Inseguridad, celos y herencias 'calientes': as¨ª destruye la rivalidad entre hermanos (y as¨ª puede evitarse)
Si arrastras los problemas fraternales hasta la madurez¡ ?es demasiado tarde para reconciliarse?
Si uno se pone a investigar entre el entorno m¨¢s cercano, los motivos de las rabietas entre hermanos se repiten con frecuencia durante la infancia y la adolescencia. Las hermanas que se robaban la ropa, el peque?o que se queja de que el otro ha tenido mucha m¨¢s libertad o el mayor que acusa al primero de ser "el ni?o mimado." Es m¨¢s, si se va a la casa familiar de alg¨²n amigo, es muy probable que salga a la luz el cl¨¢sico pique sobre qui¨¦n aparece m¨¢s en las fotograf¨ªas -s¨ª, reconozco haber tenido la misma pelea, pero es que era un hecho comprobado: la cara de mi hermana estaba por todas partes-. Lamentablemente, estas an¨¦cdotas son tan comunes a esa edad como, las historias de hermanos que ya no se dirigen la palabra en la madurez, que no se han visto las caras -fuera de las fotograf¨ªas- desde hace a?os.
Las herencias son, seg¨²n el terapeuta de familia del Instituto Centta Eduardo Torres, la causa m¨¢s com¨²n de las rupturas en las relaciones fraternales. Pero no es la ¨²nica. "Tambi¨¦n es muy frecuente que se den con la crianza de los hijos o cuando interviene la familia pol¨ªtica", dice. Como por ejemplo, esas personas que acusan a las parejas de sus hermanos de "lavarles el cerebro" o de ser la causa del distanciamiento entre ellos. Mara Cuadrado, psic¨®loga cl¨ªnica, a?ade otra situaci¨®n com¨²n de enfrentamiento: "El reparto de responsabilidades cuando los padres enferman o se hacen mayores y dependientes", una etapa en la que es frecuente que uno de ellos acabe cargando con la mayor parte del peso de la responsabilidad. Sin embargo, "esto siempre esconde otras problem¨¢ticas que vienen de antes, pero que han cristalizado as¨ª", sostiene Torres. "Nunca una pareja o una herencia generan una situaci¨®n de ruptura total si antes no hab¨ªa ning¨²n problema", asegura.
Unos dir¨¢n que la confrontaci¨®n empez¨® porque no s¨¦ qui¨¦n dijo no s¨¦ qu¨¦ en la cena de Navidad, otros que fue porque un hermano aprovechado se qued¨® con ese mueble de mam¨¢ que tanto gustaba a todos, pero el motivo de la disputa muchas veces est¨¢ en los celos, seg¨²n el psic¨®logo especializado en familia Esteban Ca?amales. La guerra entre hermanos suele arrastrarse desde de la infancia con el objetivo de ganarse el afecto de los padres. "Despu¨¦s de la comida que comemos y el aire que respiramos, es el afecto y la seguridad de la familia lo que m¨¢s necesitamos. Hay mucha lucha por ese cari?o", opina Ca?amales. Incluso ante una herencia, muchas veces el dinero no duele tanto como la deferencia que muestra el padre o la madre hacia un descendiente u otro.
La competitividad es normal, incluso saludable, seg¨²n estiman muchos expertos, ya que ese intento de diferenciarse de los hermanos ayuda a conformar la identidad propia. Este mecanismo natural de adaptaci¨®n se conoce como polarizaci¨®n y aparece cuando "no es que los hermanos sean diferentes entre s¨ª, es que son opuestos", indica Torres. Pero, por mucho que lo parezca, el problema no es que exista competitividad o celos, sino c¨®mo se resuelve la situaci¨®n,? en la estructura familiar que hay detr¨¢s.
Los castigos, mejor en privado
Los padres no son culpables de la rivalidad entre hermanos, pero s¨ª tienen responsabilidad en cuanto a c¨®mo se lidia en casa con los celos, con las situaciones de injusticia o de competitividad. Imaginemos la situaci¨®n: durante la cena, dos hermanos se pelean. Los padres pueden actuar de manera neutral, diciendo que "en la mesa, no se pelea", o tomar partido y empeorar la situaci¨®n con frases como "no pegues a tu hermano, p¨ªdele perd¨®n". Otra situaci¨®n t¨ªpica con ni?os peque?os: cuando intentan acaparar la atenci¨®n de los padres al mismo tiempo. "Espera un momento, que estoy hablando con tu hermano" o, "espera un momento, que ahora te toca a ti", ser¨ªa una buena forma de gestionarlo. "Hay que acostumbrarles a que pap¨¢ y mam¨¢ reparten su tiempo. No tienen que empujarse para obtener esa atenci¨®n, porque sus padres van a repartir su tiempo y su cari?o entre los dos", explica Ca?amales.
Los expertos coinciden en que, en general, no hay que hacer mucho caso de los celos, a no ser que la intensidad o la duraci¨®n del conflicto llame la atenci¨®n. "A menos que exista riesgo, los padres deben dejarles resolver sus problemas porque, si entran, tomar¨¢n partido por uno, creciendo as¨ª la enemistad entre ellos. Hay que ser equitativos a la hora de tratarles y de poner las normas, motivar momentos gratos entre ellos en vez de castigar cuando no se den, evitar comparaciones y evitar dejar a uno en evidencia", enumera la psic¨®loga Mara Cuadrado. Si hay que castigar a uno, mejor hacerlo en privado. Las comparaciones, aunque sean para compensar al celoso ("anda, pero si t¨² eres m¨¢s alto"), motivan la competitividad, agudizan la polarizaci¨®n y fomentan esos "contenidos sem¨¢nticos" que pueden enquistarse para siempre: ser "el bueno" o "el malo"; "la cari?osa" o "la seca..."
Hablar, empatizar y pensar c¨®mo arreglarlo
Seg¨²n un estudio de la Universidad de Harvard, en el que se hizo un seguimiento durante treinta a?os a 229 hombres, haber tenido una mala relaci¨®n fraternal en la infancia aumentaba considerablemente el riesgo de sufrir depresi¨®n en la madurez. Es solo un ejemplo de las consecuencias m¨¢s extremas, pero los expertos est¨¢n convencidos de que c¨®mo nos llevamos con los hermanos tiene mucho que ver con el tipo de relaciones que forjaremos a lo largo de nuestra vida. "Esta no es m¨¢s que una peque?a exposici¨®n de c¨®mo ha sido el funcionamiento de nuestras relaciones en la infancia, y es trasladable a c¨®mo se relaciona uno socialmente o con su pareja", opina Torres. Lo mismo dice Ca?amales: si no has sabido gestionar los celos con tus hermanos, puede que sufras lo mismo con tus propios hijos, o con tu pareja en situaciones en las que estos capten el protagonismo.
Mejorar una relaci¨®n distante o casi inexistente con un hermano cuando ya se es adulto puede ser m¨¢s dif¨ªcil, pero es posible. "Es necesario que ambos deseen superar los conflictos del pasado y no siempre se est¨¢ dispuesto a pasar p¨¢gina, o no siempre se piensa que el contexto donde ocurrieron los problemas era absolutamente distinto del actual", explica Mara Cuadrado. Si se desea intentar, estas son algunas claves: verbalizar los sentimientos o sensaciones ("igual es una neura m¨ªa, pero siempre que estamos con mam¨¢, siento que me quitas espacio"); empatizar, no negar lo que el otro siente y entender, como dice la psic¨®loga, que los contextos son diferentes (no vale decir "eso no es verdad" o "eso nunca ocurri¨®"); y pensar en arreglarlo, no en llevar raz¨®n, opina tambi¨¦n Torres: "Hay que adquirir compromisos que no pasan por convencer al otro de que reconozca que est¨¢ equivocado o que reconozca mi dolor. Pasa por construir unos andamios para que esta relaci¨®n, de la que somos responsables los dos, pueda mejorar. Y eso se entrena, pero para eso hay que querer", dice Torres. Y, a veces, tambi¨¦n, hay que pedir ayuda.
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