?Existe realmente la "envidia sana"? Esto es lo que dice la ciencia
Algunos psic¨®logos afirman que la naturaleza de este sentimiento tan vil no tiene porqu¨¦ ser necesariamente mala
Una anciana con la tez ajada y verduzca como s¨ªmbolo de la amargura de su alma, con unos ojos encendidos en sangre que miran con rabia mientras aprieta con firmeza sus labios. Un forzado gesto con el que parece estar trag¨¢ndose toda esa impotencia de ver c¨®mo alguien disfruta de algo que ella desea, pero que no puede tener. Su rostro es tan expl¨ªcito que ya no hace falta leer explicaci¨®n alguna. Se trata de Monomaniatica de la envidia es un retrato, obra del pintor rom¨¢ntico Th¨¦odore G¨¦ricault, que se utiliza bastante para ilustrar art¨ªculos divulgativos que ha menudo se publican sobre la envidia, un sentimiento cuyas definiciones parecen quedarse cortas. Seg¨²n la Real Academia de la Lengua es "la tristeza o pesar del bien ajeno" o el "deseo de algo que no se posee" es quedarse muy en la superficie. Pero el punto de vista psicol¨®gico, si hurgamos en esta emoci¨®n humana tan desagradable, nos damos cuenta de que hay mucha m¨¢s tela que cortar.
Detr¨¢s de ella se esconden demasiados sentimientos oscuros; casi todos malos, casi todos peligrosos, pero que est¨¢n ah¨ª a prop¨®sito de algo. Algunos autores han llegado incluso a afirmar que la envidia es tan innata en nosotros como el hambre o la sed, pero sin embargo a lo largo de la historia ha sido un tema casi tan tab¨² como el de la sexualidad. Nadie se abre y confiesa: "Me considero una persona envidiosa, deseo lo que tienen los otros". Por ello, en un intento de ser pol¨ªticamente correctos, o quiz¨¢ para tapar o minimizar este lastre, este sentimiento tan vergonzoso que tenemos todos los seres humanos tatuado en el ADN (s¨ª, es un sentimiento universal, por m¨¢s que los espa?oles carguemos con el mito de pueblo envidioso), algunos psicoanalistas han planteado que la envidia tiene una cara positiva, pero ?de verdad la tiene?
Es un mecanismo de autodefensa: odiamos a otros para no odiarnos a nosotros mismos
Hace poco se public¨® al respecto un estudio que reforzaba la idea de que hay dos tipos de envidia, conocidas popularmente por la buena y la mala, y que existen unas diferencias que le permiten a cualquiera distinguirlas f¨¢cilmente. La clave est¨¢ en lo que los alemanes llaman el Schadenfreude, es decir, la alegr¨ªa por el mal ajeno o esa satisfacci¨®n que se siente con la desgracia del otro. Porque una cosa es sentir celos ¡ªes casi inevitable no haber sentido envidia alguna vez de la cualidad de otro, de sus ascensos, triunfos o besos que le daban y t¨² cre¨ªas merecer¡ª y otra cosa muy diferente es ser capaz de experimentar placer si el otro se arruina o se divorcia. En definitiva, querer algo m¨¢s que el objeto o la cualidad deseada, anhelar la miseria de los dem¨¢s, que pierdan aquello que a ti te gustar¨ªa poseer, que queden rebajados a tu nivel.
A priori, suena a una maldad de tal calibre que resulta imposible identificarse con ella, pero este sentimiento se da en nosotros mucho m¨¢s a menudo de lo que podamos quiz¨¢ imaginar y, adem¨¢s, sobre cosas tan mundanas como el f¨²tbol. Precisamente, un estudio alem¨¢n aseguraba que los forofos de un equipo presentaban m¨¢s satisfacci¨®n cuando el equipo contrario fallaba el gol que cuando era su propio equipo el que marcaba. Por eso, cuando tu equipo falla, la rabia no es tanto por no aumentar el marcador, sino porque sabes que los contrarios se est¨¢n regocijando de tu desgracia (t¨² har¨ªas lo mismo). Quiz¨¢ con este ejemplo has sido capaz de reconocer el Schadenfreude. ?Lo has sentido alguna vez? ?Hasta qu¨¦ nivel?
Parece ser que tu grado de envidia depender¨¢ de tu grado de inseguridad o autoestima, de tus propias carencias. La psic¨®loga y directora del Instituto Superior de Estudios Psicol¨®gicos de Madrid, Marib¨ª Pereira, explica que "la envidia es en s¨ª una defensa contra la percepci¨®n de la propia inferioridad: se odia a otro para no sentir odio contra uno mismo". Por ello, cuando hablamos de envidia es necesario considerar los sentimientos de inferioridad y la rivalidad que la persona que la siente puede haber sufrido a lo largo de su vida, porque la envidia suele ser una reacci¨®n ante las experiencias de minusvaloraci¨®n y desvalimiento en la infancia que terminan afectando al ego de la persona que las experimenta.
Por ejemplo, el hecho de que tus padres hayan favorecido a tu hermano frente a ti durante toda la infancia y juventud, ?puede repercutir en la intensidad de la envidia o el odio hacia ¨¦l en una edad adulta? La psic¨®loga lo confirma y afirma que "en cada persona, la intensidad de la envidia estar¨¢ en funci¨®n de sus sensaciones reprimidas de insignificancia e inferioridad. Las manifestaciones de la envidia generalmente nos dicen m¨¢s de los sentimientos de inseguridad de quien envidia que de la personalidad del envidiado". Entonces, pongamos que durante nuestra infancia no nos hemos sentido infravalorados y que tenemos un ego por las nubes, ?seremos ese tipo de personas con envidia "sana"?
Buena o mala, es un sentimiento que comparte la misma ra¨ªz
Es cierto que hay ciertos celos que te producen una punzada en el est¨®mago, pero que no hacen da?o a nadie. Sentirlos es, en ocasiones, inevitable. Por ejemplo, al ver a esa amiga presumiendo de vacaciones de lujo cuando a ti solo te llega para pasar los fines de semana en el pueblo o cuando ves el ascenso de tu compa?ero de oficina mientras t¨² solo recibes de tus superiores un "ahora no es el momento de hablar de un aumento". S¨ª, pensar¨¢s, es envidia, pero de un tipo que no desea el mal ajeno, solo el bien para ti. En parte es cierto, es un sentimiento menos maligno, pero al final esa envidia sana comparte la misma ra¨ªz que la envidia mala: desear lo que tiene el otro.
Un aspecto curioso de la envidia, que mostr¨® un experimento realizado en la Universidad de Chicago, es que tenemos m¨¢s envidia de las cosas que a¨²n no han sucedido. El mejor ejemplo lo tenemos al observar lo que ocurre cuando se acerca la festividad de San Valent¨ªn. Este estudio muestra como a lo largo del mes de febrero, las semanas previas al 14, el nivel de envidia de los participantes fue creciendo hasta frenar el d¨ªa dedicado al amor, e ir decayendo una vez hab¨ªa pasado la fecha. Lo peor para los participantes era saber que un determinado ¨¦xito iba a llegar para otro, as¨ª que lo que les atormentaba era pensar en c¨®mo otros lo iban a celebrar mientras ellos no ten¨ªan a nadie con quien hacerlo, pero al pasar el 14 estos sentimientos se esfumaron.
Podemos decir entonces que esa envidia no tuvo serias consecuencias, incluso existen investigaciones que aseguran que, desde un punto de vista constructivo, este tipo de codicia puede ser provechosa, porque te motiva, puede hacer que algo mejore en tu autoestima y te empuje a superarte. Por ejemplo, dentro del ¨¢mbito acad¨¦mico, se ha demostrado con algunos estudios que la envidia sirve a los estudiantes para motivarse m¨¢s e inspirarse en sus estrategias a la hora de alcanzar sus objetivos, pero la psic¨®loga Marib¨ª Pereira duda de que a eso se le pueda llamar envidia.
Es peor cuando la dirigimos contra alguien a quien queremos
"Mientras la 'envidia mala' estar¨ªa asociada con la codicia, la que llamamos 'sana' lo estar¨ªa con el anhelo o deseo de superaci¨®n, pero yo la definir¨ªa m¨¢s como admiraci¨®n y motivaci¨®n extr¨ªnseca, a partir de la cual el otro nos inspira para lograr objetivos y metas que, en un primer momento, pueden parecer inalcanzables", aclara la psic¨®loga, quien contin¨²a: "Cuando es intensa, constante y dirigida hacia una persona nunca constituye una experiencia placentera, positiva ni funcional (es un sentimiento que no sirve para nada). Nos pone en contacto con nuestras sensaciones de inferioridad de forma demasiado directa". De hecho, la forma m¨¢s perjudicial de envidia es aquella que se dirige hacia las personas que m¨¢s queremos y es capaz de destruir aquello que m¨¢s valoramos y generar pensamientos e ideas irracionales.
En la l¨ªnea de la psic¨®loga est¨¢n los resultados de una investigaci¨®n realizada por la Universidad de California con un grupo de personas entre 18 y 80 a?os y que mostr¨® que tendemos a envidiar m¨¢s a nuestros semejantes, es decir, que la envidia se produce casi siempre hacia personas de tu mismo sexo y edad similar. Es a lo que Arist¨®teles se refer¨ªa cuando escribi¨® aquello de "alfarero contra alfarero", en referencia a que es m¨¢s dif¨ªcil sentir envidia de alguien que no tiene nada en com¨²n contigo. Por ejemplo: a una bailarina de ballet probablemente le den igual los goles que marca Ronaldo, quiz¨¢ a sus compa?eros de equipo no tanto. Eso s¨ª, se puede sentir impresionada por la haza?a del jugador y desear ser tambi¨¦n la n¨²mero uno en su profesi¨®n, pero ser¨ªa m¨¢s correcto llamarlo admiraci¨®n. La admiraci¨®n s¨ª que inspira y no te hace sentir mal, la envidia, m¨¢s bien arrastra y es dolorosa.
El estudio tambi¨¦n demostr¨® otros aspectos curiosos, como que los objetos de envidia van cambiando a lo largo de la vida. Somos, en general, m¨¢s envidiosos en la primera etapa de la adultez y esa codicia va calm¨¢ndose con la edad. De peque?os o j¨®venes envidiamos del otro sobre todo el ¨¦xito escolar, el social, la apariencia f¨ªsica y el ¨¦xito rom¨¢ntico, pero seg¨²n vamos cumpliendo a?os lo que envidiamos fundamentalmente es el estatus, el dinero.
Menospreciar, el mecanismo de defensa del envidioso
"El que odia se sabe peque?o, insignificante, y para no lidiar con el sufrimiento echa mano de un mecanismo de defensa, que es el menosprecio", dice la experta. Esa es la herramienta que utiliza el envidioso, tirar por tierra los logros del otro, ignorarlos o no darles importancia. De esta manera, le duele menos lo suyo. Es su mecanismo de defensa.?
Seg¨²n se?ala el psiquiatra Cecilio Paniagua en su libro Psicolog¨ªa de la Envidia, "la envidia destruye y puede anular el placer de la admiraci¨®n, el gozo de la amistad y el cari?o hacia los otros, la solidaridad, la alegr¨ªa por el logro de otro y el simple deseo de retarnos a ser mejores a partir del modelo de otros que funcionan como ejemplo. Si se siente as¨ª, la envidia puede suponer un impedimento psicol¨®gico importante, ya que es una fuente asegurada de sufrimiento".
Por ello, la l¨ªnea que separa la envidia de la depresi¨®n es muy fina. M¨¢s que combatir este sentimiento, que al final es un proceso intraps¨ªquico y propio del ser humano, la psic¨®loga Marib¨ª Pereira asegura que de lo que se trata es de saber identificarlo, comprenderlo y regularlo. "Hay tantos eventos, circunstancias y cualidades de otros que pueden hacernos sentirnos envidiosos: su talento, juventud, su belleza, su fama, sus posesiones¡ Se trata de saber digerirlos e incorporarlos en nuestra experiencia vital".
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