Peluches, libros y 20 garrafas de vino para dar la vuelta al mundo en un barco de vela
Jean-Luc Van den Heede, 73 a?os, se ha convertido en el patr¨®n de mayor edad en ganar una vuelta al mundo a vela en solitario sin GPS ni piloto autom¨¢tico. Este profesor de matem¨¢ticas retirado ya es una leyenda de la vela oce¨¢nica
La niebla apenas dejaba ver la vela de color azul en la proa del Matmut, el barco con el que el experimentado marino Jean-Luc van den Heede, de 73 a?os, regresaba despu¨¦s de siete meses de competici¨®n a Les Sables d¡¯Olonne, la peque?a localidad en la costa atl¨¢ntica francesa donde los navegantes son recibidos como h¨¦roes. El 29 de enero, a bordo de su Rustler 36, un robusto velero de menos de 11 metros de eslora, cruzaba bajo la lluvia la l¨ªnea de meta de la Golden Globe Race, la regata conmemorativa del 50? aniversario de la primera vuelta al mundo a vela en solitario, sin escalas ni asistencia.
¡°Encontrar las verdaderas ra¨ªces de la navegaci¨®n de hace medio siglo fue lo que me entusiasm¨® de la regata¡±, se?ala Van den Heede, que complet¨® su sexta circunnavegaci¨®n. Durante la prueba utiliz¨® el sextante para obtener su posici¨®n en el mar y trazar el rumbo. Sin GPS ni piloto autom¨¢tico, no contaba a bordo con ning¨²n instrumento electr¨®nico con el que beneficiarse de la asistencia a la navegaci¨®n disponible hoy. Con su victoria, el viejo exprofesor de matem¨¢ticas se ha convertido en la ¨²ltima leyenda de la vela oce¨¢nica y en el patr¨®n de mayor edad en ganar una vuelta al mundo a vela en solitario.
Van den Heede comenz¨® a navegar a los 17 a?os, inspirado en las historias de hombres legendarios como Slocum, Moitessier, Gerbault, Bardiaux, Tabarly o Vito Dumas. A esa misma edad, sus padres le regalaron un curso en la prestigiosa escuela de vela de Gl¨¦nans, en Concarneau (Francia). ¡°En la primera clase que sal¨ª a navegar logr¨¦ volcar el barco¡±, cuenta con iron¨ªa. En 1967 compr¨® su primer velero, el Gide. Ha tenido un total de 18 embarcaciones, todas ellas bautizadas por Eugene, uno de sus mejores amigos.
VDH, como se le conoce en los pantalanes, es un excelente marinero empujado por una misteriosa fuerza centr¨ªfuga. Un bret¨®n de 1,90 metros y casi 100 kilos, de hombros anchos y manos grandes, y una leve cojera que le hace caminar balance¨¢ndose de babor a estribor. Siempre est¨¢ de buen humor, y lo demuestra con una risa contagiosa que cuando menos lo esperas surge durante la entrevista que concedi¨® a El Pa¨ªs Semanal antes de recoger este a?o el premio Sail in Festival en Bilbao.
Van den Heede naci¨® el 8 de junio de 1945 en Amiens (norte de Francia), lejos del mar. Hasta los 12 a?os creci¨® junto a sus abuelos. De ni?o ten¨ªa dos pasiones, los trenes y los barcos. Construy¨® una balsa de madera con un palo de escoba de m¨¢stil y una s¨¢bana vieja como ¨²nica vela, y muchas tardes se pasaba horas en el jard¨ªn trasero de su casa so?ando despierto que surcaba a bordo de ella los oc¨¦anos. ¡°Gracias a Dios, el barco nunca sali¨® de aquel jard¨ªn. No creo que eso flotase¡±, comenta con una sonrisa.
Antes de ser un notable marino, trabaj¨® en Lorient como profesor en varios centros de ense?anza. Admite que en su etapa de secundaria, ¡°impartir la misma clase de matem¨¢ticas cuatro veces al d¨ªa¡± no era lo que m¨¢s le gustaba. En 1989 dej¨® la docencia para convertirse en profesional de la vela a tiempo completo.
El experto patr¨®n cuenta con un palmar¨¦s impresionante: ha doblado el m¨ªtico cabo de Hornos, en el archipi¨¦lago de Tierra del Fuego, al sur de Chile, en una decena de ocasiones. Desde 2004 tiene el r¨¦cord de la vuelta al mundo en sentido ¡°equivocado¡± (de este a oeste), navegando en contra de los vientos predominantes y de las corrientes.
Como todo navegante solitario, siente una misteriosa atracci¨®n por el mar, pero al mismo tiempo permanece anclado a tierra firme: amarrado a su actual compa?era, Odile, profesora de matem¨¢ticas como ¨¦l; a sus dos hijos, Eric y Elisabeth, y a sus cinco nietos. Fue instructor de vela y durante los ¨²ltimos a?os ha estado organizando regatas, seminarios y dando conferencias sobre sus experiencias como navegante solitario y con tripulaci¨®n: esp¨ªritu de equipo, motivaci¨®n y liderazgo.
A bordo del Matmut, nombre de la compa?¨ªa de seguros que le patrocinaba (aunque su barco se llama Mojito), el viejo patr¨®n se llev¨® tres peque?os peluches. Uno de ellos, regalo de sus dos hijos, ha dado la vuelta al mundo con ¨¦l en seis ocasiones; otro es un regalo de sus nietos, y el tercero pertenec¨ªa a Sitran, un centro de investigaci¨®n de enfermedades neurodegenerativas al que lo entreg¨® al regresar para ser subastado y recaudar fondos. Jack London y Hermann Hesse, dos de sus autores preferidos, viajaban con ¨¦l. Tambi¨¦n embarc¨® 20 garrafas de tres litros de vino cada una, suficiente para tomar un vaso al d¨ªa: ¡°Cuando navego soy feliz, estoy contento. Una traves¨ªa tan larga hay que disfrutarla¡±, dice.
Para VDH, la preparaci¨®n mental es a¨²n m¨¢s importante que la f¨ªsica: ¡°Hay que estar preparado para sobrellevar la soledad tanto tiempo en el mar¡±. Durante la regata, solo pudo hablar una vez con su compa?era, a principios de noviembre tras volcar el barco en medio del Pac¨ªfico.
A finales de enero, despu¨¦s de 211 d¨ªas, 23 horas y 12 minutos sin pisar tierra firme, cruzaba la l¨ªnea de meta. Sir Robin Knox-Johnston, ganador de la Sunday Times Golden Globe Race 1968-1969, estaba all¨ª para recibirlo. Esa misma noche, junto a su banda de rock, Globalement V?tre, se fue a celebrar su primera victoria en una vuelta al mundo en solitario.
A la pregunta de si habr¨¢ una s¨¦ptima vuelta al mundo, contesta con rotundidad: ¡°No, no volver¨¦ a hacerlo, soy muy mayor¡±. ¡°Por mucho que me gusten los desaf¨ªos y estar en el mar, la soledad me pesa¡±. Sobre la mesa de cartas del Matmut qued¨® un despertador oxidado, un bar¨®metro, algunas cartas n¨¢uticas con muchas anotaciones y un cuaderno lleno de c¨¢lculos astron¨®micos. Sin embargo, con su viejo barco, que a¨²n conserva un olor caracter¨ªstico a humedad que le recordaba sus primeras navegaciones, Van den Heede seguir¨¢ haciendo lo que siempre hizo, navegar.
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