El combustible que alimenta las migraciones

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Un s¨¢trapa

La hora de la metamorfosis africana

El fracaso de Europa

A veces, no demasiadas, hay art¨ªculos en los peri¨®dicos que te atrapan desde la primera frase por la majestuosidad y brillantez de lo escrito. En otras ocasiones, esas palabras iniciales aturden. Esto segundo me pas¨® con el art¨ªculo publicado este domingo en EL PA?S por el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa titulado Un s¨¢trapa, en el que glosaba la figura del fallecido presidente de Zimbabue, Robert Mugabe. Pese a la distancia ideol¨®gica que me separa del escritor peruano, nunca tuve reparos en reconocerme un profundo admirador de su prosa. Pero este art¨ªculo arranca con una expresi¨®n con la que discrepo en profundidad y se me ha puesto el cuerpo respond¨®n.

Sin entrar en la acerada cr¨ªtica del se?or Vargas Llosa a la figura de Mugabe, que es su visi¨®n sobre un personaje complejo, me parece interesante centrarnos en la primera frase: ¡°?Sabe usted por qu¨¦ millones de africanos quieren entrar a Europa como sea, arriesg¨¢ndose a morir ahogados en el Mediterr¨¢neo? Porque, por desdicha para ellos, todav¨ªa hay en el ?frica buen n¨²mero de tiranuelos como Robert Mugabe¡­¡±.

Basta un somero an¨¢lisis del fen¨®meno migratorio para darse cuenta de que, si bien es cierto que algunos de los j¨®venes africanos que se juegan la vida en el Atl¨¢ntico o el Mediterr¨¢neo proceden de pa¨ªses con reg¨ªmenes dictatoriales, como es el caso de Eritrea, lo cierto es que la inmensa mayor¨ªa de estos migrantes sali¨® a escape de naciones donde no reina ning¨²n ¡°tiranuelo¡±, como Senegal, Mal¨ª o Nigeria.

La falta de libertades o la existencia de reg¨ªmenes dictatoriales no es el elemento clave de esta historia. Las razones que mueven a los africanos a intentar llegar a Europa son diversas, pero la falta de horizontes, la ausencia total de expectativas de futuro, bien podr¨ªa situarse como denominador com¨²n. Y este problema abunda tambi¨¦n en los sistemas democr¨¢ticos africanos.

No, el problema no es la emigraci¨®n. El verdadero problema es la gente que piensa que la emigraci¨®n es un problema

El combustible que alimenta las pateras, los cayucos, los saltos de las vallas coronadas de cuchillas que matan (todav¨ªa, pese a tantas promesas) y los barcos que zarpan de Libia no es la dictadura, sino la manifiesta incapacidad de los gobiernos africanos para cumplir con el contrato social que tienen con sus poblaciones, su ineficacia a la hora de responder a las demandas de sus ciudadanos, la falta de empleo, los sistemas educativos que hacen aguas, la ausencia de carreteras que condena a pueblos enteros al aislamiento, la dependencia de una lluvia cada vez m¨¢s escasa para una agricultura poco mecanizada, el expolio de la pesca o de minerales y el acaparamiento de tierras por empresas y gobiernos extranjeros, los injustos acuerdos comerciales, la pobre industrializaci¨®n... Adem¨¢s de la herencia de la esclavitud, la colonizaci¨®n o la explotaci¨®n de recursos y personas durante siglos.

?Todo esto es culpa de los africanos que apoyan a dictadores y que ¡°no tienen remedio¡±, como dice Vargas Llosa? No lo parece. Pero tambi¨¦n valdr¨ªa la pena detenerse en el detalle de que si se juegan la vida no es por deseo propio, sino porque el Norte ha construido un intrincado marco jur¨ªdico, que tiene su avanzadilla en la muy restrictiva pol¨ªtica de visados y el acuerdo Schengen y que alcanza su h¨¦gira en las leyes de Extranjer¨ªa que amparan los centros de internamiento y las deportaciones, y un sistema defensivo con alambradas y hombres armados que muestra que esta nuestra Europa ¡°de las libertades¡± recuerda m¨¢s al Medievo que cualquier cap¨ªtulo de Juego de Tronos. Winter is coming, dice el corifeo se?alando al Sur, y el miedo lo domina todo. Hasta el sentido del voto.

Nuestra Europa ¡°de las libertades¡± recuerda m¨¢s al Medievo que cualquier cap¨ªtulo de Juego de Tronos

Centrarse en los dictadores africanos no es un atentado a la verdad, las trapacer¨ªas sanguinarias de Mugabe son una buena percha y los casos de Obiang, Biya, Museveni o Afewerki son de manual. Pero esta es la ?frica inmutable a la que se aferran aquellos que la desconocen. Existe otra, cambiante, democr¨¢tica, impulsada por nuevos vientos que soplan desde una sociedad civil cada vez m¨¢s formada y robusta, ilusionante, luchadora, dispuesta a zafarse de la dominaci¨®n neocolonial, con enormes retos por delante y fracasos que vendr¨¢n, pero incansable. Puestos a hacer una foto, propongo abrir el foco. Y, por ¨²ltimo, dice el art¨ªculo que las migraciones africanas son ¡°un ¨¦xodo gigantesco que resulta un problema para el mundo entero¡±. No, el problema no es la emigraci¨®n. El verdadero problema es la gente que piensa que la emigraci¨®n es un problema.