Treinta a?os despu¨¦s de Tiananmen: ?ad¨®nde va China?
La violenta respuesta del Gobierno a las protestas de 1989 en Pek¨ªn anunci¨® el f¨¦rreo control que se ha impuesto
Disturbios. Desorden. Caos. Son las palabras que m¨¢s teme el Partido Comunista de China. No siempre fue as¨ª. Durante la Revoluci¨®n Cultural (1966-1976), el m¨¢ximo l¨ªder, Mao Zedong, hab¨ªa incitado a los guardias rojos a rebelarse ¡ª¡°es justo¡±¡ª y ¡°bombardear los cuarteles generales¡±. Que hoy d¨ªa el PCCh est¨¦ dispuesto a anteponer la estabilidad por encima de cualquier otra meta ¡ªincluso el crecimiento econ¨®mico¡ª, a invertir cuanto haga falta en dotarse de los m¨¢s sofisticados sistemas de control y a cortar de ra¨ªz cualquier movilizaci¨®n social que le parezca m¨ªnimamente sospechosa tiene su origen en lo acontecido hace ahora 30 a?os. El 4 de junio de 1989 fue cuando ocurri¨® la matanza de Tiananmen, en Pek¨ªn, a manos del Ej¨¦rcito. Aquel d¨ªa cambi¨® la historia reciente del pa¨ªs. Y es el d¨ªa cuyo recuerdo a¨²n hoy es el mayor tab¨² posible dentro de China.
La noche del 3 al 4 de junio de 1989, por ¨®rdenes del partido, los tanques cargaron contra el pueblo para disolver las manifestaciones que, iniciadas por estudiantes universitarios, reclamaban desde hac¨ªa dos meses, en la principal plaza de Pek¨ªn y en otras ciudades chinas, libertad de expresi¨®n, medidas contra la corrupci¨®n y, al final, democracia. El n¨²mero de v¨ªctimas a¨²n se desconoce, y los c¨¢lculos oscilan desde los centenares hasta cerca de 10.000. Nunca se ha publicado una lista completa. El PCCh nunca ha admitido responsabilidades: porque eso pondr¨ªa en cuesti¨®n su legitimidad. En vez de explicaciones, cunde el silencio oficial. Muchos j¨®venes chinos hoy solo tienen una vaga idea o ignoran totalmente lo que ocurri¨®. Las generaciones que s¨ª lo recuerdan se guardan muy mucho de mencionarlo en p¨²blico.?
Despu¨¦s de Tiananmen ¡ªy a contracorriente de la ola democratizadora en la mayor parte del bloque comunista, tras la ca¨ªda del tel¨®n de acero aquel mismo a?o¡ª, Estado y sociedad acordaron un contrato social t¨¢cito: los ciudadanos se abstendr¨ªan de inmiscuirse en la pol¨ªtica y el Estado les proporcionar¨ªa una vida cada vez mejor. Los resultados han terminado de convencer al PCCh ¡ªsi es que alguna vez tuvo alguna duda¡ª de que hizo lo correcto en Tiananmen; de que aquella brutal represi¨®n encauz¨® el camino para llegar al auge del que el pa¨ªs disfruta.
China hoy invierte m¨¢s en control interno que en defensa. En 2017, seg¨²n un estudio de Jamestown Foundation, el presupuesto de seguridad interior alcanz¨® los 197.000 millones de d¨®lares, sin incluir inversiones en tecnolog¨ªa de vigilancia y de seguridad urbana. Una cifra que super¨® en 40.000 millones de d¨®lares la partida de gasto militar. ¡°Es la iron¨ªa de la tiran¨ªa¡±, opina el antiguo l¨ªder estudiantil en Tiananmen Zhou Fengsuo. ¡°Mientras m¨¢s poder se tiene, m¨¢s temor se sufre a que alguien te lo intente arrebatar¡±.
Pero China tambi¨¦n se ha convertido en segunda potencia del mundo, con un crecimiento econ¨®mico sin precedentes por su rapidez y dimensiones. Su PIB per capita es actualmente de 9.608 d¨®lares, 20 veces superior al de 1989, cuando apenas rebasaba los 400 d¨®lares. Est¨¢ a punto de erradicar por completo la pobreza rural. Su huella en el mundo es cada vez m¨¢s profunda.
El Partido Comunista cree que aquella brutal represi¨®n?encauz¨® el camino para llegar al auge de hoy
Si el partido ha cumplido su parte del contrato, la poblaci¨®n tambi¨¦n. El liderazgo de su presidente y secretario general del partido, Xi Jinping, es enormemente popular. Seg¨²n el Asian Barometer Survey, un programa de monitoreo de la Academia Sinica en Taiw¨¢n, en 2016 un 63% de los chinos expresaba su apoyo al sistema pol¨ªtico y un 72% se declaraba deseoso de vivir bajo su r¨¦gimen. Pocos creen en la necesidad de una democracia; a¨²n menos lo manifiestan en p¨²blico.
¡°Este r¨¦gimen va a mantenerse durante un largo tiempo gracias a su capacidad de adaptaci¨®n y de modernizaci¨®n, a los medios no solo represivos, sino tambi¨¦n financieros y econ¨®micos de los que dispone. Pero tambi¨¦n gracias al apoyo que le proporciona la mayor parte de las ¨¦lites y de la sociedad china, as¨ª como las aspiraciones prioritarias de esta sociedad y la debilidad de las reivindicaciones democr¨¢ticas¡±, escribe el profesor franc¨¦s Jean-Pierre Cabestan, de la Universidad Baptista de Hong Kong, en su libro Demain la Chine: d¨¦mocratie ou dictature? (China ma?ana: ?democracia o dictadura?).
El mensaje oficial, 30 a?os despu¨¦s de Tiananmen, es que China est¨¢ a punto de ocupar de nuevo el puesto de liderazgo mundial que le fue arrebatado durante el ¡°siglo de humillaci¨®n¡± a manos de las potencias occidentales. El ¡°sue?o chino¡± y ¡°el rejuvenecimiento de la gran naci¨®n china¡±, los lemas del mandato de Xi, parecen al alcance de la mano, mientras este pa¨ªs expande su influencia en el exterior a trav¨¦s de sus empresas y ambiciosas iniciativas como las Nuevas Rutas de la Seda. La China de hoy ¡ª?siempre seg¨²n el discurso oficial¡ª ya no se achanta y est¨¢ dispuesta a hacer frente a Estados Unidos, la primera potencia, para defender lo que considera sus intereses clave. La fricci¨®n con EE UU, que comenz¨® en el ¨¢rea comercial, se ha extendido a la tecnolog¨ªa y amenaza con ampliarse a otras ¨¢reas, incluida la mar¨ªtima y la defensa. La posibilidad de un mundo bipolar, dividido en dos ecosistemas no necesariamente compatibles, parece cada vez m¨¢s real.
¡°Desde hace mucho tiempo China ha tenido esta voluntad de hacerse menos dependiente de las infraestructuras de otros pa¨ªses¡±, apunta por tel¨¦fono Alice Ekman, directora para China del Instituto Franc¨¦s de Relaciones Internacionales. ¡°La gran cuesti¨®n, por un lado, es cu¨¢ntas ¨¢reas estar¨¢n implicadas y ¡ªlo que mucha gente se est¨¢ preguntando ahora mismo¡ª hasta qu¨¦ punto la competici¨®n resultar¨¢ en una incompatibilidad de uso¡±.
En este gran auge chino, la sociedad civil ha quedado al margen. En su apuesta por aumentar el control para evitar rendijas y que se repitan las manifestaciones de hace tres d¨¦cadas, solo en los ¨²ltimos a?os ha aprobado una ley para controlar a las organizaciones no gubernamentales extranjeras; ha apretado la censura en Internet; ha detenido a estudiantes que defienden una interpretaci¨®n pura del marxismo y a centenares de abogados de derechos humanos. Y en Xinjiang, hogar de la minor¨ªa uigur de religi¨®n musulmana, ha encerrado a centenares de miles de personas (c¨¢lculos de ONG extranjeras hablan de millones) con el argumento de luchar contra el terrorismo y la inestabilidad. ¡°Cada vez m¨¢s actividades han sido catalogadas como pol¨ªticas o subversivas, lo que priva al Gobierno de informaci¨®n clave sobre su gesti¨®n, y a la sociedad, de una plataforma para expresar sus quejas¡±, explica el director de MERICS, Frank Pieke, en la web de este centro de estudios alem¨¢n especializado en China. ¡°Lo mismo ocurre con los medios, las universidades y los intelectuales p¨²blicos. La libertad de expresi¨®n se ha visto enormemente limitada y los debates solo pueden celebrarse de modos indirectos y opacos, si es que pueden¡±.
V¨ªctimas tambi¨¦n son las familias de los fallecidos en Tiananmen, cada vez m¨¢s ancianas y siempre bajo la sospecha del Gobierno chino, que luchan contra el olvido oficial. ¡°Han pasado 30 a?os, pero a¨²n debemos obtener justicia por vosotros y permitiros descansar en paz. Por esto sentimos una culpa tremenda¡±, afirman las Madres de Tiananmen en una carta abierta publicada antes del aniversario. ¡°Lo que podemos hacer es mantener nuestras demandas, salvaguardar la dignidad de los muertos y los vivos, mantener la independencia del grupo de familiares de las v¨ªctimas y ser los fieles guardianes de vuestras almas, ser custodios incansables de la esperanza¡±.
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