial, y sostiene: ¡°Hay que sacarlos de all¨ª para acabar con este ciclo violento¡±.
Gamba estuvo la pasada semana en el Palacio de la Paz, en La Haya, durante el lanzamiento de la campa?a internacional de Save the Children para parar la guerra contra los ni?os, y describe con claridad la evoluci¨®n de los que est¨¢n inmersos en las luchas de los adultos. ¡°En las dos guerras mundiales hab¨ªa sobre todo hu¨¦rfanos. Muchos, pero ahora las v¨ªctimas son todav¨ªa m¨¢s numerosas, porque los conflictos duran m¨¢s a?os. Participan actores estatales y no estatales, y necesitan menores que luchen. Que hagan de informantes y pisen las minas enterradas para proteger al comandante que les oprime, y a sus mandos. El 30% de estos ni?os muertos saltaron por los aires con una mina; son carne de ca?¨®n en el sentido m¨¢s literal. Asimismo, los l¨ªderes guerrilleros precisan ni?as y jovencitas que trabajen en las comunidades inestables que crean. Son casadas a la fuerza, violadas y vendidas, y todo eso es dinero en una guerra. Tal vez la gente no lo vea, pero al negociarse con ellos, los ni?os mantienen vivo el conflicto contra su voluntad¡±, dice.
En los pa¨ªses m¨¢s afectados por las luchas, la poblaci¨®n es muy joven. Como en la Rep¨²blica Centroafricana, donde el 50% tiene menos de 20 a?os [de 4,6 millones habitantes]. O en Sud¨¢n del Sur, donde el 70% tiene menos de 20 a?os, y un 40% menos de 16 [de 13 millones de habitantes], seg¨²n indica la propia experta, que califica de ¡°amorfa¡±, la expresi¨®n ¡°comunidad internacional¡±. Se apela a ella para que responda en momentos de emergencia, ¡°cuando seguimos inmersos en el concepto de Estado naci¨®n, y podemos acudir a una misi¨®n de paz a un territorio sin ver que el problema es regional, y no solo local¡±. ¡°Se opera dentro de una frontera, cuando en la propia frontera entre dos Estados tambi¨¦n pasan cosas, pero carecemos de las herramientas para actuar¡±.
Despu¨¦s de las vidas segadas, la gran perdedora es la educaci¨®n
La experta de la ONU tiene un problema a?adido de dif¨ªcil soluci¨®n, porque afecta a la percepci¨®n de seguridad de los pa¨ªses con yihadistas que viajaron a Siria e Irak con sus hijos, o bien los tuvieron all¨ª. Gamba quiere convencer a los distintos Gobiernos de que repatrien a los menores que han estado en manos del Estado Isl¨¢mico (ISIS), para rehabilitarlos y facilitar su reinserci¨®n. Si cabe, tambi¨¦n para juzgar sus actos. Sabe que no es f¨¢cil, porque es un grupo que no parece encajar en la categor¨ªa de ni?o soldado, considerado siempre una v¨ªctima de los adultos. Sin embargo, mientras el ni?o soldado ¡°cl¨¢sico¡±, por as¨ª llamarlo, ha padecido secuestros y alistamientos forzosos, el adoctrinamiento a que han sido sometidos los que han vivido en territorios controlados por el ISIS los convierte en un peligro nacional para las autoridades y ciudadanos occidentales. ¡°Nadie quiere hacerse cargo de ellos por temor a lo que han visto, y sobre todo, porque han podido ser adiestrados en el odio y el uso de armas desde los nueve a?os. Pero Naciones Unidas, Cruz Roja y las ONG humanitarias no tienen dudas: son v¨ªctimas y tienen el derecho internacional a su favor. Si hay que juzgarlos, que sea en un pa¨ªs de origen, m¨¢s cuando tienen un sistema judicial de larga data. Hay que buscar una soluci¨®n entre todos¡±, dice.
Despu¨¦s de las vidas segadas, en estos conflictos la gran perdedora es la educaci¨®n, con escuelas destruidas o cerradas y maestros perseguidos, huidos o muertos. Si los ni?os salen del entorno brutal, el problema inmediato es disponer de fondos para cubrir sus necesidades educativas. Seg¨²n Virginia Gamba, ¡°suele haber dinero para ayudar a los excombatientes, pero los menores no entran en esa categor¨ªa, y hay poco para su reintegraci¨®n¡±. ¡°Unicef es la primera puerta a la que se llama, y luego a las ONG, aunque entre tres y ocho meses, que es el promedio de seguimiento de uno de estos ni?os, apenas se les puede hacer un an¨¢lisis psicol¨®gico y ense?arles un oficio¡±. De ah¨ª que est¨¦ preparando tres estudios espec¨ªficos para averiguar, por este orden, si se quebr¨® el ciclo violento que arrastr¨® al menor, cu¨¢l ser¨ªa el programa adecuado para su reinserci¨®n [cree que deber¨ªa durar cinco a?os como m¨ªnimo], y el presupuesto disponible. Lo llama educaci¨®n de emergencia.
La voz de los ni?os soldado
Ishmael Beah tiene 38 a?os, y entre los 13 y los 16 fue un ni?o soldado en Sierra Leona, su tierra natal. Arrancado de su familia, que fue asesinada, las tropas gubernamentales le obligaron a luchar contra los rebeldes y le pusieron un apodo: Serpiente Verde. Drogado por sus superiores y armado con un fusil AK-47 (Kal¨¢shnikov), no recuerda a cu¨¢nta gente tuvo que matar, y reconoce que sin la ayuda de Unicef y sin su madre adoptiva, Laura Simms, una escritora estadounidense, no ser¨ªa hoy embajador de buena voluntad de la agencia de la ONU para la infancia. Es una labor que hace con gusto porque dice que "a los ni?os soldado se les ponen etiquetas, como si no supieran pensar".
?l pudo ir a la universidad, ha escrito un libro de ¨¦xito sobre sus recuerdos del pasado, titulado Un largo camino. Memorias de un ni?o soldado (Rba Libros), y asegura que sacarlos de la guerra es algo m¨¢s que una parte obligada de los acuerdos de paz. "Es muy dif¨ªcil recuperarse, porque hay que aprender que no hay vidas que valgan m¨¢s que otras. Que toda la vida es valiosa, y cuando se hacen cargo de nosotros, a veces nos marginan de nuevo. Con la mejor intenci¨®n, te llevan a un centro en tu propia regi¨®n o cerca de su antigua casa, donde hay comida y agua corriente, cosas que puede no tener el pueblo vecino. Y la gente te se?ala. Piensan que nos tratan mejor que a ellos, despu¨¦s de lo que hicimos. Recibes un poco de ayuda psicol¨®gica y otro poco de educaci¨®n, y sales meses despu¨¦s, as¨ª que reintegrarse puede ser muy dif¨ªcil".
Beah estuvo en Holanda apoyando la campa?a de Save the Children para librar a los ni?os de las guerras, y pide que se escuche a los menores. Cuenta que en Sierra Leona lleg¨® a ser teniente y ten¨ªa mando en una situaci¨®n espantosa, "y para sentirte ¨²til y no recaer en la violencia, necesitas una oportunidad". Lo que pide para los antiguos ni?os soldado son los mismos derechos que para el resto de los menores. "Que se les pregunte qu¨¦ quieren ser, en lugar de ense?arles a reparar coches donde se necesitan m¨¦dicos, abogados o arquitectos. Solo con una educaci¨®n primaria no se llega lejos". Su labor en Unicef es un intento de darle voz a una infancia maltratada, pero con los mismos sue?os del resto, "porque el silencio es terrible", concluye.
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