¡°Comida sana es comida justa. Es cuesti¨®n de equidad¡±
Este 7 de junio se celebra por vez primera el D¨ªa Mundial de la Inocuidad de los Alimentos para implicar a la sociedad en su gesti¨®n responsable y alertar del riesgo para la salud por contaminaci¨®n. La cient¨ªfica Silvia Alonso trabaja en un nuevo ¨ªndice sobre inocuidad para monitorear avances en agricultura
Se pasa los d¨ªas en oficinas entre informes, datos, estad¨ªsticas, y pruebas vinculadas a la salud de los animales y las personas, pero tambi¨¦n entre las vacas de los ganaderos et¨ªopes, las granjas de los peque?os productores, con los transportistas que llevan y traen los productos de un sitio a otro, en los almacenes, las tiendas en las que se distribuye la comida y hasta en los puestos callejeros de Etiop¨ªa y otras localidades africanas... La investigadora c¨¢ntabra Silvia Alonso (1978) trabaja como cient¨ªfica senior en el grupo de salud animal y humana del Instituto Internacional de Investigaciones Pecuarias (ILRI) en Addis Abeba, del consorcio de centros de investigaciones CGIAR, y estudia todo el proceso de los?alimentos que las personas ingieren, desde la producci¨®n hasta su venta.
Ahora est¨¢ inmersa en evaluar un nuevo ¨ªndice sobre inocuidad alimentaria reci¨¦n incorporado por la Uni¨®n Africana en su iniciativa para monitorear durante la pr¨®xima d¨¦cada sus avances en agricultura. ¡°La introducci¨®n de este ¨ªndice en 2019 es importante porque demuestra el inter¨¦s creciente de los pa¨ªses africanos por la salubridad alimentaria; da una oportunidad a los pa¨ªses de medir como funcionan sus sistemas de control y estimular¨¢ a los Gobiernos a poner financiaci¨®n para mejorar esta cuesti¨®n en ?frica¡±, considera Alonso.
Un reto en un continente en el que el mal funcionamiento de las cadenas de fr¨ªo, el limitado acceso a los mercados, las altas temperaturas, la escasa disponibilidad de agua potable o de controles de calidad facilitan la contaminaci¨®n alimentaria.
La calidad de los alimentos de un supermercado "es igual o a veces peor" que en los mercados al aire libre
Las bacterias, virus, par¨¢sitos, toxinas o sustancias qu¨ªmicas en la comida provocan al a?o la muerte de 420.000 personas y generan hasta 200 tipos de enfermedades a 600 millones, desde diarreas, salmonelosis o c¨®lera, hasta c¨¢ncer, informa la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. Y para alertar sobre sus riesgos e implicar a Gobiernos, empresas privadas y sociedad civil en una gesti¨®n responsable de los productos se celebra este 7 de junio por primera vez el D¨ªa Mundial de la Inocuidad de los Alimentos. Una efem¨¦ride aprobada por la ONU que pone as¨ª la mirada ¡°en la salud humana, la prosperidad econ¨®mica, la agricultura, el acceso a los mercados, el turismo, el desarrollo sostenible y la seguridad alimentaria (que es la garant¨ªa de acceder a alimentos nutritivos en un espacio y tiempo determinado)¡±. ¡°Aproximadamente una de cada 10 personas en el mundo enferma despu¨¦s de comer alimentos contaminados. Cuando no son inocuos, los ni?os no pueden aprender y los adultos no pueden trabajar. El desarrollo humano no puede producirse", informa la Organizaci¨®n de la ONU para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO).
"Europa ha dado pasos enormes en la mejora de la salubridad de los alimentos, pero hace falta m¨¢s atenci¨®n en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, porque apenas hay nada hasta ahora. El problema con las econom¨ªas emergentes es que crecen muy r¨¢pido y los sistemas de control en las cadenas de producci¨®n de alimentos no se desarrollan a la misma velocidad", se?ala Alonso en el edificio de la Uni¨®n Africana en Etiop¨ªa, donde este febrero se celebr¨® la conferencia El futuro de la inocuidad alimentaria, transformar el conocimiento en acci¨®n para las personas, la econom¨ªa, y el medioambiente.?
En ella se plantearon cuestiones como el control de las empresas privadas sobre los alimentos, presentes en el proceso de los productos desde la granja hasta la mesa; las regulaciones de los Gobiernos para exigir calidad y penalizar malas pr¨¢cticas; o el debate por la supervisi¨®n de los mercados informales y su incidencia en modelos tradicionales de comercio y negocio. Una cuesti¨®n que podr¨ªa implicar el cambio de tradiciones, costumbres y formas de vida ya asentadas.
"Hay experiencias que demuestran que la modernizaci¨®n no siempre trae salubridad en pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo", indica Alonso, que destaca que la calidad de los alimentos de un supermercado "es igual o a veces peor" que en los mercados al aire libre, muy comunes en los pa¨ªses en desarrollo. "El proceso de venta en los mercados informales es muy r¨¢pido y no da tiempo a que se estropee. Se puede dar el caso de que tengas modernizaci¨®n, por ejemplo frigor¨ªficos, pero no haya infraestructura el¨¦ctrica para que funcionen bien", redimensiona.
Cada vez m¨¢s evidencia cient¨ªfica y soluciones
La experta apunta a que cada vez se est¨¢ generando m¨¢s evidencia cient¨ªfica para identificar d¨®nde est¨¢n los problemas y qu¨¦ soluciones se pueden aplicar en cada regi¨®n. "Mali acaba de iniciar un sistema nacional de monitoreo de enfermedades de transmisi¨®n alimentaria, y otros pa¨ªses de ?frica est¨¢n intentando seguir sus huellas", dice Alonso. Y cuenta como tambi¨¦n el Gobierno indio est¨¢ introduciendo un programa de educaci¨®n sobre higiene para los operadores del sector l¨¢cteo y mejorar as¨ª la salubridad de la leche, que se vende cruda habitualmente.
Lo que s¨ª es com¨²n denominador es la base de la contaminaci¨®n, que puede producirse a trav¨¦s de tres tipos de fuente: la biol¨®gica, que se genera a trav¨¦s de bacterias, virus o par¨¢sitos; la qu¨ªmica, que puede surgir de productos como la aflatoxina o los pesticidas; o de forma f¨ªsica, a trav¨¦s de materiales extra?os que llegan a los alimentos.
Para cualquiera de los casos la experta insta a intensificar la investigaci¨®n y la acci¨®n, pero tambi¨¦n otros aspectos que pueden servir a los gobernantes para tomar decisiones pol¨ªticas. ¡°Ahora hay informes que demuestran tambi¨¦n que la insalubridad genera un impacto econ¨®mico enorme en los pa¨ªses. Que las personas caigan enfermas implica que no puedan ir a trabajar. Y, adem¨¢s, esto tiene un elevado coste en los sistemas de salud de los Estados¡±, contextualiza. El Banco Mundial recoge que el efecto de los alimentos nocivos cuesta a las econom¨ªas de ingresos bajos y medios alrededor de 85.000 millones de euros en p¨¦rdidas de productividad al a?o.
El contexto y la geograf¨ªa en la alimentaci¨®n?
Su trayectoria profesional le hace descodificar tambi¨¦n la mirada de los mensajes que se emiten en el Occidente con su verdadera puesta en pr¨¢ctica en algunos de los pa¨ªses del continente africano. ¡°En el norte hay medios sofisticados, financiados por empresas privadas o Gobiernos para garantizar la calidad de los alimentos, pero en otros lugares no hay tantos recursos para mejorar los sistemas alimentarios de los que dependen¡±, se?ala la experta, que aconseja trabajar en la concienciaci¨®n de la inocuidad alimentaria entre empresas, Gobiernos y ciudadanos. "Comida sana es comida justa, es una cuesti¨®n de equidad. Todos tienen que tener derecho a comer alimentos salubres. No vamos a conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible hasta que no consigamos mejorar la salud p¨²blica¡±, valora Alonso, que se detiene en el impacto de la inocuidad en la nutrici¨®n. ¡°Sobre todo en los ni?os, porque cuando tienen diarreas los nutrientes no se absorben. O sin agua potable, siempre se est¨¢ enfermo. Esto contribuye al c¨ªrculo de la malnutrici¨®n", matiza. Los menores de cinco a?os sufren el 40% de las enfermedades transmitidas por alimentos, con 125.000 muertes al a?o, seg¨²n la FAO.
En la l¨ªnea de la importancia de la nutrici¨®n en estos pa¨ªses encuentra tambi¨¦n matices en la traslaci¨®n de los mensajes que se emiten desde los pa¨ªses septentrionales y c¨®mo esto puede percibirse en el sur. Uno de sus ejemplos claros es la llamada internacional que la revista The Lancet plante¨® recientemente para salvar el planeta de los efectos nocivos de los sistemas de producci¨®n agr¨ªcola. Una de las medidas es la reducci¨®n del consumo de carnes y otros productos de origen animal, que se propone como necesaria en el mundo.
"Hay que mirar con otro prisma, no se puede simplificar el discurso. En los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo la mayor parte de la poblaci¨®n apenas come nada de este producto; facilitar el acceso a ellos es un modo eficiente de mejorar unas dietas que normalmente son pobres en nutrientes y poco variadas", se?ala Alonso. "Est¨¢ bien para una persona de clase media en el mundo, pero hay que mostrar la diferencia", dice la cient¨ªfica con convicci¨®n ante una poblaci¨®n a la que le puede resultar dif¨ªcil acceder a alimentos como el pescado, el huevo, la carne o la leche. "La prote¨ªna animal ayuda a absorber vitaminas y minerales", se adelanta a remarcar.
¡°Hay que promover el consumo de carne salubre entre las personas con dietas bajas en nutrientes; y promover otras con poca carne y con mucha variedad entre los dem¨¢s, para evitar aumentar los niveles de obesidad en la poblaci¨®n¡±, indica. En cuanto al impacto ambiental de las producciones animales, la experta opina que mientras una vaca en Europa o Estados Unidos se tiene solo para dar leche, estos animales, en granjas peque?as en ?frica tienen muchos usos.
"Aqu¨ª se produce leche, pero tambi¨¦n los animales sirven para arar la tierra, para ser vendidos y para pagar una escuela, para un tratamiento de salud, para celebrar un funeral, o para entregar de ajuar en una boda¡±. Cuenta que hay sistemas pastoralistas, tradicionales, n¨®madas y personas que no tienen posesiones pero s¨ª animales, y que para ellos es su capital. ¡°Pueden tener carne o leche de camellos, vacas, ovejas, cabras¡ El valor de los animales no es solo el litro de leche que producen. Tienen un valor social, es un indicador del estatus y enriquecen la tierra¡±. La industria y la producci¨®n animal no tiene que seguir siendo como es, con sistemas tan intensificados y da?inos con el ambiente, dice: "En el mundo la soluci¨®n no es todo o nada, es un di¨¢logo, un equilibrio¡±.
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