El mercado de las m¨²sicas africanas tiene sede en Rabat
El encuentro Visa for Music celebr¨® su sexta edici¨®n consagrado como un espacio ineludible para crear lazos entre artistas y profesionales del continente
?Qu¨¦ dif¨ªcil fue decidirse! Hab¨ªa m¨²sica de ?frica y Medio Oriente en cuatro escenarios en el centro de Rabat, la capital administrativa de Marruecos. En unos 300 metros alrededor del Parlamento, cuatro escenas se distribuyeron en tres espacios para ofrecer una selecci¨®n precisa de eso que en Europa llaman ¡°m¨²sicas del mundo¡±. La ocasi¨®n es la que brinda cada oto?o el encuentro Visa for Music Africa Middle East Music Meeting, que celebr¨® recientemente su sexta edici¨®n, consolid¨¢ndose como una cita ineludible del mercado panafricano y una plataforma interprofesional de la que siempre se desprenden nuevas ideas art¨ªsticas y proyectos compartidos. Y otra cosa: aqu¨ª nadie tendr¨¢ problemas de papeles para estar presente, porque con ese esp¨ªritu naci¨® este encuentro, cuyo nombre alude al visado con el que los artistas que no nacieron en Europa tienen que lidiar antes de cada gira. Por cierto, la otra Visa, la que da nombre a una tarjeta bancaria, litig¨® con el festival y perdi¨® el pulso. Ganaron los m¨²sicos.
En estos cuatro d¨ªas profundamente rabat¨ªes, de bruma atl¨¢ntica y viento fresco, quiz¨¢ no haya que decidirse por un solo espacio sino ir caminando del teatro Mohammed V a la sala Renaissance, y de all¨ª al Palacio Tazi, ida y vuelta, entre que termina un artista y se dispone el set para el siguiente. Hay que tratar de no perderse nada, aunque eso sea imposible, atendiendo a los casi 50 shows que se presentaron en esta edici¨®n en la que las mujeres tuvieron un espacio preeminente. Una escena m¨¢s pop, otra m¨¢s folk y un after con DJ venidos de la di¨¢spora europea, residentes marroqu¨ªes o de Kenia, eran las opciones para pasar las tardes, a partir de las 18.00, cuando el sol se pon¨ªa detr¨¢s de la kasbah de los Oudayas y por las noches, hasta bien entrada la madrugada.
El p¨²blico marroqu¨ª es noct¨¢mbulo y muy agradecido; adem¨¢s, no para de moverse para tratar de abarcar y bailar todo, de la primera a la ¨²ltima hora del evento. A pesar de la lluviecita y el gris fantasmag¨®rico de la niebla de esa ¨¦poca del a?o, en las aceras de la ciudad m¨¢s limpia y ordenada del pa¨ªs vecino, bull¨ªa la vida en todos los idiomas del continente: esta vez vinieron casi mil profesionales de 70 pa¨ªses, 25 de ellos africanos, entre los que hay muchos m¨²sicos, por supuesto, pero tambi¨¦n directores de festivales, ojeadores de talentos, representantes de sellos discogr¨¢ficos o de las oficinas nacionales de derechos de autor. Ese fue uno de los asuntos que estuvo sobre la mesa, a ra¨ªz de los recientes debates en torno a una nueva ley de derechos de autor con la que Marruecos pretende asemejarse a los standards internacionales en la materia.
Por el d¨ªa, Visa for Music es, justamente, el marco de las mesas redondas sobre asuntos como el de los derechos de autor y las industrias creativas como motor del desarrollo sostenible en ?frica, o sobre el rol de las mujeres en el medio musical, aunque tambi¨¦n un envidiable paisaje de fondo para que algunos artistas presenten a la prensa sus discos. No hay que dejar de darse una vuelta, adem¨¢s, por los stands de productores y gestores culturales y habr¨¢ que acortar las horas con un t¨¦ a la menta, siempre disponible en la jaima instalada en los jardines del Palacio Tazi. Este a?o, el Instituto Cervantes y el Institute Fran?ais han sido tambi¨¦n sedes de los encuentros diurnos, as¨ª como de los speed-meetings (citas breves) que se propon¨ªan entre artistas y dinamizadores. Infatigable, el director del festival, Brahim El Mazned, encuentra espacio para departir un rato con cada uno de los invitados y compartir la expectativa por las ramificaciones continentales que van naciendo del tronco rabat¨ª, como los salones de la industria que se van abriendo en Burund¨ª, Burkina Faso, Senegal y Camer¨²n.
Sobre los escenarios, a toda hora hay alguna banda probando sonido o alguien soldando un cable, o una coreograf¨ªa. Entre los artistas de esta edici¨®n, cabe destacar a quienes nos dejaron huella y que, por tanto, os proponemos seguirles la pista. De ah¨ª nuestra menci¨®n a la dulzura de Isabel Novella (Mozambique); la potencia vocal de la joven marroqu¨ª Soukaina Fahsi, provista de nuevos arreglos para un repertorio de m¨²sica tradicional de su pa¨ªs; la potencia marroqu¨ª de Bab L¡¯Buz y de la di¨¢spora belga de los The Grey Stars; la cadencia touareg del maliense Kader Tarhanine; la experiencia y el coraje feminista de la argelina Samira Brahmia; el pop joven de la ugandesa Sandra Nankoma; las ganas y la frescura de Senge; la enorme escena y el potent¨ªsimo rock con una ra¨ªz africana bien profunda de los chicos de Ghana, llamados FRA!, y la solvencia de A?da Samb, que brind¨® un concierto ajustad¨ªsimo con su banda reconociblemente senegalesa.
Se celebraron debates en torno a una nueva ley de derechos de autor con la que Marruecos pretende asemejarse a los standards internacionales
De fuera de ?frica, los Majaz, llegados de Bahrein, traen indie folk y destreza. Por su parte, la joven cantante de Namgar deja al p¨²blico boquiabierto con esos aires mongoles, una hipnosis alla islandesa (al estilo de Bj?rk o Sigur R¨®s). Otras que brillan tambi¨¦n son las m¨²sicas surcoreanas de The Tune.
Bajo el escenario, nos reencontramos los habitu¨¦es, mientras intercambiamos alegr¨ªa, tarjetas e impresiones, incluso integrando con alguna sonrisa cat¨¢rtica los contratiempos norafricanos con quienes llegan al Magreb por primera vez en la vida (que si las esperas o el transporte, que si el sonido, la paciencia o la humedad). Todo une y acaba en amistad, con el placer de ser acogidos por semejante variedad de ritmos locales, y con especial gratitud por la vitalidad del gnawa y su evocaci¨®n del desierto. Los m¨²sicos que vienen del tr¨®pico intentan descrifrar el contratempo de las palmas tal como se baten en el S¨¢hara. As¨ª, el continente va completando los silencios entre notas. Las lenguas se entrecruzan y se suman los artistas de ediciones anteriores: la familia africana se agranda, ya convertida en tribu, con lazos de parentesco que van mucho m¨¢s all¨¢ de la sangre.
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