Rivalidad femenina en el trabajo: que las mujeres son m¨¢s competitivas entre ellas es un mito
El argumento ha servido de hilo narrativo en el cine y la literatura, pero la ciencia no lo respalda
"Las mujeres son m¨¢s crueles entre ellas que con los hombres". "El peor enemigo de la mujer es la propia mujer". "Las mujeres se critican, se comparan y buscan desautorizarse las unas a las otras". Seguro que a lo largo de tu vida has o¨ªdo alguna de estas frases. Incluso puede que hayas dicho alguna similar. El argumento de que las mujeres son por naturaleza rivales entre s¨ª ha servido hasta como hilo narrativo en el cine y la literatura: sobran las historias en las que dos o m¨¢s mujeres viven enfrentadas sin motivo aparente. Pero no hay nada m¨¢s lejos de la realidad. La ciencia rebate esta idea y concluye que se trata de una caricatura sin ning¨²n tipo de respaldo.
Las mujeres no son rivales por naturaleza y tampoco existen grandes diferencias de comportamiento si las comparamos con el sexo opuesto. "No hay evidencias emp¨ªricas que indiquen que son m¨¢s competitivas entre ellas que los hombres entre ellos", explica la abogada especializada en g¨¦nero Andrea S. Kramer, coautora (junto a su marido, el tambi¨¦n abogado Alton B. Harris) del libro No eres t¨², es tu trabajo. Los conflictos entre mujeres en el trabajo y las construcciones que los provocan. De hecho, las investigaciones m¨¢s recientes apuntan en direcci¨®n opuesta. La m¨¢s completa la ha elaborado la Asociaci¨®n Estadounidense de Psicolog¨ªa (APA, por sus siglas en ingl¨¦s) tras analizar medio centenar de los trabajos de psicolog¨ªa m¨¢s influyentes. La conclusi¨®n es clara: no existen apenas diferencias inherentes a los sexos en t¨¦rminos de personalidad, capacidad cognitiva y liderazgo. Dicho de otro modo: la biolog¨ªa no determina ciertos comportamientos. Entonces, ?de d¨®nde viene esa imagen negativa? Kramer aclara que en los casos en los que existe rivalidad se debe a "las circunstancias del lugar de trabajo, que son las que favorecen cierta tensi¨®n entre las mujeres".
Las claves: el sesgo de afinidad y el techo de cristal
Normalmente nos sentimos m¨¢s c¨®modos trabajando con aquellas personas que se asemejan m¨¢s a nosotros, con las que compartimos gustos, aficiones o, sencillamente, m¨¦todos de trabajo. Es lo que en psicolog¨ªa se conoce como "sesgo de afinidad", un t¨¦rmino que refiere a la tendencia natural de apoyarnos en personas con las que nos sentimos m¨¢s identificados o familiarizados. Y, en el ¨¢mbito laboral, este sesgo tambi¨¦n se da entre g¨¦neros. "Como la mayor¨ªa de directivos son hombres, estos tienden de manera instintiva a escoger a otros hombres antes que a las mujeres para los puestos de responsabilidad o para liderar proyectos", explica B. Harris. ¡°Como consecuencia, las mujeres tienen un n¨²mero de oportunidades m¨¢s limitado para acceder a puestos de liderazgo. Eso las empuja a competir entre ellas con una tensi¨®n mayor que la que se da entre los hombres, que cuentan con un margen de acceso m¨¢s amplio a los cargos toma de decisiones¡±, contin¨²a.
En un mundo laboral en el que solo el 29% de los puestos directivos a nivel global lo ocupan mujeres, este sesgo de afinidad puede desequilibrar a¨²n m¨¢s la balanza. En Espa?a, seg¨²n el ¨²ltimo informe Woman in Business de la consultora Grant Thornon, la cifra se eleva hasta el 30%, dos puntos por encima de la media europea. Pese a que el estudio muestra un crecimiento positivo en relaci¨®n con a?os anteriores, las cifras apuntalan el techo de cristal existente y reflejan c¨®mo las puertas de los grandes despachos siguen cerradas para las mujeres. As¨ª, como apuntan los expertos, la brecha de g¨¦nero es uno de los grandes detonantes de la rivalidad femenina. Pero no es el ¨²nico.
Cuanto m¨¢s alto el cargo, peor la imagen
En general, uno espera que los colegas de trabajo sean agradables y se presten a colaborar. A los jefes, en cambio, se les conceden la posibilidad de ser m¨¢s distantes y autoritarios. Aunque, como es l¨®gico, estos estereotipos no siempre se cumplen. Harris explica que, instintivamente, "todos esperamos que nuestros compa?eros se comporten de determinada manera y hacemos una distinci¨®n entre c¨®mo deben actuar las mujeres y los hombres. Cuando la realidad no se ajusta a nuestros esquemas se pueden generar tensiones". De las mujeres se espera asertividad, solidaridad, comprensi¨®n, complicidad con los compa?eros y una muestra de inter¨¦s por sus vidas. Cuando no lo hacen, explica Elisa S¨¢nchez, miembro del Colegio Oficial de Psic¨®logos de Madrid y directora de la consultora Idein, "hay m¨¢s probabilidades de que la consideren hostil y desagradable". Y es un problema que viene desde la infancia: "Tradicionalmente a los ni?os se les ha educado para ser m¨¢s competitivos y agresivos. Para ser los campeones. Mientras, a las ni?as se les gu¨ªa en el camino de la escucha, la comprensi¨®n y la colaboraci¨®n", aclara la psic¨®loga.?
Cuanto m¨¢s alto se encuentran las mujeres en la pir¨¢mide directiva, m¨¢s se acent¨²an este tipo de situaciones. Basta fijarse en los encargos e indicaciones de los jefes, muy diferentes si se dirigen a un hombre o a una mujer, apunta Kramer: "En el primer caso se percibir¨¢ que el hombre est¨¢ haciendo su trabajo mientras que a la mujer se le considerar¨¢ considerada como hostil, fr¨ªa e incluso mala". Acabar con el problema, concluye la abogada, pasa por "empezar por desarmar las construcciones sociales de g¨¦nero".
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