?Despedido por vestir con t¨²nica?
Un educador social de un centro de menores andaluz explica sus razones para denunciar a la fundaci¨®n para la que trabajaba por echarle supuestamente a causa de su vestimenta. El juicio se celebra la semana que viene
En esta ocasi¨®n me he animado a escribir un art¨ªculo m¨¢s personal basado en mi experiencia laboral m¨¢s reciente. Hace unos meses decid¨ª, junto con mi esposa, mudarme a Andaluc¨ªa. Llevo m¨¢s de tres a?os implicado profesionalmente en el tercer sector y m¨¢s de siete a?os haci¨¦ndolo a trav¨¦s de voluntariado y colaboraci¨®n, y nunca he sufrido la discriminaci¨®n laboral y social que he vivido en esta comunidad aut¨®noma. Me centrar¨¦ en la laboral ya que, a mi parecer, supone una violaci¨®n de los derechos fundamentales de las personas.
Hace unos seis meses aproximadamente tuve una entrevista con el director de un centro de acogida para menores extranjeros no acompa?ados ubicado en la provincia de C¨®rdoba. Este centro estaba gestionado por la Fundaci¨®n SAMU, muy presente en la gesti¨®n de este tipo de recursos en la autonom¨ªa. En la entrevista, como siempre he hecho, fui claro y transparente y mostr¨¦ especial atenci¨®n en aclarar mi forma de vestir, con t¨²nica, para evitar sorpresas. El director me comunic¨® que en el centro se iba a trabajar con uniformes, pero pod¨ªa utilizar mi vestimenta hasta quellegasen.
Durante los primeros meses realic¨¦ mi labor como siempre he hecho, poniendo a los menores en el centro de mis intervenciones: ense?¨¢ndoles a cocinar, a dibujar, a jugar a futbol, a reparar algunas cosas de los veh¨ªculos, a convivir y a respetar a los dem¨¢s, sean iguales o diferentes por raz¨®n de origen, religi¨®n, sexo u orientaci¨®n sexual. Pasados dos meses, la empresa sustituy¨® al director. La nueva direcci¨®n ven¨ªa de un centro que la Junta cerr¨® a la empresa en Motril, y la din¨¢mica cambi¨® exponencialmente: se modificaron los equipos, los horarios de trabajo y algunas otras cosas. Le solicit¨¦ una reuni¨®n y le comuniqu¨¦ que no estaba c¨®modo con las novedades, ya que no fomentaban una rutina de trabajo clara y ello nos repercut¨ªa en no tener una rotaci¨®n de turnos normal (a veces tocaba hacer un turno dos semanas seguidas o m¨¢s). Su respuesta fue que esta era su forma de trabajar y la m¨¢s id¨®nea para formar un equipo. Lo respet¨¦ y segu¨ª como uno m¨¢s, intentado educar a los m¨¢s de 20 menores que albergaba nuestro centro.
Pasados otros dos meses, un d¨ªa de trabajo coincid¨ª con la directora y me pidi¨® hablar. Me sent¨¦ y me pidi¨® cambiar mi vestimenta. Las razones que me dio fueron que esta dificultaba la integraci¨®n de los menores y que no pod¨ªa ir contra las normas que se les impon¨ªan. Abro un par¨¦ntesis: esta fundaci¨®n tiene unas normas de convivencia dirigidas a los menores y, b¨¢sicamente, giran en torno al aspecto y la apariencia f¨ªsica: no llevar gorra o gorro en el centro, no ir sin camiseta, no llevar cascos, no hacerse cortes de pelo diferentes a lo ¡°normal¡±... No cumplir estas reglas supon¨ªa una consecuencia para los internos que acababa repercutiendo casi siempre en su paga semanal o en su derecho de utilizar su m¨®vil personal.
Al parecer, d¨ªas antes a la reuni¨®n, un menor quer¨ªa salir de paseo con una t¨²nica y fue recriminado. Por ello entend¨ªan que no pod¨ªan permitir a un trabajador vestir con t¨²nica y a un menor no. Le aclar¨¦ dos puntos muy importantes: primero que, a diferencia de aquel menor que pretend¨ªa salir con una t¨²nica como un accesorio, mi vestimenta forma parte de mi identidad e imagen personal. El segundo punto que le expliqu¨¦ fue que la integraci¨®n, reconocida a nivel internacional, supone el respeto mutuo de la forma de vida, vestimenta, creencia, ideolog¨ªa, orientaci¨®n sexual y otros valores. Por tanto, pedirme que me quitase la t¨²nica no forma parte de la integraci¨®n sino de la asimilaci¨®n m¨¢s propia de pa¨ªses que no respetan la libertad religiosa y, por tanto, la libertad de imagen.
Pedirme que me quitase la t¨²nica no forma parte de la integraci¨®n sino de la asimilaci¨®n m¨¢s propia de pa¨ªses que no respetan la libertad religiosa
La directora me avis¨® de que ella me transmit¨ªa el mensaje con buenas palabras; en cambio, cuando viniera el responsable del ¨¢rea de menores de la fundaci¨®n me lo dir¨ªa con peores maneras. Le comuniqu¨¦ que mi respuesta iba a ser la misma para ella que para el responsable, ya que no estoy cometiendo ninguna falta ni incumpliendo ninguna norma de trabajo. En ning¨²n momento me opongo a vestir el uniforme de la empresa, pero, mientras que no haya, no voy a ser el ¨²nico trabajador al que se le van a imponer normas de vestimenta. A todo esto, hay que aclarar que cuando ten¨ªa que impartir alguna clase o participar en actividades deportivas me cambiaba de ropa.
El tema qued¨® all¨ª, y a los d¨ªas me enter¨¦ los responsables del ¨¢rea del menor de la Junta de Andaluc¨ªa y el responsable del ¨¢rea del menor de la fundaci¨®n ten¨ªan programada una visita al centro. As¨ª, todo queda m¨¢s que claro: la intenci¨®n de la empresa era que los responsables de la Junta no viesen a un trabajador vistiendo libremente (aunque para ellos el t¨¦rmino apropiado sea ¡°incorrectamente¡±). La noticia de la visita cambi¨® radicalmente la din¨¢mica del centro, pues los internos se dedicaban la mayor parte del d¨ªa a limpiar, decorar y volver a limpiar, ya que de la visita de la Junta depend¨ªa la continuaci¨®n del centro y su futuro traslado a otro pueblo (ver art¨ªculo sobre manifestaci¨®n contra centro de menores en Lucena). Los menores se quejaban, pero no hab¨ªa alternativa: o se segu¨ªa la din¨¢mica o se impon¨ªan las consecuencias oportunas. Se compraron muebles nuevos, se tiraron trastos viejos, compraron ventiladores para las habitaciones¡ Y un largo etc¨¦tera. Se hizo en una semana lo que no se hab¨ªa hecho en meses.
Pasada una semana de la petici¨®n de la directora de cambiar mi forma de vestir y un d¨ªa antes de la visita, el responsable provincial de la fundaci¨®n visit¨® el centro para ultimar las cosas pendientes y comprar los ¨²ltimos art¨ªculos decorativos. Ese d¨ªa estuve ayudando en la limpieza de espacios y reparando peque?os desperfectos en las instalaciones. Al final de la ma?ana, y siguiendo con la din¨¢mica de preparaci¨®n para la visita, se program¨® un traslado de ocho menores a otro centro.
Cuando acab¨¦ mi turno me llam¨® la directora para hablar conmigo con la presencia del responsable provincial. Me notificaron mi despido ya que, seg¨²n sus palabras, hab¨ªan observado anomal¨ªas en mi trabajo desde que comenz¨® la nueva direcci¨®n. Les pregunt¨¦ cu¨¢les eran esas anomal¨ªas y no obtuve respuesta, m¨¢s bien un largo silencio. Entonces ante la falta de comunicaci¨®n me desped¨ª de los chicos y me march¨¦. Durante el trayecto a casa no me quitaba la idea de la raz¨®n del despido: ?en serio una fundaci¨®n que se dedica a la atenci¨®n de inmigrantes me ha despedido por llevar una prenda? ?son tan incompetentes y racistas para no ver el trabajo que hago diariamente con los menores? Los d¨ªas siguientes fueron duros, y la raz¨®n no era el despido, sino m¨¢s bien los motivos del mismo. No pod¨ªa entenderlo. Recib¨ª una llamada de un compa?ero de trabajo que tampoco comprend¨ªa nada¡Y sus palabras concluyeron de la siguiente manera: as¨ª es esta fundaci¨®n.
Me notificaron mi despido ya que, dijeron, hab¨ªan observado anomal¨ªas en mi trabajo desde que comenz¨® la nueva direcci¨®n
Cuando me encontr¨¦ mejor busqu¨¦ orientaci¨®n para solicitar una conciliaci¨®n con el fin de que la empresa reconociera su error y pidiese las oportunas disculpas. La empresa no se present¨®. Solicit¨¦ una segunda conciliaci¨®n a?adiendo la direcci¨®n de las oficinas centrales de la misma, y tampoco se presentaron. Hice uso de mi ¨²ltimo recurso para solucionar el conflicto llamando al responsable provincial, que fue la persona que firm¨® el despido. Despu¨¦s de varios d¨ªas intentando contactar con ¨¦l, al fin me cogi¨® el tel¨¦fono, pero tan solo informarme de que no ten¨ªa nada que hablar conmigo y que, en caso de necesitar algo, me dirigiese al servicio jur¨ªdico de la empresa.
Ante esta falta de inter¨¦s por solucionar este conflicto me dirig¨ª a un servicio jur¨ªdico, pero esta vez para denunciar a la empresa por la vulneraci¨®n el derecho fundamental a la libertad religiosa. Estamos a esperas de juicio.
S¨¦ que muchos pensar¨¦is que la conducta de la empresa es correcta pero, tambi¨¦n, s¨¦ que muchos pensar¨¦is que hay que salvaguardar los derechos fundamentales sea de quien sea. Mi participaci¨®n en esta lucha no se debe solo a intereses personales, m¨¢s bien est¨¢ motivada por la determinaci¨®n de acabar con todo tipo de discriminaci¨®n en los puestos de trabajo.
La respuesta de la Fundaci¨®n
Antes de la publicaci¨®n de este art¨ªculo, EL PA?S se puso en contacto con la Fundaci¨®n SAMU para ofrecer la oportunidad de explicarse o dar una respuesta. La ONG, que mostr¨® buena disposici¨®n, ley¨® el texto y envi¨® estas l¨ªneas por correo electr¨®nico desde su departamento de comunicaci¨®n:
"En primer lugar, muchas gracias por darnos la oportunidad de hacerte llegar nuestra r¨¦plica. En segundo lugar, te la traslado: La Fundaci¨®n SAMU desmiente las conclusiones sobre su despido que pretende deducir el trabajador, al tiempo que manifiesta su m¨¢s absoluto respeto por cualquier opci¨®n religiosa y sus manifestaciones".
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