Cuarenta cient¨ªficos en un velero destapan el viaje secreto de los micropl¨¢sticos
El barco 'Tara' atraca en el Delta del Ebro en su misi¨®n para analizar la contaminaci¨®n fluvial de Europa
En 2013, una goleta de casco de aluminio llamada Tara, tripulada por exploradores y cient¨ªficos, complet¨® un viaje hom¨¦rico de tres a?os por los oc¨¦anos del mundo. Conclu¨ªa el mayor censo jam¨¢s realizado del plancton marino, un conjunto de organismos diminutos que generan la mitad del ox¨ªgeno de la atm¨®sfera. Pero durante aquella expedici¨®n, los investigadores pescaron algo m¨¢s que plancton en sus redes: en todos los oc¨¦anos encontraron tambi¨¦n micropl¨¢sticos, part¨ªculas menores de cinco mil¨ªmetros de di¨¢metro que pueden transportar microbios largas distancias e incluso entrar en la cadena alimenticia.
¡°Sabemos que en ciertas regiones del Mediterr¨¢neo hay tantos micropl¨¢sticos como plancton¡±, explica a bordo del velero la f¨ªsica Lisa Weiss, una de los 40 cient¨ªficos que participan ahora en la nueva misi¨®n de Tara. Los investigadores hacen rotaciones peri¨®dicas, de tal forma que en cada momento solo hay unas 14 personas a bordo. Este a?o, el barco de investigaci¨®n franc¨¦s recorre las costas de Europa para tomar muestras de la contaminaci¨®n en las desembocaduras de diez r¨ªos principales: el Elba, el Rin, el T¨¢mesis, el Sena, el Loira, el Garona, el Tajo, el Ebro, el R¨®dano y el T¨ªber. Europa, dicen los cient¨ªficos, es uno de los tres continentes que m¨¢s ensucia sus mares.?EL PA?S ha sido invitado a subirse a bordo durante la investigaci¨®n que se ha realizado en el Ebro.
Los micropl¨¢sticos se acumulan, como toda la basura, en los cinco grandes remolinos oce¨¢nicos donde convergen las corrientes: dos en el Pac¨ªfico, dos en el Atl¨¢ntico y uno en el ?ndico. Pero estas part¨ªculas son tan diminutas que realmente llegan a todo el planeta. Se han encontrado micropl¨¢sticos en la fosa de las Marianas, a 11 kil¨®metros de profundidad, en el Everest, a ocho kil¨®metros de altitud, y ahora se sospecha que tambi¨¦n est¨¢n presentes en el aire que respiramos y en algunos alimentos que ingerimos.
Weiss es doctoranda en el instituto Cefrem ¡ªun centro franc¨¦s dedicado a la investigaci¨®n del Mediterr¨¢neo¡ª donde su equipo trata de cuantificar el flujo de micropl¨¢sticos desde la tierra hasta el mar. Actualmente, se cree que el 80% de los micropl¨¢sticos presentes en el oc¨¦ano vienen directamente de los r¨ªos, pero esto es ¡°una estimaci¨®n muy basta¡±, asegura. Faltan datos concretos, por eso ella y sus compa?eros llevan semanas a bordo del Tara, tomando muestras que puedan esclarecer las dimensiones y consecuencias del problema.?La misi¨®n, bautizada Tara Microplastics, es un proyecto conjunto de la Fundaci¨®n Tara, el CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique) y el Laboratorio Europeo de Biolog¨ªa Molecular (EMBL, por sus siglas en ingl¨¦s). En ella participan decenas de centros de investigaci¨®n y patrocinadores de instituciones francesas e internacionales.
A las siete de la ma?ana, los cient¨ªficos y la tripulaci¨®n desayunan mecidos por las olas del Mediterr¨¢neo. Weiss, acostumbrada al bamboleo, hace sus ejercicios de yoga matinales en la proa. Las velas est¨¢n recogidas; la goleta de 36 metros de eslora y 120 toneladas se encuentra anclada frente al puerto de L¡¯Ampolla, a escasos kil¨®metros del Delta del Ebro. A las ocho, varios investigadores suben a una lancha semirr¨ªgida armados con botellas, tarros, medidores de salinidad y sofisticadas redes de filtrado, necesarias para tomar muestras en el estuario.
Microbios en micropl¨¢sticos
Durante esta etapa de la misi¨®n, la qu¨ªmica Soline Alligant, doctoranda en el parisino Laboratorio de Agua, Medio Ambiente y Sistemas Urbanos (Leesu, por sus siglas en franc¨¦s), es la encargada de coordinar el trabajo de campo. ¡°Estamos tomando muestras de la superficie para capturar los microorganismos que viven en estas aguas¡±, explica la cient¨ªfica mientras se asoma al borde de la lancha para sumergir en el Ebro un cilindro de ocho litros. A continuaci¨®n, echa al r¨ªo una de las redes de malla fina con forma de embudo, que remolca durante varios minutos, con el objetivo de filtrar vol¨²menes mucho mayores de agua y esta vez atrapar tanto los organismos como los pl¨¢sticos que no se ven a simple vista.
¡°Los micropl¨¢sticos act¨²an como una balsa para microorganismos. Tras el tsunami de 2011 en Jap¨®n, se encontraron microorganismos end¨¦micos del archipi¨¦lago en la costa oeste de Estados Unidos, que hab¨ªan llegado junto a los micropl¨¢sticos¡±
Todas las muestras acaban en una nevera de playa, fresca para desalentar la actividad biol¨®gica en las aguas atrapadas. En el velero se procesar¨¢n para enviar a un laboratorio en Francia, que determinar¨¢ los organismos que viven suspendidos en el agua y los que vienen adheridos a part¨ªculas de micropl¨¢sticos. Con esta informaci¨®n, los cient¨ªficos sabr¨¢n si los pl¨¢sticos vienen de lejos, porque pueden portar bichos que no se encuentran de forma natural en el Delta.
¡°Los micropl¨¢sticos act¨²an como una balsa para microorganismos. Tras el tsunami de 2011 en Jap¨®n, se encontraron microorganismos end¨¦micos del archipi¨¦lago nip¨®n en la costa oeste de Estados Unidos, que hab¨ªan llegado junto a los micropl¨¢sticos¡±, cuenta Alligant. ¡°Esto puede tener consecuencias ecol¨®gicas, porque los pl¨¢sticos a veces transportan especies invasoras o pat¨®genos¡±. Durante una expedici¨®n previa en el Mediterr¨¢neo, Tara encontr¨® la bacteria causante del c¨®lera, Vibrio cholerae, en micropl¨¢sticos de la costa francesa.
Esto es algo que preocupa especialmente a la toxic¨®loga Leila Meistertzheim, fundadora de la empresa de desarrollo sostenible Plastic@Sea, la ¨²nica del sector privado que colabora con la misi¨®n de Tara. Tras una r¨¢pida comida a bordo de la goleta, amenizada por la guitarra del m¨²sico residente, ella vuelve a tierra para pasar la tarde de agosto recorriendo la costa del Delta. En la playa, toma muestras de la basura acumulada: tapones, envoltorios, fibras, bolsas con excremento de perro todav¨ªa dentro y multitud de gr¨¢nulos de pl¨¢stico. ¡°Est¨¢ bastante limpio comparado con el Sena¡±, comenta. Luego se pone el ba?ador y entra en el mar, donde palpa con los pies en busca de algo?que amarr¨® all¨ª, hace un mes. Es una peque?a jaula con cinco tipos de pol¨ªmeros pl¨¢sticos, como el polietileno o el nylon. Meistertzheim lleva tiempo depositando jaulas id¨¦nticas en todos los estuarios por los que pasar¨¢ la goleta Tara, siempre con un mes de antelaci¨®n. Cuando llega el barco a los destinos, las recoge, para analizar qu¨¦ microorganismos han colonizado la superficie de cada muestra. Con este m¨¦todo pretende responder, al menos de forma preliminar, a una bater¨ªa de preguntas: ?Crecen microbios capaces de degradar los pl¨¢sticos? ?Aumenta la concentraci¨®n de pat¨®genos en las muestras? ?Son espec¨ªficos los colonos de cada pol¨ªmero?
El viaje de la basura
Adem¨¢s, las jaulas tambi¨¦n encierran mejillones, colocados all¨ª por los cient¨ªficos. Estos filtradores naturales del agua atrapan micropl¨¢sticos involuntariamente en su aparato digestivo, y por tanto se pueden diseccionar para obtener un fiel inventario de los contaminantes en cada r¨ªo. Por sus investigaciones, Meistertzheim sabe que los invertebrados que ingieren micropl¨¢sticos sin querer, como sus mejillones cautivos, sufren trastornos inmunol¨®gicos, de crecimiento y reproductivos. ¡°No sabemos si los micropl¨¢sticos tienen un efecto directo sobre la salud humana¡±, confiesa, ¡°pero s¨ª sabemos que son un problema para los ecosistemas marinos¡±. Para conocer las consecuencias ecol¨®gicas con m¨¢s precisi¨®n, primero se debe averiguar d¨®nde acaban los micropl¨¢sticos que arrastran los r¨ªos al mar.
El barco de investigaci¨®n franc¨¦s recorre las costas de Europa para tomar muestras de la contaminaci¨®n en las desembocaduras de diez r¨ªos principales
Parte de ese trabajo lo lleva a cabo Alligant, cuyo proyecto de tesis consiste justamente en predecir la distribuci¨®n final de los contaminantes. En el mar, normalmente solo se recoge el pl¨¢stico flotante, pero este apenas representa un 1% del total. En el r¨ªo, los cient¨ªficos pueden observar qu¨¦ part¨ªculas se hunden y cu¨¢les permanecen en suspensi¨®n, en funci¨®n de su propia densidad y de la salinidad del agua ¡ªregistrada por los cient¨ªficos cada vez que toman una muestra¡ª. Otra pregunta crucial, que lamentablemente es m¨¢s dif¨ªcil de responder, es de d¨®nde vienen los pl¨¢sticos; al fin y al cabo, el objetivo ideal ser¨ªa acabar con la contaminaci¨®n desde su origen.
¡°Antes pens¨¢bamos que los r¨ªos solo transportan pl¨¢sticos grandes, y que estos solo se degradan cuando llegan al mar, produciendo as¨ª los micropl¨¢sticos¡±, explica Meistertzheim tras la jornada de trabajo, cuando los residentes de la goleta ya se relajan en la cubierta y en sus camarotes. ¡°Ahora sabemos que eso no es verdad: el r¨ªo ya lleva part¨ªculas de micropl¨¢sticos que no provienen de la degradaci¨®n. En el T¨¢mesis, encontramos un 66% de pol¨ªmeros que solo estaban presentes en forma de micropl¨¢stico¡±, relata la cient¨ªfica. Este hallazgo indica que los llamados micropl¨¢sticos primarios ¡ªaquellos que no provienen de la fracturaci¨®n de objetos mayores¡ª, como fibras textiles, part¨ªculas exfoliantes, o gr¨¢nulos que sirven de materia prima para fabricar objetos en moldes, son una fuente importante de contaminaci¨®n en s¨ª mismos.
Aunque los resultados de la misi¨®n no estar¨¢n disponibles hasta el final de 2019, los cient¨ªficos tienen una conclusi¨®n provisional: las soluciones al problema de la contaminaci¨®n del mar est¨¢n en tierra. Los vertidos urbanos, la lluvia que arrastra part¨ªculas por las carreteras y alcantarillas hasta los lagos y r¨ªos¡ todo acaba en los oc¨¦anos. Limpiar el mar es una tarea inabarcable, y nada eficiente comparada con detener el flujo de basura de los continentes.
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