Jean-Christophe Rufin: ¡°La UE vive una adolescencia tormentosa¡±

Jean-Christophe Rufin (Bourges, 1952) es un hombre de mundo. Como tal se fija en referentes a reivindicar, aunque hayan fracasado estrepitosamente en sus fines. Es el caso del conde August Benyovszky, un noble eslovaco que coloniz¨® Madagascar para los franceses, que terminaron machac¨¢ndolo. Lo cuenta en su novela La vuelta al mundo del rey Zibeline (de la editorial Armenia), el relato de lo que pudo llegar a ser un Sim¨®n Bol¨ªvar para las colonias galas, hombre cuya visi¨®n ut¨®pica vive una reivindicaci¨®n en Francia de manos, entre otros, de Rufin, diplom¨¢tico, m¨¦dico, escritor, acad¨¦mico de las letras en su pa¨ªs y expresidente de Acci¨®n Contra el Hambre. Tras pasar por el Hay Festival de Segovia, abordamos con ¨¦l la relaci¨®n todav¨ªa traum¨¢tica de Francia con las excolonias, las turbulencias en la UE y esa sensaci¨®n de decadencia que asola a su pa¨ªs, para la que Rufin encuentra una causa: su anquilosada centralizaci¨®n.

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Pregunta. Ha escrito usted una novela dieciochesca en el sentido de esa ¨¦poca como germen de la literatura voluntariamente europea. ?Era esa su intenci¨®n?

Respuesta. Si consideramos a los fil¨®sofos del siglo XVIII, dejaron de pensar el mundo desde su habitaci¨®n, como lo hicieron sus colegas anteriormente. Abrieron las ventanas. Eso fue la Enciclopedia. Y se contagi¨® a ciertas figuras, como el conde August Benyovszky: su historia representa una nueva faceta de la humanidad. M¨¢s abierta, con objetivos m¨¢s globales. El problema fue que era demasiado pronto para lo que propon¨ªa. No fue comprendido. Ahora lo comenzamos a reivindicar como pionero de una diplomacia alternativa, m¨¢s igualitaria con relaci¨®n sobre todo a ?frica.?

P. ?Por qu¨¦?

R. Lo tildaron de mentiroso, exagerado, so?ador, de mantenerse fuera de la realidad. Cuando lo que propon¨ªa para esos pa¨ªses no ten¨ªa nada que ver con las intenciones francesas de la ¨¦poca. ?l buscaba algo m¨¢s parecido a lo que se constru¨ªa en Estados Unidos. Por eso va a contarle su experiencia a Benjamin Franklin. Cree que es el ¨²nico que le comprender¨¢. No se conforma con algo que se limitara al tr¨¢fico de esclavos. Benyovszky pas¨® de ser un soldado a desarrollar un proyecto de uni¨®n ut¨®pica, m¨¢s pr¨®ximo a la visi¨®n de Sim¨®n Bol¨ªvar en Am¨¦rica. Por eso los franceses lo mataron.

P. ?Tanto hubiese cambiado el colonialismo franc¨¦s de haber triunfado sus tesis?

¡°La herencia de la centralizaci¨®n es agobiante. Al atravesar Francia ?puedes acabar comiendo en un McDonald¡¯s!¡±

R. S¨ª. En el comercio, para empezar. Por otra parte, para no quedarse en una visi¨®n tan monol¨ªtica. Propon¨ªa otra mirada, otro futuro. Quiz¨¢s para aplicar sus ideas entonces fue demasiado pronto, pero esperemos que ahora no sea demasiado tarde.

P. Usted de eso sabe, ha sido embajador en Senegal. ?Cu¨¢l debe ser la relaci¨®n de Europa con ?frica?

R. Existen muchas ?fricas. Contextos radicalmente diferentes. Infunde esperanza ver c¨®mo pa¨ªses que han salido del hambre y la violencia, como Ruanda o Etiop¨ªa, est¨¢n superando en buenas direcciones sus retos con gentes de visi¨®n en el poder. Se desarrollan con mucha rapidez. Podemos entablar con ellos relaciones de igual a igual, lo que no es el caso respecto a algunos pa¨ªses de la zona occidental, como Senegal. Entran complejos coloniales en ambas direcciones que no han quedado resueltos. Y as¨ª no se puede arreglar apenas nada. Algo que no les ocurre con el Gobierno espa?ol, que es m¨¢s h¨¢bil en sus relaciones con Senegal debido a la inmigraci¨®n, bajo el paraguas de la UE. Los espa?oles no negocian con ellos con traumas de por medio. Para nosotros es como tratar problemas de familia a¨²n muy presentes. Apenas hace 60 a?os que se independizaron y no rompimos los lazos tan radicalmente como hicieron los brit¨¢nicos con sus territorios.

P. ?En qu¨¦ medida juega China ahora sus bazas en ?frica?

R. Entraron con fuerza y algunos Gobiernos los recibieron muy bien, pero hoy es el d¨ªa en que comprenden que no se trata de un socio humanitario. Crece una evidente desilusi¨®n. Van a lo que van. Les extend¨ªan un cheque, por ejemplo, para que no reconocieran a Taiw¨¢n y luego ve¨ªan qu¨¦ pod¨ªan sacar, sin importarles el medio ambiente, la formaci¨®n de profesionales¡­

P. ?Qu¨¦ ser¨¢ de nosotros si Europa se desintegra?

R. No creo que ocurra. Simplemente, como en la vida de un ser humano, la UE est¨¢ pasando por una adolescencia tormentosa. Ha crecido muy fuerte en muchos campos: econ¨®mico y pol¨ªtico, principalmente. Se resiente de eso. Hace poco hice un reportaje surcando el Danubio, muy centrado en los pa¨ªses del Este. Entrevist¨¦ a Viktor Orb¨¢n, un pol¨ªtico, pese a sus posiciones, muy h¨¢bil. Le pregunt¨¦ cu¨¢l hab¨ªa sido su mayor logro y me contest¨®: conseguir que los h¨²ngaros puedan destilar alcohol en sus propias casas. As¨ª es Orb¨¢n, se al¨ªa con lo que m¨¢s le conviene. De lo que me di cuenta es de que la prioridad o la m¨¢xima preocupaci¨®n de esos pa¨ªses no es la inmigraci¨®n, sino su pa¨ªs vecino. Eso es todav¨ªa un trauma de la desintegraci¨®n del Imperio austroh¨²ngaro, a¨²n les afecta.

P. Dice el fil¨®sofo George Steiner que podemos comprender el mundo de hoy, sus logros y calamidades, fij¨¢ndonos en la herencia del Imperio austroh¨²ngaro. ?Est¨¢ de acuerdo?

R. Desde luego. Sus conexiones culturales son fuertes. Muchos sienten hoy cierto orgullo por ese pasado. Cuando franceses y brit¨¢nicos decidieron aniquilarlo abrieron la caja de Pandora. Y no hay que olvidar el papel que adem¨¢s desempe?a ah¨ª Rusia. Pero de manera desigual. Puede influir sobre los h¨²ngaros, pero no sobre los polacos, por el rechazo que les causan. Ah¨ª, nunca. Y as¨ª en otros pa¨ªses.

P. Pasemos a Francia. ?Por qu¨¦ se sienten sus paisanos en decadencia?

R. La herencia de la centralizaci¨®n es muy agobiante. Desde Luis XIV es as¨ª. Eso crea un desequilibrio respecto a la organizaci¨®n del Estado. Otros pa¨ªses, como Espa?a, lo han resuelto bien con las autonom¨ªas. En las periferias, los que no viven en Par¨ªs muestran su descontento. Sienten que existen dos Francias. Cuando atraviesas el pa¨ªs y pasas por sus regiones a veces te sientes en un desierto, con gente desmotivada. ?Puedes acabar comiendo en un McDonald¡¯s! Tambi¨¦n ese reparto territorial causa tensiones, como pasa en Catalu?a, pero, en general es un factor de desarrollo incuestionable. En Francia no existe eso y ha colapsado. La gente est¨¢ furiosa, pero ning¨²n l¨ªder local los representa. Ese sistema del que ¨¦ramos los campeones se resquebraja y los pa¨ªses que han repartido el poder entre sus territorios est¨¢n en una mejor posici¨®n; pa¨ªses m¨¢s j¨®venes como Alemania o Italia, y tambi¨¦n Espa?a, que, con la llegada de la democracia, comprendi¨® que deb¨ªa establecer ese modelo.