Puticlub en el portal
En Espa?a, copiando el sistema que ya implant¨® la mafia italiana, los proxenetas ampliaron sus negocios a pisos particulares de los que solo el alquiler les reporta 8.000 euros al mes
El mundo de la noche se mueve y se recicla a gran velocidad. La delincuencia casi siempre va por delante de la ley, porque para que la polic¨ªa se ponga en marcha, primero ha de cometerse el delito.
Hace algunos a?os, cuando se captaba a una mujer en su pa¨ªs de origen para despu¨¦s ser explotada sexualmente en el nuestro, a las v¨ªctimas en muchos casos se les dec¨ªa que su destino ser¨ªan las grandes salas de fiestas, en realidad burdeles. Hoy, por el contrario, se les dice que primero ir¨¢n ¡°a trabajar¡± a pisos particulares donde estar¨¢n protegidas, a salvo de posibles redadas y? lejos de sus perseguidores y enemigos, que no son otros que los agentes policiales.
En la actualidad, los grandes ¡°patronos¡± espa?oles del sexo de pago, copiando el sistema que ya implant¨® la Mafia italiana, han ampliado sus negocios a pisos particulares y casas de citas. Ah¨ª, la polic¨ªa tiene serias dificultades tanto para el control de entrada como para su registro por razones legales, ya que son considerados viviendas de uso particular.
El funcionamiento de los pisos es muy sencillo y rentable. Lo primero es alquilar la vivienda a nombre de una madame de confianza para la organizaci¨®n, eso s¨ª, con un nombre falso para que si en alguna ocasi¨®n las mujeres quisieran denunciar no supieran a nombre de qui¨¦n hacerlo. La madame es seleccionada entre aquellas mujeres que han estado vinculadas a los clubs durante a?os, preferiblemente mujeres que en su d¨ªa llegaron con deuda, por lo que conocen de primera mano las debilidades de las futuras v¨ªctimas de trata.
A las viviendas las inquilinas llegan directamente captadas en sus pa¨ªses de origen: son las llamadas mujeres ¡°de deuda¡±. J¨®venes migrantes paraguayas, salvadore?as, uruguayas, colombianas, venezolanas¡ En los pisos son m¨¢s f¨¢ciles de controlar, es m¨¢s f¨¢cil ganarse su confianza y aleccionarlas como si de una escuela preparatoria se tratara, para pasar m¨¢s tarde a la universidad, que son los burdeles.
Pero a esas mismas casas tambi¨¦n llegan inquilinas ¡°por libre¡±, muchas de ellas mujeres en situaci¨®n irregular, sin residencia, e incluso con propuestas o cartas de expulsi¨®n; es decir, son ¡°ilegales¡± con problemas legales, lo que las convierte en mujeres altamente manipulables tanto f¨ªsica como emocionalmente.
En las viviendas se les alquila una habitaci¨®n compartida con dos o tres mujeres m¨¢s, estancias que sirven adem¨¢s para ocuparse con los ¡°clientes¡±. Por ese espacio tienen que abonar unos 250 euros semanales y se les retira cada d¨ªa el 50% del importe conseguido por los servicios con los ¡°clientes¡±. Del resultado que le queda diario a la mujer o inquilina debe pagar las comidas, los anuncios en las p¨¢ginas de sexo de pago en Internet, la conexi¨®n a la Red y los tel¨¦fonos de contacto del piso, atendidos por la madame o por alguna mujer de confianza.
Si un piso tiene una media de ocho mujeres como inquilinas (disponibles las 24 horas del d¨ªa), tan solo el alquiler de la habitaci¨®n reporta 8.000 euros mensuales, eso sin contar el 50% de los beneficios de los servicios. Todo en dinero negro.
Cuando el piso est¨¢ ¡°quemado¡± por las quejas de los vecinos, se abandona y se instalan en otro por la misma zona. Lo importante no es el piso, ni desde luego las mujeres. Estas, como el piso, son f¨¢ciles de reemplazar e intercambiables con otros pisos. Lo importante son los n¨²meros de tel¨¦fono para que los prostituyentes no pierdan el contacto, porque a estos s¨ª los cuidan y miman.
Una vez que la mujer est¨¢ ¡°formada¡± pasar¨¢ a los clubes donde ya no se habla de deuda. Los burdeles en la actualidad, ante la polic¨ªa, se limitan a cobrar las s¨¢banas de la ocupaci¨®n de los clientes con las mujeres y ¡°la diaria o plaza¡±, que es el impuesto por la manutenci¨®n en el club que deben pagar cada d¨ªa todas las mujeres antes de entrar al sal¨®n, y que oscila entre 50 y 90 euros, dependiendo de la categor¨ªa del establecimiento. Tan solo este chanchullo ¡°legal¡±, en un burdel mediano, que disponga de alrededor de 40 mujeres, le reporta una media de ingresos mensuales de 75.000 euros, todo en dinero negro, consumiciones aparte.
Solo hay que ver la cantidad de clubes abiertos en nuestro pa¨ªs para darse cuenta de lo redondo que ha de ser el negocio. Por ejemplo, en la carretera nacional 301, tambi¨¦n llamada la ¡°carretera del amor¡±, a su paso por Cuenca, se encuentran seis clubes que tienen a m¨¢s de 400 mujeres. En la N-IV, desde Valdepe?as a Madrid, m¨¢s de 850 mujeres en menos de 200 kil¨®metros, y as¨ª a lo largo y ancho de nuestro territorio, donde se ven desde peque?os puticlubs a macrosalas espectaculares abarrotadas de mujeres.
Estas, como la rueda de la vida, gira y gira sin parar, ser¨¢n explotadas en los locales por un periodo m¨¢ximo de tres a?os y despu¨¦s regresar¨¢n de nuevo a los pisos, pero esta vez como asilos donde se aparca la mercanc¨ªa que ya est¨¢ obsoleta.
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