Las otras formas de matar que tiene el ¨¦bola

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El ¨¦bola desde los ojos de un ni?o de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo

Viaje al coraz¨®n del ¨¦bola

Guinea, la vida despu¨¦s del ¨¦bola

Happy es una ni?a de diez a?os que vive con su cinco hermanos, de entre 11 y 3 a?os, en Beni, la regi¨®n de Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (RDC) epicentro de la segunda epidemia de ¨¦bola m¨¢s letal de la historia. Ha perdido a su padre a causa del virus y dice sentirse ¡°siempre triste¡±: ¡°?l se encargaba de todos nosotros: quien pagaba nuestras matr¨ªculas, la comida y nuestra ropa. Ahora no sabemos c¨®mo sobrevivir¡±, ha explicado esta hu¨¦rfana a World Vision, una organizaci¨®n que trabaja para ofrecer apoyo psicosocial, saneamiento e higiene del agua, seguridad alimentaria y asistencia a casi 700.000 personas en las comunidades afectadas por el virus.

Abu vive en Wellington (Sierra Leona) y en 2015 perdi¨® a ocho miembros de su familia m¨¢s directa: su madre, su padre,?su abuela, un t¨ªo y una t¨ªa, un hermano, y por ¨²ltimo, una prima que iba a hacerse cargo de ¨¦l y su otro hermano Abdul, y que tambi¨¦n dej¨® a cargo de la familia que quedaba un beb¨¦ de meses. ¡°Encontrar los ahorros de mis padres me han recordado a ellos y me ha puesto triste¡±, se lamentaba Abu en la casa familiar, en una de las escenas de?Los hu¨¦rfanos del ¨¦bola, documental de HBO (Ben Steele,?2016) que hace un recorrido por las vidas destrozadas por el primer brote y m¨¢s extenso que afect¨® a ?frica del Oeste entre 2014 y 2016 y que dej¨® 11.300 muertos en Guinea, Liberia y Sierra Leona. ¡°Los amigos del colegio no se acercan a m¨ª. Cuando me dieron el alta y volv¨ª a casa, me arrepent¨ªa de haber sobrevivido", cuenta en la misma pel¨ªcula Mariama, de 15 a?os, nacida en Moyamba, al sur de Sierra Leona, y que creci¨® con el estigma de que su padre, farmac¨¦utico y l¨ªder religioso en su comunidad, fuera acusado de ser el que trajo el ¨¦bola al pueblo.

Estos tres hu¨¦rfanos y supervivientes al temido ¨¦bola tienen algo en com¨²n y son las graves secuelas mentales que la infancia sufre en un territorio asolado por el virus: el miedo al abandono y la soledad. Como ellos, el 70% de los ni?os que han sobrevivido a la enfermedad se sienten marginados por amigos y el 33% por familiares, seg¨²n el informe Miedo y soledad de World Vision elaborado en Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo.

La segunda epidemia de ¨¦bola m¨¢s letal de la historia, que se declar¨® el 1 de agosto de 2018, ha infectado a 3.398 personas y ha matado a 2.235, seg¨²n cifras del Ministerio de Sanidad de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo recogidas por la Organizaci¨®n Mundial de Salud (OMS) a 5 de enero de 2020. De las muertes que se hab¨ªan contabilizado hasta el pasado noviembre, el 28% eran ni?os, seg¨²n Unicef.

En Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo m¨¢s de cinco millones de ni?os sufren desnutrici¨®n, una situaci¨®n que ha afectado especialmente a los menores de cinco a?os. Hay m¨¢s de 2.000 hu¨¦rfanos y 4.000 menores de edad separados de sus familiares durante la propagaci¨®n del virus, seg¨²n el mismo informe de Unicef. ¡°Es una situaci¨®n complicada, porque el contacto directo es la forma de propagaci¨®n del virus, pero a la vez, que una madre no abrace a sus hijos, supone un retroceso en los primeros d¨ªas y meses de vida de un ni?o¡±, explica Blanca Carazo sobre las consecuencias a largo plazo del ¨¦bola. La responsable de programas de Unicef Comit¨¦ Espa?ol asegura que los centros especializados de Unicef realizan terapias y tratamiento de apoyo psicol¨®gico con supervivientes del virus, para que los ya inmunes sean los encargados de cuidarlos y los m¨¢s peque?os no sufran esa carencia afectiva.

Un segundo brote bajo la violencia

A las dificultades propias de parar una epidemia de estas caracter¨ªsticas se une la grave situaci¨®n de violencia que vive Kivu, al norte del pa¨ªs, una poblaci¨®n que recibe ataques constantes de grupos armados y vive una situaci¨®n de inseguridad continua. ¡°Es probable que sin paz y seguridad los brotes de ¨¦bola contin¨²en y el objetivo de llegar a cero casos, que se cre¨ªa posible para 2020, ya no podr¨¢ lograrse en los pr¨®ximos meses¡±, asegura Anne-Marie Connor, directora de World Vision en la RDC, que explica que derrotar el ¨¦bola es extremadamente dif¨ªcil, en lo que es una zona de guerra, donde la inseguridad, las operaciones de salud detenidas, los rumores y la abundante desinformaci¨®n est¨¢n a la orden del d¨ªa.

¡°Los ni?os sufren una doble tragedia: el ataque del ¨¦bola y el estigma que supone vivir este virus en soledad, sin sus familias y amigos¡±, explica Phiona Koech, asesora de salud mental y apoyo psicosocial de World Vision, que ha trabajado durante meses en Beni, zona que abandon¨® el pasado noviembre por falta de seguridad para el personal de las organizaciones internacionales.

Un ni?o que no va a la escuela es un ni?o con menos herramientas, con menos recursos emocionales para hacer frente al ¨¦bola Blanca Carazo, Unicef Comit¨¦ Espa?ol

Otra de las claves para la recuperaci¨®n de la infancia en una situaci¨®n de emergencia sanitaria como es una epidemia del ¨¦bola es el apoyo por parte de los adultos para informar sobre las maneras de prevenirla y combatirla, y luchar contra la desinformaci¨®n alrededor de la enfermedad. ¡°Los l¨ªderes religiosos y de las comunidades, adem¨¢s de los profesores, deben ser los que se encarguen de crear lugares seguros para los ni?os, porque muchas veces el desconocimiento de los padres hacen que no crean que sus hijos tienen este tipo de sentimientos de abandono y soledad¡±, contextualiza Koech. ¡°Un ni?o que no va a la escuela es un ni?o con menos herramientas, con menos recursos emocionales para hacer frente a esto¡±, a?ade Carazo. ¡°A veces los ni?os no hablan pero hacen un dibujo¡±, sentencia la responsable de Unicef Comit¨¦ Espa?ol sobre las distintas t¨¦cnicas para dar apoyo psicol¨®gico a los ni?os afectados por el ¨¦bola.

Pero a pesar de la situaci¨®n dram¨¢tica, a¨²n hay rasgos de esperanza. Happy espera que su madre pueda hacer frente a la situaci¨®n en la que la muerte de su padre les ha dejado a ella y a sus hermanos. Mariama, la otra protagonista del documental de HBO, ha vuelto a sonre¨ªr despu¨¦s de que la escuela volviera a abrir tras meses cerrada y haya podido reencontrarse con sus amigos. Y las vidas de Abdul y Abu, por falta de recursos econ¨®micos, se tuvieron que separar: Abdul se march¨® a una aldea cercana de Wellington y Abu se mud¨® a casa de su t¨ªa a la capital, Freetown. El peque?o, que va a la escuela y ayuda en el puesto de zapatos familiar, aseguraba con una sonrisa en la boca: ¡°Ya no le tengo miedo al ¨¦bola¡±.

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