Ni?os soldado: un engranaje imprescindible de la maquinaria de hacer dinero
Desde hace a?os, se habla de unos 300.000 menores enrolados en guerras por fuerza. Pero son m¨¢s. Y ocuparse de ellos ya no est¨¢ de moda
La din¨¢mica cambiante de los conflictos y la intensificaci¨®n de los enfrentamientos armados son responsables directos del aumento en el reclutamiento de ni?as y ni?os para ser usados como soldados en todos los conflictos que tiene lugar en este mismo instante. Sobre todo en ?frica, que es el continente que acoge el mayor n¨²mero: Rep¨²blica Centroafricana, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Somalia, Sud¨¢n del Sur, Sahel, Nigeria, N¨ªger, Camer¨²n, Chad, Libia¡ Pero tambi¨¦n en otras partes del mundo: Rep¨²blica ?rabe Siria, Yemen, Irak, Myanmar, Afganist¨¢n¡
A pesar de todos los esfuerzos que Unicef y otras organizaciones internacionales realizan, el n¨²mero de ni?as y ni?os soldados no disminuye. Desde hace a?os, se habla de unos 300.000, una cifra que no se mueve; al rev¨¦s, da la impresi¨®n de que cada vez son m¨¢s.
Hasta no hace mucho, en ?frica la mayor¨ªa de los menores eran secuestrados por los grupos armados que luego deb¨ªan utilizar la violencia y la manipulaci¨®n para convertirlos en soldados. Hoy, son muchos los que se unen voluntariamente a las facciones que toman parte en los combates, sobre todo en los conflictos de larga duraci¨®n. Huyen de la pobreza, del hambre, de la falta de oportunidades educativas o laborales. Muchos han crecido en medio a la violencia y no conocen otra forma de vida, por lo que es normal que terminen empu?ando un arma. Es dudoso, cuando no existen otras alternativas para estos menores, que podamos hablar de alistamiento voluntario. Si no deja de ser la ¨²nica opci¨®n, salida, que tienen delante, ?c¨®mo pueden optar por algo distinto, por la paz?
?Y las ni?as?
Como m¨ªnimo, el 40% de estos menores soldados son ni?as y chicas adolescentes que, al igual que los ni?os, empu?an armas, participan en acciones b¨¦licas, se ocupan de labores domesticas y viven reproduciendo un patr¨®n de comportamiento competitivo y agresivo. Pero, adem¨¢s, en la mayor¨ªa de los casos, tambi¨¦n son utilizadas como esclavas sexuales. Y, a pesar de todo ello, son invisibles. Se sigue asociando menor soldado con var¨®n que participa en combate y cuesta ver a las ni?as.
Esto es responsable de que no se dise?en programas espec¨ªficos que den respuesta a sus necesidades. De hecho, son pocas las que llegan a los centros de rehabilitaci¨®n de menores soldados, muchas mueren a consecuencia de los abusos sexuales, otras se quedan como esposas de los excombatientes ante el temor a ser repudiadas por sus familias. La gran mayor¨ªa suele sufrir rechazo por haber mantenido relaciones sexuales, aunque hayan sido forzadas, e incluso tenido hijos, fuera del matrimonio a la hora de su reinserci¨®n en la sociedad. Esto empuja a muchas de ellas a la prostituci¨®n como ¨²nico modo de ganarse la vida una vez fuera del grupo armado.
Recordemos que se utilizan ni?as y ni?os como soldados porque existen conflictos violentos que se prolongan en el tiempo. La mayor¨ªa de los medios de comunicaci¨®n intentan vender las guerras africanas como disputas religiosas o ¨¦tnicas, pero eso es mentira, todas responden a razones econ¨®micas o de control geoestrat¨¦gico.
Detr¨¢s de cada guerra suele haber una materia prima o intereses pol¨ªticos y comerciales de una parte de Occidente (o China): fueron los diamantes de sangre de Sierra Leona, lo es el coltan de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, el petr¨®leo de Sud¨¢n del Sur, el uranio, el oro y los diamantes de la Rep¨²blica Centroafricana¡ No olvidemos que son empresas occidentales, en su mayor¨ªa, las que explotan, transforman y comercializan esos minerales de sangre. Evidentemente, los recursos naturales no son la ¨²nica causa de estos conflictos, pero s¨ª que desempe?an un papel fundamental y financian a los grupos armados que toman parte en ellos, por eso, estos se prolongan en el tiempo.
Se sigue asociando menor soldado con var¨®n que participa en combate y cuesta ver a las ni?as
Tambi¨¦n es de rigor tener presente el comercio de armas, tanto el legal como el ilegal, que mueve tanto dinero. Las armas que se utilizan en estos conflictos son fabricadas, en su mayor¨ªa, en el norte. Espa?a es uno de los principales exportadores de municiones y armamento ligero a ?frica o a tantas otras partes del mundo. Armas y municiones espa?olas se emplean en muchos de los conflictos que est¨¢n en curso actualmente y donde combaten menores soldados. Las modernas cada d¨ªa son m¨¢s ligeras, fruto de los avances tecnol¨®gicos quiz¨¢s, pero la realidad es que cada vez ni?as y ni?os m¨¢s j¨®venes pueden utilizarlas.
Todos estos datos hacen sospechar que las empresas que se benefician del bajo coste de los minerales de sangre, el tr¨¢fico de armas y el silencio y complicidad de los Gobiernos forman un c¨®ctel que mueve muchos millones a los que nadie est¨¢ dispuesto a renunciar. Y que para que todo eso funcione es imprescindible el uso de miles de ni?as y ni?os como soldados porque son m¨¢s baratos, obedecen mejor, no se paran ante la barbarie de la guerra y llegan a ser m¨¢s crueles que los adultos¡
Por eso, me atrevo a pensar que los principales se?ores de la guerra no se ocultan en las selvas m¨¢s profundas e impenetrables del planeta, sino que se sientan en los consejos de administraci¨®n de grandes empresas o dirigen Gobiernos y dictan pol¨ªticas. Y que como para ellos los negocios y los beneficios que les reportan son m¨¢s importantes que las personas, no hacen nada para terminar con el uso de ni?as y ni?os como soldados.
Hay buenas noticias
La buena noticia es que si a estos menores se les da una oportunidad, dejan la violencia y optan por la paz, se reinsertan en la sociedad. Lo demostramos en Sierra Leona, donde se llev¨® a cabo el primer proyecto de rehabilitaci¨®n y reinserci¨®n de menores soldados. A St. Michael, el centro que me toc¨® dirigir, llegaban ni?os y ni?as que hab¨ªan sido secuestrados, manipulados a fuerza de violencia y ritos m¨¢gicos, instruidos en el manejo de las armas y las t¨¦cnicas de guerra, que hab¨ªan sido obligados incluso a matar a sus propios padres, a los que se suministraba drogas a la hora de entrar en combate, que hab¨ªan cometido todo tipo de cr¨ªmenes. Hab¨ªan sido convertidos en aut¨¦nticas m¨¢quinas de matar.
En aquella ocasi¨®n demostramos que con tiempo y dedicaci¨®n estos j¨®venes regresan al colegio o aprenden un oficio y son capaces de reincorporarse a la sociedad y vivir vidas normales, eso s¨ª, con sus miedos, con los recuerdos de la violencia experimentada y del mal que les obligaron a infligir, que les acompa?ar¨¢n por el resto de su existencia. Este programa se ha replicado con ¨¦xito en muchas otras partes de ?frica: Liberia, norte de Uganda¡
La buena noticia es que si a estos menores se les da una oportunidad, dejan la violencia y optan por la paz
Pero los tiempos cambian y, ahora, los menores soldados ya no est¨¢n de moda como lo estuvieron en el pasado. Ya no hay tanto dinero para invertir en su rehabilitaci¨®n. Los donantes prefieren apostar por otras realidades que, en este momento, les dan m¨¢s visibilidad. Y eso tiene consecuencias muy graves para las ni?as y los ni?os que consiguen abandonar los grupos armados. Solo pueden estar en los centros de rehabilitaci¨®n unas pocas semanas antes de ser devueltos a sus familias. Sin tiempo para dejar atr¨¢s la violencia, ni ser conscientes de la experiencia vivida, son depositados en campos de desplazados o en aldeas semidestruidas donde la falta de escuelas o de oportunidades laborales, unidas a la pobreza y desolaci¨®n de sus hogares, les hacen a?orar la seguridad y el poder que les daban las armas que durante tanto tiempo portaron. Al final, muchos de ellos deciden volver al grupo armado, al menos all¨ª comen todos los d¨ªas. Esto pasa en Sud¨¢n del Sur, en la Rep¨²blica Centroafricana o en Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, por ejemplo.
?Qu¨¦ hacer entonces? A veces me inunda el des¨¢nimo y pienso que la realidad es as¨ª, que como las ni?as y los ni?os soldados son un eslab¨®n imprescindible en el engranaje ideado para que muchas personas se enriquezcan y que sin ellos los beneficios no ser¨ªan altos, por lo que la lucha es vacua y sin futuro. Pero luego me paro y pienso que no, que no podemos dejarnos llevar por el pesimismo y que hay que continuar con la denuncia hasta que todos los sepan, hasta que se les caiga la cara de verg¨¹enza a los respetables pol¨ªticos y mod¨¦licos hombres de negocios y de una vez para siempre se impliquen y pongan fin a esta lacra. Porque solo ellos tienen el poder de cambiar las cosas. A nosotros, mientras, nos queda seguir con la denuncia, con la prevenci¨®n del alistamiento y con la creaci¨®n de oportunidades para que los que fueron reclutados tengan una segunda oportunidad de vivir en paz.
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