Hay dos etapas para ser creativo (y una empieza a los 45)
Muchas personas son m¨¢s brillantes durante su juventud, pero otras tardan m¨¢s a?os en realizar una aportaci¨®n significativa
La creatividad no es una foto fija. Fue Albert Einstein quien dijo aquello de que, si una persona no hab¨ªa realizado su gran contribuci¨®n a la ciencia antes de cumplir los 30 a?os, nunca lo har¨ªa. Pero se equivoc¨®. Hay personas que son m¨¢s brillantes durante su juventud, como le sucedi¨® al genio alem¨¢n, mientras que otras tardan m¨¢s a?os en realizar una aportaci¨®n significativa. Es el caso del neurocient¨ªfico estadounidense Roger Sperry, que identific¨® los dos hemisferios del cerebro con 49 a?os cumplidos.
En el cine sucede algo similar. Orson Welles, por ejemplo, dirigi¨® su gran pel¨ªcula, Ciudadano Kane, con solo 25 a?os, pero Alfred Hitchcock rod¨® sus tres largometrajes m¨¢s populares a partir de los 59 (V¨¦rtigo, Al norte del noroeste y Psicosis). ?Por qu¨¦ algunas personas son m¨¢s brillantes de j¨®venes y otras despuntan m¨¢s tarde? El psic¨®logo estadounidense Adam Grant nos ofrece una respuesta en su libro Originales. Su argumento es que el momento en que llegamos a nuestra cima de originalidad y su duraci¨®n dependen de nuestro estilo de pensamiento y de c¨®mo seamos, a pesar del mito de la juventud como equivalente a creatividad, o de los prejuicios en el mundo empresarial hacia las personas que superan los 40 a?os.
Hay dos tipos de pensadores: los conceptuales y los experimentales. Los primeros imaginan una soluci¨®n mientras que los segundos extraen sus conclusiones de la experiencia acumulada. Los conceptuales son velocistas y brillar¨¢n antes, mientras que los experimentales son corredores de fondo y necesitar¨¢n m¨¢s tiempo para realizar su gran aportaci¨®n. El economista David Galenson, profesor en la Universidad de Chicago, ha analizado la creatividad en distintas ¨¢reas y ha confirmado que, en el caso de los premios Nobel de Econom¨ªa, los innovadores conceptuales hicieron su trabajo m¨¢s influyente a los 43 a?os, mientras que los experimentales lo consiguieron a los 65. Este an¨¢lisis se puede trasladar al arte, la empresa o la ciencia.
Un innovador conceptual imagina la realidad y no necesita de un exceso de informaci¨®n. As¨ª sucedi¨® cuando James Watson y Francis Crick descubrieron la doble h¨¦lice del ADN. Imaginaron un modelo tridimensional y examinaron im¨¢genes de rayos X. O con Einstein, que cre¨® la teor¨ªa de la relatividad tras imaginarse persiguiendo un haz de luz. Los conceptuales son brillantes cuando se aproximan a una disciplina concreta y realizan su m¨¢xima aportaci¨®n de manera temprana, pero luego corren el riesgo de copiarse a s¨ª mismos. La cantidad de informaci¨®n que se acumula con los a?os juega en su contra. Sin embargo, los innovadores experimentales utilizan los experimentos para descubrir cosas nuevas, que no para reproducir ideas pasadas.
Como todos cumplimos a?os (en el mejor de los casos), la apuesta m¨¢s rentable que podemos realizar es reforzar nuestro enfoque experimental, es decir, hacer menos planes de antemano sobre lo que queremos crear y comenzar a probar diferentes ideas y soluciones tentativas. Es el camino que emprendieron grandes genios como Leonardo da Vinci, que pint¨® La ?ltima Cena a los 46 a?os y que ya hab¨ªa superado el medio siglo cuando comenz¨® a trabajar en La Gioconda. Una situaci¨®n parecida a la que protagoniz¨® el arquitecto Frank Lloyd Wright, que dise?¨® su gran obra, Fallingwater, a los 68 a?os.
Como no todos hemos tenido la capacidad de inspirarnos a muy pronta edad, podemos desarrollar nuestra creatividad a trav¨¦s de la experimentaci¨®n lenta y constante. Esto requiere que nos demos permiso para probar, para ser curiosos, para debatir lo establecido y para cuestionarnos a nosotros mismos. Ser flexibles con nuestros objetivos iniciales y abrirnos a lo que la experiencia nos va indicando en cada momento. O como se dec¨ªa de Leonardo da Vinci: ¡°Trabajaba como un escultor que modela la arcilla y nunca aceptaba una forma como final, sino que sigue creando, a¨²n a riesgo de opacar sus intenciones originales¡±.
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