De nini a jefa: as¨ª cambi¨® la escuela la vida de Fanta Mbodj
La formaci¨®n de j¨®venes y mujeres es uno de los pilares de la cooperaci¨®n espa?ola en Senegal. Conocemos a una de las primeras alumnas de las escuelas taller que se pusieron en marcha hace una d¨¦cada en Saint Louis
"No hac¨ªa nada". Con 25 a?os, Fanta Mbodj (Saint Louis, Senegal, 1983) hab¨ªa dejado los estudios antes de terminar la secundaria y no trabajaba. Era una nini. Quer¨ªa dedicarse a la ganader¨ªa. "Pero no ten¨ªa medios ni fondos", reconoce. Fue entonces cuando escuch¨® un anuncio en la radio que la sac¨® del atolladero. El locutor informaba sobre una oferta de formaci¨®n gratuita para aprender diferentes oficios en unas nuevas escuelas que la cooperaci¨®n espa?ola hab¨ªa abierto en su ciudad. No dud¨® y fue a matricularse. Escogi¨® el curso de producci¨®n agr¨ªcola.
Mbodj se convirti¨® as¨ª en una de las primeras alumnas de las escuelas taller de Saint Louis que la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n para el Desarrollo (Aecid) hab¨ªa puesto en marcha un a?o antes, en 2007, con una dotaci¨®n inicial de 1,5 millones de euros para la rehabilitaci¨®n de los centros en la ciudad. En 2008, cuando la joven senegalesa comenz¨® la formaci¨®n de dos a?os, se complet¨® la financiaci¨®n con algo m¨¢s 1,2 millones para el funcionamiento del programa del que se beneficiaron 330 alumnos.
Una d¨¦cada despu¨¦s, la inversi¨®n muestra sus frutos. Mbodj es un ejemplo. Tras un breve per¨ªodo de pr¨¢cticas en la empresa agr¨ªcola Societ¨¦ de Cultures L¨¦gumi¨¨res (SCL), una vez finalizados los estudios, la joven se busc¨® la vida y encontr¨® trabajo cuidando los espacios verdes de una de las universidades de la ciudad. Pronto la llamaron de la SCL?que cultiva y exporta a Europa ma¨ªz dulce, jud¨ªa verde, calabac¨ªn y cebollas, entre otras hortalizas. En 2011, se uni¨® a la compa?¨ªa. "Empec¨¦ haciendo observaciones de las enfermedades destructoras", rememora en un receso de su jornada bajo un sol aplastante.
Desde entonces, su trayectoria ha sido mete¨®rica. "Despu¨¦s fui jefa de equipo. Por ejemplo, hac¨ªa el programa de una actividad con un n¨²mero de personas y las segu¨ªa cada d¨ªa. Despu¨¦s fui capataz, que es casi el brazo derecho del jefe de granja. Y ahora soy jefa de granja", resume sin alardes. En la pr¨¢ctica, tiene 270 hect¨¢reas bajo su responsabilidad y en ¨¦pocas de picos de producci¨®n hasta medio millar de jornaleros. "Hay que tener car¨¢cter", reconoce.
"Gracias a la formaci¨®n puedo trabajar y ganarme la vida. Hoy no le debo nada a nadie. Soy la mayor de las hijas de mi madre, que no tiene varones, y ayudo a mis hermanas peque?as en su educaci¨®n", afirma. Mbodj se ha convertido en un ejemplo a seguir en su familia. Ella es la prueba de que la educaci¨®n es clave para un futuro pr¨®spero. Por eso, tambi¨¦n quiere que sus hijos, dos ni?os y una ni?a, asistan a las mejores escuelas de la ciudad. "Voy a hacer todo lo posible para que tengan ¨¦xito en la vida", asegura.
"Gracias a la formaci¨®n puedo trabajar y ganarme la vida. Hoy no le debo nada a nadie", dice Fanta Mbodj, beneficiaria de las escuelas taller en Saint Louis
La educaci¨®n es tan importante para el desarrollo de las personas y las sociedades que uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible est¨¢ dedicado a ella. El ODS 4 llama no solo a conseguir que todos los ni?os y ni?as terminen la ense?anza primaria y secundaria, y que esta sea de calidad; sino que adem¨¢s impele a "aumentar considerablemente el n¨²mero de j¨®venes y adultos que tienen las competencias necesarias, en particular t¨¦cnicas y profesionales, para acceder al empleo, el trabajo decente y el emprendimiento".?
Alineada con la consecuci¨®n de los ODS, la cooperaci¨®n espa?ola ha apostado por el modelo de escuelas taller, dirigidas especialmente a j¨®venes y mujeres. En la ¨²ltima d¨¦cada ha destinado casi cuatro millones de euros a proyectos educativos en Senegal. "Han beneficiado a mucha gente", apunta Bel¨¦n Revelles,?coordinadora en el pa¨ªs de la Aecid, que ha facilitado la log¨ªstica para este reportaje. La diplom¨¢tica recuerda que Senegal es un pa¨ªs migrante ¡ªen la llamada crisis de los cayucos en 2006, llegaron a Espa?a m¨¢s de 39.000 inmigrantes, 16.126 de nacionalidad senegalesa, en precarias embarcaciones procedentes de Senegal y Mauritania¡ª, pero solo con apoyar el control de las fronteras, en lo que Espa?a se ha gastado desde aquel a?o 168 millones de euros, no basta. "Hay que crear oportunidades de empleo", anota Revelles.
Aqu¨ª es donde la formaci¨®n cobra protagonismo para que, como dice el ODS 4, las personas tengan las competencias para ejercer trabajos decentes o crear sus propios negocios. De tal modo que encuentren la prosperidad en casa que, cuando es imposible, se van a buscar a Europa. Sin olvidar que otro de los ODS urge a lograr la igualdad de g¨¦nero, los proyectos que apoya la cooperaci¨®n espa?ola tienen perspectiva de g¨¦nero. "El problema de las mujeres en Senegal es la emancipaci¨®n econ¨®mica. En una cultura patriarcal, una vez que haya emancipaci¨®n, son aut¨®nomas. Por eso, en todos los proyectos hay acciones para ir un poco m¨¢s all¨¢. No solo formaci¨®n en derechos, sino tambi¨¦n poner esos derechos en pr¨¢ctica y que ellas puedan lograr la autosuficiencia", detalla Revelles.
Alineada con la consecuci¨®n de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la cooperaci¨®n espa?ola ha apostado por el modelo de escuelas taller, dirigidas especialmente a j¨®venes y mujeres
Mbodj ya tiene lo primero, un empleo decente que, aunque se resiste a revelar su salario, asegura que, junto con el de su marido, quien trabaja en Dakar, le da para vivir, mantener a sus hijos y la educaci¨®n de sus hermanas. E incluso ahorrar. Porque no olvida su sue?o de tener su propia granja y criar gallinas. Algo que todav¨ªa comenta con las amigas cuando se re¨²nen en su casa para tomar el t¨¦, pan con mantequilla y cacahuetes. La t¨ªpica merienda despu¨¦s de una dura jornada.
M¨¢s mujeres que sue?an
En emprender es en lo que est¨¢ pensado tambi¨¦n Fatimata Wone, vecina de una aldea cercana a Podor. Tiene 40 a?os y es una de las 24 alumnas del curso de valorizaci¨®n de productos alimentarios locales que se imparte en el Centro de Formaci¨®n Profesional de la ciudad. El taller intensivo de dos meses forma parte de un proyecto ejecutado por el Fondo Andaluz de Municipios para la Solidaridad Internacional (Famsi) con fondos de la Diputaci¨®n de Ja¨¦n.
"En clase hay j¨®venes y adultas que vienen de los pueblos. Me enter¨¦ del curso porque lo escuch¨¦ y yo, que estoy casada, creo que esto es importante. Soy trabajadora social, pero no tengo trabajo y esto me puede servir para encontrar uno", explica Wone. De hecho, cree que con apoyo financiero, el grupo de estudiantes podr¨ªa montar una peque?a empresa de transformaci¨®n. "Pero todav¨ªa no lo hemos hablado". Ella lo tiene claro: "Aqu¨ª en Podor hay muchos productos locales y en la ¨¦poca de abundancia no sabemos c¨®mo conservarlos. Con lo que aprendemos aqu¨ª, sabremos c¨®mo hacerlo. Es una oportunidad de autoempleo".
Fatima Sall es la m¨¢s joven de todas las alumnas. Tiene 18 a?os y tambi¨¦n quiere montar un negocio, pero "a nivel individual", en caso de no encontrar empleo tras acabar. "Al principio no quer¨ªa hacer este curso, sino para cocinera; pero esto es lo que hab¨ªa y ahora me gusta. Es mejor porque aprendemos cosas que no sab¨ªamos que se pod¨ªan hacer", reflexiona. Est¨¢ tan entusiasmada que pasa las tardes practicando en casa lo aprendido durante la ma?ana.
"Esta formaci¨®n ha sido una necesidad que ha identificado el propio centro. Podor es una zona agr¨ªcola y la producci¨®n se vende directamente, pero no tiene valor a?adido. Con la transformaci¨®n se a?ade valor, m¨¢s precio, y se conserva mejor el alimento", expone Ndiaye Sarr Mbodj, director del instituto que en total tiene 360 alumnos, el 60% mujeres. Al abrir sus puertas en 2005, apenas se cubr¨ªa la oferta. Hoy, dice Sarr Mbodj, no pueden atender la creciente demanda. Por eso, buscan apoyo de la ayuda internacional para ofrecer cursos gratuitos intensivos como al que atienden Wone y Sall, y que adem¨¢s doten las instalaciones. As¨ª, la cooperaci¨®n alemana les apoya para criar alevines en una piscifactor¨ªa que les financi¨® el Estado. La espa?ola, de la mano de Famsi, ha equipado la cocina. "Es muy importante porque tenemos un restaurante y, aunque el Gobierno nos reduzca la asignaci¨®n, podremos ser sostenibles porque atenderemos a m¨¢s gente y m¨¢s comandas de organizaciones", explica.
Y la cocina no es lo ¨²nico que quedar¨¢ en el centro como legado. Varias maestras han recibido capacitaci¨®n en Dakar, la capital, para aprender y poder ense?ar a producir cosm¨¦ticos, jabones o aceites corporales a partir de alimentos. "Han tra¨ªdo tambi¨¦n gente del ministerio con experiencia en redacci¨®n de programas. Vamos a elaborar una gu¨ªa de recetas locales a ra¨ªz de lo que han aprendido a hacer", avanza Adama Sow, el ¨²nico profesor var¨®n de este curso.
"Hemos escrito el programa entre los cuatro con apoyo de profesionales de los oficios. La primera parte trata sobre prevenir riesgos ligados a la falta de higiene. El segundo m¨®dulo es para aplicar los principios nutricionales. El tercero consiste en la fabricaci¨®n de productos a partir de frutas y verduras; despu¨¦s a partir de cereales y leguminosas, luego l¨¢cteos ¡ªhacen quesos, yogur, mantequilla¡ª y finalmente, cosm¨¦ticos", resume Cecile Bassin, una de las formadoras. En la etapa final, les ense?an nociones b¨¢sicas para emprender y montar un negocio.
"Valorizamos productos con beneficios para la salud y antes se los com¨ªan las cabras. Ahora lo veo en una botella y pienso, ?es lo mismo?", dice Wone. Ella ve un gran potencial en lo que producen, pero conoce sus limitaciones. Por eso, termina la conversaci¨®n, antes de volver al aula donde sus compa?eras est¨¢n cocinando hortalizas, con un mensaje: "Que se nos siga acompa?ando porque lo necesitamos y hemos aprendido c¨®mo utilizar productos que est¨¢n a nuestro alcance. Somos mujeres rurales muy valientes".
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