Ellos est¨¢n preparados para reconstruir Siria
Siria tendr¨¢, alg¨²n d¨ªa, un futuro distinto de la guerra. Y con af¨¢n de conseguirlo, un grupo de 525 personas recibieron cursos de formaci¨®n de la Cooperaci¨®n Espa?ola. Aqu¨ª cuentan c¨®mo les ha ido
Siria tendr¨¢, alg¨²n d¨ªa, un futuro distinto de la guerra. Los conflictos no duran eternamente, aunque lo parezca. Y llegar¨¢ el momento de la reconstrucci¨®n. No solo las infraestructuras, los edificios, las calles necesitar¨¢n trabajo en este sentido... tambi¨¦n la sociedad queda rota. ?Qui¨¦n se encargar¨¢ de recomponerla? La Cooperaci¨®n Espa?ola ha desarrollado un programa de formaci¨®n en liderazgo femenino, periodismo y transici¨®n inclusiva para instruir en estas materias a 525 informadores y defensores de los derechos humanos sirios, muchos refugiados en Jordania, otros todav¨ªa en su pa¨ªs. Con la mirada puesta en un futuro en paz.
"Mi vida antes de la guerra era estar en casa con mis hijos". Pero cuando la represi¨®n de las manifestaciones en Alepo dejaba un rastro de heridos, Aicha Zin M. Nazir sinti¨® que ten¨ªa que hacer algo. Empez¨® repartiendo medicamentos, pero pronto decidi¨® que ten¨ªa que informar de lo que estaba pasando. Licenciada en filolog¨ªa francesa y sin experiencia en periodismo, comenz¨® a grabar las protestas con su m¨®vil y compartir las im¨¢genes en redes sociales. "Era mi deber, hab¨ªa violencia y secuestros, y los medios no estaban informando", dice.
Los reportajes de Zin trataban sobre grupos invisibles: las mujeres que ayudaban a v¨ªctimas, los cristianos... Y pronto se convirti¨® en algo peligroso. "Unos estudiantes fueron quemados por distribuir medicinas, imag¨ªnate lo que hac¨ªan a los periodistas". Lleg¨® un momento en el que no dorm¨ªa por las noches y, si un coche paraba frente a su vivienda, pensaba que la iban a secuestrar y desaparecer¨ªa para siempre. Por eso decidi¨® marcharse. "Pensaba que a¨²n ten¨ªa trabajo que hacer en Siria, pero ten¨ªa que mantener a mis hijos de siete y ocho a?os a salvo".
Hoy, refugiada en Jordania, contin¨²a su labor period¨ªstica y ha recibido formaci¨®n en la materia en el marco del programa Tahdir-Masar. "Era autodidacta, la primera vez que escrib¨ª un art¨ªculo para prensa escrita tuve que entrar en Internet para ver c¨®mo se hac¨ªa", rememora. Con el curso en comunicaci¨®n aprendi¨® a ser "m¨¢s neutral" y no dar su opini¨®n en sus informaciones. Tambi¨¦n a tratar con personas que, como ella, sufren estr¨¦s postraum¨¢tico. "No lo estaba haciendo bien", reconoce. Afincada en Am¨¢n, en la actualidad conduce un programa radiof¨®nico sobre sirios que llegaron al Jordania antes de la guerra. Quiere cambiar la imagen que la sociedad tiene de ellos: "Nos ven como un problema, causantes de la crisis econ¨®mica".
"Hay una diferencia entre mi yo antes y despu¨¦s de Tahdir-Masar. Soy una de las participantes en el programa que viaj¨® a Espa?a y estuve en RTVE. He aprendido de periodistas espa?oles". 30 profesionales de la radiotelevisi¨®n espa?ola instruyeron a Zin y al resto de participantes sobre ¨¦tica de la informaci¨®n, el discurso del odio, los derechos humanos, la protecci¨®n de los periodistas, el tratamiento de la violencia de g¨¦nero y la atenci¨®n a los p¨²blicos especialmente sensibles, como los ni?os.?
Lo que m¨¢s valora Zin, refugiada siria en Jordania, de su visita a Espa?a es que ha estado "en un pa¨ªs que ha podido pasar de una guerra y una dictadura a una democracia". Cree que ese es el camino a seguir
Pero lo que m¨¢s valora Zin es que ha estado "en un pa¨ªs [Espa?a] que ha podido pasar de una guerra y una dictadura a una democracia". Cree que ese es el camino a seguir. "Habr¨¢ buen periodismo en una Siria con democracia. Los dictadores no siguen eternamente. Todo lo que me est¨¢ pasando es una escuela para cuando regrese. Y si yo no puedo, mis hijos. Pero sin esperanza no podemos vivir", zanja.
"La selecci¨®n de participantes ha seguido criterios de m¨¦ritos, su experiencia y formaci¨®n, as¨ª como de alineamiento con las prioridades del programa, es decir, el grado de contribuci¨®n de los beneficiarios al desarrollo de la sociedad civil siria"; explica Luis Landero de la C¨¢mara, responsable de Tahdir-Masar en Am¨¢n desde que se puso en marcha en 2015. En su opini¨®n, una de las principales aportaciones de este proyecto, con un presupuesto de tres millones de euros (1,5 de la Cooperaci¨®n Espa?ola y otro tanto de la Uni¨®n Europea), ha sido proporcionar a los participantes "una plataforma de intercambio de posturas sobre el futuro del pa¨ªs de una forma inclusiva y abierta".
Wafaa AlAyouby, de 47 a?os, recuerda que en los cursos que ella realiz¨® ¡ªempoderamiento de la mujer y liderazgo¡ª se sent¨® en la mesa "con otras sirias que apoyaban al r¨¦gimen [de Bachar al Asad] y sent¨ª que no me aceptaban". Para aliviar la tensi¨®n, les invit¨® a cogerse las manos y darse la oportunidad de conocerse. "Les ped¨ª que nuestras diferencias pol¨ªticas no afectasen a nuestra buena relaci¨®n". Y a?ade: "El programa Tahdir ha reunido a muchos sirios diferentes en torno a una mesa, a debatir. Eso es bonito".
Ahora AlAyouby vive en Suecia, donde ya resid¨ªa su esposo desde hac¨ªa cinco a?os, despu¨¦s de haber estado sola al cargo de tres de sus cinco hijos en Jordania. Desde 2013. "Echaba de menos las reuniones familiares", confiesa. "Debido a mi trabajo en el terreno de la ayuda humanitaria tampoco pod¨ªa volver a Siria", agrega. Licenciada en Matem¨¢ticas y profesora de la materia en una escuela privada, empez¨® a asistir a v¨ªctimas del conflicto en su pa¨ªs. Primero en Homs, luego en Damasco. Hasta que fuerzas gubernamentales apresaron al mayor de sus hijos, de 20 a?os entonces, y decidi¨® huir para preservar la vida de los dem¨¢s.
Tahdir ha reunido a muchos sirios diferentes en torno a una mesa y debatir. Eso es bonito Wafaa AlAyouby, refugiada siria
Tras un tiempo en el gran campo de refugiados de Zaatari, esta mujer de sonrisa perpetua, pens¨® que no quer¨ªa depender de nadie para sobrevivir. Se fue del lugar y comenz¨® a trabajar como voluntaria en muchas organizaciones que apoyaban a los sirios en asentamientos informales. "Los m¨¢s vulnerables, con mayores necesidades y peor suerte", apunta AlAyouby. Su labor le serv¨ªa tambi¨¦n para ayudarse a s¨ª misma pues las entidades le facilitaban el transporte y una tarjeta con la que pod¨ªa adquirir alimentos. As¨ª fue tirando.
A AlAyouby le han preguntado muchas veces por qu¨¦ ayudaba a otros cuando ella misma era refugiada en situaci¨®n de necesidad, sin posibilidad de trabajar de lo suyo ni viajar. "Sent¨ª que pod¨ªa desarrollarme a m¨ª misma ayudando a otros y ser la voz de las mujeres vulnerables", responde. Su papel, el de ellas, ser¨¢ muy importante en la reconstrucci¨®n de Siria, opina. "Los hombres mueren en las guerras y las mujeres asumen todas las responsabilidades. Tendr¨¢n que estar en las mesas de toma de decisiones".
En este sentido, Tahdir-Masar ha tenido un impacto en su personalidad, afirma AlAyouby. "En Siria, en general, la mujer est¨¢ lejos de la pol¨ªtica y he aprendido mucho sobre c¨®mo se hacen las leyes, c¨®mo se organizan unas elecciones y los sistemas de Gobierno. Y ahora cuando escucho las noticias entiendo de qu¨¦ est¨¢n hablando y qu¨¦ significa una transici¨®n justa", detalla. Una que desea que sea posible en Siria, para poder volver y recuperar su identidad y su vida tranquila. "Y ver a mi hijo", termina.?
Hay casi 5,7 millones de refugiados sirios y m¨¢s de 6,1 millones de desplazados internos, seg¨²n Acnur
Una vida "normal" era lo que ten¨ªa tambi¨¦n Orouba Omar Tifor, de 50 a?os, en Alepo. Graduada en Educaci¨®n, ten¨ªa 24 a?os de experiencia en el campo de la ense?anza a ni?os con discapacidad auditiva. Ense?aba lengua de signos. "Ten¨ªa trabajo, familia, hac¨ªa excursiones, vida social con amigos...", resume. El 14 de agosto de 2012, recuerda perfectamente la fecha, abandon¨® su pa¨ªs.
Para Omar Tifor no fue muy dif¨ªcil encontrar un empleo en Am¨¢n, se uni¨® a la misma organizaci¨®n para la que trabajaba en Alepo, que asiste a v¨ªctimas de la guerra. "Las personas ven¨ªan con muchos da?os y necesitaban pr¨®tesis, sillas de ruedas y tambi¨¦n apoyo psicol¨®gico". En Jordania, tambi¨¦n empez¨® a organizar sesiones de sensibilizaci¨®n contra el matrimonio infantil. "Las familias piensan que es mejor casar a las ni?as para que no les pase nada malo, pero tienen que entender que no est¨¢ bien". Poco a poco fue ampliando el foco en esas jornadas: contra la violencia de g¨¦nero y el trabajo infantil.
"El programa me ha servido para entender mejor el papel de la mujer. Ten¨ªa ideas confusas en este sentido. Ahora s¨¦ que tienen ideas, un cometido importante", argumenta. Por eso, planea crear una organizaci¨®n enfocada en mujeres v¨ªctimas de la guerra. "Ellas han sufrido grandes da?os por el conflicto: han asumido todas las responsabilidades. Son las madres, los padres. Todo", expone.
Solo en los cinco primeros a?os de guerra, desde 2011, 400.000 sirios perecieron seg¨²n el enviado de la ONU en Siria. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, un grupo de monitoreo con sede en el Reino Unido, eleva el n¨²mero de muertos a 511.000 desde el comienzo del conflicto hasta marzo de 2018. A los que hay que a?adir, casi 5,7 millones de refugiados, seg¨²n el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y m¨¢s de 6,1 millones de desplazados internos.
El deseo de Omar Tifor es que todos, ella incluida, puedan volver a una Siria en la que a pesar de las diferencias la gente acepte a los otros "sin odio ni rencor". Y que haya una Constituci¨®n que reconozca la igualdad de g¨¦nero, agrega.
Adem¨¢s de cohesi¨®n social y nuevas leyes, Siria necesitar¨¢ tejido empresarial. Reconstruir su econom¨ªa. Kadar Mouayad Fayyad, de 35 a?os, trabaja para ese momento. "Formo a j¨®venes para la creaci¨®n de negocios tras conflictos", apunta. "Si las personas que hemos asistido a los cursos podemos tener un impacto, quiz¨¢ lleguemos a tener armon¨ªa".?
Pese a los deseos compartidos de regresar y la preparaci¨®n para constituir la sociedad civil en Siria, el pa¨ªs sigue expulsando a su poblaci¨®n que huye de una violencia que no cesa. Desde hace m¨¢s de ocho a?os. "No puedo volver", admite Eyad Z. A., de 33 a?os. "Cuando me fui a Jordania, pens¨¦ que ser¨ªa solo para dos meses. Luego nos dimos cuenta de que iba para largo". Este graduado en Ingenier¨ªa Inform¨¢tica, se involucr¨® en labores humanitarias cuando comenzaron las protestas en Siria. "Pero eso no era aceptable, seg¨²n el Gobierno". Tem¨ªa por su vida y la de su familia, sus padres, hermanas, su mujer y la primera de sus hijas, por lo que todos se marcharon al pa¨ªs vecino.
Durante su estad¨ªa en Jordania, desde agosto de 2012 a febrero de 2019, Z. A. consigui¨® empleo en una ONG. En su campo, como sirio, no lo ten¨ªa permitido. Estudi¨® un m¨¢ster y fue beneficiario del programa Tahdir, en el apartado de liderazgo. Pero ante la imposibilidad de conseguir un permiso de trabajo, se mud¨® a Estambul. All¨ª, todav¨ªa est¨¢ en proceso de b¨²squeda laboral. "Volver a Siria se ha convertido en un sue?o que espero que alg¨²n d¨ªa se haga realidad. Pero la situaci¨®n es complicada y no podr¨¦ regresar hasta que est¨¦ seguro de que el Gobierno no me detendr¨¢ por mi trabajo en ONG"; concluye.
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