El amante de las palabras
En realidad, 6.700 no son tantas lenguas. Son creaciones preciosas, irrepetibles, que se escurren desahuciadas por las grietas de la historia.
NO SE HABLA mucho del asunto en el mundo rostro p¨¢lido, pero conviene recordar que estamos en el A?o Internacional de las Lenguas Ind¨ªgenas. As¨ª lo acord¨® la ONU con el prop¨®sito de alertar ante el acelerado proceso de extinci¨®n de muchas de las 6.700 lenguas que se hablan en el planeta. Necesitamos una ecolog¨ªa de las lenguas porque no solo son damnificados los pueblos que sufren esa amputaci¨®n. En realidad, todos somos ind¨ªgenas. Las palabras que se matan, sea en la Amazonia o en Alaska, van a parar al mismo yacimiento catastr¨®fico que las plantas y los animales extinguidos. Y cada lengua que desaparece es un velatorio de aves, un r¨ªo que se seca, una escuela vac¨ªa, una manta deshilachada, un toque de silencio.
?Por qu¨¦ Yucat¨¢n se llama Yucat¨¢n? En ese territorio mexicano un grupo de conquistadores captur¨® a un par de ind¨ªgenas. Para trazar el mapa de posesi¨®n, hay que nombrar la tierra, as¨ª que el jefe de la expedici¨®n pregunt¨® a los nativos c¨®mo se llamaba el lugar donde estaban. Ellos negaron con la cabeza. Presionados, uno de ellos respondi¨® al fin: ¡°?Yucat¨¢n!¡±. En su lengua, ven¨ªa a significar: ¡°?No entendemos lo que preguntas, t¨ªo!¡±. Ah¨ª termin¨® la conversaci¨®n. El jefe orden¨® al escribano: ¡°?Yucat¨¢n! El lugar se llama Yucat¨¢n¡±.
En realidad, 6.700 no son tantas lenguas. M¨¢s bien, son pocas. Son creaciones preciosas, irrepetibles, que se escurren desahuciadas por las grietas de la historia. Cada dos semanas, se muere una. Porque con el hipercapitalismo todo se ha acelerado, tambi¨¦n las pompas f¨²nebres. Podr¨ªamos estar hablando de des-extinci¨®n, eso ser¨ªa lo civilizado. Como ocurri¨® con el hebreo, recuperado in extremis por Eliezer Ben-Yehuda. En los encuentros de este a?o simb¨®lico, entre los especialistas preocupados por la vida de las lenguas prevalecen dos posiciones. Una, pesimista, que sostiene que hacia el final de este siglo habr¨¢n desaparecido la mitad de las lenguas del mundo. Otra, m¨¢s pesimista: el 95% de las lenguas no llegar¨¢n al a?o 2100.
Salvar las palabras puede ser una actividad de riesgo. Hubo gente que apost¨® la cabeza. Yo hoy quer¨ªa hablarles de An¨ªbal Otero. Nacido en una peque?a aldea gallega, Ribeira de Piqu¨ªn, en 1911, hijo de un militar de la guerra de Cuba, se form¨® en Filosof¨ªa y Letras en Madrid, con el magisterio decisivo de Men¨¦ndez Pidal. Este sabio presid¨ªa el Centro de Estudios Hist¨®ricos, donde se fragu¨® el m¨¢s importante proyecto de investigaci¨®n ling¨¹¨ªstica de la historia (y hasta hoy) en los ¨¢mbitos de Espa?a y Portugal. Se trata del Atlas ling¨¹¨ªstico de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica (ALPI). Despu¨¦s de muchas dificultades, el sue?o de Pidal se puso en marcha en el albor de la II Rep¨²blica, dirigido por otro sabio legendario, Tom¨¢s Navarro. Un h¨¦roe de verdad: asumir¨ªa la direcci¨®n de la Biblioteca Nacional de Espa?a en 1936, en el periodo cruento de asedio y bombardeos fascistas de Madrid, y consigui¨® mantener a salvo el gran tesoro bibliogr¨¢fico. En el franquismo, su nombre fue ¡°desaparecido¡± de los libros que ¨¦l mismo hab¨ªa escrito. Catedr¨¢tico en Columbia, muri¨® en el exilio, en Estados Unidos.
Pero volvamos atr¨¢s, al tiempo de esperanza, cuando no se trataba del desaparecer sino del renacer las palabras. Volvamos al maravilloso Atlas ling¨¹¨ªstico. Tom¨¢s Navarro integr¨® en su equipo desde el inicio a An¨ªbal Otero. Hizo su trabajo en Galicia con una entrega admirable, con la colaboraci¨®n de Aurelio Espinosa. Dos a?os de investigaci¨®n de campo, casi siempre desplaz¨¢ndose a pie. Cuaderno en mano, recog¨ªa la informaci¨®n con la escucha, y hac¨ªa las transcripciones con el alfabeto fon¨¦tico acordado para el Atlas. Antes de la guerra, lo hab¨ªa interrogado un polic¨ªa por registrarse en una posada de Tui con la sospechosa profesi¨®n de fil¨®logo. ?Qu¨¦ es eso de fil¨®logo?, le pregunt¨® aquel fen¨®meno. ?Como en Yucat¨¢n! Parece un incidente c¨®mico, pero resultar¨ªa una dram¨¢tica profec¨ªa.
Sus ¨²ltimas notas para el Atlas fueron tomadas el d¨ªa 20 de julio de 1936, en el norte de Portugal. Fue detenido por la polic¨ªa salazarista y entregado en la frontera a la polic¨ªa espa?ola, acusado de espionaje por sus cuadernos de transcripciones fon¨¦ticas. Por caligrafiar el sonido de las voces bajas. Cuentan que Pidal estaba desesperado. Pese a sus gestiones, An¨ªbal fue condenado a muerte. Finalmente, sufri¨® un duro periodo de prisi¨®n del que sali¨® al borde de la de extinci¨®n. Por fil¨®logo. Por amar las palabras.
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