El grito de Brasil a Bolsonaro: ?nazismo, no!
M¨¢s que el lema bolsonariano de ¡°Brasil sobre todo¡±, lo que necesitamos es un pa¨ªs que sea de todos y para todos, donde nadie se sienta ni superior ni despreciado
En el momento en que Brasil tiene una de las im¨¢genes m¨¢s negativas en el escenario mundial con motivo del Gobierno actual de extrema derecha con ribetes nazi fascistas, es un deber destacar la sorpresiva reacci¨®n de todo el pa¨ªs, de todas sus instituciones ¡ªincluida la militar¡ª contra el resbal¨®n de cu?o nazi del secretario de Cultura, Roberto Alvim, que cruz¨® la l¨ªnea al revestirse con las palabras y el ritual del ministro de Propaganda de Hitler, Joseph Goebbels. El presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro, se vio rodeado de un clamor nacional y no esper¨® 24 horas para despedir a su ministro amigo.
Esta vez hasta los liberales, que apoyaron a Bolsonaro para derrotar a Lula y al PT, han reaccionado contra los arrobos nazistas del secretario de Cultura. Ha sido un examen importante el ver movilizado, en la misma hora, no s¨®lo a todo el mundo de la cultura, de la ciencia y de todos los partidos democr¨¢ticos, incluidos los liberales del Gobierno, sino tambi¨¦n a todas las instituciones del Estado, como el Congreso, el Senado y el Supremo, junto con las principales asociaciones civiles como las de abogados, fiscales y jueces y decenas de instituciones democr¨¢ticas, as¨ª como a los medios de comunicaci¨®n que denunciaron que el Gobierno hab¨ªa pasado la l¨ªnea roja de la democracia.
Esta vez no ha sido una reacci¨®n de la izquierda contra la ultraderecha. La protesta ha estado por encima de los partidos y las ideolog¨ªas, para gritar un 'no' del pa¨ªs a todo lo que tenga referencia al nazismo hitleriano de los campos de concentraci¨®n y del Holocausto.
Hace solo un a?o alertaba en esta misma columna del peligro de que Brasil pudiera estar entrando en un estado de prenazismo o prefascismo, despu¨¦s de la entrada del hurac¨¢n de Bolsonaro con sus odios a todos los diferentes, su exaltaci¨®n de un nacionalismo fascista y su consigna de ¡°Brasil sobre todo¡±, copiada de los tiempos del nazismo: ¡°Alemania sobre todo¡±. Y de la intenci¨®n de crear una teocracia evang¨¦lica para sustituir el Estado laico, as¨ª como una cultura y una ense?anza entra?adas en los valores militares y medievales.
Esta vez, hasta una parte del Gobierno vio con preocupaci¨®n el mensaje de Alvim. Lo demuestra, por ejemplo, la reacci¨®n del general del Ej¨¦rcito, Augusto Heleno, uno de los asesores m¨¢s cercanos al presidente y que tambi¨¦n hab¨ªa coqueteado con medidas extraordinarias en caso de que Brasil se convirtiera en un nuevo Chile. Heleno, asustado con el resbal¨®n nazista del secretario de Cultura, alab¨® la reacci¨®n positiva de Brasil. Lleg¨® a congratularse con la respuesta de la sociedad con estas palabras: ¡°Fant¨¢stica y hasta emocionante la reacci¨®n de intelectuales, artistas, historiadores, profesores, estudiantes, militares y de la naci¨®n como un todo, al infeliz despliegue de pensamientos nazistas¡± .Y a?adi¨® que ello ¡°muestra una cara de la convicci¨®n y el apego de nuestro pueblo a la democracia y a las libertades individuales¡±. Hasta el importante militar entendi¨® que el Gobierno pod¨ªa estar resbalando hacia la barbarie.
La reacci¨®n democr¨¢tica de la sociedad brasile?a y de todas las instituciones del Estado a las tentaciones nazistas y fascistas, que han empezado a levantar la cabeza en varias ¨¢reas del Gobierno, es fundamental. El peligro de una involuci¨®n existe, ya que vemos aflorar cada d¨ªa m¨¢s nostalgias de los tiempos de la dictadura que empujan a Bolsonaro a tomar medidas dr¨¢sticas y antidemocr¨¢ticas. Mientras, seg¨²n ellos, el Congreso y el Supremo no se doblan a sus caprichos autoritarios. Que Brasil diga 'no' a esa locura supone un plus de esperanza en la defensa de los valores democr¨¢ticos.
No ha sido casualidad que las reacciones de rechazo ocurrieran en el delicado e importante campo de la cultura. Los brasile?os, conservadores en h¨¢bitos y costumbres, no aceptan que se les imponga un ¨²nico tipo de cultura. El brasile?o, por su historia, lleva en sus venas una gran pluralidad cultural, que surge de la mezcla de todas las expresiones y las corrientes m¨¢s libres de crear. Es uno de los pueblos con tradiciones populares m¨¢s fuertes y arraigadas, a las que dif¨ªcilmente renunciar¨¢ y menos en aras de una ideolog¨ªa.
Esa reacci¨®n inesperada y feliz de la sociedad brasile?a a las tentaciones nazistas, de algunos de los ministros del Gobierno y del propio presidente, abre un camino de esperanza para los dem¨®cratas de coraz¨®n, los que aman las libertades ¡ªsean de derechas o de izquierdas¡ª porque solo con un hombre de democracia consolidada se construye una sociedad libre y feliz. En Brasil, el peso de una esclavitud nunca resuelta ha dejado huellas profundas de desigualdad social, de dolor y de discriminaci¨®n racial que dura hasta nuestros d¨ªas.
Esta vez, es como si Brasil se hubiera despertado para decir 'no' a los b¨¢rbaros y para dar la alerta de que todo tiene un un l¨ªmite y que puede gobernar la derecha o la izquierda o el centro, pero nunca los nost¨¢lgicos de los campos de exterminio.
Es verdad que la reacci¨®n inmediata del presidente de pedir su renuncia al secretario de Cultura, algo que no hubiera conseguido ni la mayor de las manifestaciones de protesta callejera, no puede dejarnos del todo tranquilos. Bolsonaro vio que todas las fuerzas vivas le daban la espalda y ratificaban no querer entrar en los pasillos de la muerte del nazismo, sin embargo, ello no significa que se haya arrepentido de la pol¨ªtica racista de la que est¨¢ imbuido. No se ha tratado de una conversi¨®n. Ha sido constre?ido por el grito de una sociedad que empieza a decir: ¡°De aqu¨ª no se pasa¡±. Hoy sabemos, adem¨¢s, que ¨¦l habr¨ªa esperado para relevar al secretario de Cultura, y que fueron los militares quienes le obligaron a no esperar ni una hora m¨¢s.
Pensar que Bolsonaro pueda cambiar es, en realidad, una vana utop¨ªa. La que tiene que seguir firme es la sociedad y sus instituciones para seguir fren¨¢ndolo cada vez que intente atropellar las libertades e introducirnos en el oscuro t¨²nel del autoritarismo. La sociedad brasile?a le ha lanzado el primer grito. Si ¨¦l continua en su furia iconoclasta contra todos los valores democr¨¢ticos, a espaldas de la libertad de acci¨®n y de pensamiento, el segundo grito podr¨ªa ser : ¡°!Ahora basta!¡±.
M¨¢s que el lema bolsonariano de ¡°Brasil sobretodo¡±, lo que necesitamos es un Brasil que sea de todos y para todos, donde nadie se sienta ni superior ni despreciado, o no ser¨¢ de nadie. Y entonces nos quedar¨¢n solo los escombros.
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