Toda ciudad se nutre de lo mismo que la altera. Esa es la ley secreta que organiza las ciudades. Ser¨¢ por eso que es inevitable que la historia de cada una de ellas sea la historia de las agitaciones que conocieron sus calles. Bien cerca en el tiempo, los ¨²ltimos meses de 2019 el mundo conoci¨® nuevas pruebas de ello. En tan solo unas semanas estall¨® la rabia colectiva en Hong Kong, La Paz, Santiago de Chile, Tegucigalpa, Par¨ªs, Bogot¨¢, Quito, Beirut, Barcelona¡ Al margen del contenido de las protestas, en todos los casos se produjo una apropiaci¨®n insolente de la trama urbana que repiti¨® una misma t¨¦cnica destinada a su bloqueo: la instalaci¨®n de barricadas.
Hace poco, Luana Raiter y Pedro Benatton publicaban en portugu¨¦s, en una compilaci¨®n sobre la calle como escenario para el conflicto ¡ªJogo da guerra (Prefetura de Florian¨®polis)¡ª, el apartado que Auguste Blanqui, en su tratado sobre el arte de la insurrecci¨®n, dedica a la construcci¨®n de barricadas, que formula desde el punto de vista de la arquitectura en un sentido literal: ligera inclinaci¨®n, entablamento paralelo a la base, ligera inclinaci¨®n, aberturas regularmente espaciadas¡ Su funci¨®n: cerrar una calle formando una estructura unificada de defensa casi permanente. Muchas de las m¨¢s de 600 barricadas que se levantan en la Comuna de Par¨ªs en 1871 son concebidas como proyectos de obra p¨²blica, con su correspondiente director de obra, que sigue los trabajos desde el principio.
La barricada constituye un ejemplo de intervenci¨®n de ingenier¨ªa popular ef¨ªmera, destinada a interrumpir los flujos urbanos y yugular sus canales. Su instalaci¨®n responde a un proyecto de control sobre el espacio urbano que imposibilita o dificulta el desplazamiento de elementos considerados indeseables. Han sido la forma de arquitectura popular ef¨ªmera m¨¢s caracter¨ªstica y m¨¢s simb¨®licamente elocuente de la historia de rebeli¨®n de las ciudades contempor¨¢neas.
Las barricadas han sido la forma de arquitectura popular ef¨ªmera m¨¢s caracter¨ªstica y m¨¢s simb¨®licamente elocuente de la historia de rebeli¨®n de las ciudades contempor¨¢neas
A nivel hist¨®rico, las primeras barricadas ¡ªde barrique, barril o tonel¡ª fueron posiblemente las que sirvieron a los parisinos para defenderse de los mercenarios de Enrique III, en mayo de 1588, durante la octava guerra de religi¨®n. Su inicio, el d¨ªa 12, se conoce como journ¨¦e des barricades. En cualquier caso, lo que es indiscutible es que aparecen recurrentemente en las grandes revoluciones urbanas del siglo XIX como instrumento y como emblema de la lucha urbana. Estas construcciones ¡ªa las que Baudelaire llamaba "adoquines m¨¢gicos que se levantan para formar fortalezas"¡ª serv¨ªan de parapeto, pero tambi¨¦n de obst¨¢culos cuyo emplazamiento actuaba como un sistema de presas que interceptaba las presencias intrusas detectadas movi¨¦ndose por los canales urbanos.
Un conocido himno revolucionario ¡ªA las barricadas¡ª se ocup¨® de resaltar ese protagonismo de la barricada, uno que no era ni es solo de orden instrumental, sino tambi¨¦n simb¨®lico. Pierre Sansot, en Po¨¦tique de la ville (Armand Colin), hac¨ªa notar como la barricada evocaba la imagen de una subterraneidad urbana que emerg¨ªa como consecuencia de una especie de se¨ªsmo desconocido. La barricada asum¨ªa, as¨ª, la concreci¨®n f¨ªsica de una ciudad literalmente levantada. Henri Lefebvre, en La producci¨®n del espacio (Capit¨¢n Swing), impresionado por el espect¨¢culo de la revuelta estudiantil del mes de mayo del 68 en Par¨ªs, ve¨ªa en ella un instrumento espont¨¢neo de renovaci¨®n urbana, la expresi¨®n de una voluntad absoluta de modificar no solo el espacio f¨ªsico, sino tambi¨¦n el espacio social. De su valor como met¨¢fora da cuenta su uso musical, de la fascinante Barricades mysterieuses, de Couperin, una pieza para clavec¨ªn compuesta en 1717, a uno de los grandes grupos de rock urbano de los 80, Barricada.
Pero la forma que adopta esa expresi¨®n de la iracundia de las ciudades cambia con el tiempo. Los adoquines ya no pueden ser la materia prima de la barricada, ni tienen estas la voluntad de fijaci¨®n que conocieron las destinadas a la fortificaci¨®n de barrios obreros. Pero se mantiene el modelo de parapeto que prestaba uno de los grandes referentes de apropiaci¨®n revolucionaria de la calle. Ya se ha mencionado: el Mayo del 68, en Par¨ªs. All¨ª, aunque las calles fueron levantadas y se construyeron numerosas barricadas con su empedrado, la f¨®rmula m¨¢s empleada fue la de atravesar coches en las calzadas, volcarlos, a menudo incendiarlos.
Ahora se imponen formas m¨¢s ¨¢giles e instant¨¢neas de bloquear la circulaci¨®n. Las barricadas son, hoy, tan m¨®viles como la polic¨ªa
Estos d¨ªas pasados, en aquellas y otras ciudades, las barricadas han vuelto a ser el instrumento insurreccional por excelencia, el ¨²til que permite obturar una v¨ªa para impedir la movilidad de la polic¨ªa. Los neum¨¢ticos en llamas aparecen recurrentemente como parte del paisaje de las convulsiones urbanas, al tiempo que desaparece casi la de ¨¢rboles cortados. Ahora se imponen formas m¨¢s ¨¢giles e instant¨¢neas de bloquear la circulaci¨®n. Las barricadas son, hoy, tan m¨®viles como la polic¨ªa. Responden a una concepci¨®n sobremanera din¨¢mica del alboroto, como si los disturbios actuales estuvieran caracterizados por la agilidad de los movimientos, por lo impredecible de los estallidos, por la voluntad de impregnar de lucha urbana la mayor cantidad de territorio. Las barricadas se forman, por ejemplo, con contenedores, con lo cual parecen renunciar a su estabilidad por ser a menudo, tambi¨¦n ellas, m¨®viles, usadas incluso ya no solo como protecci¨®n, sino como un parapeto port¨¢til con el que avanzar contra la polic¨ªa y hacerla retroceder.
De esos contenedores quemados se podr¨ªa decir lo que Pierre Sansot, tambi¨¦n en Po¨¦tique de la ville, dec¨ªa de los elementos urbanos empleados por los estudiantes rebeldes de la primavera del 68 en Par¨ªs. Sansot dec¨ªa que el pavimento que se arrancaba, los adoquines, las piedras de las obras, los coches que se cruzaban en la calzada, eran ¡ªdesde el punto de vista de los revoltosos¡ª elementos "por fin liberados", como si los adoquines que se arrojaban en mayo del 68, en Par¨ªs, tomaran vuelo y dejaran el suelo en el que hab¨ªan sido enterradas; como si una fuerza saliera de la ganga que las aprisionaba. Sansot continuaba diciendo que estos usos insurreccionales de los materiales de la calle, los permit¨ªan conocer una gloria que la vida ordinaria les usurpaba, una dignidad que hacia de ellos herramientas al servicio de la historia.
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