La diferencia entre ense?ar a convivir y adoctrinar en el aula
Para lograr un clima sano en los centros escolares es necesario conocer las razones por las que suceden los casos de acoso, conocer a las v¨ªctimas y a los agresores, y ense?ar a respetar a todos
La mejora de la convivencia en los centros educativos es una prioridad. Dudo de que a ning¨²n padre le quede un solo resquicio de duda sobre la importancia de actuar contra el acoso escolar o bullying, m¨¢s hoy, con la ubicuidad y capacidad de difusi¨®n que alcanzan estos actos gracias a internet y a las redes sociales. Para lograr un clima sano en los centros escolares es necesario conocer las razones por las que suceden los casos de acoso, conocer a las v¨ªctimas y a los agresores, y ense?ar a respetar a todos mediante la tolerancia, la empat¨ªa y el respeto. Pero el personal docente no puede quedarse solo en esta tarea. Las familias debemos ayudarlos y, por supuesto, no boicotearlos.
Teniendo en cuenta que el colectivo LGTBi es uno de los m¨¢s afectados por el acoso escolar, es totalmente necesario que tenga el protagonismo que merece. Hace ya cuatro a?os que el ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad edit¨® la gu¨ªa titulada ¡°Abrazar la diversidad: propuestas para una educaci¨®n libre de acoso homof¨®bico y transf¨®bico¡± a la cual recomiendo recurrir, tanto si se es profesor, o tambi¨¦n padre o estudiante. Tal y como recoge la introducci¨®n, ser gay, lesbiana o trans o ser considerado como tal incrementa el riesgo de ser v¨ªctima de acoso escolar. No podemos pues cerrar los ojos a la realidad.
Todo caso de bullying es doloroso, sobre todo para las v¨ªctimas. Pero tambi¨¦n hay que poner el foco en los acosadores. Ninguno querr¨ªamos estar en el lugar de los padres de estos chicos o chicas por la sensaci¨®n de fracaso que puede producir al progenitor el comportamiento de su hijo. Sin embargo, tampoco podemos dejarlos solos. Debemos darles herramientas para solucionar la situaci¨®n y tambi¨¦n hacerles entender que su implicaci¨®n es vital para resolverla. Igualmente, todos debemos comprender que no habr¨¢ soluci¨®n posible si no apoyamos la labor educativa.
La formaci¨®n en los valores constitucionales de la convivencia, la igualdad, el respeto y la no discriminaci¨®n no puede ser confundida nunca con el adoctrinamiento, como algunos insin¨²an. Esta formaci¨®n, al contrario, es clave para que no seamos padres de v¨ªctimas, ni tampoco de acosadores, ni siquiera padres de observadores pasivos. Tenemos que corresponsabilizarnos para que sepamos estar del lado de nuestros hijos, para atajar de frente sus comportamientos nocivos cuando haya que hacerlo o ense?arles a reaccionar y a convertirse en personas emp¨¢ticas y colaborativas.
S¨¦ que hay temas tab¨², s¨¦ que a las familias a veces nos cuesta hablar de ciertos temas, y que, dependiendo de la ideolog¨ªa de cada uno, se evita hablar de algunas cosas o, simplemente, se ignoran. Si las redes sociales desempe?an un papel clave en la virulencia del acoso escolar, impidiendo que la v¨ªctima tenga un refugio -ni siquiera en su propia casa-, tambi¨¦n lo juegan la desinformaci¨®n y la falta de educaci¨®n en valores de nuestros chicos y chicas. Que no lo tratemos en casa no quiere decir que sea desconocido para ellos.
Una supuesta carencia de educaci¨®n en las escuelas o en el hogar no impide que nuestros adolescentes y preadolescentes traten de informarse sobre aquello que les produce curiosidad. A¨²n sin buscarlo, est¨¢n expuestos o reciben videos cuyos contenidos ser¨¢n, con muy alta probabilidad err¨®neos, desde un punto de vista educativo. Contenidos que no les van a transmitir valores que les ayuden a convivir con sus compa?eros y profesores. Por eso, es fundamental que no dejemos su educaci¨®n en manos de YouTube, Instagram o Tik-Tok, sino que sean profesionales los que se encarguen de ello, y junto a ellos, los padres y madres.
La diversidad es bonita, no es una amenaza, sino una fuente de riqueza, una mina de oportunidades para educar a nuestros hijos en valores de tolerancia, respeto y empat¨ªa. Y as¨ª tenemos que verlo y entenderlo todos los miembros de la comunidad educativa. En esto debemos de ser una pi?a. No se pueden combatir los prejuicios si una parte de la comunidad se evade de su responsabilidad. A¨²n queda mucho por hacer para acabar con el acoso, que no solo se ceba con los j¨®venes del colectivo LGTBi, tambi¨¦n con los alumnos de altas capacidades, con los que presentan alguna discapacidad o, simplemente, con aquellos que no entran en la norma que el ni?o, ni?a o adolescente de turno decide en ese momento.
Y por si a alguien le queda alguna duda, la actual ley de educaci¨®n (LOMCE) dedica un art¨ªculo, el 124, a las normas de organizaci¨®n, funcionamiento y convivencia, en el que se deja claro la obligatoriedad de que los centros educativos elaboren un plan de convivencia. Este plan debe prestar una especial atenci¨®n a la prevenci¨®n de la violencia de g¨¦nero y a la realizaci¨®n de actuaciones que promuevan la igualdad y la no discriminaci¨®n. As¨ª que nuestros docentes tienen la obligaci¨®n tanto moral como administrativa de trabajar por la mejora de la convivencia como objetivo marcado por la ley. Las familias, en correspondencia, no podemos ser menos. Educar para garantizar la libertad y la convivencia no es adoctrinar.
Eva Bail¨¦n es ingeniera en Telecomunicaciones y autora del blog todoeldiaconectados.com sobre nuevas tecnolog¨ªas para ni?os. Inici¨® la campa?a de Change.org "por unos deberes escolares justos".
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