Isabel Marant quiere quitarle peso a la industria de la moda: ¡°Hacemos ropa, no salvamos vidas¡±
La dise?adora francesa, cuyo mayor logro ha sido instaurar el desali?o cuidadoso como sin¨®nimo de elegancia, se ha propuesto desmitificar su profesi¨®n
En el mundo de la moda se estila el culto a la extenuaci¨®n y al exceso de trabajo, pero Isabel Marant (Francia, 1967) siempre conserva el aspecto de quien acaba de volver de unas vacaciones en la Martinica. En parte por su bronceado perenne y en parte por la sonrisa que nunca se quita. Todos los dise?adores dicen torturarse antes de un desfile. Ella cuenta que lo vive casi como una fiesta porque, para cuando llega ese momento, ya todo lo dif¨ªcil est¨¢ hecho.
¡°Hacer un 'look' masculino completo y conseguir que no quede excesivo es bastante complicado. No me gustan los hombres que van ¡®fashion¡¯ de los pies a la cabeza¡±
¡°Yo nunca tuve un plan¡±, admite la dise?adora. ¡°Nunca so?¨¦ con estar en esta posici¨®n, pero tengo la suerte de que mi equipo sue?a por m¨ª. Son m¨¢s ambiciosos que yo misma. Nunca sent¨ª que hubiera cambios bruscos. Primero estaba yo sola. Luego fuimos dos, luego tres, y ahora somos m¨¢s de 400. Pero la atm¨®sfera sigue siendo muy relajada¡±. Para entrar a formar parte de esta plantilla hace falta tambi¨¦n cierta naturalidad: ¡°A veces conozco gente muy talentosa, pero su esp¨ªritu no va con nosotros. Son demasiado pretenciosos. Solo estamos haciendo ropa, no estamos salvando vidas¡±.
Marant, que vendi¨® el 51% de su empresa al fondo de inversiones Montefiore hace tres a?os, celebra ahora el 25? aniversario de la firma que fund¨® en 1994. Y tiene razones para hacerlo: Isabel Marant, la firma, no solo se ha convertido en el m¨¢ximo exponente de cierto estilo inconfundiblemente parisino, e irresistiblemente cool, entre folcl¨®rico, deportivo y rockero. Adem¨¢s, est¨¢ en plena expansi¨®n. En breve llegar¨¢ a su tienda n¨²mero 37. ¡°?D¨®nde estamos abriendo? Jean Philippe, ay¨²dame¡±, pide la dise?adora a su jefe de prensa. Y entre los dos hacen el recuento: ¡°Bruselas, Mil¨¢n y Roma. Este a?o inauguramos tienda en Lyon, M¨²nich, la segunda en Londres y la primera solo para hombre en Par¨ªs¡±. Dentro de ese crecimiento acelerado est¨¢ tambi¨¦n la nueva tienda de Barcelona, que ocupa la mitad del antiguo local de Adolfo Dom¨ªnguez en la zona media de Passeig de Gr¨¤cia, y que incluye las colecciones de hombre y mujer. Se inaugur¨® con una fiesta y una cena en la que muchas influencers trataron de disfrazarse de Isabel Marant por una noche y ninguna lo logr¨® del todo. Les faltaba credibilidad y canas sin te?ir.
La naturalidad es el factor clave para entender a Marant. Mientras otros creadores tiran de referentes rebuscados para explicar sus colecciones ¨Cteor¨ªas del arte, olvidados movimientos filos¨®ficos...¨C, ella se presenta ante la prensa y les dice que ha hecho una colecci¨®n de pantalones, camisas, zapatillas y sudaderas la verdad que muy bonitas. ¡°A veces me siento un poco pobre al no tener una historia que contar a los periodistas. Siempre les digo que lo que hago son cosas que quiero llevar, que hacen que la gente se sienta bien, y segura. Claro que hay un estilo Isabel Marant, pero no es solo para un tipo de chica. Me encanta cuando veo a una mujer de 80 a?os con mi ropa, que pasa a menudo. No es solo para modelos, que es la imagen que arrastro, la de vestir a las chicas m¨¢s cool. Ellas se ponen mi ropa, pero tambi¨¦n se la pone mi madre¡±.
¡°A veces me siento un poco pobre al no tener una historia que contar a los periodistas. Siempre les digo que lo que hago son cosas que quiero llevar, que hacen que la gente se sienta segura"
Sabemos cu¨¢l es ese estereotipo de la chica Marant contra el que se rebela un poco la dise?adora (delgada, fiestera, bien conectada, m¨¢s de desayunar caf¨¦ con cigarrillos que avena con ch¨ªa), pero, ?y el hombre? Ellos ya robaban las sudaderas a sus novias antes de que la dise?adora les hiciera una l¨ªnea propia el a?o pasado. Pens¨® que ser¨ªa f¨¢cil. Al fin y al cabo, ella lleva vistiendo ropa masculina desde que le alcanza la memoria. ¡°Me encantaba bucear en el armario de mi padre, robarle cosas y cortarlas de otra manera. ?l vest¨ªa como Jean Gabin, ese estilo de caballero franc¨¦s guapo. Y me encantaba cogerle los sueters de cachemir, los batines de seda que se compraba en Neiman Marcus y los pa?uelos para hacerme vestidos¡±. Pero se encontr¨® con una dificultad a?adida. ¡°Me di cuenta de que hacer un look completo era bastante complicado. No me gustan los hombres que van fashion de los pies a la cabeza. Es dif¨ªcil que el total no quede excesivo¡±.
Su m¨¦todo es el mismo que para crear ropa de mujer: prob¨¢rselo todo y drapear en su propio cuerpo. Si no, dice, es imposible saber si las telas son agradables al tacto, si los bolsillos quedan en el lugar adecuado. Y aunque asegura que nunca piensa en nadie cuando dise?a, la encarnaci¨®n de un hipot¨¦tico hombre Marant bien podr¨ªa ser Cl¨¦ment Chabernaud, el modelo franc¨¦s que desfila con sonrisa peligrosa y que acudi¨® a la apertura de la tienda en Barcelona, donde vive ahora. Son viejos amigos y, cuando se juntan, se comportan como dos chiquillos que se han escapado de clase para ir a fumar al lavabo. Chabernaud lleva la cazadora noventera deslavada y el jersey de ochos color azafr¨¢n de la colecci¨®n del pr¨®ximo oto?o. Son nuevos, pero le quedan como si acabara de sacarlos de su propio armario. As¨ª, s¨ª.
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