¡°Caminamos hacia un m¨¦dico robot y un paciente de pl¨¢stico¡±
?Sabemos qui¨¦nes son nuestros padres? Durante el ¨²ltimo cuarto del siglo XX, este pediatra madrile?o, de 88 a?os, se propuso defender ante la comunidad cient¨ªfica la necesidad de hacer realidad el sue?o de un documento nacional de identidad infantil que evitara los cambios de ni?os. Le llev¨® casi dos d¨¦cadas que se aprobara su invento, pero la ONU acab¨® reconociendo en 1989 la Convenci¨®n para los Derechos del Ni?o
UNA DENUNCIA suya provoc¨® que la ONU incluyera, en una de sus convenciones de 1989, el derecho del ni?o a la identificaci¨®n y lo firmaron todos los pa¨ªses, con la excepci¨®n de Estados Unidos y Somalia. Antonio Garrido-Lestache, art¨ªfice del DNI para los reci¨¦n nacidos por dactiloscopia, denuncia, d¨¦cadas despu¨¦s de su aprobaci¨®n, ¡°disfunciones en su uso¡± o casos en los que ¡°directamente no se aplica¡±. La huella del beb¨¦ tomada en la cl¨ªnica junto con la de la madre en el momento del nacimiento por personas preparadas evitar¨ªa no solo cambios y robos de ni?os en los hospitales de nuestro pa¨ªs, sino que ayudar¨ªa a identificar a otros en situaciones desesperadas, especialmente cuando se producen crisis humanitarias como la de los 10.000 peque?os que, seg¨²n datos de Unicef, han desaparecido en las fronteras europeas sin dejar rastro como consecuencia de la crisis de refugiados que vive Europa.
Viene de una saga familiar de pediatras y cirujanos infantiles, aunque ninguno de sus cinco hijos se ha dedicado a la medicina. Fue jefe del Servicio de Reci¨¦n Nacidos y Prematuros de la Maternidad Municipal de Madrid, pediatra en su consulta del barrio madrile?o de Salamanca durante 60 a?os y autor de varios libros relacionados con su especialidad m¨¦dica, como los partos de las reinas y la picaresca en torno a la identificaci¨®n de sus v¨¢stagos o los casos de suplantaci¨®n de personalidad. A sus 88 a?os, Antonio Garrido-Lestache sigue en activo. Escribe poes¨ªa y atiende por tel¨¦fono las llamadas de preocupaci¨®n de las familias que requieren su ayuda o recorre las calles de la ciudad para reconocer a un ni?o con fiebre. Ha cruzado esa frontera en la que algunos de sus pacientes, convertidos ya en adultos, adem¨¢s de consultarle sobre un problema de salud, se preocupan m¨¢s por la suya. ¡°Yo estoy muy bien¡±, dice al recibirnos en su casa del barrio de La Moraleja, un chalet con un amplio jard¨ªn, rodeado de frutales, y una piscina con barreras para proteger el ba?o de sus nietos.
Entre 1940 y 1990, m¨¢s de 400 ni?os fueron entregados en adopciones ilegales a padres que no eran los que los concibieron. Y hace unos meses se celebr¨® en la Audiencia Provincial de Madrid el primer juicio de ni?os robados. ?Hasta cu¨¢ndo seguir¨¢ habiendo cambios de ni?os? Puede ocurrir cada d¨ªa si no se identifican al nacer correctamente. Una soluci¨®n para evitarlo consistir¨ªa en tomar las huellas dactilares del beb¨¦ junto a las de su madre y plasmarlas en un documento conjunto. Habr¨ªa que hacerlo adem¨¢s delante de una persona que sea de la familia y que se verifique al salir del hospital. Hablamos de errores involuntarios, cuyos fallos cambian la vida de las personas. Sin embargo, en los casos de ni?os entregados en adopciones ilegales muchos se produjeron en los a?os de posguerra, con un pa¨ªs devastado, lleno de hu¨¦rfanos desamparados y viudas. En ese contexto, completamente diferente del de los a?os noventa del siglo pasado, las monjas asumieron esa obligaci¨®n de entregarlos a familias que quer¨ªan ocuparse de ellos, algo que entonces parec¨ªa normal, pero luego se descubri¨® que no hab¨ªa control en la salida de los ni?os y que hubo muchas irregularidades.
Durante el ¨²ltimo cuarto del siglo XX defendi¨® ante la comunidad cient¨ªfica la necesidad de hacer realidad el sue?o de un documento nacional de identidad infantil. ?C¨®mo consigui¨® plasmar la huella digital del reci¨¦n nacido? Despu¨¦s de varios a?os de pruebas, con ayuda de tinta especial, papel adecuado, lupa de seis a ocho aumentos y un minucioso estudio pedi¨¢trico. ?C¨®mo lo logras? Volviendo al ni?o hacia abajo de manera que extiende la mano casi de forma natural, lo que facilita que se plasmen las huellas dactilares. Esto que parece f¨¢cil no era una tarea sencilla hasta hace relativamente poco tiempo. Logr¨¦ la primera impresi¨®n dactilar de un reci¨¦n nacido en 1990. A continuaci¨®n, divulgu¨¦ por Espa?a y el resto del mundo la viabilidad del DNI infantil, al tiempo que denunciaba en la ONU el desamparo del ni?o en el registro e identificaci¨®n. Una resoluci¨®n de la Asamblea General de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas aprob¨®, el 20 de noviembre de 1989, la Convenci¨®n de los Derechos del Ni?o. Entr¨® en vigor el 2 de septiembre de 1990 y fue ratificado por el Congreso de los Diputados en enero de 1991, por lo que se convirti¨® en ley interna del Estado espa?ol. Yo solo aport¨¦ la herramienta. Las huellas dactilares se forman a los 120 d¨ªas de vida intrauterina y persisten hasta la desintegraci¨®n de los tejidos.
La sanidad espa?ola es de las mejores. Hay que hablar m¨¢s con el enfermo y luego hacer pruebas. Caminamos hacia un m¨¦dico robot y un paciente de pl¨¢stico.
La aplicaci¨®n de su descubrimiento caus¨® cierta oposici¨®n en los hospitales de la Seguridad Social y en los privados. ?Cu¨¢l cree que fue el motivo del rechazo? Desconozco los motivos pero no las consecuencias. Si miramos en la historia encontramos cierta tendencia al inmovilismo entre la clase m¨¦dica y pol¨ªtica, lo que provoc¨® retrasos enormes de grandes innovaciones. Ram¨®n y Cajal, todo un premio Nobel, se tuvo que pagar su propio microscopio. El m¨¦dico h¨²ngaro Ignaz Semmelweis pidi¨® que los m¨¦dicos se lavaran las manos antes de una intervenci¨®n para combatir la fiebre puerperal que provocaba en el siglo XIX la muerte de muchas parturientas, pero sus observaciones entraron en conflicto con la opini¨®n m¨¦dica establecida en su tiempo y sus ideas fueron rechazadas. Sus recomendaciones solo fueron aceptadas despu¨¦s de su muerte. O el caso de Fleming, inventor de la penicilina en 1928, el antibi¨®tico m¨¢s usado en el mundo, cuyo uso se extendi¨® a partir de 1942, cuando la industria farmac¨¦utica estadounidense empez¨® a producirla en masa y fue clave para el tratamiento de heridos durante la II Guerra Mundial. Y otro tanto con el m¨¦dico militar Fidel Pag¨¦s, el facultativo que invent¨® la anestesia epidural en 1920 y cuya aplicaci¨®n fue muy posterior. Bueno [se r¨ªe burl¨®n], a m¨ª me cost¨® m¨¢s de 20 a?os.
?La contrataci¨®n de identificadores profesionales en los hospitales supondr¨ªa un gasto muy elevado? La sanidad y la educaci¨®n se llevan la mayor parte de los presupuestos de las comunidades aut¨®nomas. Identificar al ni?o con la madre que lo pari¨® es f¨¢cil y adem¨¢s es legal. Argentina, al menos en algunos centros, estableci¨® desde 1945 las cartillas del reci¨¦n nacido en las que identificadores, que solo tienen esa misi¨®n, toman las huellas de la madre y del ni?o y al darles el alta se verifica la identidad. Obviamente hay que poner a personas que puedan hacerlo, no es una misi¨®n de la matrona ni del m¨¦dico, que lo m¨¢s que pueden conseguir es un manch¨®n de tinta que luego se lleva al Registro Civil para inscribirlo. Creo que el DNI infantil con todas las garant¨ªas no se hace en ning¨²n hospital, ni p¨²blico ni privado. Y ni la Asociaci¨®n Espa?ola de Pediatr¨ªa, ni la Sociedad de Neonatolog¨ªa y dem¨¢s sociedades cient¨ªficas quieren hablar del tema, y las autoridades pol¨ªticas, tampoco. Es incomprensible que inauguremos hospitales que presumen de la ¨²ltima tecnolog¨ªa contra todo tipo de enfermedades y no se aborden cosas m¨ªnimas pero muy relevantes.
No parece un problema local porque en Estados Unidos, Australia, Brasil, Francia o, incluso, en las ordenadas Suiza y Alemania se han producido casos parecidos. ?Exacto! El primer derecho de un ser humano es conocer su identidad y asegurarla es protegerlo. El DNI infantil permitir¨ªa que todos los ni?os estuvieran resguardados, esto es de vital importancia en los pa¨ªses en guerra, imag¨ªnense ahora con el conflicto entre Estados Unidos y M¨¦xico y las familias separadas, en muchos casos con beb¨¦s.
?Y esos 10.000 ni?os que han desaparecido en las fronteras europeas como consecuencia de las crisis de refugiados y migrantes? En este momento la mayor parte de las guerras afectan, sobre todo, a civiles. Del total de bajas, un 80% puede corresponder a la poblaci¨®n civil y, dentro de esta, la mitad ser¨ªa la infantil. Los ni?os tienen un precio y hay que protegerlos ante las mafias de trata de personas y las adopciones ilegales. En las dictaduras militares, guerras o cat¨¢strofes naturales, uno puede perder su identidad y vivir otra vida que al nacer no le correspond¨ªa. Pero en el caso de los peque?os, aunque est¨¦n inscritos pero no identificados, si pierden a sus padres, principalmente por muerte violenta, perder¨¢n su identidad. La historia se repite en cada conflicto y crisis humanitaria. En la guerra de los Balcanes de los a?os noventa murieron 250.000 personas y 30.000 ni?os perdieron su identidad. En Kosovo, en Afganist¨¢n, Chechenia y ahora en Siria, 10.000 peque?os no acompa?ados han desaparecido en nuestras fronteras sin dejar rastro. Son cr¨ªos sin infancia y sin pasado, deambulando por un territorio ajeno. Ni ellos conocen su lugar de nacimiento o qui¨¦nes fueron sus padres. Pero los peque?os viajan con sus huellas dactilares. Si hubieran sido registradas en un archivo nacional o supranacional, podr¨ªan llegar a saber sus ra¨ªces, su identidad, y los familiares podr¨ªan recuperarlos en cualquier momento.
?Un reci¨¦n nacido debidamente registrado es un ni?o a salvo de peligros? Son los m¨¢s expuestos. Si secuestras a un beb¨¦, al cabo de unos meses no lo conoce nadie. Si tuvi¨¦ramos su huella la polic¨ªa lo podr¨ªa casar con las de desaparecidos. As¨ª ser¨ªa f¨¢cil encontrar a Madeleine McCann, que desapareci¨® con 3 a?os y ahora tendr¨ªa 16. Con la protecci¨®n de la huella cubres desde un accidente a cualquier problema.
?En qu¨¦ se basa la falsa identidad? Puede tener dos or¨ªgenes: el desconocimiento del padre o el de la madre. Los avances tecnol¨®gicos aplicados a la medicina permiten determinar, sin sombra de duda, la paternidad verdadera mediante una prueba de ADN. Ah¨ª est¨¢ concentrado todo el perfil gen¨¦tico del individuo que se transmite generaci¨®n tras generaci¨®n. El ADN no solo sirve para encontrar a los padres, tambi¨¦n se aplica en las investigaciones policiales o judiciales. La presencia de un perfil de ADN determinado en el lugar de un crimen suele ser una prueba de cargo.
En su libro La identidad del ser humano. Errores y falsificaciones a lo largo de la historia, documenta numerosos cambios de ni?os en diferentes lugares del mundo. Como el que se produjo en enero de 1973, en el hospital de El Pino en Las Palmas de Gran Canaria, donde nacieron dos mellizas que fueron introducidas en incubadoras en el nido, donde ya hab¨ªa otra peque?a. Al alta, una de las mellizas se le entreg¨® a la madre que no era, y su hija se uni¨® a la otra melliza. As¨ª vivieron durante 28 a?os, hasta que por casualidad una dependienta, cuando vio entrar a la otra melliza ¡ªque no la salud¨®¡ª, propici¨® un encuentro y se descubri¨® el cambio. Y sigue ocurriendo, los peri¨®dicos informan puntualmente de episodios parecidos. Muchos se descubren casi al momento, como el de una mujer que tuvo un beb¨¦ con seis dedos y le entregaron uno con cinco, pero cuando pasa tiempo plantean problemas sentimentales, m¨¦dicos y judiciales. Mirando hacia atr¨¢s, creo que el nido fue un invento nefasto. Fue ah¨ª, har¨¢ unos 50 a?os de su puesta en marcha, al ver c¨®mo funcionaban las maternidades, cuando me impliqu¨¦ en identificar a los ni?os, afortunadamente eso se ha corregido y solo van al nido los casos patol¨®gicos.
El problema viene de lejos, la historia desde el antiguo Egipto hasta la actualidad parece plagada de casos de cambios de identidad. Hay mucha leyenda y picaresca. De Pedro el Cruel contaban que su madre ten¨ªa en la habitaci¨®n de al lado un beb¨¦, hijo de una jud¨ªa, por si la reina no hab¨ªa concebido un var¨®n que heredara el trono y hab¨ªa que cambiarlo para garantizar el derecho din¨¢stico; luego su hermano Enrique de Trast¨¢mara aliment¨® esa f¨¢bula. Durante tiempo inmemorial, los partos de los reyes se hac¨ªan con testigos, garantizando que no se produc¨ªan sustituciones. Mar¨ªa Antonieta dio a luz en Versalles ante numeroso p¨²blico, y hasta 1936, que fue derogada la ley, las reinas de Inglaterra tra¨ªan al mundo a sus v¨¢stagos delante del primer ministro. Recuerdo que cuando la infanta Elena iba a tener el primer ni?o, la reina Sof¨ªa dijo: ¡°Ignoro si estas leyes est¨¢n vigentes, pero ser¨ªa un anacronismo¡±. Personalmente llev¨¦ a La Zarzuela el DNI de la Comunidad de Madrid y a la Reina le gust¨® mucho porque pon¨ªa un punto final a este tema. Una huella hubiera bastado para identificar a la gran duquesa Anastasia, que muri¨® sin demostrar que era la hija del zar.
Las demandas de paternidad de personajes p¨²blicos como El Cordob¨¦s o Julio Iglesias est¨¢n a la orden del d¨ªa. Una simple prueba de ADN basta para establecer todo un ¨¢rbol gen¨¦tico. ?Puede mantener una persona los derechos sucesorios de sus padres una vez descubierta su verdadera identidad? Naturalmente, ?y dentro de poco tiempo, para legar una herencia conflictiva legalmente habr¨¢ que hacer un ADN a todos los herederos para ver si les corresponde, se impondr¨¢ el ADN para testar los derechos!
¡°Pero eso ser¨ªa muy tormentoso y habr¨ªa que esperar a ver a qui¨¦n le corresponde¡±, protesta el fot¨®grafo Carlos Spottorno desde la habitaci¨®n de al lado, donde prepara el escenario para las fotograf¨ªas de la entrevista. ¡°A los 50 a?os no vas a desposeer a alguien de lo que tiene para llevarlo a otra familia, ser¨ªa una aberraci¨®n¡±.
Hay otras cosas que tambi¨¦n suenan a desvar¨ªo, como enterarte de que tu mujer es tu hermana, aunque las posibilidades de que eso ocurra sean remotas. Pero en esa lucha por conocer la verdadera identidad est¨¢n tambi¨¦n las pruebas de paternidad. Los casos en los que al conocer los resultados de algunas de las pruebas de ADN que se realizan a los familiares para valorar si pueden actuar como donantes y descubren que no todos son hijos del mismo padre. En Espa?a se realizan unas 4.000 pruebas de paternidad al a?o y un 25% de los casos muestran que el supuesto padre no es el biol¨®gico.
La medicina actual se apoya en la anal¨ªtica y en pruebas con aparatos sofisticados que no exist¨ªan cuando usted ejerc¨ªa como m¨¦dico. ?La formaci¨®n m¨¦dica de antes era mejor que la de ahora? S¨ª y no. Los avances tecnol¨®gicos son una maravilla, pero lo primero es escuchar. El diagn¨®stico est¨¢ en la historia cl¨ªnica y si no est¨¢ es porque hay algo mal hecho. Cuando pedimos datos complementarios, como an¨¢lisis o radiograf¨ªas, rara vez estos datos cambian la valoraci¨®n. En cinco minutos con un paciente no obtenemos un diagn¨®stico. La sanidad p¨²blica espa?ola es de las mejores del mundo, hemos avanzado mucho, pero Mara?¨®n dec¨ªa que lo que puede hacer el m¨¦dico ante el enfermo es sentarse en una silla y escucharlo, luego viene todo lo dem¨¢s. Caminamos hacia un m¨¦dico robot y un paciente de pl¨¢stico, sin alma ninguno de los dos.?
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