Juan Carlos Ortega: ¡°Me encanta criticar a la izquierda porque los humoristas no lo hacen¡±
El ni?o solitario y raro creci¨®, pero sigue siendo un ni?o. Su adolescencia viaj¨® por la magia de la radio: sus sonidos, el timbre de sus locutores estrella, el viejo magnetof¨®n con el que hizo sus primeros pinitos. La magia sigue. El inagotable creador de voces y parodias recibi¨® el premio Ondas 2016 a su trayectoria, y escribi¨® y present¨® la reciente gala de la edici¨®n de 2019. Muy probablemente, este personaje no concibe la vida sin la radio. Muy probablemente, Ortega morir¨¢ con el micr¨®fono puesto.
HAY UNA ESCENA suya en Sevilla, en la entrega de los Ondas, los premios de la SER, en noviembre de 2017. Tras el refer¨¦ndum convocado por Carles Puigdemont y los suyos, hubo que llevar la gala de entrega de estos premios fuera de la capital catalana, su sede natural. Juan Carlos Ortega (Barcelona, 1968), menudo, los ojos negros y vivos, como un ni?o que entrara en un escenario inventado por su imaginaci¨®n de artista de la radio, caminaba con un enorme magnetof¨®n. Fue ¨¦l quien ameniz¨® aquella noche dif¨ªcil, quiz¨¢ la m¨¢s compleja de la historia de los Ondas.
En ese magnetof¨®n Ortega llevaba su vocaci¨®n de vocalista m¨²ltiple de la radio, las voces de sus maestros (Luis del Olmo, I?aki Gabilondo, Luis Arribas Castro, Jes¨²s Quintero, Xavier Sard¨¤, Andreu Buenafuente¡) y las que ¨¦l ha inventado desde que era un chiquillo cuya mayor amistad era el sonido de la radio.
De pronto, del magnetof¨®n sali¨® su vida entera y ¨¦l dej¨® de ser el muchacho que entraba como en una sala de estar gal¨¢ctica, y su voz se hizo radio y habit¨® en solitario como si fuera una multitud. Es actualmente el mayor creador de voces de la radiodifusi¨®n espa?ola, y es tambi¨¦n, acaso por ser tan vocacional su historia desde la infancia, un s¨ªmbolo mayor de la radio. Crea ficci¨®n, pol¨ªtica, di¨¢logos entre personajes que entrelaza. Voces que ¨¦l mismo hace como quien estuviera inventando mundos. De hecho, esta conversaci¨®n que sigue se hizo en un peque?o estudio de radio, en la sede central de la SER, en Madrid, ante un micr¨®fono amarillo, al que ¨¦l miraba como si all¨ª dentro estuvieran tambi¨¦n, grab¨¢ndolo, sus personajes. Por esa primera imagen de Sevilla empezamos a hablar.
Ah¨ª estaba usted con aquel imponente aparato. Era un hombre y multitudinario. ?Esa es su dimensi¨®n en la vida??
El origen de que trabaje solo es que de jovencico ten¨ªa muy pocos amigos, pero me gustaba la radio. La suma de ambas cosas me puso a hacer radio estando solo. Como en radio se necesita a otro para entrevistas, para tener un feedback tuve que inventarme voces. Fue una necesidad nacida de no tener amigos.
?Por qu¨¦ no hab¨ªa amigos?
La verdad es que no lo s¨¦. Siempre me ha gustado estar solo. Es por decisi¨®n. No es que me sintiera aislado, que quisiera tener amigos y no pudiera conseguirlos. Pero, claro, hay oficios en los que se necesita gente. Si hubiera sido pintor o poeta, no habr¨ªa tenido la necesidad de inventarme voces. Pero como me dio por la radio al escuchar a Luis del Olmo de peque?o, pues me tuve que rodear de voces que hac¨ªa yo. Y ah¨ª est¨¢n desde siempre familiares camuflados o ¨ªdolos de la radio, que eran los que ten¨ªa m¨¢s pr¨®ximos¡
?Esa infancia lo marc¨® en m¨¢s sentidos?
S¨ª, seguramente. Fue una infancia centrada en un inter¨¦s obsesivo por la radio. Recuerdo preguntarme por la tarde, con 11 a?os: ¡°?Qu¨¦ estar¨¢ haciendo ahora Luis del Olmo?¡ No est¨¢ en la radio ahora, pero debe de estar haciendo algo. ?Estar¨¢ hablando con su familia?¡±. Fue impresionante imaginarme de repente las voces de la radio fuera de la radio. ?Ser consciente de que tambi¨¦n eran personas!
?Qu¨¦ sent¨ªa por esas personas cuando no estaban en la radio?
Mucha curiosidad. La sensaci¨®n de que yo pod¨ªa ser uno de esos, porque me dec¨ªa que si hab¨ªa momentos en los que ellos no estaban en las ondas es que eran personas normales. Por tanto, como yo era una persona normal, tambi¨¦n podr¨ªa alg¨²n d¨ªa trabajar en la radio. De pronto fui consciente de que no eran solo voces, sino seres humanos que despu¨¦s hac¨ªan su vida.
Esos ¨ªdolos suyos son muy diferentes. Los imita y los atrae. ?Acaso tiene el alma de todos ellos?
Ojal¨¢. Los admiro y me han sido muy ¨²tiles en el oficio. De peque?o quer¨ªa ser locutor de radio convencional y serio, pero el humor me empez¨® a interesar r¨¢pidamente. Para combinar mi deseo de ser locutor normal con el humor, lo que se me ocurri¨® fue hacer lo que vengo haciendo toda la vida: parodiar la radio, ser una mezcla de todos ellos parodi¨¢ndolos.
Esa vocaci¨®n de parodiar le viene de esa infancia solitaria. ?Lo consideraban raro?
S¨ª, s¨ª, siempre he sido el raro, definido como tal. Pero nunca me preocup¨®. No he tenido una infancia triste ni me sent¨ªa mal. Creo que sentirse raro es compatible con sentirse bien. En ning¨²n momento sufr¨ª. Tampoco hab¨ªa mala leche o mala fe en mis amigos ni en la gente que me ve¨ªa as¨ª. Se me aceptaba. No tuve una mala infancia, pero s¨ª que era raro.
Ve¨ªa a los personajes de la radio como cuerpos pr¨®ximos. ?Fue capaz de verse fuera de s¨ª mismo?
Me cost¨® verme dentro de la radio. Acostumbrado a una vida normal, a ir al cole, el descubrimiento de imaginar a los locutores fuera tuvo un resultado inverso: entonces empec¨¦ a imaginarme dentro de la radio. Fue a los 16 a?os. Me compr¨¦ un magnetof¨®n y un micr¨®fono, car¨ªsimo; empec¨¦ a grabar con sonido profesional y al o¨ªrme dije: ¡°?Hostia, ya estoy en la radio!¡±. Lo hab¨ªa hecho toda mi vida con cintas de casete. ?Pero ten¨ªa un Revox, un magnetof¨®n, un micr¨®fono, una mesa de mezclas! ?O¨ªrme fue definitivo! Utilizaba dos casetes. En uno grababa respuestas de un invitado y en el otro hac¨ªa la voz del locutor. Los grababa por separado y luego me pasaba todo el rato d¨¢ndole al play a las dos casetes y o¨ªa esa conversaci¨®n entre seres que eran yo mismo con distintas voces¡
?Qu¨¦ contenidos les daba a esos ?fantasmas?
Muy malos. Una vez entrevist¨¦ a uno que hablaba y dec¨ªa todos los t¨®picos de los pol¨ªticos. Entrevistaba a mi prima para un programa que titul¨¦, curiosamente, Al rojo vivo, como el que ahora hace Ferreras en La Sexta¡ Ella hac¨ªa como de folcl¨®rica. Un d¨ªa lo puse en La ventana de Gemma Nierga. Han desaparecido para siempre los casetes. Me da una rabia brutal.
?Ese ni?o lo ha abandonado alguna vez?
No. Sigue estando totalmente. No veo diferencia entre mi yo de ahora y el de entonces. Juanjo Mill¨¢s dice algo as¨ª en su ¨²ltimo libro: ¡°Voy por la calle. Tengo 68 a?os, pero me siento un muchacho, el mismo que cuando ten¨ªa 20 a?os¡¡±. Yo me siento el mismo que cuando ten¨ªa 12. Por fuera hay una capa distinta, pero el n¨²cleo es el mismo. Todos somos siempre el mismo.
El ni?o que se prolonga en usted ha tenido tristezas, dolores, muertes. ?C¨®mo le han ido haciendo como persona esas heridas?
Cambias. Lo que ese ni?o ha aprendido es a dejar de pensar en s¨ª mismo. Me pas¨® al ser padre. Sent¨ª la mayor liberaci¨®n del mundo. Todos dicen que tener un hijo es una esclavitud. En mi caso fue una dosis de libertad total. De repente, dej¨¦ de ser el centro de mi inter¨¦s y pas¨® a serlo otra persona.
En casa ten¨ªa dos personajes arquet¨ªpicos de su manera de interpretar la realidad, su padre y su madre. ?Qu¨¦ han significado en su vida?
Mucho. Mi madre ten¨ªa la radio encendida siempre. Ese es el origen. El modo en que ambos hablaban me ha sido muy ¨²til para las conversaciones de mis personajes. Me refiero a su forma de hablar, c¨®mo se interrump¨ªan, c¨®mo dec¨ªa uno una cosa y el otro su contraria¡ As¨ª hablan mis personajes¡ Mi padre siempre estaba haciendo bromas muy profundas, con un aspecto muy serio. Esa mezcla entre el amor por la radio de mi madre y el humor de mi padre me han sido muy ¨²tiles¡ Mi padre era un manchego recriado en Catalu?a. Ten¨ªa esa cosa miedosa para s¨ª mismo, no le daban miedo los dem¨¢s. Y yo tambi¨¦n soy muy miedoso con respecto a lo que le puede pasar a mi hijo. ?Anoche so?¨¦ que el ni?o no hab¨ªa hecho los deberes! ?Lo que he sufrido! En mi familia hay una cadena de miedos.
Hay dos mujeres en sus programas. Una es mayor, cachonda, y otra es pedantuela. ?Tienen f¨ªsico para usted sus personajes?
¡°Siempre he sido?el raro, pero eso nunca me preocup¨®. Creo que sentirse raro es compatible con sentirse bien¡±
Todos mis personajes tienen f¨ªsico y nombre, aunque cada d¨ªa pueden llamarse de forma distinta. En mi mundo tienen un nombre, como si fueran personas; luego les otorgo una personalidad en funci¨®n de cada papel. Las mujeres se llaman, en origen, Carmen y Pilar. Y las voces masculinas son Fernando y Diego. ?Fueron bautizados hace a?os! Otras voces han nacido escuchando la radio. Mi abuelo, por ejemplo, me ha dado el personaje de Marco Antonio Aguirre. Una vez una se?ora llam¨® a Gemma Nierga a Hablar por hablar. La grab¨¦. Ten¨ªa una voz muy aguda. La manipul¨¦ y termin¨® siendo una voz de mujer que ya adapt¨¦ para siempre. A partir de ah¨ª empec¨¦ a hacer voces de mujer.
En cierto modo, usted es como el creador de Frankenstein¡
Me pasa algo acojonante: puedo estar escribiendo un guion pensando en una voz y me salen expresiones que yo no he utilizado nunca. Si fuera de tendencia esot¨¦rica, dir¨ªa que me ha pose¨ªdo un esp¨ªritu. Pero, como no lo soy, tiene que haber una explicaci¨®n psicol¨®gica para el hecho de que cuando encarno a una persona se me ocurran expresiones de ese personaje que jam¨¢s me saldr¨ªan escribiendo.
Eso lo convierte en un novelista de la radio¡ ?Irrumpe su estado de ¨¢nimo en la construcci¨®n de los personajes?
?Absolutamente!
Por ejemplo, ?el proc¨¦s ha irrumpido en su tono de voz, en sus ?personajes?
S¨ª, en dos sentidos. Uno, en el b¨¢sico: he utilizado este asunto en algunos de mis sketches. Incluso he dedicado programas a un guardia civil enamorado de una independentista. Cosas muy raras. He hecho parodias de independentistas enfadados que llamaban a la radio diciendo que por qu¨¦ no estaba hablando del asunto catal¨¢n y si eso significaba que se estaba ocultando algo¡ Aparte de eso, hay una especie de estado de ¨¢nimo chungo, raro, que a m¨ª me cansa. La cosa independentista me agota. Tengo grandes amigos, inteligentes, con los que no podr¨ªa hablar de este asunto porque s¨¦ que habr¨ªa fricciones. Prefiero obviarlo con ellos, y en ese sentido s¨ª que ha cambiado mi vida. Amigos con los que antes quedaba y habl¨¢bamos de todo¡ Ahora tal vez ya no quedamos tanto ni hablamos de tantas cosas.
En casa sigue su madre, oyente. ?C¨®mo interviene a¨²n en la creaci¨®n del mundo Ortega?
Censurando cosas que no le gustan. Le encanta, pero es la primera que cuando no le gusta algo lo dice: ¡°Eso no lo hagas m¨¢s¡±. ?Que no diga tacos, me dice! Pero en cuanto a estructura s¨ª le hago caso, porque sabe mucho de radio ?de antes de que yo naciera!
?Usted es oyente de Ortega?
Ya no lo soy. Cuando empec¨¦ en La ventana lo grababa a ver qu¨¦ tal quedaba. No me aporta nada escucharlo ya. ?Lo oigo tantas veces antes de emitirlo! No soy oyente de Ortega. Soy oyente de podcasts, de radio. ?Lo oigo todo!
Hace lo que hac¨ªa de ni?o y ya tiene su edad¡ En un medio que ha cambiado tanto, ?qu¨¦ no ha variado?
I?aki Gabilondo dijo que esto se trata de una persona que habla para que otros la escuchen. Un ser humano se dirige con su voz a otros seres humanos. Esto no cambiar¨¢ jam¨¢s. Es la esencia de la radio. Ha cambiado el soporte, la forma de difundirlo. El podcast es maravilloso. Hay gente que intenta inventar radio. Es una ingenuidad: est¨¢n repitiendo cosas que a Gabilondo ya le parec¨ªan antiguas cuando ¨¦l era peque?o.
?La radio ha traicionado al ni?o Ortega?
En algunas cosas. Nunca he podido entender la obsesi¨®n que se tiene por el v¨ªdeo: ?emitir v¨ªdeo de lo que est¨¢ saliendo por la radio! ?Se convierte en una tele cutre! La radio es puro sonido, ?y ya est¨¢!
Acaso debe mantener el misterio que a usted le hac¨ªa preguntarse por lo que estar¨ªa haciendo Luis del Olmo¡
El misterio debe continuar. Escuch¨¢bamos la radio y no sab¨ªamos qu¨¦ caras ten¨ªan los locutores. Hoy eso es m¨¢s dif¨ªcil. Las redes sociales te dan sus caras al instante¡
La radio tiene al solitario como destinatario fiel. ?Qu¨¦ les interesa o¨ªr para no estar solos?
Siempre que grabo tengo en mente a un ser humano abstracto cuyo sentido del humor tenga que ver con el m¨ªo. Una mujer, un hombre, mi novia. Nunca pienso en multitudes, sino en alguien cercano que se parezca a m¨ª.
?C¨®mo es ese ser humano al que se enfrenta hoy?
¡°Hemos desterrado formas cl¨¢sicas de radio porque se adoptaron en tiempos de Franco, pero no ten¨ªan nada que ver con el dictador¡±
Nos define hoy pensar en esquemas, frases hechas. Veo a la gente poco valiente intelectualmente, desde siempre. Parodio esos t¨®picos: pensamos en un carril y no salimos de ¨¦l. Si eres de izquierdas, tienes que pensar forzosamente unas cosas. Si eres de derechas, otras. Y con pensamientos muy simplificados. Por ejemplo, en el tema catal¨¢n. Mucha gente est¨¢ a favor de la independencia seg¨²n este silogismo: son antifranquistas, y yo tambi¨¦n, as¨ª que su causa es la m¨ªa. Me da rabia la falta de valent¨ªa intelectual de la gente.
Usted rinde homenaje a sus antecesores, desde Pepe Iglesias hasta el Zorro. ?Le ha dado presente esa excursi¨®n al pasado?
La base de lo que hago est¨¢ en el pasado, soy consciente. Dicen que hago humor de vanguardia. Pero creo que eso se puede hacer sabiendo muy bien c¨®mo se hac¨ªan las cosas. La base es la tradici¨®n. ?Soy muy fan de c¨®mo se hablaba en onda media!
?Qu¨¦ se ha hecho con esa herencia?
Est¨¢ estancada. Y es por algo que le escuch¨¦ decir a Arturo P¨¦rez-Reverte, que se puede aplicar a la radio: ¡°En Espa?a nos hemos cargado un mont¨®n de cosas antiguas: la copla, el Cid, miles de cosas, porque creemos que son franquistas. Al barrer a Franco hemos barrido tambi¨¦n un mont¨®n de s¨ªmbolos porque los consider¨¢bamos err¨®neamente franquistas, pero que no tienen nada que ver con Franco¡±. Hemos desterrado maneras cl¨¢sicas de hacer radio solo porque se adoptaron en tiempos que coincidieron con Franco, pero esa forma cl¨¢sica de locutar nada ten¨ªa que ver con el dictador.
Ahora lo ha convocado ?ngels Barcel¨® a su Hoy por hoy y Pepa Bueno a su Hora 25, ambos de la cadena SER, para hacer comentarios pol¨ªticos desde el humor. Es un reto que exige much¨ªsimo.
La pol¨ªtica no me ha importado nunca, me ha aburrido. Nunca me vi opinando de pol¨ªtica, y por eso acept¨¦. He estado pensando en qu¨¦ se hab¨ªa hecho hasta ahora en clave de humor y detecto en los humoristas una l¨ªnea, que est¨¢ bien, pero que ya existe: cr¨ªtica con la derecha, con la Iglesia¡ Me parece bien, lo apoyo, pero no quiero hacer lo mismo. Me encanta criticar a la izquierda, porque los humoristas no lo hacen, o lo hacen muy pocos. Tengo esta oportunidad y lo hago en la SER: critico los tics, los gui?os de la izquierda¡ Me encanta que me dejen hacer estos experimentos. Si estuviera en la Cope, mi secci¨®n ser¨ªa una cr¨ªtica a la derecha. Pero como trabajo en la SER, me encanta parodiar a la izquierda.
?Qu¨¦ pasa ahora por su cabeza, Ortega?
La sensaci¨®n de que nos vamos a morir todos. No me la puedo quitar de encima desde peque?o. Lo pienso muchas veces al d¨ªa, lo que me lleva a relativizarlo todo. A veces hace que no me tome las cosas en serio. Es una putada: me encantar¨ªa desactivar esa parte de m¨ª y no pensar en ello, pero es en lo que m¨¢s pienso: ?qu¨¦ me pueden quedar, 20, 25, 30 a?os? ?Dos a?os, una hora???
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